Luis Suárez Ávila |
Siento un enorme respeto por Luis Suárez Ávila y su extraordinaria labor compiladora de romances épicos que los gitanos portuenses y las gitanerías de la Bahía de Cádiz conservaron en su memoria oral, envueltos en un paño de terciopelo de seda, entre humos de fragua y olor a capotes de carne, para la salvaguarda de unos textos épicos de cantares de gestas, de luchas por territorios; de cristianitas, de Moros Alcaides, de lanzadas de reyes moros traidores que perdieron Valencia, del Conde Sol que El Planeta se lo llevó desde su Cádiz natal para cantarle y contarle a la gitanería de Triana que Grandes guerras se publicaban entre España y Portugal. Castellanos nuevos de cuerpos negros y bronce refulgente, que se llamaron Bernardos y Carpios por hacer cosa suya el romance, fueron los depositarios; los celosos guardianes de lo caballeresco; los últimos románticos de una tradición de siglos escrita en la memoria colectiva de una etnia, que supo dar una lección conservacionista de patrimonio oral, a pesar de las vergonzosas y terribles persecuciones a las que estuvieron sometidos.
Siento un enorme respeto —decía— por Luis Suárez, y una gran admiración hacia su persona (añado ahora) porque a causa de su extrema generosidad, le han querido usurpar impunemente sus descubrimientos, que no han sido, precisamente, pocos. Él fue quien le mostró a Antonio Mairena la senda de los romances que el maestro del Alcor desconocía; él se los enseñó a José Blas Vega quien los incorporó a la Magna Antología y a su libro de corridos y romances; y a él le usurparon sus textos, luego colocados en el espectáculo Persecución y en las Memorias del flamenco de Félix Grande.
Él, Luis Suárez Ávila, por cuya labor recolectora de los romances gitanos de tradición oral se pudo reconstruir un poema del Cid que se encontraba incompleto, inexplicablemente, no figura en el Diccionario Enciclopédico Ilustrado del Flamenco (DEIF). ¡¿¿??! No lo busquen. No está su entrada. No existe. Lo ignoraron. Por eso, cuando nuestra compañera Teresa Yribarren nos convenció para hacer un programa flamenco de media hora, con periodicidad semanal, no dudamos en que él sería nuestro primer invitado. Veinticinco minutos son escasos para tratar en profundidad el tema, pero suficientes para que quede testimonio de este viejo maestro —en su acepción más cariñosa lo de 'viejo'— de la investigación del arte flamenco.
—Juan Martínez Vilches, Pericón de Cádiz para el arte flamenco, en la editorial Demófilo, a inicios de los años 70, con los buenos amigos Andrés Raya y José Luis Ortiz Nuevo, dijo aquello de 'Los fardos de Pericón', que eran unos fardos que arribaron hacia 1512 en la bahía gaditana, en la playa de La Caleta y esos fardos fueron subiendo por arriba. Más o menos por esa fechas, en los años 70, ustedes recordarán, queridos oyentes, ese formato sábana que tenía el Diario decano, el decano de la prensa periódica gaditana de 1867 y había un señor que escribía con un pseudónimo, que ese pseudónimo decía: Wenceslao. ¡Bien! El misterio se desveló y detrás de Wenceslao estaba la excelsa figura, enormemente erudita, del arte flamenco: Luis Suárez Ávila. Esto que yo estoy diciendo no es 'ojana'; yo no le estoy dando 'ojana' porque lo tenga aquí ni porque sea amigo mío; sino, sencillamente, porque sus trabajos y su investigación pues así lo avalan. Con lo cual, es una suerte Luis y muchas gracias por venir con nosotros a estos 'Fardos de Pericón' que arrancan hoy. Muchas gracias. Muy bienvenido, ¿eh?
'Las mil y una historias de Pericón de Cádiz', dedicadas por su hijo, el entrañable 'Juman' |
—Muchas gracias a ti.
—Luis, tú, aparte de que conoces toda, digamos todo el árbol frondoso del arte flamenco, no solamente de la comarca cantaora de Cádiz y Los Puertos de la que estás especialmente..., bueno, tienes una enorme especialidad, pero conoces el arte flamenco bien, resulta que tú unes tus estudios, porque ¿tú eres de formación abogado, verdad?
—Sí.
—¿Y ejerces además como tal, no?
—Sí.
