Otoño de 1512. Una goleta navega rumbo a Cádiz. Una galerna la encalla en la Punta la Nao. El cargamento es sumamente valioso; trae estibado los misterios aurorales del flamenco. Lingotes de seguiriya y soleá, plata pura de corridos y tonás, de cantiñas y perlas preciosas de aroma indiano. Por testigo su orilla y la sangre dinástica de la gente del bronce. Pericón lo dijo y el poeta de Archidona dio fe.
Aquí están los fardos, sin pretensión de fardar. Papeles flamencos de Cádiz y sus Puertos.
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domingo, 20 de enero de 2013
Una rata por bulerías
Sucedió una noche de verano en el Teatro José María Pemán. Año 1992. Noche Flamenca de levante en calma. Las bouganvillas rojas y moradas del Parque Genovés florecían en todo su esplendor y el recinto desprendía el olor característico de la dama de noche y la bruma atlántica. En el escenario, dos artistas que en un tiempo establecieron una gran compenetración: Juanito Villar y Paco Cepero. Lleno a reventar. Juan se gustó esa noche. Cantó por soleá, largo y generoso, recreando los estilos de Enrique el Mellizo y Paquirri. Se rebuscó por seguiriya, acordándose de El Viejo de la Isla; regaló una tanda de fandangos inolvidables y remató por bulerías, haciendo sus estilos, basado en las letras de Alfonso de Gaspar.
A todo esto, la noche estaba bien movidita y había cachondeíto en las butacas, ya que una rata enorme, llevaba todo el tiempo paseándose impunemente por los asientos, de punta a punta del teatro, ocasionando un enorme alborozo y dejando oír los gritos de las mujeres, las risas y el desconcierto general. Cuando el animalito, enorme y negro como un Pablo Romero, pasaba por debajo de las butacas, se escuchaba un griterío y se veía la sombra inmensa del roedor.
En mitad de la falseta, los artistas se dieron cuenta de lo que estaba ocurriendo e improvisaron este cante por bulerías, que el público jaleó y agradeció divertido por la rapidez y por el ingenio. Fueron unos segundos de mucha gracia y de arte. De mucho arte.
Gracias a ti, Antonio. Lo malo de la anécdota es pensar en aquél estudio que publicó el Diario, de que en Cádiz "cabíamos" a 7 ratas por habitantes... ¿te imaginas?
Me pasa a mí y del salto llego al tejao de Joligú...
ResponderEliminarJajajaja, me imagino, Ana. La verdad es que esa noche estaba el animalito desatao.
Eliminar"Zumba comía" oleeeeeeeeeee!!!!! ¡Que rapidez de movimientos del de la Jineta. Muchas gracias Javi.
ResponderEliminarGracias a ti, Antonio. Lo malo de la anécdota es pensar en aquél estudio que publicó el Diario, de que en Cádiz "cabíamos" a 7 ratas por habitantes... ¿te imaginas?
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