|
"El patio de las Gallinas". Al fondo, el bache: "El Último Suspiro",
llamado así por su proximidad al cementerio. Foto: Los fardos. |
Tres más tres terminan siendo cinco si la suma se repite tanto como un gazpacho con exceso de ajo. De nada sirve la aplastante lógica que induce a decir seis. Si se machaca cinco, el majado terminará como "verdad suprema" en el fondo del almirez.
|
Bloques de viviendas construidos en el solar
donde verdaderamente estaban "Los Chinchorros" |
"Los Chinchorros" es un espacio urbano que ya no existe en Cádiz, desde el año 1993. Sus habitantes fueron todos realojados en los pisos de Cortadura y en su solar resultante, se edificó un grupo de viviendas, que abarca la manzana entre las calles Marqués de Coprani y el callejón (hoy calle) Pereira. Sin embargo, actualmente se sigue llamando "Los Chinchorros" a algo que no lo es; que ni siquiera lo fue; que nunca lo ha sido —desde un ajuar hasta unas viviendas lamentablemente inacabadas—; a fuerza de repetir un error, arrastrado ya desde hace algún tiempo por la prensa periódica, en artículos y titulares. Por tanto "no es Chinchorro todo lo que reluce".
|
Los Chinchorros. Foto: Los fardos. |
|
Los Chinchorros. Foto: Los fardos. |
|
Los Chinchorros. Foto: Los fardos. |
Lo que ahora, equivocadamente, se le llama "Los Chinchorros" pertenece el barrio de San José, sí; pero es el solar resultante del derribo de las casitas de la calle San Juan Bautista y San Bartolomé, junto al solar del "Patio de las Gallinas", célebre cuando el alcalde Jerónimo Almagro lo visitaba desde las azoteas colindantes y le decía a su teniente de alcalde "que le daba la sensación que el patio era antes más grande...", a lo que el concejal respondía: "alcalde, tiene usted razón, el patio es más pequeño, porque las casas le han ido cogiendo terreno". Era también el barrio —qué duda cabe—, pero no "Los Chinchorros".
Dos baches (tascas) de arte presidían aquella manzana: El Bar Mariano y El Último Suspiro, a la vera del Cementerio, donde paraba la canalla después de ofrecerte una escalera, apurando el valdepeñas y pendiente de la marea para sacarle a la orilla los metales de plata y oro.
|
Los Chinchorros. Foto: Los fardos. |
|
Los Chinchorros. Foto: Los fardos. |
|
Los Chinchorros. Foto: Los fardos. |
|
Los Chinchorros. Foto: Los fardos. |
El desaparecido número 9 de La calle Marqués de Cropani del barrio de San José, al lado de la tienda de comestible y del bache que hacía esquina con la calle Pelufo, daba entrada a la verdadera y única "Casa de los Chinchorros", un conglomerado de viviendas esparcidas en dos grandes patios (norte y sur) con lebrillos-lavaderos de terracota a la intemperie y retretes comunes de garita en el centro, donde geranios y jazmines florecían en macetas de lata y la parra daba sombra fresca a un trazado pintoresco de casitas, casi fantasmagóricas y espectrales, más propias de poblados del norte de Marruecos que de una capital de provincia.
|
Los Chinchorros. Foto: Los fardos. |
|
Los Chinchorros. Foto: Los fardos. |
Las vaquerías; "Las Papas Viejas"; las pieles curtiéndose en las ventanas orientadas a levante, y la carpintería del callejón, rodeaban la singular microurbe, a través de una tapia, lindante con el polvoriento Callejón del Cementerio. Los futbolines de Andrés y las casitas de la palmera que aún queda en pie (donde vivía El Chaqueta y mi amigo Mariano), ya no era "Los Chinchorros", eran las casitas bajas de enfrente.
