"Las primeras experiencias son el venero de la vida". Preciosas y precisas palabras de Félix Grande, para ilustrar el comienzo de esta entrada, dedicada a Manuel de Falla y a su infancia, escasamente estudiada. Lo expresa muy bien Gema León:
"Nos llama notablemente la atención que la comunidad científica aún no se haya decidido a exprimir los entresijos de la existencia del artista gaditano más internacional en la ciudad que lo vio nacer.
Para nosotros es imprescindible conocer estos años ya que, por todos es bien sabido, el entorno y la formación que se perciben de niño marcan para siempre la vida futura de cualquier hombre o mujer, y Manuel de Falla no es una excepción." (2)
Manuel de Falla, como es conocido, nació en 1876. En su formación musical recibió influjos melódicos de todo tipo y es lógico que al pertenecer a la burguesía gaditana, percibiera directos ascendientes de aquellas músicas, habitualmente consumidas por la alta sociedad de su época —que en menor medida, también oía "lo popular"—, pero eso no le situó al margen de otras influencias musicales y armónicas, consustanciales a su ciudad natal; menos reconocidas —si cabe—, menos estudiadas y bastante más ninguneadas en las distintas biografías del músico gaditano que, por paisaje y paisanaje, estuvo en contacto con ellas, como ya vimos en aquella audición fonográfica de 1895, en la que oyó, junto a su padre, la malagueña de Joaquina Payans en un cilindro de cera, en el salón de pianos de Manuel Quirell. Verlo aquí. (Un año antes, el Salón Edison de la calle Ancha, el 20 de enero de 1894, había reproducido en un fonógrafo la malagueña de Enrique el Mellizo. Verlo aquí).
De hecho, en la música de Falla hay más Planeta que Mendelssohn; más Lázaro Quintana que Shumann; más Luis Alonso que Chopin; más Enrique el Mellizo que Mozart; más Curro Dulce que Wagner; más Paquirri Guanter que Ravel; más Juan Feria que Debussy; más Nitri que Rossini; más Ortega que Verdi; más soleares que sonatas; más bulería por soleá que andante cantabile; más patrones de tangos que minuetos; más falsetas que preludios... Hay bulerías en la Danza del fuego fatuo; tientos y zambras en la Danza ritual del fuego; y farruca en El Sombrero de tres picos:
Decía Federico Sopeña: "Toda su obra esta llena de reminiscencia de Soleares, del Polo y la Caña y de las Serranas, que tienen el mismo compás que las Seguiriyas gitanas. Todos estos ritmos populares le entraron por los ojos al mismo tiempo que por el oído, oyendo cantar y viendo bailar en ocasiones a los castizos gaditanos..." (3)
Afirmaba el propio autor de El Amor Brujo, en transcripción de Eduardo Molina Fajardo:
"Pienso modestamente que, en el canto popular, el espíritu importa más que la letra" (Decía Falla). "Y así el espíritu del cante jondo lo hallamos animando su obra con soleras telúricas captando 'la almendrilla', como tan andaluzamente definía Rosario la Mejorana, madre de Pastora Imperio. La vieja gitana cantaba a Manuel de Falla soleares y siguiriyas, polos y martinetes, mientras éste maduraba el misterio hechizante de "El amor brujo", ambientado entre los ayes de la anciana y el zapateado pasional de la dorada bailaora." (Decía Molina Fajardo) (4)
Con todas las sombras que tuvo el célebre Concurso de Granada de 1922 —entre las cuales se proyectó la de no comprender que el flamenco era un arte de profesionales y que no necesitaba que fuese garantizada su conservación— se trató de un apoyo sin fisuras. Falla, rodeado de un nutrido grupo de intelectuales, restañó el desprecio evidente que la Generación del 98 había mostrado con el arte flamenco. Federico García Lorca, Rafael Alberti, Fernando Villalón, Joaquín Turina, Julio Romero de Torre o Ignacio Sánchez Mejías, entre otros muchos más, se posicionaron con él en defensa del flamenco, a diferencia de lo que antes hicieron Ortega y Gasset, Azorín, Pío Baroja o Eugenio Noel, que encabezaron el nacional antiflamenquismo.
