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sábado, 30 de marzo de 2013

La saeta flamenca de Cádiz. Enrique el Mellizo y los Ortega: papeles, no conjeturas (III)

Litografía ilustrada por Emilio Luis Bartús, Cádiz, 1944

Sigamos viendo las tradicionales saetas flamencas, que se interpretaban hace algo más de un siglo en Cádiz, siendo la imagen del Nazareno la que mayor número de ellas concentraba. Cien años después sucede exactamente igual. 

En esta entrega debe llamarnos la atención la descripción que se hace del "templete" en el paso de la Virgen —parece ser que una iconografía gaditana ya desaparecida—. Asimismo, debemos fijarnos cómo el periodista hace alusión a "los pasos de San Juan", imagen que antiguamente procesionaba con el Nazareno de Santa María, y redacta literal: "el popular que dio lugar a la copla". Ya que la imagen de San Juan está tristemente ligada a una tragedia acaecida el Jueves Santo de 1880, a la cual se le escribió y se le compuso un tango de Carnaval. Dicho tango luego irradió a Sevilla, según nos contó Demófilo (1), y hoy, instalada parte de su letra —y muy probablemente también parte de su melodía— en los tangos trianeros, vía El Titi y los Montoya, podemos escucharlo, lozano y fresco, en boca del grandioso Miguel Poveda, con todo el lustre y con todas las portentosas cualidades, en su último trabajo discográfico: 


                     ¡Ahora sí que no paso yo

                     por debajo de tu balcón
                     no se vaya a desprendé
                     y a mí me mande 
                     a San Juan de Dios!

El tema merece capítulo aparte y desde aquí nos comprometemos a contarlo en su momento con la documentación correspondiente.


En esta ocasión, en la Semana Santa de 1904, es el artista Silverio Chico o Ángel Pérez (véanse aquí noticias suyas) el que, a juicio del cronista, descuella entre la infinidad de saeteros que le cantaron al Nazareno en su recogida:



"La devota imagen, popularizada por la acendrada fe de los gaditanos, desfiló ayer, con todo esplendor, por la población en medio de las mayores pruebas de entusiasmo religioso.



Fotografía: Los fardos
La Hermandad, que con tanta brillantez celebró el quinario de su Titular, donde pudimos oír la mágica palabra del Sr. Arbolí, quiso que la procesión revistiese igual solemnidad, y justo es decir que lo consiguió, pues la religiosa comitiva fué digna de figurar al lado de las de más fama y lujosas de España.

El paso del Nazareno, al que tan gran realce dan la soberbia peana y las lujosas andas, contenía un caudal en planta, alhajas y bordado y profusión de flores preciadas, entre las que sobresalía una gran corbeille de camelias.


Las imágenes del Señor y la Magdalena lucían las vestiduras que en otro tiempo les donara la familia de Gibaja, protectora de la Cofradía. Jesús llevaba rica cruz de concha y plata, a la que le fueron colocadas nueve coronas, alguna de ellas enviadas desde los pueblos cercanos.


Cuanto digamos del buen gusto desplegado en el paso de la Virgen  de los Dolores, es pálido ante la realidad.


En el airoso templete se enroscaban grecas salomónicas de retama (la flor de moda), rosas y violetas. Una docena de ramos de tres cuerpos regalados por la Sra. Vda. de Iraola.


Don Francisco Ghersi y otros devotos exornaban el plan de las andas, la unión de rica candelería de plata y vaso del mismo metal.


Las alhajas de la Virgen llamaban la atención por sus luces y riquezas.


Para el año próximo estrenará la imagen un manto bordado.


También figuraban en el cortejo, muy bien combinados, los pasos de San Juan (el popular que dio lugar a la copla) y el de la mujer Verónica.


Los penitentes iban perfectamente ataviados con orden; muchos, con extraordinario lujo.


Los servicios muy bien llevados, y las farolas de plata, las mejores de Cádiz, corrieron parejas con los guiones, estandartes é insignias.


Asistieron la banda de Álava, que interpretó lucido repertorio, y la del Hospicio con tambores y cornetas.


También un piquete, con iguales instrumentos del mismo cuerpo, al mando del teniente señor Accame.


De preste, con la cruz de primera clase del Sagrario, el P. Ruiz Mateos.


Tanto la salida como el ingreso en el templo, fueron lucidísimos.


A media noche se verificó la entrada.


En los alrededores del templo hasta la cárcel más de 5.000 personas aguardaban al Nazareno y las saetas se sucedían sin interrupción, cantadas con todo fervor y arte.


Silverio cantó infinidad de ellas, como él sabe hacerlo y fueron escuchadas con recogimiento por los devotos.


Se encendieron bengalas, se iluminaron los arcos voltáicos, colocados ante la iglesia, las bandas interpretaron la Marcha Real, y el Señor de Santa María, entró en su casa despidiéndole aquella multitud con cariño, hasta el próximo año."



Diario de Cádiz, 1 de abril de 1904

A continuación aparecerá la figura de Enrique el Mellizo interpretando saetas. Gigantesca trayectoria la del gitano matarife y puntillero; uno de los más grandes creadores de estilos sigiriyeros, soleaeros, de malagueñas —doble y chica—, de tangos y tientos, de montañesa flamenca y metiendo por verea aromas maños en el compás soleaero de las alegrías. Posiblemente estemos ante la descripción de su última saeta, en 1905, sobresaliente saeta la suya, a pesar de que su muerte estaba próxima. En la primavera del año siguiente de 1906 fallecería.