|
Los Chinchorros. Foto: Los fardos. |
|
Los Chinchorros. Foto: Los fardos. |
|
Los Chinchorros. Foto: Los fardos. |
|
Los Chinchorros. Foto: Los fardos. |
|
Los Chinchorros. Foto: Los fardos. |
|
Los Chinchorros. Foto: Los fardos. |
La proximidad de la playa y el estar ubicado en una zona eminentemente marinera, que en su tiempo tuvo corral de pesca y almadraba (Corral de Atero) y que arroja uno de los mayores núcleos urbanos de marineros y rederos, censados en Cádiz en el siglo XIX, con apellidos muy característicos de la zona (los Roa, los Sacaluga, los Cortés...), hizo de "Los Chinchorros" una "cátedra" de pescadores y mariscadores, con El Chorlo y la Casa de los Valdés como referencia suprema, entre tarrayas, (h)erbitanas y aroma de carburo. El frito de buseles recién recogidos; los ostiones que partía El Pimpa o las borracheras luminosas de El Revola, le daban vida y sabor a aquel paraje.
|
Los Chinchorros. Foto: Los fardos. |
|
Los Chinchorros. Foto: Los fardos. |
|
Los Chinchorros. Foto: Los fardos. |
|
Los Chinchorros. Foto: Los fardos. |
|
Los Chinchorros. Foto: Los fardos. |
|
Los Chinchorros. Foto: Los fardos. |
Respondía a un modelo urbanístico muy repetido en el extramuros gaditano, caso de las viviendas del denominado "Manchón de Landeira", y a pesar de los embates de la infravivienda; de las ratas; de la falta de agua corriente y de muchas insalubres incomodidades más, sus vecinos supieron ser muy felices y salir a flote en los difíciles y procelosos años de posguerra. Como toda buena vecindad el sentido de la solidaridad era algo muy presente y como en un viejo matriarcado, el llanto de un niño afectaba a todas las madres por igual.
Su indudable sabor le hicieron ser una de las localizaciones cinematográficas ineludibles de El Amor Brujo, película que nos dejó un tiempo una cruz
de madera en lo alto del viejo acantilado de la playa de Los Corrales, hoy desaparecido.
El Amor Brujo fue rodada íntegramente en Cádiz y su provincia, y tuvo a Miguel Grau como director de producción; el montaje corrió a cargo de Emilio Rodríguez; la
coreografía de Alberto Lorca. Los papeles principales fueron representados por Antonio Gades y La Polaca, más un elenco de artistas, como
Cristina Hoyos y Curra Jiménez (1) al baile; el cante de El Chaqueta de Cádiz, Encarnación Sayago, El Lebrijano, José el Rumbero y Teresa María; y el toque de Emilio de Diego, El Niño de los Rizos, Pepe Maya, así como un joven Camarón de la Isla que en el minuto 59 rasguea la guitarra de fondo, mientras Antonio Gades y La Polaca bailan. Contó con la Orquesta de Cámara de Barcelona y en los créditos hay un agradecimiento expreso a la figura radiofónica de Aurelio de la Viesca, al que se le puede ver, instantes antes de la escena en la que aparece Camarón.
|
Camarón al fondo tocando la guitarra |
_________________________
(1) En los medios de comunicación audiovisuales, es de vital importancia escribir bien los créditos. No es el caso de esta película a la que no hay que darle crédito a sus créditos. ¿Razón? el "baile" de apellidos de dos enormes bailaoras (que digo yo que si son bailaoras, es normal que el apellido "baile"): Curra Jiménez y Cristina Hoyos, como bien repararon la prima Flamencólica y el primo Faustino:
Por un momento mientras leía me he sentido como si estuviera viviendo el momento, es fascinante como uno se puede meter en la época con solo imaginarlo mientras lo lee, he visto esta película varias veces y es ahora cuando mas me ha gustado sin verla, me gusta mucho esta narración y he disfrutado mucho con ella ya que de paso sea dicho te hace aprender un poco mas de toda la historia de Cadiz sitio que me encanta y me enamora, abrazos...Felicia.
