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martes, 19 de febrero de 2013

"Viejos cooperativos" (I), su legado flamenco (1887-1890)

Hornos de fabricación alemana Siemens & Halske de la fábrica de la
Sociedad Cooperativa Gaditana de Fabricación de Gas.
Obsérvense los apellidos de dos de sus socios más opulentos:  Aramburu y Lacave

En la década de los ochenta del siglo XIX, surgió en Cádiz una empresa, de capital gaditano, creada ex profeso para hacerle la competencia a la Compañía de Gas Lebón, que con capital francés, era la que, hasta entonces, había mantenido el contrato de suministro de gas con el ayuntamiento de la ciudad. Un amplio grupo de la burguesía gaditana, muy influyente y con el apoyo decisivo de la Banca Aramburu, creó la Sociedad Cooperativa Gaditana de Fabricación de Gas, para intentar desestabilizar el monopolio y entrar en el reparto de beneficios. Lo primero llegó a lograrse —a pesar de acarrear una enorme controversia, que acabó en multitudinaria manifestación de protesta, no sin consecuencias políticas— (1): la Sociedad Cooperativa consiguió arrebatar la concesión del fluido de gas a la compañía de la competencia. "La cuestión del gas", le llamaba la prensa periódica, que a diario abría sus páginas con las disputas que ambas empresas gasistas mantenían en la ciudad. El 15 de noviembre de 1886 la población gaditana aplaudía a la junta directiva de la Cooperativa, cuando sus empleados encendían las farolas de la Plaza de San Antonio

Acción de la Sociedad Cooperativa. Colección particular de Carlos Cabrera Barbosa




















La idea-imagen que se proyectó inicialmente ante la opinión pública, fue la de una modesta empresa gaditana, con intereses locales frente al capital extranjero, invasor, monopolizador y opresor, pero en el fondo había una profunda motivación lucrativa: Aramburu y Cía eran los banqueros de Lebón y, por tanto, testigos directos de cómo las transferencias a París crecían de forma considerable, ignorando que el carbón se pagaba directamente a Inglaterra desde Francia, y creyendo —ingenuamente— que las citadas transferencias correspondían a los beneficios líquidos. Por eso entraron en liza y por eso terminaron fracasando.

La fábrica se ubicó, lindando con la vía del ferrocarril y el camino de Puntales,
entre la calle Trille y el Callejón de la Tripería




















Pero antes de que todo esto ocurriera, la fábrica fue construida en los terrenos del extramuros de Cádiz, rodeada de huertas beduinas y estuvo al servicio de la ciudad durante muchos años. Allí se colocó de guardalmacén, un muchacho sin apenas recursos económicos, que vivía con su madre, una costurera humilde y su hermanastro. Había nacido en 1861, y estando trabajando en la Sociedad Cooperativa, cultivó sus primeras agrupaciones de Carnaval y trazó sus primeros tangos en el pentagrama.

Ésa es la razón del por qué sacó durante cuatro años consecutivos un coro —entonces se les denominaba comparsa— con el nombre de "Viejos cooperativos" (1887, 1888, 1889 y 1890), cuyos componentes eran, en su mayoría, gasistas de profesión y trabajaban con él en la fábrica de gas, incluido su mano derecha, su amigo Santiago Hucha —aquél que más años acredita dirigiendo sus agrupaciones— que era gasista y compañero de la fábrica.

Esto sucede en 1887, es decir, cuando el tango americano y el tango de negros hace años que campea por Cádiz y ha echado raíces propias, sin perder su aroma indiano, ni en la estructura de su melodía, ni en el soniquete de los instrumentos de percusión; y cuando "Las viejas ricas" —grupo del que en su momento escribiremos largo y tendido— llevan ya varios años triunfando en Sevilla, en Madrid y en distintas capitales. 

Los tangos, ya reconocidos específicamente gaditanos, eran interpretados por la Banda del Regimiento de Álava, en la Plaza de San Antonio (junto a la Fantasía de Rigoletto, de Verdi); en el templete de la Plaza de Mina (al lado de la Danza de los negritos de la Zarzuela Cádiz) y en la Exposición Marítima Internacional (junto a la marcha inaugural que el Maestro Eduardo López Juarranz había compuesto y la Melodía de Haydn). Todo de la mano del maestro Damián López, músico mayor del Regimiento de Álava, que había arreglado una partitura de tangos gaditanos, para piano que puso a la venta en el establecimiento Los Amigos:


Diario de Cádiz, 5 de agosto de 1887
Diario de Cádiz, 14 de agosto de 1887


Diario de Cádiz, 23 de octubre de 1887

"Viejos cooperativos", cuyo sombrero era un contador de gas, en consonancia con el tipo que representaban:


Diario de Cádiz, 21 de febrero de 1887

En 1888 es cuando Silverio Franconetti tiene conocimiento de la figura emergente que tanto está sonando en Cádiz: El Tío de la Tiza. Silverio necesitaba una agrupación que tuviese la difícil misión de sustituir con éxito a "Las viejas ricas", que tantísima fama le había dado a su café cantante. Viaja expresamente a Cádiz, donde es visto por los atentos periodistas que así lo reflejan:


Diario de Cádiz, 6 de mayo de 1888

Seis días más tarde, el 12 de mayo, el periódico hispalense La Avalancha, aporta la noticia de que ha contratado a "Viejos cooperativos", según el estudio de Ortiz Nuevo:

"Salón Silverio. El dueño de este establecimiento, deseando dar siempre más variedad a sus espectáculos, ha contratado, a más del numeroso género flamenco que tiene, a la célebre comparsa gaditana titulada viejos cooperativos, los cuales cantan difíciles tangos." (2)

