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lunes, 31 de diciembre de 2012

Soleá de Santiago y Santa Oriana

Foto mariscada del blog La Tuerka

Cuando se aproxima el fin del calendario, las televisiones siempre se empeñan en hacernos sesudos recuentos de todo lo acontecido a lo largo del año que ahora se las pira. Contabilizan parados, finados, catástrofes, supuestos logros, todo aderezado con tradicionales maratones y bañitos en agua helada; saltitos de esquí en nieve y el concierto de año nuevo de Viena, con las palmas más lacias de Europa, con vieneses pa´echarlos de cuadratura y de compás.
Cuando hoy hagan el obsesivo recuento, recordarán el fallecimiento del viejo líder comunista, Santiago Carrillo. El rojo irreductible, el que entró con peluca, y el que tuvo las suficientes agallas de permanecer impávido ante los disparos del Hemiciclo. Hay un pasaje suyo, bastante desconocido, relatado por él en un famoso libro de la periodista italiana, Oriana Fallaci, Entrevista con la historia, en el cual, la reportera de raza conversa con diferentes líderes mundiales del momento (el momento, entonces, era 1974). Por su libro desfilaron muchos mandatarios, entre otros Henry Kissinger que luego, con amenaza incluida, se arrepintió de haberle concedido la entrevista, Golda Meir, Yaser Arafat, Hussein de Jordania... y Santiago Carrillo.
Foto mariscada del blog cittadinovara.com
Para nosotros fue un libro de cabecera y aún tengo el gusto de releerlo de cuando en cuando y disfrutar las páginas amarillentas de la edición, ampliada y revisada, de Noguer. En él se nos cuenta cómo Carrillo se aficionó al flamenco a la fuerza, estando exiliado en la ciudad de Nueva York.
Que sea don Santiago el que nos lo cuente, con su cigarro encendido, sus índice y corazón amarilleados por la nicotina, su voz barítona, socarrona y pausada, respondiendo a las certeras preguntas de Oriana Fallaci:
(...) "Y, por último, la soledad. En ningún lugar he sufrido la soledad que sufrí en Nueva York. Quizá porque tampoco allí hablaba el idioma. Quizá porque sólo trataba con Browder y con los comunistas americanos. Quizá porque no estaba verdaderamente de acuerdo con Browder, tan rígido él, también. Me sentía tan desesperadamente solo que empezó a gustarme el flamenco. A mí que lo detestaba. Me compré una radio para escuchar las noticias en español, y siempre transmitían el dichoso flamenco,y acabé por aficionarme a él"
Soledad de don Santiago...
Soleá de Santiago... Santa María y Triana.
Salud a esportones, farderos, feliz entrada de año y que seáis "malos", generalmente es mucho más divertido que bueno.
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(1) FALLACI, Oriana, Entrevista con la historia, Barcelona: Editorial Noguer (Pág. 533).

jueves, 27 de diciembre de 2012

1867: Silverio por Cádiz y su huella manuscrita (En recuerdo de Alberto Sanz Trellez)

Silverio visto por Moreno Galván
Silverio Franconetti y Aguilar (1830-1889). Nació en Sevilla. Gaché hasta las trancas, de ascendencia italiana y cualidades portentosas. Gigantesca figura que en el siglo XIX, cinceló estilos pretéritos y escribió para la historia del arte flamenco una de sus páginas más brillantes y preclaras. Vino muchas veces por Cádiz, tierra que le bautizó "Rey de los cantaores" y con la que estableció lazos indelebles, al margen de ser el paso obligado de embarque y desembarque hacia las Américas, donde Silverio toreó y emprendió en Uruguay su aventura taurina, cuya vuelta, a bordo del vapor Gravina, nos trajo un Silverio barbudo que destempló a María Borrico y a toda la gitanería de la zona. 

La Bahía gaditana fue también un vivero artístico para él y para su negocio. Cádiz, la de "su amigo Enrique" por el que lloraba, camino de Puertatierra; la de su admirado Curro Dulce y la de su tocaor, el Maestro Patiño, fue un granero flamenco que nutrió su café cantante de Sevilla de figuras artísticas, con alguna de los cuales selló pactos de amistad y de admiración recíproca.


