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miércoles, 11 de marzo de 2015

Conversaciones con Juanito Villar. (Presencias Flamencas de la UCA)

Foto: Kiki




El pasado 13 de noviembre de 2014 tuvimos la suerte de entrevistar a Juanito Villar, dentro del ciclo: 'Presencias Flamencas' de la Universidad de Cádiz. Hacía 23 años de la última vez que habíamos entrevistado al viñero, un 23, también, de noviembre de 1992, en aquella ocasión, en los antiguos estudios de la Plaza de España de Canal Sur Radio. Muchas cosas han sucedido desde entonces. Pero, en esencia, la figura cumbre de los Jinetos, que revolucionara el Madrid de los 70, de 'Canasteros' y 'Villa Rosa', junto a una generación irrepetible de oro y talento, se mantiene firme en sus criterios, como la roca de pedernal, aquella con la que su primo, Joselito Camarón, se hizo un candelero, pa poerse alumbrar, porque más luz no quería, que la diáfana y cegadora de la Bahía gaditana, que alumbrara a las dos familias gitanas, tocadas por los dioses salinos y entroncadas entre sí: los Monge de La Isla, y los Jiménez de Cádiz.

ENTREVISTA (Transcripción literal)

Bueno. Muy buenas noches a todos, sean bienvenidos en estas 'Presencias Flamencas'. Agradecemos a la Universidad de Cádiz este tipo de eventos que lo que vienen es a dignificar el arte flamenco de esta bendita tierra nuestra, esencialmente bajoandaluz y, esencialmente, de Triana, de Jerez y de Cádiz... y Los Puertos, no olvidemos ese matiz tan importante.

Antes de charlar con esta grandísima figura que tengo aquí a mi derecha, me gustaría hacer una brevísima contextualización del año en el que él nace, en 1947. Juan es hijo de la Explosión, de esa gran catástrofe que la ciudad de Cádiz tiene en ese verano aciago de 1947, por mor de una minas que estaban depositada en el Instituto Hidrográfico,  ese algodón pólvora, que cuando no le sirvió a los alemanes y no le sirvió a los italianos, la depositaron en el almacén; y a pesar de que desde 1943 existía un informe de un coronel experto (el coronel Bencós, que había avisado del enorme riesgo que suponía para la población civil tener todas esas minas), pues la deflagración se produjo y se produjo la catástrofe, tan lamentable, que arrojó un balance de 150 muertos y miles de victimas. (1)



Ese mismo año de 1947, en el Manicomio de Capuchinos, que seguía en activo, fallecía una figura que había nacido en el barrio de la Viña, Gabriel Díaz Fernández, Macandé, con una biografía absolutamente adversa y dramática; y ya, además, en la Segunda República, es cuando a Macandé lo ingresan en el manicomio, por tanto, tiene una vida llena de tristeza. Curiosamente, se iba un viñero y venía otro viñero...


Porque en la calle Ángel, también de una dinastía, de una larga estirpe flamenca gaditana, en este caso los Jiménez, como lo fueron los Espeleta, como lo fueron los Ortegas y tantas y tantas dinastías, que tanta fama y nombradía le han dado a la historia de Cádiz capital. En este caso, venía con nosotros este gran artista que tengo aquí a mi derecha y que ya, sin más preámbulo, quiero saludar, porque de la calle Ángel nos viene Juan Villar Jiménez, Juanito Villar.

Juanito Villar. Muy buenas.

—Buenas.


—Bienvenido y muchísimas gracias por estar con nosotros.


—Gracias a ustedes, hombre.


—Vamos a hablar largo y tendido. Decía Félix Grande, Juan, que "la infancia era el venero de la vida"; es decir, ese detalle; ese instante que marca en lo sucesivo. ¿Cómo fue la infancia de Juan Villar?


—Bueno, la infancia de Juan Villar ha sido muy bonita, una niñez, en clase de pobre, pues..., lo normal ¿no? Me he divertido mucho, he trabajado mucho (aunque no lo crea nadie), pero sí, he trabajo mucho; ¡desde que tenía doce años llevo trabajando! Y ésa ha sido mi niñez: trabajando y trabajar y vivir y cantar y disfrutar.


—Y todos esos recuerdos evocadores, ¿cuál ha sido; cuál sería ahora mismo y cuál es tu paisaje sentimental? Es decir, ¿por qué calle volaba la imaginación de ese Juanito Villar de niño?


—Bueno, ¿por qué calle?, por to el barrio de la Viña, el barrio Santa María,  porque yo, gracias a Dios, he tenido familia en el barrio y me iba al barrio mucho a escuchar a Manuela la Careta y a escuchar a La Toti, ¡que eso poca gente la habrán escuchao, que cantaba por soleá que quitaba la cabeza!, y vivía en la casa del Moral. Y ésa ha sido mi niñez, entre barrio y barrio.


—Claro, porque además, toda tu ascendencia, también, aparte de en el barrio de la Viña, la tenías en el barrio de Santa María, porque allí era donde, precisamente, estaba, tanto Pablito de Cádiz, como tu tío Jineto...


—¡Hombre!, allí nacieron la mitad de mis tíos, ¿no?, porque ellos están repartíos entre Santa María y La Viña. Tres han nació aquí y otros tres nacieron allí. Entonces llevo las dos estirpes.


—Sin duda. Las dos estirpes bien marcás. ¿Cuando Juanito Villar hacía rabona en el colegio, a dónde iba?


—Bueno. Yo he hecho muy poca rabona, puesto que yo he ido muy poco al colegio también, yo me salí con once años del colegio, estuve un año y pico, aprendí mis cuatro reglas, (lo esencial, porque era un niño muy estudioso, a mí me gustaba estudiar); pero la obligación te hacía quitarte del colegio...


—Claro. Sin duda...


—¡Exactamente!


—Supongo que también marcaría el hecho de ser viñero, de la calle Ángel, ese paisaje, inmediato, que está al lado de la Viña, ¿no?, la Caleta marca, su entorno paisajístico, la afición...


—¡Hombre! lo tenemos al lado la Caleta y la calle el Ángel, yo creo que habrá unos veinte metros, no creo que haya más. Entonces, ésa era mi niñez, La Caleta y venga a bañarme.


—Pericón pescaba, Chiclanita también...


—Pero Pericón era mu embustero... (risas)

—Era mu embustero, era mu embustero, pero pescaba, que es el dato que nos interesa...


—Sí.


—Pericón pescaba, Chiclanita, también (decía) y el pescao estaba ahí presente; bueno, y Beni de Cádiz y Ramoncito Vélez, los dos se llevaron una caja de sardinas del muelle. ¿Tiene afición Juan Villar por la pesca?


—Bueno. Juan Villar ha ido a pescar en su vida..., habré ido tres veces y dos, he terminao en comisaría. Conque ya no voy más a pescar.


—¿Y cómo ha sido eso? Cuenta.


—Bueno, porque íbamos a pescar, y yo, eso de estar tres horas esperando al pescao, me daba mucha rabia y me comía las naranjas (que pescábamos con naranjas). Me comía las naranjas y cuando se acababan las naranjas, decía: ¡ea, ya se acabó; ahora vámonos! y ya nos liábamos de copita y ya de copita pues, ya sabes...


—¡To las que quieras y más!


—¡Digo!