ResponderEliminarMuchas gracias, Felicia, por tus palabras, eres muy amable. Cuando el texto es capaz de hacer volar la imaginación es lo mejor que puede ocurrir. Reconozco que hay mucho de nostalgia en él. Conocí muy bien aquél entorno y tenía muchos amigos allí. Es inevitable. El amigo a quien le dedico el texto, era de allí y siempre ocupará un lugar preferente en mis recuerdos. Me encanta verte por aquí. Un abrazo, Felicia.
EliminarCádiz profundo, aun metidos ya en los 80...
ResponderEliminarRecuerdo cuando llegué a Gabriel Matute, con la plaza de toros en ruinas, pero todavía en pie, y ese "campo de las vacas" a su espalda, muy similar a los chinchorros que tu nos haces recordar tan maravillosamente, y que recuerdo perfectamente tal y como lo describes.
Ah!!!ese entrañable Tomás del Bar Mariano, buen hombre donde los haya.
Es un lujo poder contar con tus recuerdos que son los de muchos.Un beso enorme,Teresa
El lujo lo eres tú por tomarte tu tiempo y comentar, Teresa. Gracias de corazón. Nos pasa que contabilizamos ya una edad y los recuerdos se nos empiezan a agolpar con más nostalgia de la aconsejada. El Bar Mariano cerró (como sabes perfectamente), pero Tomás sigue entrañable en su barrio y viendo crecer a su vástago. Otro beso enorme para ti y entra siempre sin llamar, que este blog es tu casa.
EliminarEnhorabuena, Javier, por este precioso relato. Vi la película hace tiempo y casi no la recuerdo. La buscaré y te releeré cuando la vea de nuevo. Un abrazo
ResponderEliminarGracias, artista. La película la tienes arriba. Está entera y sin anuncios del "Calmante Vitaminado" (el que devolvía la alegría); de "Bitter Cinzano Soda" y lavadoras Zanussi. Un abrazo.
EliminarGades recordaba mucho aquellas semanas de rodaje en Cádiz con su comadre La Polaca. Se pasaban las noches en un cabaret de Santa María, donde en una ocasión Antonio se metió en una pelea, y el que se llevó la peor parte fue su guitarrista Emilio de Diego. Gades siempre hablaba gloria de Cádiz, y paseó con orgullo el nombre de la ciudad por todo el mundo durante medio siglo. Se lo puso su maestra Pilar López. Un abrazo
ResponderEliminarUna verdadera suerte la tuya haber trabajado con él, haberlo tratado y haber dirigido su Fundación. Antonio Gades fue un verdadero maestro (no descubro nada) cuya sabiduría y enseñanza, me da la sensación que la prolongaba más allá del plano artístico: su actitud ante la vida, el respeto ante todo y por encima de todo; respeto a los maestros que le antecedieron, a los compañeros y al público. Siempre dignificando el arte. Fue un rojo que bailaba cómo los ángeles. Me encanta verle levantar los brazos, con ese porte varonil. Muchas gracias por comentar y aportarnos vivencias compartidas con él. Un abrazo.
EliminarUn primo de mi madre, Román Calatayud, era uno de los responsables de la decoración y ambientación. La última vez que vino a Cádiz, hace unos diez años, se quedó en mi casa y lo acompañé a "revisitar" la zona y me dijo que ya casi nada le recordaba el paisaje de entonces. Me contó lo de la cruz, y en uno de los últimos chalés del Paseo Marítimo, que tiene (o tenía) las tejas verdes, recuperó la memoria como por ensalmo: "Aquí, a unos 50 metros, estaba el chalé que alquilé para que mi madre disfrutara de Cádiz durante el rodaje, que fue bastante largo. Llegaba rendido, pero ella, tu tía Trini, disfrutó muchísimo". Román murió unas navidades hace dos o tres años, pero antes me regaló un cartel chino de los decorados de "55 días en Pekín", otra peli en la que trabajo de ambientador. Está colgado en una pared de mi casa.