Los documentos que mostramos no son nuevos, si bien, tuvimos conocimiento de ellos hace ya muchos años, cuando Manuel Ravina, director del archivo que los custodia, nos lo puso en suerte. Con el tiempo (septiembre de 2005) fueron parcialmente subidos en red y estudiados por Juan Rondón y hoy pueden ser consultados en la página Jondoweb (1).

Poco después, en el año 2006, el documento principal (nº 5) fue mostrado en el Catálogo de la Exposición Música en Cádiz (2) que se celebró del 15 al 30 de noviembre, en el patio del palacio barroco de la Casa de las Cadenas, cuya catalogación y comentarios corrieron a cargo del propio Ravina y de Alberto Sanz, que tan generoso siempre se entregó a su oficio.

Ya en 2009, el documento más llamativo (nº 5) fue nuevamente reproducido en el contexto de un estudio musical (3).

Firma manuscrita de Silverio conservada en Cádiz. AHPC.

Los libros de padrones del Archivo Histórico Municipal de Cádiz no confirman la declaración escrita de Silverio, de haber estado viviendo en 1867 en la calle Enrique de las Marinas, número 3. Lo cual, tampoco significa nada, porque es bastante posible que en dicha finca, donde estaba ubicada la tipografía La Paz, sea en la que Silverio pernoctó, apenas varios días, para dar los conciertos de "cantes populares andaluces" (sic) sobre los que solicitó autorización, los días 26 y 29 de septiembre de 1867, en el Teatro Variedades, sito en el número 3 de la calle Laurel (hoy Barrocal).

                  Entre italiano 

                  y flamenco,
                  ¿cómo cantaría 
                  aquel Silverio?
                  La densa miel de Italia,
                  con el limón nuestro,
                  iba en el hondo llanto
                  del siguiyiriyero.
                  Su grito fue terrible.

                  Los viejos 

                  dicen que se erizaban
                  los cabellos
                  y se abría el azogue
                  de los espejos.

                  Pasaba por los tonos

                  sin romperlos
                  y fue un creador
                  y un jardinero.
                  Un creador de glorietas
                  para el silencio.
                                    
                  Crótalo
                  Crótalo
                  Crótalo
                  escarabajo sonoro.

                  Federico García Lorca.


Disfruten el fardo silveriano:

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5

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Volveremos con Silverio, una figura cumbre e indispensable, sobre la que cada vez se conocen más datos. Para los farderos que deseen conocer la biografía del sevillano, remitimos a los trabajos más actuales y esclarecedores de Blas Vega (4), Manolo Bohórquez (5) y Gerhard Steingress (6). Citamos a pie de página también la signatura de este expediente, por si algún investigador desea consultarlo (7).

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(1) RONDÓN RODRÍGUEZ, Juan, La firma de Silverio y otros datos inéditos de su presencia en Cádiz, Septiembre de 2005: http://www.jondoweb.com/contenido-la-firma-de-silverio-712.html

(2) RAVINA MARTÍN, Manuel, Catálogo de la exposición Música en Cádiz. 15 de Noviembre de 2006, Cádiz: Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía, 2006 (Págs.118 y 119).

(3) HURTADO TORRES, Antonio y David, La llave de la música flamenca, Sevilla: Signatura Ediciones, 2009 (Pág.64).

(4) BLAS VEGA, José, Silverio, rey de los cantaores, Córdoba: Ediciones de la Posada, 1995.