—Decía una soleá apolá, preciosa, de Camarón, que la grabó con Paco de Lucía: "El espejo en que te miras, te dirá cómo tú eres". Cuando tú eras un niño y estabas todavía formándote, ¿cuál era el espejo de los artistas en los que te mirabas?


—Mi espejo ha sido Caracol y Farina. Indiscutiblemente.


—Es curioso, porque repites el mismo criterio. Porque Fernando Quiñones te hizo esa misma pregunta y respondiste exactamente lo mismo. Dijiste que la figura que te marcaba era Manolo Caracol.


—Perfecto. Sí, sí, Manolo Caracol, ese ha sío pa mí lo máximo. ¡Como ése no nacerá ninguno! ¡Ya puen pasá dos mil años!


—¿Cómo defines tú el cante de Caracol? (porque todo el mundo coincide en lo de Caracol), pero, ¿por qué? Trata de explicarle a nuestros contertulios...


—Mira, es muy fácil. Caracol tenía tal personalidad y tal eco de voz que ná más el templarse ya te dolía, es que ya te dolía; na más el decir: 'tirí, tirí, tirí...' ya te estaba doliendo las carnes. Entonces, ¡Caracol no nacen más! ¡Eso te lo aseguro yo! ¡Ése se lo llevó pa su tierra, pa la tierra pa toa la vía! Por eso, yo..., ha sido el cantaor que me ha hecho llorar, que ma pellizcao, que los vellos se me han puesto de punta... en fin, toas esas cosas que es el flamenco.





—Hemos dicho que tú naces en el año 47, de tal manera que cuando en Cádiz se produce el Concurso Nacional de Alegrías, a ti te coge muy chico, te coge con cinco o seis años nada más, en el año 52, primero la fase en el Teatro Andalucía, luego en el Teatro Falla, que lo gana Manolo Vargas, el segundo se lo lleva Pericón de Cádiz, y a ti te coge de niño; pero, sin embargo, Manolo Vargas es alguien a quien tú también seguiste, ¿verdad?...

—Hombre yo, mira, yo todos los cantes de Cádiz los he seguido, porque es mi tierra, ¿no?, principalmente es mi tierra. Luego los llevo a mi manera, pero, yo he tenío que mamar (con perdón) de esa fuente: de Manolo Vagas, de Pericón, de Aurelio, de todos he tenido que ir asimilando cómo eran los cantes de la tierra, ¿no? si no no se aprende nunca...


—¡Claro! y al final desarrollas toda tu propia personalidad...


—¡Exacto!


—¡Y la tienes! porque, sin alguien no discute es el eco y el sello de Juan Villar. En realidad, yo creo que casi todos los cantaores alcanzan su propio sello (más o menos), algunos lo alcanzan más...


—Sí, hombre. Ma costao mucho trabajito, pero, lo conseguí.





—Sin duda ninguna. Lo que sí te coge ya con bastante más edad, es el Concurso de la Cueva del Pájaro Azul, que eso se produce en el año 61...

—Sí, tenía yo también mu corta edad, tendría yo unos doce o trece años...


—Doce o trece años, eso es; pero ya te suena más...


—¡Sí, hombre, normal!


Digámosle... aunque..., íbamos a decir que íbamos a contárselo a las personas que están aquí... ¡y las personas que están aquí lo saben muchísimo mejor...!


—¡Que nosotros!


—¡Que nosotros! 
De todas formas, como esto se va a emitir y se va a subir a Internet, decir que la Cueva del Pájaro Azul, pues fue un hallazgo casual, en la calle San Juan, del señor que tenía la bodega (que era Manuel Fedriani) que necesitaba el alquiler de una accesoria, y que de casualidad, a la hora de volcar un bocoy, ese bocoy sonó como que había una oquedad y en la oquedad picaron y se encontraron con esas bóvedas y con cerca de 300 metros cuadrados. Y este empresario pues tuvo ese honor. Es curioso, porque en la Cueva del Pájaro Azul, una de las personas que estuvo allí, fue uno que es coetáneo tuyo, ¿verdad?, que era Juan Silva...

—¡Sí!


—Además, Juanito cantó pa comérselo, porque así lo reflejaron las crónicas de Diario de Cádiz.


—¡Además de verdad que sí! 
Hombre yo, mi amigo siempre en esto, ha sido el Juan Silva, porque yo siempre, ¡vamos!, normalmente nos hemos criado juntitos, íbamos juntos a tos laos, teníamos las niñas to juntos, los dos juntos, ¿no? ¡en fin! que hemos pasaos una etapa mu bonita, Juan Silva y yo.


Juan Silva. Foto: Kiki

—Bueno, ¡Y llegó Juanito el de la Jineta!, es decir, llegó tu primer nombre artístico. Es evidente que Juanito el de la Jineta era por tu madre.


—¡Perfecto!


—Y por todos tus antepasados, también, claro...


¡Perfecto!


—¿Ese nombre se te ocurrió a ti o te lo sugirieron?


—No. Se me ocurrió a mí, porque yo siempre he querido llevar el nombre de mi madre por encima de todo, ¿no?, lo único que pasa con el nombre que..., como ya me conocían en Madrid, to el mundo me decía: el Villar, el Villar, el Villar, el Villar, el Villar... po ya dije: bueno, po Juanito Villar. Y se quedó el Villar en el segundo disco ya, ¡pa to la vía!


—Claro. Sí, porque si hablamos de discografía (luego la repasamos) es una discografía que es considerable, que es extensa; que me parece que son quince discos aproximadamente...


—Quince o dieciséis... ¡por ahí anda!


—Más o menos, entre single y vinilos. ¡Qué antiguo suena ya eso de disco!


—¡Eso ya...!


—Después tú actúas de la mano de Francisco Guerrero Caracol.


—¡Perfecto! Ése fue el primero que me sacó a mí aquí en Cái. Caracol.


—Vale. Explica un poco. Cuéntanos quién era este señor.


—Este señor era un hombre que era barbero, trabajaba en Cádiz y se dedicaba a llevar el flamenco a la Palma, al Cortijo, y en fin, a to los jovencitos que él veía que estaban despuntando, pues los llevaba con mi tío Jineto, mi tío Pablo, el hermano de Santiago, ¡en fin!, muchos gitanillos que habíamos aquí en aquel entonces, en aquella época ¡fíjate tú!, y entonces ése, el primero que me llevó a mí fue el Guerrero, Francisco Guerrero.


—Y uno de los sitios en donde actuaste fue el Balneario la Palma.


—¡Balneario la Palma! Ahí aonde íbamos casi to los sábados, casi to los domingos, que eran to los fines de semana había una fiesta de flamencos, entonces po nos llevaba él...


—Y el inefable 'Cortijo de los Rosales'.


—Hombre, perfecto.


—Muy bien. Cuando tu figura ya va creciendo, van transcurriendo los años, después llega la instalación de 'El Tablao'. Allí coincides con Conchita, Bendito y Eugenio Salas, el Niño de los Rizos.


—Eso lo inauguramos: Conchita, Bendito, Cascarilla, El Niño los Rizos y Juan Villar.


—Cuenta un poco esa etapa de 'El Tablao'.


—Yo estaba en la mili, me ofrecieron trabajar en 'El Tablao', yo dije que sí, en fin. Inauguramos, como bien he dicho, con Conchita, Bendito y Cascarilla el Niño los Rizos y yo, y de ahí nos fuimos a Jerez a buscar un cuadrito de flamenco y entonces nos trajimos a Parrilla, a la hermana y a una tal Paqui, que era novia en aquel entonces de Parrilla, y entonces formamos el cuadro en 'El Tablao', ésa es la principal etapa.