En opinión del profesor Hernández Guerrero, Falla "defiende el acercamiento a las fuentes originales. Además del rescate de los cantes básicos, hurgando en el pasado, propone identificar y definir los elementos más genuinos: aquellos rasgos que constituyen el flamenco como una manifestación original" (5).
Cuatro singulares rasgos, destacó Manuel de Falla de la grandeza del arte flamenco: su admirable sobriedad, su carácter confidencial, su disonancia y su amplitud vocal y de registros.
Pero volvamos al contexto de su infancia. Había nacido en 1876. Cinco años después, la Revista Mensual publicaba un artículo titulado Cantes flamencos, a cargo de Antonio Machado Álvarez Demófilo; dándose las circunstancias que ambos (Falla y Demófilo) eran de padres gaditanos. De ahí que mucho del material recopilado por el "Padre del Folklore" proviniese de la provincia de Cádiz.
El arte flamenco y las agrupaciones de Carnaval eran manifestaciones musicales ya muy presentes —y muy definidas en 1876— en la ciudad natal del insigne músico. Y no debieron pasarle desapercibidas al pequeño Manuel. De hecho, le influyeron. Oído a la Danza del terror.
En 1877
se había fundado la revista Cádiz, de Artes, Letras y Ciencias, cuya directora-propietaria era la reconocida escritora y académica jiennense
Patrocinio de Biedma. La revista se editaba en la tipografía La Mercantil de José Rodríguez Rodríguez, sita en el número 39 de la calle Sacramento. La edición del 10 de marzo de 1878 recogía una crónica de los tangos que los coros —entonces llamados comparsas— interpretaban por las calles:
“A pesar de no ser el Carnaval de 1878 de los más animados, según los gaditanos, no han faltado diversiones, habiéndose visto bonitos grupos de máscaras por las calles, y muy concurridos los bailes. Algunas de las comparsas y estudiantinas han visitado nuestra redacción.
He aquí uno de los cantares que al compás de las bandurrias y guitarras, y con los aires del país, les oímos entonar que es el sólo que recordamos, aunque no el único que a nuestra directora aludía:
Lo mejor del mundo es Cádiz,
que tiene el mar por anillo;
y de Cádiz y del mundo
lo mejor es Patrocinio. (6)
Cuando Falla contaba con cinco años de edad, en 1881, Demófilo publicó su Colección de cantes flamencos (7). Ése mismo año el eminente filólogo alemán Hugo Schuchardt vio publicado su trabajo Die cantes flamencos (8), y es también cuando Manuel Balmaseda hizo lo propio con el Primer cancionero de coplas flamencas y populares (9).
En ese contexto de interés por el arte flamenco, justo en 1881, y coincidiendo también con una corriente en la que toda Europa le prestaba atención al folklore, hay un intento en Cádiz de fundar una Sociedad del Folklore Gaditano, antes que El Folk-Lore Andaluz, órgano de la sociedad de este nombre que en Sevilla se fundó en 1882 (10):
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Diario de Cádiz, 1 de enero de 1881 |
"De nuevo se agita la idea de...", es decir, que es la segunda ocasión en la que se intenta fundar en Cádiz una Sociedad del Folklore.
1885 fue, finalmente, el año fundacional de la Sociedad del Folklore Provincial Gaditano, siendo el 15 de junio de dicho año cuando fue aprobado su reglamento ante el Gobernador Civil. En 1990 y en edición facsímil, se publicaron cuatro boletines de la sociedad, conjuntamente con un estudio preliminar, a cargo del profesor Juan López Álvarez, en los clásicos Cuadernos de la Cátedra de Adolfo de Castro (11).