(5) BOHÓRQUEZ CASADO, Manuel, Silverio Franconetti. El principio del flamenco, blog La Gazapera: http://blogs.elcorreoweb.es/lagazapera/2009/10/18/silverio-franconetti-el-principio-del-flamenco/

(6) STEINGRESS Gerhard, Silverio Franconetti en Uruguay. La aventura taurina del cantaor sevillano (1857-1864)http://www.docstoc.com/docs/113645501/Silverio-Franconetti-en-Uruguay-La-aventura-taurina-del-cantaor

(7) Archivo Histórico Provincial de Cádiz, legajo número 167, expediente 10.

miércoles, 26 de diciembre de 2012

Julián Arcas en el Teatro Variedades de Cádiz (1867)



Uno de los guitarristas más fundamentales en la protohistoria flamenca es el almeriense Julián Arcas (1832-1882). Ampliamente estudiado por Eusebio Rioja y otros especialistas; a caballo entre las formas clásicas y testigo directo del proceso de transformación de lo clásico a lo flamenco (recomendamos del musicólogo Guillermo Castro Buendía, sus últimas aportaciones, subidas en red) (1).

Traemos hoy un fardo que rastrea su paso por tierras gaditanas, en el Teatro Variedades de Cádiz, el mismo año (1867) en que incluyó en su repertorio de conciertos la Soleá de Julián Arcas, según acredita la documentación que hemos podido localizar en el Archivo Histórico Provincial de Cádiz, en la sección de Gobierno Civil (2). ¿Tocaría por soleá?



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(1) CASTRO BUENDÍA, Guillermo, Lo "último" de Julián Arcas. La obra inédita de la Colección Palatínhttp://www.sinfoniavirtual.com/flamenco/julian_arcas.pdf

(2) Archivo Histórico Provincial de Cádiz, legajo número 167, expediente 75.

viernes, 21 de diciembre de 2012

Sopa al cuarto de hora. Patronato de Tourismo

Quizá flamenco y gastronomía compartan más aspectos de los que imaginemos. No sólo el vino ha jugado un papel muy importante en la litúrgica del cante, sino que los estilos flamencos, como los guisos, tienen en común supuestos orígenes, ambos aceptan mezclas y ambos se engrandecen con sabores e ideas nuevas. Digamos que en la gastronomía también hubo una ida y una vuelta, de la misma manera que los cantes se ligaron en armonía con patrones rítmicos de ultramar. El tomate es al gazpacho lo que el patrón de tango al flamenco. Papas de ida, tomate de vuelta. Maridaje de tonos y de cadencias. Ligazón de notas y salsas.

Al cante y a la receta también les une la dificultad de datar con precisión sus respectivos orígenes, porque en los alumbramientos, generalmente, nunca hay notarios de guardia, a pie de cunas que levanten el acta del parto, musical o culinario. Por eso este tipo de discusiones son estériles y propensas a que el chovinismo sea lo primero que llame a la puerta. Pero siempre hay fardos y papeles que acreditan una determinada teoría, así como indicios claros que dan pistas de por dónde pudo estar el origen.

Curiosamente, tanto el comediógrafo gaditano Juan Ignacio González del Castillo, primero, como el escritor malagueño Serafín Estébanez Calderón, después, aludirán al "taco", el antecedente de la palabra "tapa", según puso recientemente de relieve el mayor especialista en la cocina gaditana del siglo XVIII, Manuel Ruiz Torres. Y curiosamente también, la literatura de ambos autores (González-Estébanez), es decisiva y muy valiosa para comprender la historia del arte flamenco.

Es bastante más probable que una sopa, basada en productos de la mar tenga su origen a orillas de un litoral, como más probable también es que una receta, basada en la verdura, naciera a la vera de una huerta. Con todo, uno se encuentra recetarios de cocina "genuina" que causan asombro, como uno de cocina "autóctona" de una ciudad a orillas de un río, bien cerquita de la Meseta Central, que aseguraba en su flamante "pedeefe" que las Papas con choco eran originarias de allí. Chocos de río. Naturalmente.


La Sopa al cuarto de hora, sopa marinera con arroz, muy probablemente de la Bahía gaditana, ya aparece citada en las crónicas de la ciudad de Cádiz en el Novísimo romancero español de 1880. Según Ruiz Torres, también lo hace así en las memorias de Luis Taboada: Intimidades y recuerdos, de 1900 (donde nada más llegar a Cádiz probó la sopa al cuarto de hora y bebió manzanilla); y en la Guía del buen comer español, de Dionisio Pérez, de 1929 (guía de referencia) como un plato gaditano, cuyo principal elemento era el ostión.

