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viernes, 24 de mayo de 2013

El Amor Brujo y Los Chinchorros (A mi amigo José Quintero Esquivel)

"El patio de las Gallinas". Al fondo, el bache: "El Último Suspiro", 
llamado así por su proximidad al cementerio. Foto: Los fardos.

Tres más tres terminan siendo cinco si la suma se repite tanto como un gazpacho con exceso de ajo. De nada sirve la aplastante lógica que induce a decir seis. Si se machaca cinco, el majado terminará como "verdad suprema" en el fondo del almirez.


Bloques de viviendas construidos en el solar
donde verdaderamente estaban "Los Chinchorros"
"Los Chinchorros" es un espacio urbano que ya no existe en Cádiz, desde el año 1993. Sus habitantes fueron todos realojados en los pisos de Cortadura y en su solar resultante, se edificó un grupo de viviendas, que abarca la manzana entre las calles Marqués de Coprani y el callejón (hoy calle) Pereira. Sin embargo, actualmente se sigue llamando "Los Chinchorros" a algo que no lo es; que ni siquiera lo fue; que nunca lo ha sido —desde un ajuar hasta unas viviendas lamentablemente inacabadas—; a fuerza de repetir un error, arrastrado ya desde hace algún tiempo por la prensa periódica, en artículos y titulares. Por tanto "no es Chinchorro todo lo que reluce".


Los Chinchorros. Foto: Los fardos.
Los Chinchorros. Foto: Los fardos.
Los Chinchorros. Foto: Los fardos.

Lo que ahora, equivocadamente, se le llama "Los Chinchorros" pertenece el barrio de San José, sí; pero es el solar resultante del derribo de las casitas de la calle San Juan Bautista y San Bartolomé, junto al solar del "Patio de las Gallinas", célebre cuando el alcalde Jerónimo Almagro lo visitaba desde las azoteas colindantes y le decía a su teniente de alcalde "que le daba la sensación que el patio era antes más grande...", a lo que el concejal respondía: "alcalde, tiene usted razón, el patio es más pequeño, porque las casas le han ido cogiendo terreno". Era también el barrio —qué duda cabe—, pero no "Los Chinchorros"

Dos baches (tascas) de arte presidían aquella manzana: El Bar Mariano y El Último Suspiro, a la vera del Cementerio, donde paraba la canalla después de ofrecerte una escalera, apurando el valdepeñas y pendiente de la marea para sacarle a la orilla los metales de plata y oro.



Los Chinchorros. Foto: Los fardos.

Los Chinchorros. Foto: Los fardos.
Los Chinchorros. Foto: Los fardos.
Los Chinchorros. Foto: Los fardos.

El desaparecido número 9 de La calle Marqués de Cropani del barrio de San José, al lado de la tienda de comestible y del bache que hacía esquina con la calle Pelufo, daba entrada a la verdadera y única "Casa de los Chinchorros", un conglomerado de viviendas esparcidas en dos grandes patios (norte y sur) con lebrillos-lavaderos de terracota a la intemperie y retretes comunes de garita en el centro, donde geranios y jazmines florecían en macetas de lata y la parra daba sombra fresca a un trazado pintoresco de casitas, casi fantasmagóricas y espectrales, más propias de poblados del norte de Marruecos que de una capital de provincia.


Los Chinchorros. Foto: Los fardos.
Los Chinchorros. Foto: Los fardos.

Las vaquerías; "Las Papas Viejas"; las pieles curtiéndose en las ventanas orientadas a levante, y la carpintería del callejón, rodeaban la singular microurbe, a través de una tapia, lindante con el polvoriento Callejón del Cementerio. Los futbolines de Andrés y las casitas de la palmera que aún queda en pie (donde vivía El Chaqueta y mi amigo Mariano), ya no era "Los Chinchorros", eran las casitas bajas de enfrente.


Los Chinchorros. Foto: Los fardos.
Los Chinchorros. Foto: Los fardos.
Los Chinchorros. Foto: Los fardos.
Los Chinchorros. Foto: Los fardos.
Los Chinchorros. Foto: Los fardos.

Los Chinchorros. Foto: Los fardos.