ResponderEliminarQué arte, Ana. Empiezo a comprender por qué y de dónde te viene ese caudal de sabiduría en el vestir. La verdad es que los cambios en las ciudades son inexorables. ¿Para mejor? no tengo muy claro que sea que sí. Es cierto que la infravivienda ha disminuido mucho con respecto a cuarenta años atrás, y necesidades elementales de agua y luz han llegado a las viejas viviendas del casco antiguo. A cambio, ha volado mucha caoba, lozas de Tarifa y brocales de pozo de mármol genovés. Las casas del XVIII ya no valen de plató, son decorados de Procasa; tan cómodas como falsas. Un abrazo.
EliminarSeñor Osuna que buenos recuerdos de mi Cái de aquellos años pero quiero decirte que tambien en aquellos tiempos tambien hubo pegada a la valla del cementerio por detras y junto a la playa otro barrio, todavia no estaba hecha la carretera, en el cual he ido muchas veces. Era un barrio hecho con madera y la lata, que me parece que le llamaba "Villa Lata" era de pescadores y algunos no lo eran, tenian sus botes en la playa y entre la pesca y el marisqueo de la laja que habia detras de cementerio, cuando vaciaba la marea, he cogido algunos cangrejos moros, hoy nadie se acuerda de aquello. Un saludo del Paco de Cái
ResponderEliminarMuchas gracias, Paco, por tu testimonio y también por tu comentario, describiendo ese paisaje que -por edad- no conocí. Tú Cádiz está muy distinto, y las costumbres características y habituales que antes se hacían aquí, como forma tradicional y sostenible, han cambiado, no precisamente para mejor. Hoy mariscar, si no eres profesional, está prohibido hacerlo (de lo cual habría muchísimo que discutir); y capturar un cefalópodo (pulpo, choco...etc) está rigurosamente vetado (sólo dos comunidades autónomas lo tienen prohibido en España: Murcia y Andalucía).
EliminarLa laja sigue y todas las piedras de la Punta de Poniente; y tu Cádiz sigue teniendo enormes mariscaores y pescadores, en San José, en la Caleta y en Puntales... pero vivimos en una sociedad hiperrestrictiva, hasta niveles enfermizos, que se han cargado, por decreto ley, una tradición (si me apuras un derecho irrenunciable), cuya tradición se pierde en la memoria del tiempo.
Si te suscita curiosidad, aquí un artículo crítico que redacté para los amigos del Grupo Gastronómico Gaditano: http://grupogastronomicogaditano.com/articulos/ChoquearDerechoIrrenunciable.htm
Un saludo.
Javier que me puede decir a mi de mi Cái si yo me pongo a llorar cuando voy a mi barrio(Santa Maria) un domingo a la una de la tarde y aquello parece el Mancomunado de Chiclana si yo nací en la calle Duque y me crie en la calle Goleta, hoy dia vivo en P.Real y lo unico que me pone un poco alegre es un libro que estoy leyendo que se llama "Cádiz cuna de dos cante" que hermoso libro como me hace revivir aquellos dias de mi infancia, esto te lo digo porque yo tambien fui carnavalero así como casi todos los primos mios, Emilio Lopez Prat, Jose Martinez Prat, José Lopez Prat y yo que soy Prat de primera, tambien fui flamenco activo, hoy con más años que el arco de populo sigo con el flamenco pero en otra actividad. Gracia por tu libro. Un abrazo
EliminarNi puedo, ni debo decirte nada, Paco: por tu edad y por tu experiencia, me aventajas en todo, en vivencias y en conocimientos, como es natural. Enorme el arte de tus primos. Grandísimos comparsistas todos. Pepe López Prats, por su parte, siempre fue un caballero y una persona muy generosa con los investigadores con los que trató.
EliminarGracias a ti por tus palabras. Un abrazo.