Diario de Cádiz, 15 de abril de 1903


Y como América tuvo y tiene su petenera de Petén, para que nada le falte al mestizaje gastroflamenco, también tuvo y tiene su sopa de ostiones, como lo cuenta María Antonieta Reyes (1).

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(1) REYES GAVILÁN Y MOENCK, María Antonieta, Delicias de la Mesa. Manual de Cocina y Repostería, La Habana, 1925.

jueves, 20 de diciembre de 2012

Gloriosa academia de baile

El Comercio, 17 de febrero de 1869

A finales de 1842, en sustitución del periódico El Globo, fue fundado el diario El Comercio, de la mano de Fernando García Arboleya. Un tabloide que aguantó su tirada cuarenta y tres años seguidos, dejando un maravilloso rastro hemerográfico para la investigación, y fue, según las propias palabras del actual especialista en prensa antigua, Checa Godoy, el diario: "llamado a ser el gran rival de El Nacional y el principal exponente del periodismo conservador andaluz"(1).

Poco después de que la revolución La Gloriosa desde el muelle de Cádiz, "puesta en arma con toda su provincia", desobedeciera a Madrid y mandara por tabaco a Isabel II, la prensa periódica gaditana, El Comercio, insertaba este anuncio de una academia de baile, cuando también en "la gloriosa" olla flamenca se estaba cociendo todo, con ingredientes boleros y especias ultramarinas y cuando en Cádiz se hacían los bailes al estilo de las Voashales de Londres, Berlín y Viena o los bailes de Musard en París.


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(1) CHECA GODOY, Antonio, Historia de la prensa andaluza, Sevilla: Fundación Blas Infante, 1991.

miércoles, 19 de diciembre de 2012

El Concurso de San Severiano (1903)

Como es fácil deducir, concursos de cante y de bailes flamencos han debido existir muchos a lo largo de la historia y seguramente en todos los pagos donde lo flamenco haya discurrido suelto y consustancial a la tierra donde floreció. Al hombre le gusta competir por naturaleza, y seguro que no será nada difícil que en un futuro quizá aparezca algún concurso, cronológicamente más antiguo que este que ahora extraemos del presente fardo (si es que no ha aparecido ya, anterior al célebre Concurso de Granada de 1922). En cualquier caso, como esta entrada no busca ni el "concurso" ni la competición, aquí va una curiosa muestra de un certamen de cante flamenco, diecinueve años antes del granadino, celebrado en el barrio de San Severiano del Cádiz de extramuros de principios de siglo XX.

El concurso tiene un aire verbenero y, si me apuran, pedáneo; no en vano, San Severiano, junto a San José y Puntales, fueron los tres núcleos urbanos que empezaron a configurar la población del istmo del Arrecife, entre chumberas y parras, albercas, caminos polvorientos, ventorrillos y fértiles huertas.

Barrio de San José, hacia 1890, imagen obtenida desde la parroquia del mismo nombre. A la izquierda los hornos de la fábrica de gas. A la derecha la torre almadrabera y el cementerio. Foto: AHMC


El flamenco encontró siempre en Puertatierra horma cómoda para que los tercios sonasen altos y libres. Las Puertas de Tierra cerradas, impedían el retorno a Cádiz en calesas y la proliferación de ventas, con patios espaciosos, favorecieron las juergas, regadas de manzanilla y pescao frito.



Gitanos viviendo en los glacis y cuevas de las Puertas de Tierra (*)


Dejemos que sea el político gaditano Emilio Castelar, según feliz rastreo hemerográfico de Ortiz Nuevo (1), el que nos cuente, cómo era una juerga "beduina" en la Puertatierra del año 1874:

"Me encontraba una tarde en la Puerta de Tierra de Cádiz. El levante nos enviaba sus ráfagas abrasadoras, y el infinito Océano el jigante (sic) rumor de sus olas.