La proximidad de la playa y el estar ubicado en una zona eminentemente marinera, que en su tiempo tuvo corral de pesca y almadraba (Corral de Atero) y que arroja uno de los mayores núcleos urbanos de marineros y rederos, censados en Cádiz en el siglo XIX, con apellidos muy característicos de la zona (los Roa, los Sacaluga, los Cortés...), hizo de "Los Chinchorros" una "cátedra" de pescadores y mariscadores, con El Chorlo y la Casa de los Valdés como referencia suprema, entre tarrayas, (h)erbitanas y aroma de carburo. El frito de buseles recién recogidos; los ostiones que partía El Pimpa o las borracheras luminosas de El Revola, le daban vida y sabor a aquel paraje.


Los Chinchorros. Foto: Los fardos.
Los Chinchorros. Foto: Los fardos.
Los Chinchorros. Foto: Los fardos.
Los Chinchorros. Foto: Los fardos.
Los Chinchorros. Foto: Los fardos.
Los Chinchorros. Foto: Los fardos.

Respondía a un modelo urbanístico muy repetido en el extramuros gaditano, caso de las viviendas del denominado "Manchón de Landeira", y a pesar de los embates de la infravivienda; de las ratas; de la falta de agua corriente y de muchas insalubres incomodidades más, sus vecinos supieron ser muy felices y salir a flote en los difíciles y procelosos años de posguerra. Como toda buena vecindad el sentido de la solidaridad era algo muy presente y como en un viejo matriarcado, el llanto de un niño afectaba a todas las madres por igual. 


Su indudable sabor le hicieron ser una de las localizaciones cinematográficas ineludibles de El Amor Brujo, película que nos dejó un tiempo una cruz

de madera en lo alto del viejo acantilado de la playa de Los Corrales, hoy desaparecido.




El Amor Brujo fue rodada íntegramente en Cádiz y su provincia, y tuvo a Miguel Grau como director de producción; el montaje corrió a cargo de Emilio Rodríguez; la
coreografía de Alberto Lorca. Los papeles principales fueron representados por Antonio Gades y La Polaca, más un elenco de artistas, como
Cristina Hoyos y Curra Jiménez (1) al baile; el cante de El Chaqueta de Cádiz, Encarnación Sayago, El Lebrijano, José el Rumbero y Teresa María; y el toque de Emilio de Diego, El Niño de los Rizos, Pepe Maya, así como un joven Camarón de la Isla que en el minuto 59 rasguea la guitarra de fondo, mientras Antonio Gades y La Polaca bailan. Contó con la Orquesta de Cámara de Barcelona y en los créditos hay un agradecimiento expreso a la figura radiofónica de Aurelio de la Viesca, al que se le puede ver, instantes antes de la escena en la que aparece Camarón.

Camarón al fondo tocando la guitarra

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(1) En los medios de comunicación audiovisuales, es de vital importancia escribir bien los créditos. No es el caso de esta película a la que no hay que darle crédito a sus créditos. ¿Razón? el "baile" de apellidos de dos enormes bailaoras (que digo yo que si son bailaoras, es normal que el apellido "baile"): Curra Jiménez y Cristina Hoyos, como bien repararon la prima Flamencólica y el primo Faustino:



lunes, 13 de mayo de 2013

Saludo por bulerías

En ese bien escaso, llamado trabajo, suceden anécdotas divertidas. Todo espacio de trabajo es un laboratorio sociológico que permite la observación in situ de una gran biodiversidad de especies, generalmente bien adaptadas al medio, y en donde todos los prototipos están bien representados. Hay comunidades más gregarias frente a otras que se desenvuelven mejor en la individualidad; hay especies muy territorialistas y otras con una gran capacidad mimética para camuflarse en su entorno.

En el hábitat de ese ecosistema, cenagoso y hostil, en el que la armonía del "codo con codo" se transforma en "codazo", diviso la figura de dos personajes: Paco y Seba. Los dos sencillos. Los dos campechanos. Capaces de sacarle una sonrisa a la rutina del día a día. El humor no está reñido con el cumplimiento del deber, porque humor y trabajo son dos conceptos perfectamente compatibles entre sí, aunque el caduco poder —tan lleno de prejuicios— y sus aduladores, nos quieran hacer ver su presunta incompatibilidad.

Por sistema, desconfío de quien no se ríe; igual lo hago de las personas que cuando se les estrecha la mano no la aprietan. Qué decir de aquellas incapaces de mirar y sostener la mirada.