—¡Y Madrid que es la corte!


—Bueno, ya Madrid es otra historia...


—Cuando tú llegas a Madrid, Juanito, en Madrid había una competencia de "aquí te espero", porque había una "camá"...


—¡Bueno! en Madrid había una "camá" de artista a cuáles mejores, y no veas...


—Porque estaba José Mercé, estaba Pansequito, estaba Camarón, estaba Paco de Lucía...


—¡Todos! Lebrijano, Chaquetón, Talegón... ¡Allí había una barbaridad de artistas, todos buenos!, ¡la verdad sea dicha!, porque esa época fue de artistas buenos, como cuadra en cualquier otra época, ¿no?, lo que pasa que fue difícil, sí.




—¿Ahí tengo entendido que te ayudó Amina?


—¡Pues sí, la verdad, sí! Porque yo entro en 'Villa Rosa' pa tomarme una copa con la madre de mis hijos, que entonces era mi novia, y po llevamos cincuenta duros, no llevábamos más y la copa valía cincuenta duros, conque na más que había pa uno. Entonces nos sentamos, mi mujer se pidió la copita y yo estuve allí, la Amina que estaba trabajando allí po me saca al escenario: "—Mira, que aquí hay un primo mío de Cádiz, que yo quiero que ustedes lo escuchéis..." Total, que me escucharon y me quedé en 'Villa Rosa'.



"Quizás venga el Lebrijano".
¡Eso es lo más grande que yo he visto en un cartel!

—¡Y habría que ver ese Juan Villar, con ese metal, en esa época! Que todo hay que decirlo. Hay un vídeo precioso en el que tú le estás cantando pa bailar... ¡Porque ésa es otra! tú le has cantado pa bailar a gente de "aquí te espero": al Güito, a...


—¡A los mejores! Yo a los mejores. Yo me he ido siempre por lo mejor...





—En ese aspecto es muy importante la escuela de cante atrás...

—Hombre, primeramente, hay que dar paso por paso y el cuadro es el primer paso que hay que dar, para después poder responder como tú quieres, porque ahí se aprende el compás, se aprende letra, se aprende de todo... y la música está ahí, en el cuadro, porque te tienes que amarrar, no es que tú quieras cantar... no, sino que te tienes que amarrar a la guitarra y al baile. Entonces eso es lo difícil de esto, que hay que subir peldaño a peldaño, no: ¡vámonos ya, que ya soy artista! Eso no.


—Eso lo decía mucho Chano también, ¿eh?...


—Hombre, normal.


—Y subrayaba mucho la importancia de la retaguardia...


—Sí, ésos son los principios; ésos son los principios y la verdadera escuela del flamenco.


—¿Tú le cantaste mucho al Güito también, verdad?


—Yo le canté mucho al Güito, sí.


—Un fenómeno de bailaor, ¿eh?


—¡Joé!





—Un fenómeno, sin duda. Después llega 'Los Canasteros', con Manolo Caracol, lo que pasa que antes está el primer disco tuyo del año 72, ¿no?

—El primer disco se hace estando yo en 'Villa Rosa'.


—¿Y ese disco lo saca el padre de Paco de Lucía?


—Lo saca el padre de Paco de Lucía, que toca Ramón de Algeciras y Pepe de Lucía, tocan los dos.


—¿Y cómo surgió?, cuéntanoslo.


—Pues bueno, yo estaba en 'Villa Rosa' trabajando y llegó Ramón de Algeciras, me llamó y me dice: "—Mira, ¿tú quieres grabar?; y le digo: "¡
Hombre!, como querer grabar, to el mundo quiere grabar, ¿no?, porque yo estoy aquí por eso, pa ver si puedo hacer un disquito".  "—Bueno, pues mañana vengo, te recojo y nos vamos pa mi casa". Y asín fue. Nos fuimos a su casa, el padre empezó a sacar letras, venga letras, venga letras, venga letras y a estudiar y a estudiar y a estudiar. Total, que se hizo el primer disquito y ahí..., ya de ahí me voy a Marbella, con Jarrito.

—Ahí es donde, en ese primer disco, aparece 'Juanito el de la Gineta' (2). Así está tipificado. 

—¡Perfecto!





Después llegan 'Los Canasteros', ¿no?


—Sí. Bueno de Barcelona llego a 'Canasteros' (porque yo de 'Villa Rosa' me voy a Barcelona), con Juan Cantero, con La Carmeta, con el hijo de Farina y ¡en fin!, y un grupo de baile, y nos vamos a Barcelona, estuvimos una semana, porque hubo un problema y...¡total!, que nos vinimos y entonces cuando me vengo, me vengo pa Madrid y me vengo a 'Canasteros' y ya entro en 'Canasteros'.


—Y en la etapa de Barcelona, los tangos tuyos (después hablamos un poco de los estilos, ¿no?) ahí supongo que habría mucha información de los tangos extremeños y de esos jaleos...


—Bueno, eso es otra cosa que... ¡Yo es que me gustaba mucho La Marelu! (y Cantero cantaba mu bien por ahí), y a mí como esa tierra bendita, en esos cantes, me atraen, me llevan, me sacan de mis casillas, ¿no? Entonces yo cogí a La Marelu, que La Marelu los hacía demasiado bien y la tenía to la noche cantándome, hasta que me lo aprendía, claro. Y de Juan Cantero po cogí otras cosas también que eran de ellos, vamos...


—Claro. Bueno, a ti te han tocao los mejores tocaores de tu generación: Rafael Riqueni, Moraíto, Melchor de Marchena... ¡el que tú quieras! ¿no?, pero yo creo que hay dos grandes tocaores; nadie discute que son, que fueron, son y lo siguen siendo (cada uno en su medida) decisivos en tu carrera, ¿verdad?: uno es Paco Cepero y otro es Periquín Niño Jero.


—¡Sí señor!


—Vamos con el primero, con Paco Cepero.


—Vale, venga.


¿Qué representa Paco Cepero en la carrera de Juanito Villar?


—Bueno, hombre, Paco representa una etapa que para nosotros ha sido muy buena ¿no?, puesto que yo lo llevo a grabar, yo llamo a Paco pa grabar, que me lleva Portela. Portela me hace a mí el contrato de Movie Play y Movie Play po me dice que Juan el Habichuela, y yo le digo que, con perdón, que Juan el Habichuela era para mí el maestro de los maestros, pero que yo, mi tocaor iba a ser Paco. Que yo quería a Paco. Entonces lo meto yo a Paco en la discografía. Nos vamos a su casa, empezamos a mirar, a ensayar, a mirar los temas, po venga vamos a grabar. Paco ha sido po importante en mi vida, hombre. Porque nos hemos llevado mu bien, en primer lugar bien, en segundo lugar ha sío un tocaor que a mí me ha dejao cantar libremente a mi ser, a mi aire, y entonces pues, la verdad, yo tengo muchos recuerdos de Paco... (3)

—Y esas bulerías tan personalísimas tuyas, con los textos de Alfonso del Gaspar, que luego hablaremos. Esa bulería lenta, cadenciosa, que tiene ese sello inequívoco, tuyo y de Paco Cepero, ¿quién impone ese tiempo musical? ¿Quién se trae abajo "el balón" de la bulería?