—Y fuiste impulsor y estás especialmente dedicado a los corridos, romances y deciduras (que decían) ¿no? o carrerillas. ¿Qué es eso pa que se lo contemos a los oyentes?
—Pues los corridos o corridas tienen un nombre que viene ya de antiguo en La Gitanilla le llaman romances, cantan romances en tono correntío; en Pedro de Urdemalas también cantan romances en tono correntíos, de Cervantes; luego pues, en el siglo XIX Estébanez, Davillier le llaman corridas, y en el Romancero de Durán, corridos, corridas o carrerillas.
—¿Y cuándo empezaste tú, Luis, a recopilar estos romances, cuál fue tu metodología y cuándo empezaste?
Dámaso Alonso y su esposa Eulalia Galvarriato |
José Luis Tejada |
Luis Suárez conversa con El Negro del Puerto |
Retrato de Dámaso Alonso de Josep Pla-Narbona |
Fiesta de los Cante de los Puertos. José Reyes El Negro del Puerto. |
—¡Qué barbaridad! ¡Qué barbaridad!
Antonio Monge Rivero El Planeta, Cádiz, 1789 |
Manrique de Lara. Foto: Romancero de la Cuesta del Zarzal |
El Nene visto por Francord en la obra 'Cádiz por dentro' de Adolfo Vila Valencia |
—Vendedor de avellanas, por cierto. Vendedor de avellanas en la puerta de San Juan de Dios de la alcaldía...
—Efectivamente.
—A cuyo alcalde fue a protestar El Nene, porque le habían puesto al lado a un sacador de muelas. Entonces El Nene decía: ¡hombre, yo cómo voy a vender avellanas si usted me ha puesto al lao a un sacamuelas...! (2)
—Pues bien y... después cómo El Fillo teníamos noticias por los Caganchos de que cantaba la toná de Los Pájaros que no es otro que el Romance del Prisionero, el caso y la convivencia de El Fillo con El Brujo y que Juan José Niño López, había sido esto lo ha descubierto Luis Javier Vázquez Morilla...
—Al que tú le has hecho un precioso prólogo y él ha hecho un magnífico trabajo...
—Un magnífico trabajo. Y es que Juan José Niño López es a su vez padrino de bautizo de una nieta de El Fillo, estaban perfectamente; la tradición oral va siguiendo su curso...
—Vamos a seguir nosotros el curso. ¿Se acuerdan ustedes de esa alegría que Juan Ramírez Sarabia Chano Lobato puso en circulación?; puso en circulación, pero antes las descubrió este señor que está aquí, por la tradición oral, que depositaba Ramón Medrano de Sanlúcar al Puerto, con esa preciosa cantiñas, hasta entonces, los años 50 y los años 60, absolutamente desconocida para todo el mundo: la cantiña de Las Mirris, Ramón Medrano.
¿Qué es lo que suena? (bis)
los presiarios por las caenas
hay un carril
de Sanlúcar hasta el Puerto
un carril
lo han hecho las Mirris
de ir y venir
La Mirri Chica
y La Mirri Grande
estaban hechas
de azúcar cande...
—Ahí lo tienen: La Mirri Chica y La Mirri Grande. Siempre hay una historia detrás, ¿no? ¿Qué historia había detrás de esto de Las Mirris, Luis?
—Pues es la construcción por los presos gitanos de la carretera de El Puerto a Sanlúcar. Había un sitio en El Puerto que le llamaban El Presidio, que todavía existían hace muy poco cuatro garitas donde tenían concentraos a los gitanos que estaban en esa obra pública, un trabajo forzado. Que por cierto es la primera obra pública en que se emplean camellos para el traslado de los materiales y esto lo cuenta Antonio Machado Núñez el abuelo de los Machado en su obra sobre los animales en la naturaleza... (3)
Antonio Machado Núñez |
—El eminente naturalista...
—El eminente naturalista...
—El Darwin gaditano...
—Exactamente.
—Que, por cierto, había nacido en Cádiz.
—Había nacido en Cádiz.
—Había nacido en Cádiz, en 1805 (4), padre de Demófilo, abuelo —por tanto— de los dos literatos, de Manuel y de Antonio.
—Y es la primera obra pública donde se emplean para el traslado de los materiales, camellos; es una cosa rarísima, bueno pues seguimos.