Uno se llama Paco, es largo y no ha conocido la vergüenza. El otro, Seba, le dicen "El Curso" y también está buscando la vergüenza sin resultados. Los dos son imprescindibles, por más que en la selva se oiga que "imprescindible no hay nadie". Enormes profesionales, con la difícil virtud de hacer sonreír y que la jornada sea más llevadera. 

Aquí lo hicieron a compás. Por bulerías. De corrido. Son de Cádiz. Arte. Son compañeros. Y son mis amigos:

   

miércoles, 8 de mayo de 2013

¡Caray con los fastos del Doce! Origen de una bulería (1912)


Si algo nos enseña la historia es que ésta no nos sirve para nada. El aprendizaje más difícil del ser humano es el de sus propios errores. ¿Erramos? ¡Erraremos! No aprendemos. Lo acumularemos y lo repetiremos, como desmemoriada generación inane a la que se le han transferido genéticamente los despropósitos, y nosotros, como parias sin criterios, borreguitos obedientes, pastando en rediles urbanos, haremos lo mismo que hicieron los que antes estuvieron. Aunque lo hecho estuviese mal.



Se acabó el Bicentenario y a Cádiz se la comieron las moscas. Iocosa Gades, Gadir, púnico e irrepetible. Emporio de estorbe. Coba del nueve. Nada de caoba. Recortes fritos. Pasacalles cutres, bandas tocando Paquito el Chocolatero y La abeja Maya; tesoros de las Mercedes que no verán buesas mercedes. Íbamos a medias y a las medias le han hecho otra carrera de Indias. Cumbre de Jefes de Estado. Diosas y Ninfas con madroñeras de Pepi Mayo. La Casa de Iberoamérica: El Señor de Don Pan. Cádiz que sofríe. Centro de Interpretación inaugurado y cerrado. Memorial desmemoriado de las libertades.¡Socorro que viene otro muelle! Un castillo a medias y media docena de exposiciones dispersas; un comisario enfadado y hasta el verte, Reverte, que IU ha preguntado qué le cuesta al erario comisariar el comiserio. Y un puente a medio construir, con un gálibo de 69 metros, que nos está costando una pasta gansa para que en el 2014, acaso en el 2015 o quizá en el 2016, entre un flujo de tráfico que la ciudad será incapaz de absorber, por una elemental carencia de infraestructura.


Maqueta del proyecto de Monumento a las Cortes. Fototipia de Hauser y Menen. AHMC

Cuando en 1912 se preparaba la fiesta del Centenario, el despropósito fue parecido. Fotocopia anticipada del disparate. Más de lo mismo cien años antes. Se proyectó un monumento en piedra que en el Centenario del Sitio conmemorase las Cortes de Cádiz y la promulgación de la Constitución de 1812, para lo cual se abrió un concurso público. Llegó 1913, y 1914, pasó 1915... y años subsiguientes, y en la explanada ganada al mar de la antigua playa de Puerto Piojo, las piedras del monumento doceañista yacían apiladas en fila frente al caserío barroco de las Cinco y las Cuatro Torres. No es hasta 1929 cuando el monumento se concluyó, o sea, diecisiete años después.


Foto: fondo de Ramón Grosso. Biblioteca de Temas Gaditanos

A todo esto, en enero de 1912, el célebre autor de "La murga del siglo XX", Francisco de Llames, montó un espectáculo en el Cine Escudero, con un éxito extraordinario, parte de cuyos cantables han sido incorporados al corpus buleaero de la Escuela de Cádiz. Pero antes de proseguir, reseñemos algunos datos biográfico de su figura:

Francisco de Llames Bello, nació en Chiclana de la Frontera (Cádiz), en 1876 y falleció en la primera mitad del siglo XX. Ejerció de pintor de brocha gorda en el Dique de Matagorda. Residió en el piso primero de la casa número 11 de la calle Libertad y en el número 97 de la calle Sagasta de Cádiz. Fue un destacado murguista del siglo antepasado que mantuvo una gran amistad con "El Tío de la Tiza". Participó en muchas agrupaciones del Carnaval de su Chiclana natal, erigiéndose en el más consumado autor de su localidad; caso de la comparsa chiclanera "Defensores de España" (1896): "Solamente una comparsa ha llamado la atención, tanto por sus trajes como por sus canciones. Era ésta la de los Defensores de España que dirige el simpático Paco Llames", decía la prensa local. Su gran notoriedad la alcanzó con "La murga del siglo XX", siendo de ésta última su autor y presidente, en los años 1901 y 1902, cuando residía en Cádiz en la calle Sagasta. Esta célebre agrupación solicitó su primera salida el 5 de febrero del año de 1901. Al año siguiente repitió salida, renovando de Llames por completo el personal, al quedarse tan sólo con un componente del año anterior (Juan Tocino Luis), e incorporando a Francisco Guzmán Estrada "El Batato" y a Antonio García Jurado, según consta en la solicitud de su segunda salida, que está fechada el 31 de enero de 1902 y manuscrita por el propio Rodríguez. Actuó con "La murga del Siglo XX" en Málaga, en Sevilla en el Café Novedades y en el Teatro San Fernando, en Madrid en el Teatro Romea y en Barcelona en el "Ambigú Barcelonés". Residió más tarde en Sevilla en la Alameda de Hércules, número 83, ciudad en la que cantó, con ambas agrupaciones, por espacio de mucho tiempo y en la que (en compañía de otros autores como Rodríguez y Pujales) sembró la semilla de las murgas gaditanas que más tarde germinaría con las murgas sevillanas de los años veinte y treinta: "Los Medina sevillanos", "Los Rondán", "Los Bernal"... En el año 1912 está al frente de una curiosa agrupación que se tituló "Los autómatas Maggrín", híbrida de artistas flamencos, entre los cuales se encontraba Antonio El Herrero y Joselito el de Rita y varios de sus murguistas habituales. Debutaron el 5 de enero de 1912 en el Cine Escudero: "Don Francisco Llames, el afortunado creador de la legendaria "Murga del Siglo XX", que logró dar la vuelta a toda España, conquistando dinero y aplausos; el Sr. Llames, repetimos, ha tenido un feliz acierto este año con la presentación de sus ya célebres, Autómatas, pues puede decirse, sin temor a exagerar, que dicha agrupación es de los más chistoso que en Cádiz se ha inventado"(1).

Veamos su rastro en el año del Centenario, actuando con El Cojo de las Marianas, el coro "Los panzudos" y distintos espectáculos de variedades:



Eco Artístico, 5 de enero de 1912

El Comercio, 6 de enero de 1912

La trouppe Maggrín, bien descrita por la siguiente gacetilla, en la que el periodista recuerda el enorme éxito obtenido por la extinta "Murga del siglo XX", que causó furor en todo el territorio español durante más de siete años.


El Comercio, 13 de enero de 1912

Y nuevamente en Cádiz en los dos Cines Escuderos, tanto el del muelle, como el de la Plaza de la Libertad, ambos del mismo empresario, Francisco Escudero Guerra:


Eco Artístico, 25 de enero de 1912


Su paso por La Isla, en esta ocasión en el Cine la Rosa:


Eco Artístico, 15 de abril de 1912

Y su reaparición en el Cine del muelle, con un público incondicional, ya fiel seguidor de las ocurrencias por bulerías:



El Contribuyente, 18 de abril de 1912


Así lo vivió Pericón de Cádiz y así lo contó en su libro de memorias:



"Un año llegó a Cádiz un ventrílocuo haciendo de los 'Muñecos Autómatas', entonces se le ocurrió a uno de Cádiz hacer esto de los Muñecos Autómatas, con personas verdá, con artistas flamencos. Y los presentó por Carnaval en el teatro Escudero. Salían tos los muñecos sentaos en sus sillas con la cara tapá y unas guitas amarrás del cuerpo a lo alto del escenario como si fueran marionetas (...) aparecían los muñecos con sus caras pintás, (...) principiaban a tocar los tocaores, luego los cantaores y por último la bailaora y el bailaor... y tó como si fueran muñecos verdá, haciendo los movimientos al estilo de las marionetas, pero con un compás y un arte... y los muñecos eran Joselito el de Rita, Antonio el Herrero, Habichuela y otros que ya no me acuerdo. Hace ya tantos años..." (2)



Royal Cinematógrafo Escudero

El espectáculo de los Autómatas Maggrín basaba toda su carga humorística en reírse con ironía del despropósito del Centenario de las Cortes, por la cantidad de proyectos que se quedaron en el camino —cuyo fracaso cumbre fue el monumento— y por la perspectiva poco halagüeña que se le veía al incierto horizonte de 1913.

                   Ay con el caray, caray, caray

           que mire uste qué fiestas
           que van a haber en Cái
           que ni las hambres la vamos a sentir
           qué mire usté qué gracia tiene este país.