—Bueno, realmente lo hago yo, porque si yo hago las cosas de Gaspar, Gaspar canta muy despacito. Escribía demasiado bien, pero cantaba muy despacito. Y como a mí me gustaba cantar despacio, po entonces yo le digo a Paco: "—Paco, mira, yo traigo esto aquí". Entonces Paco me dice: "—No ome, eso no se puede grabar, porque... "; "—¡Esto lo grabo yo porque me gusta a mí, Paco!" Y se lo impongo a Paco, claro. Total, que ya Paco cede y grabamos las cosas de Alfonso, por eso te digo que eso lo hago yo


—O sea, que es una propuesta tuya...


—Paco toca muy despacito. A Paco le gusta tocar muy despacio, porque es verdad que al le gusta, él lo impone...


—Sí su toque...


—¡Ahí está! 
Pero en realidad se lo impuse yo, porque Alfonso de Gaspar cantaba mu despacio.




—Y bueno, todos conocemos que Paco Cepero, aparte de ser un magnífico tocaor de acompañamiento, es compositor y compositor de composiciones muy conocidas. A ti, particularmente, te hizo una muy bonita...

—A mí me hizo muchas, no una...


—Te hizo muchas, sin duda, sí; pero, quiero decir: digo "una muy bonita", que fue muy famosa: el 'Gaditano soy'...


—¡El Gaditano!


—Cuéntame un poco cómo fue eso, Juan.


—Bueno. Ese disco yo no lo quería hacer, la verdad, ése fue un disco que el productor se le metió en la cabeza que yo grabara con orquesta y me tuve que pelear con ellos, con tos, me peleé con tos; con Paco el primero, porque le dije: "Paco, yo no puedo hacer esto. Yo no he cantao con orquesta en mi vida y yo ahora mismo cantar con orquesta... ¡yo soy flamenco, tío!"; "No ome no..." Total, que me convence Paco y lo hago, y resulta que es el mejor disco que yo he hecho en mi vida. ¡Pa que tú veas!, con veinticuatro músicos, ¿eh?; pero puestos ahí, noo... no metíos después, no no, sino los veinticuatro músicos y mangui. Por eso te digo, y es el disco precioso, porque hay cosas muy bonitas de Paco. Vamos, que está compartía con otro autor ¿no?, no de Paco, pero en fin.


—También viviste la etapa de los festivales flamencos, donde tú eras una de esas grande figuras, con esa "camada" irrepetible (pa mi gusto) que había en los años 70, ¿verdad? Yo recuerdo, por ejemplo, siendo un niño, y veía al lado de Casa Viquez el cartelito de 'La Fiesta de la Parpuja'...




—¡Joo!

—Y eso, tú te ponías a leer, na más que los nombres y ya te entraba unas ganas de ir, ¿verdad?


—¡Eso era el no va más!


—Esos festivales que acababan al amanecer...


—¡A las diez de la mañana, terminábamos!


—Cuenta, cuenta un poco esas vivencias...


—Pues sí, esos festivales, pues fíjate tú. Ya cuadramos la época de los festivales buenos, de la época de oro (como se suele decir) y estábamos en to los sitios y, como yo digo, estábamos en to los sitios, habíamos quince artistas y todos eran diferentes. ¿Tú cómo te comes eso?, que quince artistas cantando todos lo mismo y que cada uno sea diferente. ¿Cómo se come? Eso no se puede comer de ninguna manera, por eso te digo que el flamenco está hoy... ¡No sé cómo decirte está, la verdad...! O no quiero...


—¿Cómo crees que está? Vamos a dejarlo, vamos a dejarlo de momento, si acaso, luego te tiro un poquito de la lengua... (risas) Vamos a seguir el rastreo de tu vida, que a mí me parece de lo más interesante. Una vez que tú llegas a 'Canasteros', ¿tratas mucho a Manolo Caracol?

—Po la verdad es que sí, lo trato mucho porque Manué era mu asiduo a ponerse enfrente del tablao, al lao de las cortinas rojas, él se ponía asín, y veía a to su cuadro, y la verdad que temblaba uno... (la verdad sea dicha) ¡porque Manué imponía!


—¿Y por qué imponía?


—¡Porque imponía, porque imponía! A mí, por lo menos, me imponía. Yo veía a ese hombre... Bueno, yo me quedé ronco sin estar ronco, con eso ya te lo digo to. Sí, sí, sí... na má el verlo, el impacto de verlo, po no me salía y me llamó: "Ven pa´cá, ¿qué te pasa?"; "No mire usted, que no puedo cantar, que estoy ronco" "No, mentira, tú no estás ronco" (y me dio un vaso de whisky de hielo hasta arriba) le digo: "Tío Manué, ¿cómo me voy a tomar esto?"; "Sí, sí, tú no tienes ná, si tú lo que tienes es la impresión de verme a mí."; digo: "—Po lleva usted razón" ¡Digo, se me quitó! "Vete pa trabajar". Me metí en el tablao y se me había quitao la ronquera...


—Y así fue, claro, tuvo su psicología  y además dio en la tecla...


—Vamos. ¿Cómo que si dio?, el tío pa mí que era psicólogo.


—¿Y él se metía en fiesta con ustedes?


—Caracol sí, pero Caracol era mu difícil verlo en una fiesta, Caracol cuando ya se ponía a gustísimo, que ya veía la fiesta que se formaba en 'Canasteros', porque es verdad, que nos quedábamos encerrados (eso lo sabe Periquito, por suerte, también) y la verdad que cuando él ya se tomaba dos rolos le decía a Arturo (imita Juanito Villar la voz gutural de Caracol): "Ponte ahí en el piano". Y se ponía en el piano Arturo y ya había que escuchar a Caracol. ¡Ya no cantaba más nadie! ¡Ya no cantaba más nadie!, con eso ya te lo digo tó...



—Y con la pila de artistas que había allí...

—Fíjate tú, no ¡tos!, es que estábamos tos, la verdad es que nos íbamos a buscar unos al otro, porque esa es la realidad, ¿no? Camarón llegaba y decía: "Dile al enano" (a mí me decía Camarón el enano), "Dile al enano que no se vaya". Y ya llegaba Romerito y le decía yo: "¿pero bueno, Romero, qué es lo que quiere Joselito, hijo, to los días una juerga quiere?", "Si ome jí" y era porque quería escucharme dos letras que yo hacía y él estaba loco por cogerlas y se las cantaba yo toa las noches, toas las noches nos íbamos de cachondeo o toas las noches nos quedábamos en 'Canasteros', según cómo nos cuadrara, ¿no? Pero fíjate lo que se juntaba: La Marelu, Las Grecas, Camarón, Turronero, Panseco, un servidor... ¡Fíte tú lo que había allí!



Entro otros: Turronero, Juanito Villar, Pansequito y Camarón

—Adelita (apunta Perico el Melu, presente entre el público, hijo de Agustín el Melu, íntimo amigo de Manolo Caracol).

—¡Adela, no le gustaba ná una juerga! ¡no a Adela no le gustaba!


—Ha hecho mención antes, Juan a Perico el Melu y yo le agradezco mucho su presencia como a Felipe Scapachini, que son dos inmensos artistas, y de una saga gloriosa, muy entroncá, además, con Manolo Caracol. Caracol que moría con Cádiz, pero es que no le quedaba más remedio, Juan porque su pare, su abuelo, su bisabuelo...