Bajo un parral a la pálida luz de un farol que el viento agitaba entre los aullidos de una zambra de jitanos (sic), que parecían traídos, según lo negruzco de sus rostros, lo gutural de sus voces, por una ráfaga del viento del gran desierto que azotaba las costas, entre los aullidos de una zambra de jitanos (sic), levantábase una mujer que a primera vista parecía fea, y que, sin embargo, con su cabeza levantada, sus brazos tendidos al cielo, erguido su cuerpo tan flexible, como el de una serpiente, bailaba, y de su pecho, exhalaba un cántico que parecía el acento de una desesperación infinita y de sus ojos relámpagos siniestros, que fulguraban como la tempestad de una inmensa pasión. Aquella mujer, no cantaba el amor, no, cantaba la libertad. Su voz era un gemido infinito, un gemido capaz de partir en pedazos el corazón más duro. Cuando yo la veía bailar exclamaba: Así debió bailar Cleopatra. Cuando yo la veía cantar exclamaba: Así debían cantar las hijas de Israel en las orillas de los ríos de Babilonia. Su canción principal era como sigue: 
                   
                 En el patio de la cárcel
                 miré al cielo y di un suspiro
                 ¿Dónde está mi libertad
                 que tan niña la he perdido?
                                           
¡Oh! He recogido estos recuerdos de mi cartera de viaje. Pero ¿qué valen ellos en presencia de la realidad? Visitar Andalucía, y de seguro que traeréis en el alma uno de esos poemas de grandes recuerdos que son una fuente perenne de consuelos y de poesía, en la triste esperanza de la vida."
                                       Emilio Castelar 
(La Andalucía, 30 de abril de 1874)

Es curioso. En la actualidad, los sustantivos tocador/tocadora, cantador/cantadora y bailador/bailadora, han sido "derrotados" oficialmente por las hablas andaluzas. Lo cual ha obligado a la RAE hoy día, a aceptar las preciosas formas expresivas de tocaor, cantaor y bailaor, sin la necesidad de entrecomillarlo ni de ponerlo en cursiva.

Volvamos al concurso de San Severiano. Repárese de qué manera el cronista se refiere a Cádiz, como la tierra en la que "tantos tocaores existen" (además de la tierra de los tangos) y cómo usa ya los sustantivos cantaores y tocaores, eso sí, con la tipografía en cursiva, indicando el vulgarismo:

Diario de Cádiz, 5 de junio de 1903

La noticia parece que cunde y en breve se disponen a viajar cantaores de Sevilla y Jerez a disputarle el premio a los artistas de Cádiz. El concurso es un hecho:

Diario de Cádiz, 6 de junio de 1903

Diario de Cádiz, 14 de junio de 1903

Finalmente, el concurso se celebró el viernes, 26 de julio de 1903, a las ocho y media de la noche, ignorándose el desenlace final, que no quedó reflejado en la prensa periódica.

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(1) ORTIZ NUEVO, José Luis¿Se sabe algo? Viaje al conocimiento del Arte Flamenco en la prensa sevillana del XIX, Sevilla: Ediciones el Carro de la Nieve, 1990 (Págs. 310 y 311).

(*) Fotos blog MdChttp://memoriadecadiz.es/

martes, 18 de diciembre de 2012

Jaleo en La Caleta. El fardo solitario.

Antiguo faro de San Sebastián. Foto: Archivo Histórico Municipal de Cádiz

Este fardo es bueno. Pero bueno de verdad. La marea lo ha arrojado a la orilla, a pesar de que hoy traía pocos grados, setenta y siete de coeficiente y la luna empezó a crecer el viernes. Pocos grados y poca luna. ¡Ruinazo para la pesca!; ya puedes llevar la carná que lleves: miñoca, cigalita o la tita... que lo mejor es hacerle caso al refrán: coger la caña y quitarte del medio. Como hacía Pericón, un enorme aficionado a la pesca, cuya actividad legó anécdotas de mucha gracia, de cuando pescaba con Chiclanita y su negativa a quitarle quilos al robalo (los cursiles hoy le llaman lubina), como réplica al faro fenicio (para más embustera seña, encendido) que su amigo José, el larguísimo cantaor chiclanero, pescó.