La prensa gaditana de 1886 recoge la participación de Manuel de Falla, junto a su prima, en los bailes de máscaras de la alta sociedad, compartiendo protagonismo con el resto de los hijos de la clase opulenta gaditana: los Abreu, Lizaur, Shaw, Viesca, Aramburu, Bocanegra, Picardo, Viniegra... (12)
En 1926, con Agustín Blázquez Pául en la alcaldía, auspiciado por un grupo de entusiastas —entre los cuales destacaba la figura de Francisco de la Viesca "Padre de la radio en Cádiz"—, se le organizó el nombramiento de Hijo Predilecto. Se rotuló el Gran Teatro con su nombre: Gran Teatro Falla; se descubrió la lápida en su finca natal de la Plaza de Mina y se le dedicó una cena privada en el Balneario de la Palma y del Real (un frito gaditano, a base de pescado) en el transcurso de la cual, actuó un seleccionado coro de Carnaval con los viejos comparsistas que habían pertenecido a los coros de El Tío de la Tiza, el célebre autor de los carnavales de la infancia de Manuel de Falla, con Manuel López Cañamaque, Francisco Guzmán El Batato y Paco El Cómico:
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El Noticiero Gaditano, 18 de diciembre de 1926 |
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El Noticiero Gaditano, 21 de diciembre de 1926 |
¡Y las palmas hicieron humo! De todos los actos que le programaron al maestro y de todas las músicas que coronaron su homenaje, en aquel diciembre de 1926 (incluida las músicas "cultas"), ninguno le entusiasmó tanto como esta muestra de tangos gaditanos, que los viejos comparsistas le cantaron.
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Balneario de la Palma y del Real. Homenaje a Manuel de Falla. 21 de diciembre de 1926.
Cañamaque y Arturo Osiel con la bandurria. Detrás el Batato, Paco el Cómico y Lucas López, entre otros.
Fuente: MdC |
Uno de los tangos interpretados a Manuel de Falla, fue una adaptación en letra, a cargo de Manuel López Cañamaque del coro "Los herederos" de 1886, que hacía alusión al pescao frito con el que habían agasajado al maestro; esperando que éste no se atragantase con los cantables de humilde prosapia:
Un grupo de gaditanos
con el cariño que merece
a un ilustre paisano
estas canciones ofrecen
el homenaje, aunque sencillo,
es de corazón
y en nuestras almas
sentimos todos gran emoción.
Estos tanguillos
que se cantaron en Carnaval,
al gran maestro su juventud
le ha de recordar.
Jesucristo perdonó
a los que le maltrataron
perdónenos usted también
si con nuestros gritos
el pescado frito
le indigestamos. (13)
Uno de aquellos viejos comparsistas, Paco El Cómico —que en última instancia le cedió la dirección del grupo a Francisco Guzmán El Batato, en el homenaje a Falla— también corista de zarzuela, empleado de la Trasatlántica y que había formado parte del coro "Los anticuarios" de 1905, de Rodríguez, declaró al respecto de aquel homenaje a Falla:
“Yo creo que el mejor
recuerdo sobre esto procede de una fiesta que le dimos al ilustre músico
gaditano don Manuel de Falla, en una ocasión en que vino a Cádiz y en el
Balneario de la Palma le ofrecimos una audición de viejos tangos y coplas de
comparsas. ¡Había que ver lo que se reía el difunto don Manuel, recordando sus
buenos tiempos! Cuando se volvió a Granada, me escribió una carta de su puño y
letra, en la que nos felicitaba y me daba las gracias por el rato tan agradable
que le habíamos hecho pasar aquella noche”. (14)
Así refería la velada Juan José Viniegra y Lasso de la Vega, en su libro Manuel de Falla su vida íntima:
"(...) Por si faltara algún detalle a la velada, se trajeron al Balneario las famosas comparsas gaditanas, que cantaron graciosos tangos, que Falla escuchaba entusiasmado, recordando sus años lejanos de niñez. El último tango, según es costumbre, estaba dedicado al maestro. (...) Apenas terminado el tanguillo, se levantó Manolo emocionado de su asiento y fue a abrazar al director de la comparsa que estaba al fondo del salón; felicitando a los comparsistas con efusión". (15)
Las palabras de su discípulo Ernesto Halffter fueron muy ciertas y, en mi opinión, un tanto premonitorias, si aceptamos una relectura subliminal:
"Cádiz podría llegar a ser gracias a Falla, lo que Salzburgo y Viena respecto a Mozart y Schubert".