—¡Eran de aquí!


—Su tatarabuelo. Eran to los Ortega de Santa María.


—¡Claro! Si él nació en Sevilla porque estaba allí su pare. Si no, no.


—Volviendo a Camarón. A mí me llamaba mucho la atención lo que a él le gustaba acompañarte a ti.


—Bueno sí, eso ya. Camarón le tocaba al que le gustaba, porque como a Camarón le gustaba mucho una guitarra y cuando escuchaba cantar, siempre me cogía: "—¡Enano súbete!", y yo me subía y él me tocaba. Esa era la época de nosotros...


—De hecho hay varias fotos muy bonitas...


—Sí, muy bonitas...


—En las que estás tú cantando...


—Muy bonitas...


—Y está él vestío de blanco y te está mirando con mucha reciprocidad...


—Muy bonitas. ¡La verdad que sí! 
Eso fue en el bautizo de su hijo.



—Ésa fue en el bautizo de su hijo ¿verdad? el mayor. Tu relación con Camarón (mas allá de que compartís el Madrid de esa época, que estás describiendo a la perfección), son los festivales también y es la familia también, quiero decir...

—Sí, hombre sí, Camarón está metío en mi familia también...


—Claro, porque tú estás entroncao con La Perla, estás entroncao con Joseíco, con Rosa la Papera...


—Exactamente. Ahí está. Vamos, mi madre, mis tíos...


—Claro sí, por parte de tu madre, claro...


—Por parte de mi madre. Pero vamos, estamos metío hasta la médula, y José, en lo tocante al flamenco hemos estado siempre juntos, y cuando no estábamos en el flamenco que estábamos aquí, me mandaba llamar igual, pa que me fuera a su casa. Eso era Camarón.



Manuel Monge, Juanito Villar, Alfonso de Gaspar, Camarón,
El Maera y Pepe Benítez. Foto: Callejón del Duende


Juan al cante, José al toque.

—¡Genio y figura! Después llega en el año 82, donde tú vas a Málaga...


—Sí. A 'La Taberna Gitana'...


—A 'La Taberna Gitana'... 
¿Ahí cómo surge esa historia?

—Bueno, pues esa historia surge, que yo estoy en Madrid y me llaman pa hacer... ¡miento! Estaba La Marelu en 'La Taberna Gitana', La Marelu le habla de mí y este hombre pues se pone en contacto conmigo, le digo: "—Bueno, po venga, po vale". Le digo a Enrique que quiero diez días, que voy a ir... y me vengo pa 'La Taberna' diez días y el primer día que llego me queo múo... ¡pero ronco!


—¡Del tó!


—Claro, ronco, claro; to la noche otra vez, otra vez y otra vez, tanta juerga po... ¡lo que pasa! Y me encuentro a Fosforito. Y me dice: "—¿Qué te pasa?". "Mira, Antonio, que estoy ronco y que yo tengo que trabajar y es el primer día que yo he debutao y tengo diez días más...", dice: "No te preocupes, toma, vete a la farmacia y cómprate" y le digo: "Antonio, ¿y cómo lo compro si estoy tieso?", y dice: "—No te preocupes, a la farmacia conmigo." Y Fosforito me da una pastilla y me dice: "Toma, esto te lo tomas media hora antes de cantar (después vas a estar ronco otra vez, pero te la tomas que vas a poder cantar)". Digo: "Po venga, superior". Yo cojo mi pastilla, pum, pum, los diez días así: por la mañana ronco, por las noche la pastilla, los diez días asín de aquella manera, y siempre de aquella manera también, ¿no?, a gustito. Allí me encuentro con Luis el Argentino, otro fenómeno de la naturaleza, y ya era diaria. Ya Luis iba a buscarme, vámonos pa´lla, vámonos pa´cá, en fin, lo que pasa en esto (tú sabes cómo es) y to los día estábamos de juerga, que así se aprende las cosas.


—Y este Luis el Argentino, cuéntanos, ¿quién era?


—Éste, un gitano de Argentina, que vino aquí a Madrid ¡y puso Madrid boca abajo!, ¡pero boca abajo!, porque hacía unas cosas mu raras con la voz, pero muy bien, muy bien, muy bien, raro pero muy bien y puso Madrid boca abajo, después se queó en Málaga o después se fue pa la Argentina, en fin, que ya le perdí la pista a este hombre, pero estuvimos escuchando a este hombre... las Grecas tenían muchas cosas de él. Por eso digo que este... era un monstruo ese niño.


—Hay un aspecto que a mí me encanta charlar contigo y es la trayectoria tuya en la parte del Carnaval, ¿verdad? Es algo curioso, cuando menos, curioso. Sobre todo, porque tú sales en varias agrupaciones: sales en "Los lunares", sales en "Los despistaos", sales en la "La banda del Tío Perete", haces gira con "Las cotorritas de Filipinas" con Juanito Valderrama, pero tu gran hito son "Los Beatles de Cádiz", cuéntame un poco, cómo se produjo eso.


—Bueno, eso se produce porque Villegas, pues el grupo se iba deshaciendo uno se venía el otro no quería estar, en fin, que tenía que coger personal nuevo y entonces me dice Joselito Herrera: "Quillo, ¿tú te quieres venir con los Beatles con nosotros?" (porque Joselito Herrera estaba ahí, en paz descanse), digo: "Bueno venga", total, que me llama Enrique Villegas: "Ea, pues se viene usted pa..." (estaban en Antequera) Y yo me voy pa Antequera me voy me encuentro con ellos y po a ensayar, a ensayar, empezamos a ensayar y a coger las letras, que yo tampoco las sabías toas y ahí surge eso y ya empezamos a trabajar con ellos.





—¿Y allí coincides con El Charpa?


—Sí, claro, claro...


—Claro es que es lo que tú dices, en los Beatles desde el año 65 hasta el 71, pasa medio Cádiz...


—Pasa medio Cádiz...


Y media provincia de Cádiz, porque está Perico el Catalán Chico, va su hermano...


—Sí, sí, yo estuve con El Charpa. Bueno con El Charpa estuve antes también en "Los beduinos" (que lo llevaba también El Charpa). Estuve con El Charpa, con El Sopa, con Paquito Montero, Paquito el del Balcón, Paquito éste que es de Gorbe, el hermano de Gorbe, en fin, to los que estaban en "Los Beatles". Coincido con la mitad de ellos; con la otra mitad, no; claro, la otra mitad ya se había venío pa Cái.


—De todas formas, tú a "Los Beatles" le dices que sí porque a "Los yeyés" le dices que no...


—Sí.


—Porque "Los Beatles" no te dicen que te peles y "Los yeyés" te dicen que sí...


—Hombre claro, no, me tenía que pelar al rape y le digo que yo ¡por nada del mundo!


—Antes hablábamos de Portela (que era quien sacó "Los yeyés gaditanos, ¿verdad?), y Portela era un fenómeno cantando, ¿no, Juan?


—Bueno, Portela, hacía sus pinitos. Yo lo escuché muy poco, porque ya cuando yo salí, Portela ya era mayor y ya no cantaba; ya Portela  se dedicaba a llevar a gente por tos sitios, por toa España y era representante, manager de mucha gente. Por eso te lo digo.


—El caso de Portela es curioso. Conozco un aficionado que me decía cómo calcaba las bulerías de Rosa la Papera; le había llegado por tradición oral. Todas esas cositas que después José grabó, ¿no?, por lo visto Portela tenía un conocimiento...