Patio del Instituto Santo Domingo. Luis Suárez imparte una conferencia ilustrada por los cantaores romancistas El Negro del Puerto y Alonso del Cepillo. Foto: Gente del Puerto |
—Qué curioso. Resulta que a partir de un Coloquio Internacional sobre el Romancero de Tradición Oral, conectaste todos esos textos, ¿no?, los que describe Serafín Estébanez Calderón, este militar costumbrista que escribe en el siglo XIX, porque ya está hablando de ese Planeta que está cantando los romances, ¿no? y eso llegas hasta Álvaro Picardo y los hijos del Mellizo, que en la Academia de Santa Cecilia hay reminiscencias de la jiliana, ¿no? y de...
—Del año 22.
—Del año 22, sí.
—Pues bien. El Coloquio Internacional del Romancero en El Puerto, el año me parece que fue 87, allí estuvieron presentes todos los sabios hispanistas más interesantes dedicados al estudio del romance. Y una cosa había: no se había conectado todavía mis informantes con los de Álvaro Picardo, con los de Manrique de Lara, hasta llegar a Estébanez Calderón. Sobre todo los de Manrique de Lara estaban en el Archivo Menéndez Pidal como una verdadera anomalía; aquello era tan bueno que no podía ser verdad.
Diego Catalán Menéndez Pidal |
—¡Que yo lo voy a trabajar...!
—No, no, no, tuvieron la generosidad de formarme para que yo pudiera tratar mis textos; y eso nunca lo podré agradecer suficientemente.
—Bueno. Yo creo que es hora de que escuchemos un fragmento. ¿Te parece que escuchemos, por ejemplo, a Juana la del Cepillo?
—Vale. Es un romance de Durandarte muy bonito. Muy bueno.
Estando yo paseando
que por los campitos de batalla,
y que yo ha sentío unos quejíos
que y entre medio de verdes matas;
y que yo me había acercaíto a él
a ver si era pare de Francia
y que era un primito mío
aquel que yo más estimaba.
—Tenemos también la suerte (aparte de contar con Luis Suárez Ávila) a una persona que tenemos en el estudio, que es un gran musicólogo de Murcia, Guillermo Castro Buendía que hará cuestión de dos, tres años publicó dos volúmenes, dos magníficos volúmenes: Génesis del cante flamenco. Guillermo muy buenos días y bienvenido a Cádiz.
—Hola, buenos días.
—Ya tendremos mucha posibilidad y ya te emplazaremos y te invitaremos de manera personal, porque vais a hacer un trabajo al alimón; tú desde la herramienta de la musicología, ¿verdad?, que es bastante potente y Luis con todo su saber, ¿verdad? y su recopilación. Hay un textito que me gustaría que me lo explicases de manera muy rápida, de una documentación que servidor encontró en el Diario Mercantil de Cádiz, en la Hemeroteca Celestino Mutis, fechada un 30 de enero de 1829, que dice que entre el acto primero y el segundo (Teatro Principal de Cádiz, es decir: la Plaza del Palillero) bailará el baile el señor Miguel Álvarez, aficionado y después en el acto segundo bailará el Jaleo de la Solitaria. ¿Qué es eso del Jaleo de la Solitaria? Explícaselo rápidamente a los oyentes.
—Bueno. Es difícil de saber exactamente qué sería ese Jaleo concretamente, Jaleo de la Solitaria. Pero bueno, como jaleo había durante el siglo XIX una multitud de canto, baile, música en general, que lo que primero hará: el jaleo, como la propia palabra dice, la fiesta, lo que es jalear al baile, las palmas y eso en lo que los gitanos eran grandes expertos. Y bajo ese nombre de jaleo había una multitud de cante que hoy entendemos como soleares, bulerías y cantiñas, ¿no? Y eso era principalmente un poco el término de jaleo que era como un universo muy amplio en el que no se puede tampoco reducir a una cosa en concreto.
—Sí. Que podemos convenir que era un poco la levadura, lo que luego sería...
—La levadura.
—De lo que luego sería, ¿verdad?
—El universo del jaleo era muy amplio, pero vamos: soleares, bulerías y cantiñas, pa que nos entendamos un poco...
—Muy bien. Muchas gracias, Guillermo. Entre 1971 y 1974 tuviste, Luis, un papel muy destacado, puesto que organizaste la Fiesta del Cante de los Puertos. Nos quedan exactamente tres minutos; a mí me gustaría que cerremos este espacio escuchando el pregón de Macandé, que fue el primer cante que tú subiste con El Negro del Puerto.