Javier ojala pudiera yo tener el conocimiento que tu tiene, sabe lo que yo desearia, tener solo un 1% de tu sabiduria, otro 1% de la sabiduria de Faustino, otro 1% de Antoñito Barberan y otro 1% de un amigo de Mairena que tu conoce tambien, Manolo Bohorquez y otro 1% que yo tengo son 5% y podria llamarle de TÚ a todos vosotros, vosotros todos sois mis profesores yo solo soy un alumno y no de los mejores. Javier ya no tedoy más la lata. Un abrazo Paco
EliminarNo me das la lata en absoluto. Todos aprendemos de todos, nosotros también de ti, no lo olvides nunca. El que se crea autoridad en esto (o en cualquier otra cosa) es un mezquino. Un abrazo.
EliminarSabía que algún día ibas a escribir sobre esto.Cuánto me alegro que recojas este barrio y su gente y lo saques a la luz. Te lo agradezco enormemente, me ha encantado.
ResponderEliminarMil gracias.
Amalia
Qué alegría verte por aquí, Amalia... ¡y encima comentando! No tienes que darme las gracias de nada, al contrario. Gracias a ti, que conociste bien todo aquello.
EliminarUn abrazo grande.
javier que de tiempo .en un momento no se por que me meto de lleno en lo chinchorro y recuerdo todas nuestras aventuras los amigos y la suerte de haber nacido en uno de los mejore sitios de cadiz para ti y los tuyos un amigo el Paqui.
ResponderEliminarQué sorpresa, qué de vivencias y fechorías de chavales compartidas. Gracias por comentar, Paqui. Un fuerte abrazo.
EliminarJavi, yo llegué a San José en el 72 y me acabas de traer miles de recuerdos, algunos, incluso compartidos contigo y "tu pandi" de amigos. Recuerdo aquellos futbolines y andurrear por aquellas casitas sintiéndome como en una aventura. Como yo vivía en la calle Drago, al otro lado de la avenida, cruzar hasta esa especie de pueblecito con olor a moho y a pescado, lleno de gatos y plantas, era una escapada a las reglas, y si ya llegábamos hasta el cementerio...la aventura se había convertido casi en una locura de valentía. Teníamos de 8 años en adelante. Muero contigo, me traes mi vida en bandeja. Un beso apretao.
ResponderEliminarSusana, es que tú en el fondo, y me da que en la superficie, tienes alma de aventurera, y aquello era un paisaje propicio para disparar la imaginación de cualquier niño. Y aunque los de nuestra época jugábamos separados por género: las niñas con el cordel y "viva la media naranja" y los niños tras un balón de cuero cutre, siempre había hembras disidentes de las estrictas normas bienpensantes, con las falditas de las Salesianas, calcetines caídos y ojos de aventureras, que se juntaban con las pandillas de golfos, para coger trilobites en la playa de Santa María. Una aventura que ríete tú de Enid Blynton. Si entre fósil y fósil, caía un amago de beso o un achuchón, las tripas se agitaban por un mundo nuevo por descubrir. Muero también contigo y gracias por comentar. Un beso.
EliminarHola!!! Me acaban de hablar de este enlace, he entrado y te tengo que decir que se me han saltado las lágrimas. Yo he vivido ahí, en los chinchorros, con mis padres, mis hermanos, mi Tato y mi madrina, he jugado y me he divertido de lo lindo por esos patios, me he caído y me he echado las rodillas abajo y no pasaba nada, he llenado cubos de agua en el grifo y me he duchado en verano debajo de ese mismo, he jugado a regar las macetas, a la lima, a las bolas ..... disfruté mucho de todos y cada uno de esos rincones y me siento muy orgullosísima de ello. Allí todos éramos familia, las puertas abiertas de par en par durante todo el día y de noche incluso ni se cerraba con llave, y nunca pasaba nada, vivíamos con muy pocas comodidades pero con toda la alegría y amor del mundo. Mi Tato trabajaba en "el bache" y hay que ver la vida que ese bar le daba a la calle..... igualito que ahora, que da pena pasar por allí. Y nada, muchísimas gracias por hacerme viajar veintitantos años atrás, me ha encantado tu artículo desde el principio al fín y me ha llenado de maravillosos recuerdos. Gracias de nuevo y un beso. Manuela Coda Gregorio.