"Podría llegar a ser". He ahí el quid de la cuestión. "¡Pero nunca lo será...!" (parece que calla para sí el continuador de la Atlántida).
Su sobrina nieta, Isabel de Falla, nos lo refirió personalmente ante los micrófonos de radio, un día de Santa Cecilia de 1993:
"Cádiz no tiene el legado de Manuel de Falla, porque Granada mostró el interés que a Cádiz le faltó."
¡Qué razón tiene esta señora!
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(1) Agradezco la generosidad y buena disposición de Elena García de Paredes de Falla, gerente del Archivo Manuel de Falla de Granada, por las facilidades para la divulgación de su legado fotográfico.
(2) LEÓN RAVINA, Gema, Manuel de Falla y Cádiz, Cádiz: Ediciones Mayi, 2009 (Pág. 19).
(3) SOPEÑA IBÁÑEZ, Federico, Manuel de Falla y el mundo de la cultura española, Madrid: Cátedra Manuel de Falla, 1976 (Pág. 57).
(4) MOLINA FAJARDO, Eduardo, Manuel de Falla y el cante jondo, Granada: Universidad de Granada, 1990 (Págs. 15 y 16).
(5) HERNÁNDEZ GUERRERO, José Antonio, Falla y el flamenco, en Manuel de Falla y su entorno (1946-1996) (Alberto Romero Ferrer ed.), Cádiz: Servicio de Publicaciones de la Universidad de Cádiz, 1997 (Pág. 42).
(6) OSUNA GARCÍA, Javier, El periodismo en tiempos de Carnaval (1763-2005), Cádiz: Quorum Editores, 2009 (Págs. 86 y 87).
(7) MACHADO Y ÁLVAREZ, Antonio, Colección de cantes flamencos, recogidos y anotados por Antonio Machado y Álvarez "Demófilo". Edición, introducción y notas de Enrique Baltanás, Sevilla: Portada Editorial, 1996.
(8) Publicado en Zeitschrift für romanische Philologie. Editado por Gustav Gröber. Tomo V, Halle, 1881.
(9) BALMASEDA y GONZÁLEZ, Manuel, Primer cancionero de coplas flamencas populares, según el estilo de Andalucía: comprensivo de polos, peteneras, jaleos, cantos de soledad (vulgo soleares), y playeras o seguidillas gitanas, Imprenta y librería de E. Hidalgo y Compañía, 1881.
(10) MACHADO Y ÁLVAREZ, Antonio, El folk-Lore andaluz, órgano de la sociedad de este nombre, dirigida por Antonio Machado y Álvarez, 1882 á 1883, Sevilla. Edición conmemorativa del Centenario. Estudio preliminar de BLAS VEGA, José y COBO, Eugenio, Madrid: Tres-Catorce-Diecisiete, 1981.
(11) LÓPEZ ÁLVAREZ, Juan, La Sociedad del Folklore Provincial Gaditano, junio-noviembre, 1885, Cádiz: Cátedra Municipal Adolfo de Castro. Fundación Municipal de Cultura del Excmo. Ayuntamiento de Cádiz, 1990.
(12) La Palma de Cádiz, 7, 9, 11, 12 y 14 de marzo de 1886. También Diario de Cádiz: "Quisiéramos citar todos los niños que concurrieron, pero no nos ha sido posible hacer una lista completa, y hemos de limitarnos a anotar aquellos que a nuestra memoria hemos confiado (...) de Falla... Conde Raúl de Hugonotes y su prima de locura" Diario de Cádiz, 7 de marzo de 1886.
(13) La letra original del tango de 1886 estaba dedicada al Regimiento de Garellano y decía así:
Jesucristo perdonó
a lo que le maltrataron
perdónalos tú también
a los pobrecitos
del Regimiento de Garellano.
(Los herederos, 1886).
(14) La Información del Lunes, 1956.
(15) VINIEGRA Y LASSO DE LA VEGA, Juan José, Manuel de Falla su vida íntima, Cádiz: Diputación Provincial de Cádiz, 2001 (Pág. 164).