—El primer cante con el que se inauguró la primera Fiesta del Cante de los Puertos. Yo logré reunir a los que yo llamaba "Los últimos de Filipinas", personas que tenían de 80 a 90 años: El Negro, El Cojo Pavón, Ramón Medrano, los del Cepillo, Alonso, Juana, Dolores; incluso a Pepe de la Matrona, ¡en fin!, José Espeleta.
—Afortunadamente, además, porque en el caso de Macandé (o Magandé que era como verdaderamente se le decía en Cádiz), se conocen muy pocos cantes, sin embargo él era pues un cantaor que lo dominaba prácticamente todo: largo por seguiriya, por soleá, sin embargo nos quedan dos fragmentos gracias a la inmensa labor tuya, Luis, yo te agradezco...
—Sí, que era esta de El Negro y otra que no tengo grabá, pero que yo escuché a Jeroma la del Planchero, que empezaba como una asturiana:
A la salida de Asturias,
al llegar a la montaña,
llevo yo mis caramelos
para venderlos por España,
caramelos llevo yo...
(etcétera, etcétera).
—Pues, muchísimas gracias, Luis, por habernos visitao, gracias por todo lo que nos has aportao y, sobre todo, por ser el padre y el azogue en el que todos los que estamos investigando nos miramos en ti.
—Muchas gracias. Es demasiao...
—Vamos a escuchar este pregón de Macandé. Macandé un gitanito que nace en 1897, en pleno conflicto ya con la Guerra de Cuba; fallece el año de la Explosión y dentro de muy poco vamos a realizar un documental precioso con la figura de David Palomar. Vamos a escuchar el pregón de Macandé tal y como lo rescató Luis Suárez en la voz de El Negro del Puerto:
Son de menta
caramelos, que los acabo
mis caramelos,
que niña comprarme;
que yo los llevo de menta,
también los llevo de limón;
de Félix y Mariano Rodríguez,
de Vicente Barrera
del gran artista Cagancho
y el Niño del Mataero,
comprarme mis caramelos.
—Bueno. Yo creo que es hora de que escuchemos un fragmento. ¿Te parece que escuchemos, por ejemplo, a Juana la del Cepillo?
—Vale. Es un romance de Durandarte muy bonito. Muy bueno.
Estando yo paseando
que por los campitos de batalla,
y que yo ha sentío unos quejíos
que y entre medio de verdes matas;
y que yo me había acercaíto a él
a ver si era pare de Francia
y que era un primito mío
aquel que yo más estimaba.
—Tenemos también la suerte (aparte de contar con Luis Suárez Ávila) a una persona que tenemos en el estudio, que es un gran musicólogo de Murcia, Guillermo Castro Buendía que hará cuestión de dos, tres años publicó dos volúmenes, dos magníficos volúmenes: Génesis del cante flamenco. Guillermo muy buenos días y bienvenido a Cádiz.
—Hola, buenos días.
—Ya tendremos mucha posibilidad y ya te emplazaremos y te invitaremos de manera personal, porque vais a hacer un trabajo al alimón; tú desde la herramienta de la musicología, ¿verdad?, que es bastante potente y Luis con todo su saber, ¿verdad? y su recopilación. Hay un textito que me gustaría que me lo explicases de manera muy rápida, de una documentación que servidor encontró en el Diario Mercantil de Cádiz, en la Hemeroteca Celestino Mutis, fechada un 30 de enero de 1829, que dice que entre el acto primero y el segundo (Teatro Principal de Cádiz, es decir: la Plaza del Palillero) bailará el baile el señor Miguel Álvarez, aficionado y después en el acto segundo bailará el Jaleo de la Solitaria. ¿Qué es eso del Jaleo de la Solitaria? Explícaselo rápidamente a los oyentes.
Diario Mercantil, 30 de enero de 1829 |
—Bueno. Es difícil de saber exactamente qué sería ese Jaleo concretamente, Jaleo de la Solitaria. Pero bueno, como jaleo había durante el siglo XIX una multitud de canto, baile, música en general, que lo que primero hará: el jaleo, como la propia palabra dice, la fiesta, lo que es jalear al baile, las palmas y eso en lo que los gitanos eran grandes expertos. Y bajo ese nombre de jaleo había una multitud de cante que hoy entendemos como soleares, bulerías y cantiñas, ¿no? Y eso era principalmente un poco el término de jaleo que era como un universo muy amplio en el que no se puede tampoco reducir a una cosa en concreto.