ResponderEliminarMuchas gracias por tus palabras, Manuela. Te comprendo. Cada paisaje y cada rincón de allí te transportan a una infancia, asociada a tiempos tremendamente felices, a voces y a ecos de un pasado y de una zona ya irreconocible. Créeme: te entiendo. Estas fotos las hice con un carrete de diapositivas, en septiembre de 1993. Al día siguiente entraban las excavadoras; quiero decir que era muy consciente de que se trataban de las últimas instantáneas de Los Chinchorros. Las tenía en casa y quise compartirlas, y me alegro mucho que gente como tú las disfrute. Mientras disparaba la cámara se me agolpaban cientos de recuerdo de José Quintero (para nosotros "El Bolita"); de su madre Isabel, que compraba varias vienas y, mientras el café gorgojeaba humeante, desayunábamos en el mantel de hule, antes de irnos a bucear al Chato e inmediaciones de La Gallega, con los arpones, siempre buscando la "raya amarilla" que muy en la orilla veíamos, como señal inequívoca de que el agua estaba clara. Compartíamos amistad, las mismas inquietudes de dos adolescentes y nos unían cientos de proyectos... de ahí que todo aquello formase, y lo formará para siempre, parte de mi territorio sentimental. Gracias a ti, Manuela, por comentar en este blog que siempre será tu casa. Un beso.
EliminarYo no nací en los Chinchorros, me faltó el ancho de la carretera que lo separaba con el nº 6. Al ver estas fotos, he sentido una añoranza que se hacía más y más grande por cada nueva foto que veía. Apenas tenía 8 años cuando lo derribaron así que los recuerdos que tengo no son muchos, pero sí lo suficiente para ir reconociendo las casas de mis antiguos vecinos así como de todas las horas y horas que me llevaba por allí jugando. Recuerdo cada cara de cara vecino aunque sin poner etiquetas de quien es cada uno, los cuales hoy se encuentran en la barriada de Cortadura. Grandísimo barrio, grandes vecinos y mejores personas. Un saludo. Juan Antonio (hijo del Nolín)
ResponderEliminarAsí es. La infancia marca tanto, que una sucesión de imágenes son capaces de transportarnos a un mundo de sonidos, de colores y olores, perfectamente reconocibles y asociado a ésa época feliz, por definición. Era un barrio singular, sí, y la singularidad no sólo se la proporcionaba la rusticidad del paisaje urbano, sino las personas que lo habitaban, cada uno, obviamente, con su personalidad.
EliminarCompartimos (tu padre era uno de ellos), junto a otros muchos del barrio, la ilusión de un incipiente buceo, de grandes 'borriqueras' y 'chapetoneras' en el Chato, donde un traje de neopreno suponía un lujo inalcanzable para nosotros, que reemplazábamos por jerseis de cuello alto, inútiles desde todo punto de vista. Un saludo, Juan Antonio y gracias por comentar.
Ayyyyy Señor Javier!!!, yo acabo de leerte y también estoy con lágrimas en los ojos, porque para mi fue la mejor época de mi vida!, mis padres vivían en el n6, después fuimos a la avenida 18, que es donde seguimos, pero cada tarde bajaba con el bocadillo a recoger a mi amiga Merchi que seguía en el 8... Cuantos baños en lebrillo me han dao allí!!!, Tengo fotos mías de aquella época y le di una de ellas a Jesus Bienvenido, me hizo una canción preciosa, me encantaría que la escucharas... Mil gracias por hacerme volver...
ResponderEliminarEso tiene el recuerdo, querida Ana, y seguro que miras las fotos descoloridas y parece que estás oyendo el chapoteo en los lebrillos circulares, la luz colándose por todos los rincones y tu amiga Merchi esperándote para compartir las ilusiones más tempranas. Conociendo la forma de componer de Jesús seguro que es una delicia, como tú: que eres una artista de los pies a la cabeza,. Un beso grande.