—Sí, no, conocimiento sí tenía, porque yo tengo, de hecho tengo unas alegrías que me dio él, que las grabé yo, que es la que dice lo de Aurelio, la plaza de San Juan de Dios...


—Plaza de San Juan de Dios...


—¡Ahí está!


—Esa te la hizo Portela.


—Esa la hizo Portela.





—En el caso de los cantes, Juan, tú en la soleá te encuentras mu cómodo haciendo la soleá de Cádiz, con el Mellizo, con Paquirri, con los cierres con las facultades que tú tienes, pero, ¿también con Alcalá, no?

—Bueno, es que yo los mezclo.


—Eso, eso...


Yo es que los cantes, para mí no hay ni unos ni otros. Yo sé cuál es la soleá de Cái y cuál es la soleá de Alcalá, pero si yo estoy cantando y hago una letra de la soleá de Cái y me encuentro con posibilidades de zumbar pa arriba con la otra, po la hago. Yo soy un cantaor que me sale y tengo que hacerlo...


—Claro, claro, si además, eso no está mal, quiero decir, que eso es una opción personal...


—Por eso te digo que yo los mezclo. Yo mezclo el cante.


—Y en el caso de la seguiriya lo mismo.


—Igual. Exactamente igual.


Lo mismo hace los aires de Jerez que el aire de Cádiz y los Puertos...


—Aunque también te viá decir una cosa: ¡a mí los aires de Jerez me gustan mucho!


—Eso te iba a decir yo.


Yo no soy tonto tampoco. A mí me gustan los aires de Jerez, porque en los aires de Jerez hay mucho ritmo y se canta mu bien ¿¡eh!?; en Jerez se ha cantao mu bien también, ¿¡eh!?


—Sí, sí. ¡Sin duda!


—Hombre, Los ha habío, que salgan más, que no sean... pero, ¡en Jerez sa´cantao muy bien, eh!



Foto: Los fardos

—Y en el caso de las alegrías, Juan, ¿cuál ha sido realmente el prototipo tuyo, al que tú más hayas seguido? ¿Aurelio, quizá? ¿Manolo Vargas?

—Yo pienso que más a Manolo Vargas. Me asimilo más a Manolo Vargas. Porque yo a Aurelio lo escuché muy poco, ¿no? y yo tampoco me he parao a coger un disco de Aurelio y escucharlo. Ni de Aurelio... ¡ni de nadie! 


—No, ¿no?


—No, yo no, yo no, yo no...


No usas la discografía como fuente de aprendizaje, ¿no?


—No, no, no, no... Yo muchas veces lo analizo y lo pienso y me lío a pensar y digo: bueno, ¿tú, cómo eres artista si tú no coges un dico pa escucharlo por ná del mundo? Yo mismo me lo digo, pero digo: ¿qué viá a hacer?, yo soy así. Yo no soy un estudioso del flamenco. Asín de claro. Yo canto porque tengo que cantar y porque Dios me lo ha dao.


—¿Y el repertorio tú lo escoges de manera instintiva o depende del día que te haya cogío, o como te coja con tus facultades ese día?


—Según cómo me coja. Yo soy un cantaor que yo subo arriba y no sé lo que voy a hacer. Sí; sé lo que voy a hacer: soleá, alegrías, fandangos, bulerías, tangos, seguiriyas... Sé lo que voy a hacer, pero dentro de espontaneidad. Y llego y como me salga esto, po sale esto y sale lo otro, sale lo otro. Me da exactamente igual.


—Bueno, tú que has recorrido toda España, Juan. ¿Existe algún público que tú subrayes de manera especial?, es decir, ¿algún público donde tu digas que normalmente da gusto cantar, o sea, una afición de estas que tú veas que sepa apreciar verdaderamente?


—Bueno, yo te viá decir una cosa, yo donde mejor me he sentío ha sío en Córdoba. Yo he llegao a un sitio a Córdoba, por ejemplo, en la Peña 'El Rincón del Cante' y allí ná más que he visto magnetofón pa grabar: ¡dos mil y to el mundo callao! Na más que eso: a grabar y a escuchar. Para mí, Córdoba.


—Claro, porque eso, además, es una muestra de respeto al artista.


—Exactamente.



Mágico González y Juanito Villar en TVE, festejando el triunfo del Cádiz CF

—Que es de lo que se trata, ¿no? Yo le he traído a Juan aquí un regalito (bueno esto no tiene importancia, es una cosa testimonial). Es una instancia del año 56, donde toda su familia, concretamente lo firma Jineto, pues pide autorización a la alcaldía, en esta ocasión a José León de Carranza, el alcalde de Cádiz, para salir por las calles cantando flamenco, que es lo que ellos sabían hacer, ¿no? Entonces es muy curiosa, porque... si ustedes me lo permiten, yo le doy lectura, dice: Excelentísimo señor del excelentísimo Ayuntamiento de Cádiz. Dice: Juan Jiménez Pérez (Jineto), natural de Cádiz, con domicilio en esta capital, en la calle Concepción, números 2 y 4, respetuosamente se dirige a usted y le expone: que con motivo de las fiestas folklóricas que se han de celebrar, los días, 4 y 5, del próximo mes de febrero, cuyos días actúan por las calle los célebres coros y chirigotas, y habiendo formado el dicente una agrupación artística, integrada por jóvenes valores del cante y el baile flamenco, como son: Alfonso Ortiz el Churri (bailaor); Antonio el Jineto (cantaor y bailaor); y los juveniles, Manolita Bocalandro (bailaora); Manolita Jiménez (bailaora) y Juan Villar (cantaor y bailaor); Pedro Astorga (bailaor cómico) y el caricato, Antonio Heredia, más la modestia ayuda y cooperación del que suscribe, los cuatro vamos ataviados a la andaluza. Es por lo que se eleva este escrito, a usted y se digne que la autorización (bueno ya viene la parte ésta de los formalismos que te exigían en los escritos). Se le autoriza, pero curiosamente hay una anotación manuscrita al margen que dice: "los niños menores de dieciséis años, ¡ni mijita!" (4) Es una curiosidad. ¿Qué te sugiere esto, Juan?

—Esto fue en las Fiestas Típicas. Esto se hizo en la Fiestas Típicas y ahí nos apuntamos mi prima y yo. Éramos muy chiquititos, éramos mu chicos, éramos mu niños. Y me acuerdo yo que ellos salían, mi tío Curro salía vestío de indio, que eso lo saben ellos (se refiere Juan, mirando al público, a Perico el Melu y a Felipe Scapachini), vestíos de indios; mi tía Ana, que salía también, se disfrazaba. Mi tío Jineto, el barbero... ¿Ustedes se acordáis del que tocaba la guitarra, el barbero, no? (se vuelve Juan al público y Scapachini le apunta: Pepe el Barbero), en fin, tos, y se juntó una plebe, ¡que no vea de verdad!, y na más que cantando y bailando ¿eh? nada de... sino cantar y bailar aquí en un bar en otro, en otro y ahí estábamos...


AHMC, caja número 6.263
Jineto y Manoli (Bocalandro) de Gertrudi.
Tío y prima de Juanito Villar, respectivamente.
'Flamenco, Un Voyage Andalu'

—¡Qué curioso! El testimonio de una época.

—¡Esto es mu bonito!