—Sí. Que podemos convenir que era un poco la levadura, lo que luego sería...
—La levadura.
—De lo que luego sería, ¿verdad?
—El universo del jaleo era muy amplio, pero vamos: soleares, bulerías y cantiñas, pa que nos entendamos un poco...
—Muy bien. Muchas gracias, Guillermo. Entre 1971 y 1974 tuviste, Luis, un papel muy destacado, puesto que organizaste la Fiesta del Cante de los Puertos. Nos quedan exactamente tres minutos; a mí me gustaría que cerremos este espacio escuchando el pregón de Macandé, que fue el primer cante que tú subiste con El Negro del Puerto.
Alonso el del Cepillo con el toque de Félix de Utrera. Detrás, Pericón de Cádiz y Agujetas el Viejo. Foto: Gente del Puerto |
Camarón de la Isla en la Fiesta del Cante de los Puertos, de 1974, organizada por Luis Suárez |
Poker de ases: Chaquetón, Rancapino, El Negro del Puerto y Chano Lobato |
—El primer cante con el que se inauguró la primera Fiesta del Cante de los Puertos. Yo logré reunir a los que yo llamaba "Los últimos de Filipinas", personas que tenían de 80 a 90 años: El Negro, El Cojo Pavón, Ramón Medrano, los del Cepillo, Alonso, Juana, Dolores; incluso a Pepe de la Matrona, ¡en fin!, José Espeleta.
—En esas fiestas se fueron recogiendo 165 cantes que estaban, o perdidos o que se desconocían; es decir, hoy todo el mundo habla de las cantiñas de Las Mirris, de las dos seguiriyas de Perico Frascola; de (qué te digo yo) de la Toná del Brujo, de la Toná de Los Pajaritos, pero en aquel momento no se sabía nada de eso. Y yo logré poner en conocimiento del mundo flamenco una serie de cantes, 165 concretamente, que estudié, fijé las líneas transmisoras dentro de lo posible y ahí quedaron y todo el mundo ya los conoce...
—Afortunadamente, además, porque en el caso de Macandé (o Magandé que era como verdaderamente se le decía en Cádiz), se conocen muy pocos cantes, sin embargo él era pues un cantaor que lo dominaba prácticamente todo: largo por seguiriya, por soleá, sin embargo nos quedan dos fragmentos gracias a la inmensa labor tuya, Luis, yo te agradezco...
Jeroma la del Planchero |
A la salida de Asturias,
al llegar a la montaña,
llevo yo mis caramelos
para venderlos por España,
caramelos llevo yo...
(etcétera, etcétera).
—Pues, muchísimas gracias, Luis, por habernos visitao, gracias por todo lo que nos has aportao y, sobre todo, por ser el padre y el azogue en el que todos los que estamos investigando nos miramos en ti.
—Muchas gracias. Es demasiao...
—Vamos a escuchar este pregón de Macandé. Macandé un gitanito que nace en 1897, en pleno conflicto ya con la Guerra de Cuba; fallece el año de la Explosión y dentro de muy poco vamos a realizar un documental precioso con la figura de David Palomar. Vamos a escuchar el pregón de Macandé tal y como lo rescató Luis Suárez en la voz de El Negro del Puerto:
Gabriel Díaz Fernández, Magandé, tensa el puño derecho. A la guitarra Carlos Montoya. Archivo de Blas Vega |
Son de menta
caramelos, que los acabo
mis caramelos,
que niña comprarme;
que yo los llevo de menta,
también los llevo de limón;
de Félix y Mariano Rodríguez,
de Vicente Barrera
del gran artista Cagancho
y el Niño del Mataero,
comprarme mis caramelos.
Cádiz, Plaza de San Francisco, noviembre de 2018. Almuerzo homenaje a Luis Suárez Ávila. Faustino Núñez, La Meira, servidor, Luis Suárez, Antonio Barberán, Guillermo Castro y David Monge. |
_________________________
(1) Según los hallazgos de Antonio Barberán, Gabriel Monge El Nene o El Nene de la Viña, nació en Cádiz el 18 de marzo de 1834 y falleció en Cádiz el 22 de abril de 1922 a los 88 años de edad. Véase BARBERÁN REVIRIEGO, Antonio, 5º Tipismo gaditano: El Nene de la Viña, en el blog Callejón del Duende.