Colección particular de José Blas Vega

Ésa era la fiesta. Mucha fiesta centenaria; muchos juegos florales; mucho ministro y cargos visitando la ciudad; muchas revistas navales y militares, concursos de tiros, corridas de toros, veladas, carreras de caballos... y el pueblo esmayao, pero riéndose de su propia sombra, en tiempo de bulería de Cádiz, con unos desvergonzados muñecos, murguistas y flamenquitos en comandita, que ahora enumeraban con sorna el grueso "fuerte" de las fiestas del Centenario y la abundancia de comida:
                                     
             Van a poner en Puerto Chico
             una fuente luminosa
             y en la Plaza las Canastas
             se alumbran con mariposas.

                Tengo unos amigos míos

             que en el barrio del Balón
             van a poner un monumento
             encima, a María Bastón.

             Habrá frijones pegaos

             y en las casitas de los vecinos
             y habrá chuleta empaná
             pa cuando vengan los maríos.

Estas son las bulerías en modo mayor, tan características de la Escuela Gaditana, estudiadas por Ramón Solís(3) y Ramón Grosso(4); que grabó La Niña de los Peines con Juan Gandulla Habichuela y cultivada por todos los cantaores de Cádiz, Pericón, El Flecha, Manolo Vargas, Diego Antúnez, Aurelio, Ignacio Espeleta, Chano Lobato... Éste fue su origen: el pueblo con guasa cáustica ante el fracaso del Centenario.

                                          
                                          LA NIÑA DE LOS PEINES
                                       
                                          
                                          MANOLO VARGAS              
                                       
Trondheim es Cádiz con más salmones / Cádiz es Trondheim con más ostiones

Tras las versiones de Pastora y del hermano de El Cojo Peroche, escuchemos a Lena de Trondheim, haciendo esta versión de bulerías gaditanoruegas (en noruego); qué mirusté qué arte tenemos en Trondheim (Noruega):



A propósito de un tragador de sables que en el Cine Escudero exhibía sus habilidades, volvió a salir la gazuza con el estribillo de moda, que había causado furor:


Los Rayos X, 31 de enero de 1912


Foto: Ana Palma. Deflamenco.com
Por las oficinas donde se administraban los jurdeles del Bicentenario y del Flamenco, ignoraron un espectáculo de Mariana Cornejo, David Palomar, con coreografía de Juan Ogalla, y su cuerpo de baile; con la dirección escénica de Ana López Segovia, y con la dirección, textos y asesoramiento de Antonio Barberán y de Javier Osuna. El colofón de dicho espectáculo entrocaba los títeres de La Tía Norica con los títeres Autómatas Maggrín y los artistas actuales salían igual que en el Cine Escudero, dándole un guiño estético, cómplice y sonoro a la historia.

No sabían de qué les estábamos hablando, claro y prefirieron Pepas y Suites flamencas.


                   

                            

Y no hemos aprendido nada. Horizonte incierto de 2013... y el puente sin acabar ¡Caray!

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(1) Archivo Histórico Municipal de Cádiz, Padrón de 1907 (L-3.233, Fol. 77); Padrón de 1911 (L-3.366, Fol. 93). Diario de Cádiz, 26 de febrero de 1896 (edición de tarde) y El Comercio, 13 de enero de 1912.

(2) ORTIZ NUEVO, José Luis y MARTÍNEZ VILCHES, Juan, Las mil y una historias de Pericón de Cádiz recogidas y ordenadas por J. L. Ortiz Nuevo, Madrid: Ediciones Demófilo, 1975 (Pág. 73).

(3) Ramón Solís recogió en 1966 la siguiente variante:

Con el ¡ay!
¡Caray, caray!
Mirusté qué fiestas
que va a haber en Cái.
¿Luego?...
¡La jambre que se va a pasá!
¡Aaaay!
¡Caray!
Caray
¡Caracá!

SOLÍS LLORENTE, Ramón, Coros y chirigotas. El Carnaval de Cádiz, Madrid: Taurus Ediciones, 1966 (Págs. 12 y 13).

(4) Apuntes mecanografiados de Ramón Grosso, que constituyen un claro borrador de un libro que, por razones que se ignoran, finalmente no vio la luz. Fondo de Ramón Grosso, Biblioteca de Temas Gaditanos.