—Además, después de esto, venían los NODO del cinematógrafo, que era cuando nos lo echaban. Vamos a seguir hablando un poquito de cante. En el caso tuyo de los fandangos, Juan, ahí hay destellos...; hay gente de la que tú te acuerdas. Te acuerdas de tu maestro Manolo Caracol, sin duda...


—Me acuerdo de Caracol. Me acuerdo de Chocolate. Me acuerdo de Farina... En fin,  que yo (ya te lo he dicho antes) yo los mezclo. El fandango yo lo hago a mi manera o como me salga. Que no es que yo tenga que decir: "
Voy a hacer este fandango porque este fandango lo hacía fulanito", no, no; fulanito lo haría, pero yo lo hago como me da la gana y quiero.




—Claro.

—¿Entiendes?


—Los aires del Rubio y del de la Calzá, también...


—También se me han metío en el coco...


—Están ahí tocando en la puerta tuya...


—Sí, hombre. Es que El Rubio cantaba mu bien. Eso es de la Calzá tó. Si tó lo que canta El Rubio y lo que canta el otro, ¡es de la Calzá! Está hecho con diferentes síntomas, ¿no? Pero que, eso viene de ahí del de la Calzá, no viene de otro lao.


—Hay un fandanguero que yo creo que tú tienes una especial predilección por él, que es El Álvarez.


—¡Sí señor!


—Eso es un pedazo de cantaor, ¿eh?


—¡Pero un pedazo de cantaor! Sin saberlo nadie. Ése es mi caballo de pelea ahora mismo. ¡Ése lo echo yo a peleá con cualquiera! Porque canta muy bien por ahí. ¡Por ahí es un bicho!


—Un fenómeno.


—Sí, sí. En los cantes de ritmo yo no lo he escuchao, pero ¿en los fandangos? ¡En los fandangos lo echo a peleá con cualquiera!


—Se lo aconsejamos, en YouTube hay varios vídeos. Lo digo por si alguno... ¡bueno!, muchos conocéis a El Álvarez, pero otros quizá no. Para aquellos que no, les aconsejo que en YouTube lo busquen: el fandango de El Álvarez, es de Málaga y es una cosa de lo más exquisita.


—Es fuera de lo normal. Escucharlo que de verdad os va a gustar. ¡Es fuera de lo normal!


—Bueno, yo te voy a ir mencionando a una serie de artistas, no los voy a nombrar a todos (ni aquí cabe, ni nada), pero sí, para que tú, desde tu punto de vista sincero, absolutamente sincero, me valores la talla artística de los compañeros que te precedieron. Por ejemplo, de Aurelio Sellés.


—Bueno de Aurelio no puedo yo permitirme el lujo de hablar, puesto que lo he escuchado muy poquito, entonces no me puedo permitir el lujo de hablar de él.


—¿Aún a pesar de haberlo escuchado discográficamente, o también poco?


—Muy poco. Muy poco. Yo he escuchado a Aurelio muy poquito.


—¿El caso de La Perla?


—Hombre, como La Perla no cantaba nadie. Pa que nazca otra ya tiene que pasá (como te dije de Caracol) otro siglo. La Perla era dulzura, era encanto, era todo, eso era almíbar. Na más escucharle su eco na más de salida, ya decía tú esto ya es pa descomponerte. Es pa tenerla to las veinticuatro horas escuchándola, na más.


—Qué bonita la letra de Alfonso de Gaspar que tú defendiste de La Perla, ¿eh?


—¡Preciosa! ¡Además de verdad que era mu bonita!


—Bonita, bonita de verdad. ¿Cómo surgió eso?


—Pues bueno, eso surge porque Alfonso me dice: "Estoy sacando una cosa (porque ya La Perla había muerto); estoy sacando una cosa que a ti te va a venir más bien, que te va a gustar una barbaridad.", digo: "Bueno, po venga Alfonso, dímela"; dice: "No, no, cuando la tenga terminá." Porque Alfonso pa cogerle las letras se tenía que ir uno a Las Vigas a emborracharse allí con él, si no, ¡no te daba una letra ni amarrao! ¡Claro!


—Y los compañeros asienten con la cabeza...


—Hombre, ¿no van a hacerlo? (si lo saben). A Alfonso le gustaba mucho una juerga, pero Alfonso no te daba ná: "—Toma, ahí te lo llevas.", no, no; se lo tenía que robar como hacía yo. Yo me iba a Las Vigas con ellos, y yo na más pendiente de que soltara y así he cogío yo las letras de Alfonso, ¿eh? no porque Alfonso me haya dicho: "—Toma ahí tienes esto." Se la he cogío de esa manera. Escuchándolo. Na más. 


—Me imagino la impresión de Curro la Gamba cuando te la escuchó...


—Bueno, ellos empezaron a llorar. Curro la Gamba empezó a llorar. Me decía que eso era, que había sacao ese niño una cosa muy buena. ¡Y era verdad!


—Sí, es cierto.


—Porque Alfonso lo hacía to con una dulzura, que no era normal. Y además la letra, es que la letra te lo dice tó. Es que la letra te lo dice tó.


—Bueno. Hay un cantaor que yo sé que te lo voy a nombrar y tú no partes peras con nadie, que era Santiago Donday.


—¡Hombreee... Santiago, eso son lamentos, chiquillo! ¡Eso eran lamentos de él! Ese gitano había que... ¡Bueno, yo me escondía pa escucharlo! Cuando se emborrachaba y se iba por las calles, yo me escondía pa escucharlo, porque como te viera ya eran tres días de borrachera; ¡y no se puede! Pero yo me paraba a escucharlo. Yo tuve muchas cosas con él y, la verdad, era un hombre de verdad que había que escucharlo. Había que escucharlo.


—Y la mare, ¿eh? también cantaba mu bonito: María la Sabina.


—¡Sí, hombre!


Cuando tú, Juan, estuviste en Televisión Española, con Fernando Quiñones, en esa serie, tú apareces con Paco Cepero y, probablemente, sea de los testimonios audiovisuales más potentes tuyos; yo considero que estás casi en la cima de tu carrera, ¿no?, por la fuerza que tienes...


—Sí, hombre. Me coge mu joven. Me coge con mucha fuerza. Y, la verdad, hombre: me coge en el momento clave.


—Sí, sin duda, ahí tendrías tú unos veinte años.




—Veinti algo


—Veinti pocos. ¿Tú te libraste de la mili o la hiciste?


—Yo la hice.


—¿Dónde?


—En la Marina. En el Cuartel de Instrucción de Marinería de Cádiz. 


—¿Y te "comiste" cuántos meses?


—Veintiuno, na más.


—¡Y ná menos!


—¡Y ná menos!


—¿Y te echaron un cable por aquello de que tú eras artista?, (sé sincero, ¿eh?)


—No, la verdad es que no. La verdad es que no porque yo pedí pa irme en Elcano y me mandaron al Parque de Automovilismo. Pa que tú veas. Y después estuve en el Hospital, gracias a Dios tuve suerte, ¿no? Porque yo entré en la Marina y entré con el pie derecho. La realidad sea dicha. Yo muy poca instrucción hice, porque yo siempre estaba ensayando (¡mentira!), pero siempre estaba ensayando. Y ya de ahí, cuando me dieron el destino, po claro, piden destino, pa esto y pa lo otro... pero, pal Parque de Automovilismo y del Parque de Automovilismo me mandan al Hospital de San Carlos, asignao por el Coronel. Y ya está. Y ahí se me va to la mili.