"Hermoso sobre toda ponderación, resultó el desfile por nuestras calles, de la imagen tan popular y venerada.

No fué obstáculo el aire fresco en demasía para estas fechas, para que se despoblase Cádiz con objeto de ver y admirar al Nazareno de Santa María.

La hermandad ha puesto de su parte cuanto era preciso para que la procesión respondiese a este sentimiento general de expectación, consiguiéndolo con creces.

Orden perfecto, exquisito gusto en el adorno de los pasos, riqueza de trages (sic), mantos y túnicas, abundancia de plata y alhajas; profusión de finísimas flores colocadas con arte; cuidado y esmero en todos los detalles; tales fueron los rasgos de la grandiosa procesión que ya se ha hecho indispensable en nuestra Semana Santa.

El paso del Titular, soberbio en lujo y esplendor; el de la Virgen, magnífico y bellísimo.

Las miradas de todos se fijaban en el manto en construcción de la Virgen de los Dolores; previste ser verdaderamente regio, pues ya, con los bordados que anoche lucía, es uno de los más ricos que tenemos en Cádiz; el dibujo es un prodigio de arte y gusto: va colocado el manto a estilo de Sevilla, y tiene igual longitud á los famosos de la capital de Andalucía. En el manto iban señalados los adornos que aún restan por bordar.

Seguramente el año próximo saldrá la Virgen de los Dolores con el manto terminado por la piedad y devoción de los gaditanos.

Por todas las calles de la larguísima carrera se oyeron saetas en profusión tal, que no creemos que ningún año se hayan cantado tantas.

Al desfile por el barrio, revistió todos los tradicionales caracteres de esta procesión, ya tan conocidos, siendo el entusiasmo indescriptible: en las esquinas de la calle Mirador y Botica rayó aquello en delirio; bien es verdad que había artistas de primer orden en ambos sexos sobresaliendo el Mellizo que conmovió a su auditorio.

El ingreso en el templo fué muy hermoso; los alrededores estaban iluminados por potentes focos eléctricos.

Las bandas de la Columna Infantil de Marinería y Cazadores de Puerto Real, concurrieron á la procesión, siendo recibidos con cariño los pequeños artistas, que interpretaban sentidas marchas fúnebres.

La de cornetas y tambores de la de Marinería, es notable por todos conceptos.

Asistió un piquete de Álava con cornetas y tambores, al mando del teniente D. Antonio Montejo.

Por el Ayuntamiento los Sres. Galván, Serdio y Gutiérrez.

Nuestra enhorabuena a la Cofradía."

Diario de Cádiz, 21 de abril de 1905

En la Semana Santa de 1906, con la salud de Enrique el Mellizo ya haciendo mucha mella en su padre, es su hijo Enrique Jiménez Hermosilla, fiel heredero de su escuela, uno de los intérpretes de saetas reseñado en la noticia. Repárese en la frase: "cantó muy bien las saetas de estilo gaditano, que difieren algo de las que se cantan en Sevilla y otras poblaciones andaluzas". Significativa frase; significativa pista:

"El barrio de Santa María ha ofrecido estas dos últimas noches la nota pintoresca y sui generis del fervor religioso expresado con esas canciones dedicadas á las imágenes que figuran en las solemnes procesiones de Semana Santa.

Sería imposible recoger todas las saetas que en las noches del jueves y del viernes se han cantado, algunas por hermosas muchachas del barrio. En la calle de la Botica, núm. 2 se reunió anteanoche gran concurso para escuchar á la Srta. Dolores de la Rosa, cuya voz dulce é impregnada de sentimiento, llamó extraordinariamente la atención. También se distinguió cantando Rosario Vega y otra joven cuyo nombre no recordamos.



El conocido cantador Hermosilla, cantó muy bien las saetas de estilo gaditano, que difieren algo de las que se cantan en Sevilla y otras poblaciones andaluzas.

En la calle de Sopranis también se formaron reuniones que duraron hasta la madrugada, oyendo cantar en competencia á vecinos del barrio con unos jóvenes de Chiclana que han sido muy celebrados."




Diario de Cádiz, 14 de abril de 1906

A los cuarenta y siete días de publicarse esta noticia, fallecería Enrique Jiménez el Mellizo, un 30 de mayo de 1906. Su necrológica la recogió Diario de Cádiz que, aún por conocida y mostrada ya con anterioridad, merece la pena refrescarla para aquellos farderos que no la conozcan, pues su texto es bastante revelador en algunos aspectos —la descripción que se hace de su carácter afable y ocurrente, a través de la fuente primaria, es una prueba palpable, frente al talante huraño y taciturno, que en fuente secundaria, sobre él se nos había "vendido"—; y sobre todo por la noticia de su animadversión hacia los ritmos de tangos y chirigotas del Carnaval de su tierra, a los que vio con peligro y escepticismo. Se iba el "matarife y el rey" (al decir de Fernando Quiñones); "el último que quedaba de aquella generación de artistas chuscos y personas de gracia", decía el cronista en aquel mes de mayo de 1906:


Diario de Cádiz, 31 de mayo de 1906
(Continuará)
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(1) MACHADO Y ÁLVAREZ, AntonioColección de cantes flamencos, recogidos y anotados por Antonio Machado y Álvarez "Demófilo". Edición, introducción y notas de Enrique Baltanás, Sevilla: Portada Editorial, 1996 (Pág. 87).

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