Cádiz. Carta náutica de 1762
Cuentan los caleteros que hoy vieron el fardo a la altura del Muelle del Socorro, antiguo embarcadero de sillarejo, al lado del Puente Canal, que en el reciente 2010 estuvo a punto de ser reutilizado con la misma función. Menos mal que no. Todo para que un catamarán, repletito de turistas, trajera "prosperidad" a los fastos de este Bicentenario que ya apaga sus pobrísimas (ya deja la RAE decirlo) luces. ¡Qué bonito! Si no fuera porque a cambio, el precio que íbamos a pagar todos los gaditanos hubiese sido dragar 8.000 metros cuadrados de roca. Roca que sostiene un castillo declarado BIC (Bien de Interés Cultural) y afectando a zonas de un alto valor medioambiental, como la Laja del Norte o de los Jureles, La Albujera Alta, la Laja del Medio, la Boca Grande o la Boca Chica (1). Y todo sin perder de vista que desde el primer tercio del siglo XVIII (como apunta Juan Antonio Fierro) ya hay constancia en las Actas Capitulares gaditanas de las quejas que, entonces, se elevaban al Gobernador, por el enorme perjuicio que ocasionaba la extracción de piedras en aquel paraje, en los años 1722, 1723, 1737 y 1794. Mentalidad de los gobernantes del setecientos que contrasta con la de los actuales. El mundo al revés. Ecología en el siglo XVIII y despilfarro insensible, casi trescientos años después.

Pues allí, hoy, justo donde se iba a hacer una animalada irreparable, que por suerte no se ejecutó, gracias a la reacción ciudadana, fue visto este fardo solitario. Flotaba a regañadientes, pero una corriente del NW en dirección SE lo fue derivando hasta la altura de la Piedra Redonda, en donde quedó depositado en la arena, cerca de la Puerta de la Caleta.

Abrimos expectante su contenido y nos encontramos con la valiosísima noticia de que el señor Miguel Álvarez y la señora María de la Paz, bailaron en el Teatro Principal de Cádiz, el Jaleo de la Solitaria, o sea, como bien dice Faustino Núñez, el antecedente de la soleá y uno de los muchos jaleos que nutrieron y definieron luego el cosmos soleaero. Y creo también —desmientaseme si no— que estamos ante una aparición muy temprana (1829), dieciséis años antes de que el gaditano Luis Alonso lo bailase en 1845 en el Teatro del Balón de Cádiz, según anterior y feliz hallazgo de Faustino Núñez

Buen fardo. Ya lo avisamos. No importa que trajera escaramujos adosados y lapas pegadas al manuscrito. Por si fuera poca valía, trae también la noticia de la escenificación de un sainete: El Domingo de piñata en el Barrio de Santa María (2), en el que después de romperse la piñata (que para eso era enero y para eso estaban en Cádiz), se bailó un zapateado, a cargo del señor Romero y del fricase señor Juan Rodríguez

Un amanuense, pulcro y de exquisita caligrafía, ya sentado en los Tres Puentes, transcribió paciente la noticia, dando fe de su flamenquito contenido:


"TEATRO PRINCIPAL. = Función particular á beneficio del Sr. José Ponce, segundo bolero. = Un delito sobre otro en la quinta de Paluzzi, ó los asesinos de Florencia (melodramas en tres actos). = Entre el acto primero y el segundo bailará el baile inglés el Sr. Miguel Álvarez, aficionado. Después del acto segundo bailarán el jaleo de la Solitaria el dicho Sr. Álvarez y la Sra. María de la Paz, también aficionada. = Los marusiños zelosos (tonadilla). = Los quintos imperfectos ó el sargento Marcos Bomba (baile pantomímico). = El Domingo de Piñata en el barrio de Santa María (sainete en el que después de romperse la piñata, bailarán el zapateado el Sr. Romero, y el fricase el Sr. Juan Rodríguez y un aficionado, concluyendo el todo con la Montañesa de Burgos que bailarán los citados Sra. María de la Paz y Sr. Álvarez). = A las 7."