—¿Ahí la simultaneas con las actuaciones?


—No, entonces yo no. No en la mili yo no hacía na más que salir en el Carnaval, que fue cuando 'Los lunares' y 'La banda del Tío Perete'.



Croquis de "La banda del Tío Perete". Archivo Histórico Municipal de Cádiz





—Volviendo a 'La Banda del Tío Perete', ahí coincides tú con una gran figura que es Manuel Moreno Pavón...

—¡Joé!


—Que era un fenómeno, Manolo. Manolo era un auténtico fenómeno...


—No, coincidí con unos pocos de fenómenos...


—Sí, con unos pocos, sí; lo que pasa es que yo me quiero centrar en la figura de Manolo...


Bien, bien...


—Porque Manolo era punto y aparte...


—¡Sí, hombre!


—¡Cómo cantaba Manolo! ¿eh?


—Y lo bonito y lo dulce que lo hacía y ese empaque de él; esas hechuras de Moreno. ¡Home por Dios! Eso daba alegría estar al lao de él, ¡cojones!


—Sí, sí, sí. Se te nota mucho la admiración con la que hablas de él, pero es que era así...


—Yo he tenío mucha admiración por El Moreno. A mí me ha gustao mucho El Moreno, cómo expresaba, cómo hacía las cosas. Y esa finura de él era... Es que es: ¡eso! donde hay, hay.


—Después se convirtió en el brazo derecho de Paco Alba.


—De Paco Alba.


—Por algo sería.


—¡Ahí está!


De todas formas, ¿tú eras más 'albista' que 'villeguista', no?


—¿Cómo?, ¿cómo?...


—¿Tu eras más de Paco Alba que de Villegas?


—No, no, no. Yo he sío más de Villegas que de Paco Alba.


—¿Más de Enrique Villegas, no?


—Sí señor. Yo he sío más de Enrique.


—Hay que reconocer que en esa etapa de los 60, la afición estaba dividida entre Paco Alba y Enrique. Ya después viene Antonio y todos los que vinieron detrás y Pedro.


—Nosotros, entre Paco... yo salí con los dos. Vamos, a nosotros nos escribieron los dos. Tanto Enrique, como Paco.


—¿Y tu trato con Paco, cómo fue?


—Bien. Muy bueno


—¿Lo conociste mucho?


—Sí, sí, yo lo conocí mucho, porque yo estaba siempre metío en el cogollo del Carnaval. ¿Entiendes? Y yo lo conocí mucho porque yendo con "Los beduinos" que íbamos de... estaba él dentro. Por eso te digo que yo he pasao muy buenos ratos con Paco, Paco era un hombre entrañable.


—Y además "Los beduinos" estuvisteis por toda España...


—Por tos laos. Por tos laos.


—Por cierto, un pasodoble precioso. ¿Y tú has notado en tu carrera una mijita de guasa por la etapa tuya del Carnava? Porque tú sabes que los flamencos hay veces que... "Eeeeh Carnaval" (en tono despectivo).

—Pues la verdad que no. Bueno. En primer lugar, muy poca gente saben que yo he salío. Ahora se están enterando más por ustedes (risas), pero la verdad que de mí, poco se ha hablado en el Carnaval.

—Sí. Pero que no has encontrado esa oposición que yo digo, porque, ¿tú sabes perfectamente a lo que yo me refiero, no?


—Sí, hombre.


—Tú sabes que en el seno del flamenco, en general..


—Sí, ome, no, siempre. Hay la guasa...


—¡Hay la guasa!


—¡Hay la guasa, hay la guasa!


—Vamos a dejarlo en la guasa.


(risas)

—Pero no, gracias a Dios, no. A mí no me ha tocao eso.




Estupendo, Juan. ¿Los discos tuyos están en tu casa?


—Ni uno.


—Es curioso. No sé por qué, pero lo sospechaba. ¿Y por qué?


—Po no lo sé. Porque eso, mira, la verdad sea dicha, eso mi padre era el que los tenía todos, porque yo llegaba con la maqueta y la guardaba la maqueta. Después le traía el disco. Pero murió mi pare y los discos volaron. Uno cogió por un lao, otro por otro, en fin que, yo me he encontrao sin ninguno. ¡Vamos!, a mí me ha tenío que hacer Antonio Barberán toa la colección mía. Con eso ya te lo digo tó. ¡Ni uno!


—Los discos y las cintas casetes.


—Y las cintas, claro. 
Po nada, de eso no tengo ni uno.

—Y, bueno, los eslabones siguen. Siguen los 'Villaritos', siguen los Jinetos y siguen demostrando to el arte, ¿no? ¿A ti eso, me imagino que te producirá una gran satisfacción, no?


—Ome, satisfacción, claro, por supuesto.

—Ver a tu hijo...

—Hombre es una razón que convence. Si encima tengo uno que canta mu bien, ¿no?, po entonces es una satisfacción pa uno

—Claro.

—Tener hijos que canten y que por lo menos te alegren un poquito es una alegría fuera de lo normal. En eso estoy orgulloso de ellos.

—Y bueno, ¿nos queda Juan Villar pa largo, no?

—¡Esperemos! ¡Esperemos! Que Dios nos tenga por lo menos un poquito en línea.


—Bueno, señores, pues esta gran persona que tengo a mi derecha y que ustedes han escuchado, que se llama Juan Villar, es un honorazo que lo hayamos entrevistado, y una suerte tenerlo entre todos nosotros. Antes de despedirlo, agradezco profundamente vuestra presencia; agradezco mucho a la Universidad de Cádiz que haga este tipo de actos, porque el flamenco lo necesita (sin duda lo dignifica) y estas 'Presencias Flamencas' son muy importantes y, sobre todo, bueno, vamos a darle el aplauso que se merece a esta gran figura que es Juanito Villar y muchas gracias por haber estado con nosotros.

(Aplausos)


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(1) Para conocer en profundidad las últimas y más rigurosas investigaciones acerca de La Explosión, véase: APARICIO FLORIDO, José Antonio, La noche trágica de Cádiz: Testimonios inéditos de la Catátrofe de 1947, Cádiz: Diputación de Cádiz, 2009. Recomendamos, asimismo, el sitio web gestionado por este mismo investigador: www.laexplosiondecadiz.es

(2) Respecto de la grafía, Gineto o Jineto (con 'G' o 'J'), apuntemos que el abuelo de Pablito de Cádiz, de Gertrudis y de Jineto, criaba y traficaba caballos (así me lo refirió personalmente el mismo Jineto). Su abuelo era una persona muy introducida en el mundo equino, de ahí lo de Jineto (de jinete); voz de la que la RAE dice que así se le llama, eufemísticamente, en Andalucía a los bandoleros. Parece, pues, más correcto el uso de la 'J' en el sobrenombre de la estirpe.

(3) Entre las cientos de anécdotas, acumuladas entre Juanito Villar y Paco Cepero, no se pierdan una, de la que fuimos testigos y pudimos conservar testimonio auditivo. Véase la entrada de Los fardos: Una rata por bulerías.

(4) Archivo Histórico Municipal de Cádiz, caja, número 6.263. Para conocer más sobre las formaciones de artistas flamencos que se agrupaban para cantar y bailar flamenco en Carnaval, véase la entrada de Los fardos: La comparsita flamenca.