EliminarJavi con tus relatos y esas fotografias me ha transportado a ese barrio, donde jugamos de niños tanto mis hermanos, como yo, aunque no vivíamos allí estábamos todo el dia entre los chinchorros y la plazoleta del cementerio.
ResponderEliminarTambien me acuerdo mucho de los amigos de Marques de Cropani, de Perico y de Micaela que eran los abuelos de todos nosotros, de Manolete, de su primo Francis que aun seguimos siendo amigos, de Paco y su hermano Ramon que hoy es vecino mio en puerto Real y tambien me acuerdo mucho de Jose Quintero y su hermano Chano.
Otro que veo mucho es Manolito Barragan.
Total me han venido a la mente tanta gente que me has hecho revivir grandes momento que tenia en el olvido, muchas gracias por hacer que rebusque en mis recuerdos...
Fue un entorno precioso y todo lo que nos transporte a la infancia, nos tocará la fibra sensible. Nostalgias aparte, es verdad que fue un sitio singular, desde muchos puntos de vista. Y luego, estaba la gente del barrio que lo habitaba, que era el alma de aquello. De José Quintero ¿qué te puedo contar? éramos uña y carne y a diario buscábamos la 'raya amarilla' de la ola que rompía en la orilla (señal inequívoca de aguas transparentes), para tirarnos a bucear, en busca de chapetones, borriquetes, corvinas y todo lo que se nos pusiera por delante. Antes, su madre Isabel, nos preparaba el cafelito y el pan con manteca y allá íbamos con El Félix, El Tapicero, El Kaki, El Mariano y todos 'los golfos' de San José. Gracias a ti, por darte una vuelta por este blog, que también es tu barrio. Un abrazo.
EliminarAntonio, un abrazo, buscando cosas de Cádiz y llegue aquí en una tarde del mes de agosto, que de recuerdos, y como dice Javi Osuna, al césar lo que es del césar; lo que hoy muchos llaman los chinchorros con su edificio inacabado, era San Bartolomé, y el patio de las gallinas, dónde estaba la casa de Catalina y su prole de hijos, con Pedrín su primogenito a la cabeza, y su bistolobo llamado "Fiel" que nos correteaba a los chavales de la época. En los chinchorros como tal acertadamente lo describe Javi, vivian los hermanos Quintero, y el infortunado José, que en agosto del 78 nos dejó en un trágico accidente de pesca submarina. Aún recuerdo el velatorio en esos chinchorros y sus padres totalmente destrozados. Bueno un abrazo a ambos y gracias por acordarte de mi y de mi primo Francis, Un saludo.
ResponderEliminarGracias por comentar. Triste fecha, aquél agosto de 1978. Justo la noche anterior, habíamos ido juntos a Holidays (inaugurado, precisamente, dicho verano) y proyectamos tirarnos a bucear, entre otros proyectos de férrea amistad adolescente. El resto fue muy duro y lo conoces. Permíteme aportar el dato que desde el punto de vista forense, no quedó clara la relación de su desenlace con la práctica submarinista. Muchas gracias por comentar. Un saludo.
EliminarEfectivamente, tienes razón es la calle San Bartolome algunas veces la lejanía en el tiempo hace que algunos nombre esten difuminados y confundidos, la otra tarde paseando con mi mujer se lo dije, mira era la calle San Bartolome y yo la confundí con Marques de Cropani,
ResponderEliminarEres Quique? el primo de Francis...
En realidad, querido Antonio, tenéis razón los dos. Es decir, 'Los Chinchorros' estaban en la calle Marqués de Cropani y 'El Patio de la Gallinas' en la calle San Bartolomé. Lo que ocurre, es que hoy día a un bloque de obras, paralizado, cuyo lado N da a San Bartolomé, la prensa escrita (y por extensión, resto de medios audiovisuales) le ha denominado, erróneamente: 'Los Chinchorros'. Sin serlo, claro.