(2) Así lo contaba Pericón de Cádiz: "El Nene era un gitano de Cádiz que tenía un ángel fenomenal, y el pobre se buscaba la vida unas veces vendiendo una cosa y otras veces vendiendo otra; pero lo que más vendía eran las albellanas (sic) de los toros. Un año, aproximándose Corpus, le dijo un señorito amigo suyo:
—Nene, ¿tú por qué no pones por Corpus un puesto de albellanas en la Plaza San Juan de Dios?
—Hijo de mi arma —le contesta el Nene—, ¿yo voy a poner seis kilos de albellanas? Yo, pa poner, pondría un saco de albellanas en su tarima bien prepará...
—¿Y qué te hace falta pa eso?
—¡Pues los quince duros que vale el saco!
—Nada, hombre; yo te doy el dinero que haga falta y pones tu puesto.
Total, que le dio el dinero, y ya El Nene andó sus pasos, se fue al ayuntamiento pa que le dieran la licencia, se la dieron y puso su puestecito de albellanas en la Plaza San Juan de Dios... Pero cuando llevaba un rato pregonando las albellanas con su vocecita, empiezan a montar al lao suyo un puesto grande, y el pobre Nene pensando: "¿Qué irá a poner aquí?", hasta que ya acabaron y vio que era pa un sacamuelas, pa uno que hablaba medio francés, medio español diciendo:
—¡¡Señoges: si hay alguna persona que tenga una muela picá o un diente que suba, que yo se la saco inmediatamente sin dolog y sin costagle un céntimo!!
Y claro, el que tenía una muela picá:
—Ahora verás, ahora aprovecho la ocasión. Y El Nene allí, al lao, con su puesto y su vocecita:
—Albellanas, albellanas, albellanas. Y no vendía ni una, porque toa la gente se la llevaba el dentista, uno p´arriba, otro, otro..., y El Nene cabreándose:
—Albellanas..., albellanas..., ALBELLANAAAAS... Y así se tiró dos horas sin vender ua sola albellana, y el tío sacamuelas llevaba ya doce o catorce sacás... Y claro, se cabreó del tó, cogió el puesto, vació toas las albellanas en el saco, y al Ayuntamiento que se fue a buscar al teniente-alcalde. Llega al Ayuntamiento, pregunta por el teniente-alcalde, y como El Nene tenía tanta gracia y lo conocían tanto, enseguía lo dejaron pasar al despacho:
—Vamos a ver, Nene, ¿qué quieres?
—¿Que qué quiero? ¡Que me devuelva usté el dinero de la licencia!, porque me ha mandao usté allí, al lao de donde estoy yo, un sacamuelas, y la gente venga a subir p´arriba a sacarse muelas, y yo al lao vendiendo albellanas sin vender una, porque usté verá: ¿quién va a comprarme albellanas con las muelas sacás? ¿Con qué las van a partir?
Véase: ORTIZ NUEVO, José Luis, Las mil y una historias de Pericón de Cádiz, recogidas y ordenadas por J. L. Ortiz Nuevo, Madrid: Ediciones Demófilo, 1975 (Págs. 164-166).
(3) "(...) Los primeros camellos que se introdujeron, con el objeto de propagarlos, eran procedentes de las Islas Canarias y en pocos años el celo del Sr. Castellanos consiguió su multiplicación, hasta reunir una manada de ochenta. En 1833, á los pocos años de haberlos aclimatado, empezaron á usarse como animales de carga y transporte en la provincia de Cádiz, y los nacidos en el coto fueron los que se empleaban en acarrear materiales para las obras del camino real del Puerto de Santa María á Sanlúcar de Barrameda (hace más de treinta años), y en distintas condiciones á Arcos, Jerez, Chiclana y otros pueblos." MACHADO NUÑEZ, Antonio, Catálogo metódico y razonado de los mamíferos de Andalucía, clasificados según el sistema del Dr. Enrique Schinz, Sevilla: Imp. de Gironés y Orduño, Lineros, 2 y Lagar de la Cera, 3 y 5 (Pág. 40)
(4) Eso tiene hablar de memoria que uno se equivoca. Antonio Machado Núñez nació en Cádiz el 30 de marzo de 1815, según consta en el certificado de bautismo de la parroquia de Santa Cruz, hijo de Francisco Machado y de María Núñez. Véase: TORRALBA MARTÍNEZ, Antonio, Antonio Machado Núñez (1815-1896) y su contribución a la cultura española (Pág. 123).