Y cuatro días después, es decir, el 16 de mayo, lo contaba Diario de Cádiz a sus lectores:


Diario de Cádiz, 16 de mayo de 1888







¿Cómo eran esos difíciles tangos? Pues eran tangos de estructura muy sencilla. Tangos cortos, polifónicos, que a partir de un patrón melódico común servían para contar cosas cotidianas e intrascendentales, como la comparación de una plaza con Melilla:


Plaza de la Catedral
es un verdadero encanto
porque se asemeja mucho
a Melilla con su campo;
tiene su Zoco y Mezquita
infinidad de palmeras
y con el tiempo tendrá
catorce o quince chumberas.
Empezando a florecer
sus cuatro jardines bellos
imitando a cabrerizas
Rostrogordo y Dos Camellos.
Y para más semejanza
debían de colocar
en vez de Silos Morenos
                                      a Maimón Mojatar

Este tango es hoy un clásico del repertorio buleaero de Cádiz. Allá por los años 20 formaba parte del repertorio habitual de Pastora Pavón La Niña de los Peines y en los años 40 fue uno de los muchos tangos carnavalescos que se escenificaron en la obra Las calles de Cádiz, interpretado por Pericón de Cádiz, con el toque de El Niño Ricardo y de Melchor de Marchena y el baile de La Macarrona. Así lo recordaba Pericón:


"Cuando ya estaba el telón arriba, emprincipiaba yo a cantar unos tangos de Cádiz, los de la plaza la Catedral... Y salía un chiquillo Josele, haciéndome burla pa quitarme las cosas de la mesa mientras yo cantaba, y al lao mío, Melchor de Marchena y El Niño Ricardo tocando con un compás bárbaro, y el niño con más compás todavía viniéndose pa mí; yo me levantaba para pegarle, sin parar de cantar, con la horma en la mano, y cuando ya estaba pa darle aparecía por el otro lao La Macarrona que hacía de mare del niño, y con el mismo compás venía, lo trincaba el pescuezo; yo cantando y hasta cuando se lo iba llevando pa su casa, los tortazos que le daba en el culo estaban metíos exactos en el compás del cante y del baile. Y claro, ahí se venía el teatro abajo de aplausos." (3)

Fue el poeta Rafael Alberti el que le indicó acertadamente a Chano Lobato, la procedencia carnavalesca del tango:



“Me senté allí con él, era la primera vez que yo lo trataba y no veas de amable y de eso que estuvo Alberti. Y me dijo que aquello venía de un coro de carnaval. Eso de plaza de la catedral, un verdadero encanto, porque se parece mucho a Melilla. ¿A Melilla cómo se va a parecer? Fíjate qué barbaridad. Tiene su sol que me quita. Que me quita. Y era que había un cabaret que se llamaba La Mezquita. Infinidad de palmeras y na más que había tres. Y con el tiempo tendrá catorce o quince chumberas. Y todas esas cosas me las contó Alberti, que eran de un carnaval, de una chirigota” (4)


Taberna El Zoco con sus parroquianos sentados en sus veladores *


















En realidad, Chano lo explica a medias. La Mezquita y El Zoco eran dos tabernas que, efectivamente estaban instaladas allí —en la primera paraba Enrique el Mellizo—, y una reordenación urbana de la plaza dotó a ésta de —infinidad de— palmeras; de ahí la comparación con Rostrogordo y con Maimón Mojatar, al que la tradición oral ha ido deformando hasta "la cabezita del Sultán" y el obispo Silos Moreno por "cielo moreno".


"Infinidad de palmeras" alrededor de Silos Moreno,
a quien se le colocó una maleta durante la Segunda República *

















Las generaciones de cantaores gaditanos anteriores a Pericón y a Manolo Vargas, metieron por bulerías el tango, enriqueciendo el acervo buleaero de Cádiz. Escuchemos la preciosa versión que Manolo Vargas —con el toque de Rafael de Jerez— hizo en 1952 en el Gran Teatro Falla, durante el transcurso del I Concurso Nacional de Alegrías y de Cantes Populares Andaluces. "Por arriba" —como así le dice a su tocaor 00:03—, con sus tarratrán y su regustito tan gaditano:

                                              

La que sigue, es la versión más próxima a su composición original, es decir, a cómo se interpretó en el Café de Silverio en el año 1888:


                                              
_________________________

(1) "La sociedad Lebón y compañía ha interpuesto demanda en el juzgado de San Antonio contra el ayuntamiento de Cádiz por la que se solicita providencia de nulidad del contrato de gas con la Sociedad Cooperativa, amén de los daños y perjuicio que dice haber sufrido, por tal concepto la empresa la Empresa Lebón y pago de costas judiciales que irrogue el litigio. Por su parte, el alcalde, estimando que este asunto no puede ser resuelto por la vía judicial, ha entablado ante el Excmo Sr. Gobernador el oportuno recurso de competencia." Diario de Cádiz, 26 de enero de 1887.

(2) ORTIZ NUEVO, José Luis, ¿Se sabe algo? Viaje al conocimiento del Arte flamenco en la prensa sevillana del XIX, Sevilla: Ediciones El Carro de la Nieve, 1990 (Pág. 96).

(3) ORTIZ NUEVO, José Luis y VILCHES MARTÍNEZ Juan, Las mil y una historias de Pericón de Cádiz, Madrid: Ediciones Demófilo, 1975 (Pág. 54).

(4) TÉLLEZ RUBIO, Juan José y MARQUÉS PERALES, Manuel, Chano Lobato. Memorias de Cádiz, Cádiz: Diputación de Cádiz, 2003 (Pág. 59).

(*) Fotos blog MdC

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