EliminarGracias también de parte de un nacido en 1991 que nunca pudo conocer esos lugares. En mi memoria ya está el bloque de pisos actual. He llegado hasta aquí porque de pequeño siempre me gustaba ir hacia la playa cogiendo por el pasaje san bartolomé. Mi abuelo nació allí. Era como atravesar un pequeño pueblo después de cruzar la avenida. La calle empedrada igual que el barrio del Pópulo siempre me dio mucha curiosidad, y luego aquella L que hacia la calle pasando bajo árboles y entre gatos... Ayer estuve por allí y da una pena... Yo entiendo que se puedan derribar edificaciones para construir otras pero ¿Cómo pueden acabar con una calle de la noche a la mañana? ¿No se supone que yo debería seguir pudiendo coger por esa calle aunque modernicen las construcciones? No se como describir mi sensación...impotencia, tristeza... Un saludo, y gracias de nuevo. Juan.
ResponderEliminarAmigo Juan, tienes toda la razón. No hubo la más mínima sensibilidad con las singularidades arquitectónicas de dicho barrio, por otra parte, zona extremadamente golosa para los grandes lobis de la especulación urbanística. De ahí que media calle de San Bartolomé en la que naciera tu abuelo, ya no exista y en su lugar se encuentre una fantasmagórica promoción de viviendas sin acabar (mal denominadas Los Chinchorros, pues su ubicación no se corresponde con dicho lugar). Es la triste suma del interés especulativo; de la desidia de los ciudadanos, con tibias protestas y de la dejación de funciones de técnicos de urbanismo. Gracias por tu comentario. Un saludo.
EliminarOtra pregunta...parece ser que el video que facilitas no esta disponible, ¿Sabes alguna forma de conseguir la película? te lo agradecería, saludos. Juan.
ResponderEliminarLos dueños legítimos de los derechos de dicha película han impugnado su difusión en vídeo y por eso YouTube lo ha quitado. Tienen razón. Siento que hayas llegado tarde, pues estuvo un tiempo la película entera. De todas formas, no creo que te cueste demasiado trabajo dar con ella en sitios especializados de cine.
EliminarEncantadora y triste a la vez, la reseña de Los Chinchorros. Muchas gracias pues he pasado un rato muy agradable.
ResponderEliminarGracias a ti por visitar el blog. Un saludo.
EliminarHe llegado hoy hasta aquí por una noticia sobre el Barrio de los Chinchorros y he tenido la suerte de encontrarme con esta preciosa y nostálgica reseña de un barrio que sólo conocí de pasadas pues soy del casco antiguo, pero que lo recuerdo de mi temprana juventud. Sin haberlo vivido, esta noche me lo has hecho vivir. Un saludo y Muchas gracias.
ResponderEliminarGracias a ti, Andrés. Un saludo y aquí tu blog.
EliminarQue bonito recordar con todos los comentario mi barrio los chimchorrosque felices heramos con tan poco allí nos conocíamos todos los vecinos éramos como una gran familia a mi me conocían como la hija de Trini y de Pepe que se ganaba la vida con su carrito de chuches grandes vecinos que los llevaré siempre en el corazón como mis amigas de juegos Susana y Mark Carmen hijas de Salvador el Albañil vecinos como Luisa Cortez, la pepina, Antonia la del rincón y tantos vecinos gracias por darme la oportunidad de dar mi pequeño homenaje a este gran barrio los chimchorros que lo llevaré siempre en el corazón
ResponderEliminarLuisa Cortés, la madre de mi amigo y Maestro Luiti, vecina, puerta con puerta, de Isabel Esquivel, madre a su vez de mi gran amigo José (al que dediqué este texto); y la Pepina, siempre tan cariñosa con todos. Preciosos recuerdos para un precioso lugar. Un saludo.
Eliminar