(2) Así lo contaba Pericón de Cádiz: "El Nene era un gitano de Cádiz que tenía un ángel fenomenal, y el pobre se buscaba la vida unas veces vendiendo una cosa y otras veces vendiendo otra; pero lo que más vendía eran las albellanas (sic) de los toros. Un año, aproximándose Corpus, le dijo un señorito amigo suyo:
—Nene, ¿tú por qué no pones por Corpus un puesto de albellanas en la Plaza San Juan de Dios?
—Hijo de mi arma —le contesta el Nene—, ¿yo voy a poner seis kilos de albellanas? Yo, pa poner, pondría un saco de albellanas en su tarima bien prepará...
—¿Y qué te hace falta pa eso?
—¡Pues los quince duros que vale el saco!
—Nada, hombre; yo te doy el dinero que haga falta y pones tu puesto.
Total, que le dio el dinero, y ya El Nene andó sus pasos, se fue al ayuntamiento pa que le dieran la licencia, se la dieron y puso su puestecito de albellanas en la Plaza San Juan de Dios... Pero cuando llevaba un rato pregonando las albellanas con su vocecita, empiezan a montar al lao suyo un puesto grande, y el pobre Nene pensando: "¿Qué irá a poner aquí?", hasta que ya acabaron y vio que era pa un sacamuelas, pa uno que hablaba medio francés, medio español diciendo:
—¡¡Señoges: si hay alguna persona que tenga una muela picá o un diente que suba, que yo se la saco inmediatamente sin dolog y sin costagle un céntimo!!
Y claro, el que tenía una muela picá:
—Ahora verás, ahora aprovecho la ocasión. Y El Nene allí, al lao, con su puesto y su vocecita:
—Albellanas, albellanas, albellanas. Y no vendía ni una, porque toa la gente se la llevaba el dentista, uno p´arriba, otro, otro..., y El Nene cabreándose:
—Albellanas..., albellanas..., ALBELLANAAAAS... Y así se tiró dos horas sin vender ua sola albellana, y el tío sacamuelas llevaba ya doce o catorce sacás... Y claro, se cabreó del tó, cogió el puesto, vació toas las albellanas en el saco, y al Ayuntamiento que se fue a buscar al teniente-alcalde. Llega al Ayuntamiento, pregunta por el teniente-alcalde, y como El Nene tenía tanta gracia y lo conocían tanto, enseguía lo dejaron pasar al despacho:
—Vamos a ver, Nene, ¿qué quieres?
—¿Que qué quiero? ¡Que me devuelva usté el dinero de la licencia!, porque me ha mandao usté allí, al lao de donde estoy yo, un sacamuelas, y la gente venga a subir p´arriba a sacarse muelas, y yo al lao vendiendo albellanas sin vender una, porque usté verá: ¿quién va a comprarme albellanas con las muelas sacás? ¿Con qué las van a partir?
Véase: ORTIZ NUEVO, José Luis, Las mil y una historias de Pericón de Cádiz, recogidas y ordenadas por J. L. Ortiz Nuevo, Madrid: Ediciones Demófilo, 1975 (Págs. 164-166).
(3) "(...) Los primeros camellos que se introdujeron, con el objeto de propagarlos, eran procedentes de las Islas Canarias y en pocos años el celo del Sr. Castellanos consiguió su multiplicación, hasta reunir una manada de ochenta. En 1833, á los pocos años de haberlos aclimatado, empezaron á usarse como animales de carga y transporte en la provincia de Cádiz, y los nacidos en el coto fueron los que se empleaban en acarrear materiales para las obras del camino real del Puerto de Santa María á Sanlúcar de Barrameda (hace más de treinta años), y en distintas condiciones á Arcos, Jerez, Chiclana y otros pueblos." MACHADO NUÑEZ, Antonio, Catálogo metódico y razonado de los mamíferos de Andalucía, clasificados según el sistema del Dr. Enrique Schinz, Sevilla: Imp. de Gironés y Orduño, Lineros, 2 y Lagar de la Cera, 3 y 5 (Pág. 40)
(4) Eso tiene hablar de memoria que uno se equivoca. Antonio Machado Núñez nació en Cádiz el 30 de marzo de 1815, según consta en el certificado de bautismo de la parroquia de Santa Cruz, hijo de Francisco Machado y de María Núñez. Véase: TORRALBA MARTÍNEZ, Antonio, Antonio Machado Núñez (1815-1896) y su contribución a la cultura española (Pág. 123).