Diario Mercantil, 30 de enero de 1829
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(1) Para un conocimiento del entorno paisajístico y marino de La Caleta, con un estudio toponímico de sus piedras, véase la obra imprescindible: FIERRO CUBIELLA, Juan Antonio, La Caleta de Cádiz, Cádiz: El Autor, 1986 (Jerez: Gráficas del exportador).

(2) Para que después le nieguen al barrio de Santa María su importancia en las Carnestolendas de Cádiz.




domingo, 16 de diciembre de 2012

Crónica verídica de una llamada a SGAE







Febrero de 1999. Llamada de teléfono desde Cádiz a Madrid. Sede de SGAE. Doce y pico de la mañana. Más o menos.

—Buenos días (la telefonista).

Buenos días (yo).

¿Sociedad General de Autores?

—Sí, dígame.

¿Me podría poner con algún responsable?

—¿De qué departamento?

Verá, es que...

—¿Qué es lo que desea usted, exactamente? (se anticipa educada mi interlocutora).

A ver, quisiera hablar con alguien relacionado con la campaña del Centenario de SGAE, porque resulta que... 

—¿Con alguna persona en concreto? (vuelve a anticiparse mi interlocutora).

Pues, no lo sé, ya le digo... alguien que tenga relación con la celebración del Centenario; no sé si tendríais un departamento de cultura o algo así...

—Un momento que le paso con la edición de la revista cultural.


Muy bien, gracias.

♫ ♪ ♫♫♫ ♪ ♫  30 segundos de musiquita coñazo de teléfono  ♫ ♪ ♫♫♫ ♪♫♪ ♫ )

—¡Sí...! (voz masculina de un gachó correcto, pero mu serio).

Buenos días, ¿es el boletín cultural?

Buenos días. No... le han pasado mal, esto es Dirección de Estrategia Corporativa de Asuntos Legales y Relaciones Internacionales...

Ya. Es que quisiera hablar con alguien que tuviese que ver con la efeméride del Centenario.

—No. Pues, le han pasado mal; intentaré pasarle yo mismo a centralista desde aquí y si no, vuelva a llamar.

Gracias (interrumpo yo).

♫ ♪ ♫♫♫ ♪ ♫  2 minutos más de musiquita coñazo de teléfono  ♫ ♪ ♫♫♫ ♪♫♪ ♫ )

¡Pi, pi, pi, pi, pi, pi, pi, pi, pi, pi, pi...! (se corta la comunicación
).

Resoplo. Vuelvo a intentarlo. Marco de nuevo, acordándome de las castas de Graham Bell y de que la conferencia la estoy poniendo yo —y empiezo a cuestionarme si merece la pena lo que estoy haciendo—.


Buenos días (yo).

Buenos días (la telefonista).

Sí, mire, soy el que ha llamado antes... es que intento hablar con alguna persona acerca de la celebración del Centenario...

¡Ah, sí! (ella me reconoce) ¿No le han cogido?

Sí, pero al parecer me ha pasado con uno de no sé qué de estrategia corporativa y después se ha cortado la llamada.

—Disculpe, a veces ocurre. Le paso.

♫ ♪ ♫♫♫ ♪ ♫♫ ♪♫♪ ♫  2 minuto y medio de musiquita coñazo ♫ ♪ ♫♫♫ ♪♫♫♫ ♪♫♪ ♫ )

—Hola (voz femenina).

Buenos días, mire soy fulano (yo) y deseo hablar con alguien que llevase el tema del Centenario de SGAE.

—Pues yo misma, por ejemplo, soy mengana. Cuénteme.

Mire usted. Que he visto el eslogan que estáis promocionando: "Cien años creando futuro (1899-1999)", y resulta que he localizado una documentación de una sociedad de gestión de autores, anterior a la fecha fundacional que decís ustedes de 1899, es decir...

—¡Noventa y nueve! Sí; de mil ochocientos noventa y nueve data nuestra entidad (me interrumpe ella). Verá usted, exactamente, no fue nuestra sociedad, pero sí el embrión de ella. Fue el compositor Chapí, junto a un periodista, quienes fundaron la Sociedad de Autores Españoles (SAE) que, una vez disuelta, en 1932, se creó la SGAE.

Verá. Yo le llamo desde Cádiz. Me dedico a la investigación de temas relacionados con la música, y en uno de los archivos gaditanos le decía me he encontrado con indicios de que existía una sociedad de autores, todo parece indicar que, un año antes; es decir, en 1898.

—¡Eso no puede ser, caballero! eso es muy raro. Tenga usted en cuenta que nosotros disponemos de gente bien asesorada, además de una comisión, comités y grupos de trabajo en equipo y, efectivamente, la SGAE se fundó en 1899. ¿Está usted seguro de lo que dice
?

Sí, sí que lo estoy.

—¿Seguro? (mi interlocutora empieza a dar signos de dudas) ¿Y ese teatro existió en Cádiz? ¿Está todavía?

Bueno, ya no, lo derribaron hacia 1930, pero fue un coliseo levantado en el siglo XVIII, en el que se escenificaban las obras más importantes, inmediatamente después de haberse estrenado en Madrid y Barcelona, con una gran programación de sainetes, obras y tonadillas escénicas.

—Sí..., si no le digo que no (recupera mi interlocutora su férrea incredulidad) pero tenga usted en cuenta que muchas veces aparece la noticia en prensa de la creación de una sociedad, y eso no significa que llegara a materializarse. Luego, hay que demostrar que, efectivamente, la entidad se fundó.

¡Ajá! En este caso no se trata de una aparición en prensa, le hablo de un documento. Por cierto, estoy ahora delante de él una factura de cobro, para ser exacto y en ella se refleja que un gachó, en calidad de Delegado, Mariano Nojequé (no se lee bien su apellido) rubrica que cobró 30 pesetas por el baile de máscaras que se celebró en Cádiz en el Teatro Principal el 18 de febrero de 1898, y aquí pone: SOCIEDAD DE AUTORES, COMPOSITORES Y EDITORES DE MÚSICA.

—Pues ya le digo, caballero. De hecho, hemos editado un libro, La memoria del autor, que recoge la historia de la sociedad, desde 1899 hasta este año de 1999, y le digo más: estamos en conversaciones con la Fábrica Nacional de Moneda y Timbre, y el próximo verano, ya le adelanto que vamos a sacar un sello de Correos conmemorativo; por eso le digo que...

Pues —le interrumpo educadamente— me temo que os habéis precipitado en la efeméride (nos hemos, vaya, porque yo soy socio también) y el documento parece claro.

—No sé..., no es por dudar de su palabra, pero no creo, dudo mucho que sea así como usted dice. Ya le digo, a lo mejor es que usted ha visto algo relacionado con la Ley de Propiedad Intelectual, que ésa sí es anterior en el tiempo, y, por lo que sea, ha debido confundir una cosa con otra...

Ya, ya, es posible señora. Es muy posible que sea así (aligero concluyendo la conversación convencido ya de su inutilidad). De todas formas, muchas gracias por su información.

—De nada, caballero, para eso estamos, gracias a usted por haber llamado. Buenos días.

Buenos días.

¡Cliiin! (cuelgo).

Se me quedó carita de haber hecho el Coca-Cola. Pensé en la factura. Pero no en la del documento, sino en la que iba a pagar a final de mes, con "cuantos tiene" la conferencia. Vuelvo a mirar la documentación y me ratifico: ¡Carajo! ¡Aquí pone ocho, no nueve!

Archivo Histórico Municipal de Cádiz, caja número 6.159, carpeta de 1898