Antonio Rodríguez Martínez 'El Tío de la Tiza'. Fotograbado revista Actualidades, 1903. Biblioteca Nacional de España |
El tango vino de ultramar y encontró su hábitat fértil en tierras gaditanas. Se coló estibado junto a las cuadernas de un buque de matrícula antillana y asentó su aroma en los ultramarinos coloniales del viejo Pópulo, en los almacenes de Santa María y en las tiendas de vino viñeras; encontrando así los índices adecuados de salinidad y de humedad relativa para su conservación: vientos de la mar sureños; levante que le resecaba la tez morena y poniente que le refrescaba su ascendencia caribeña. Y se acodó en un anaquel de caoba montañés con encajes de blondas blancas, al lado del rico melocotón en conserva, del bacalao portugués, del tronco de atún rojo en aceite, del tocino rancio salado; y junto al cacao virreinal y a las sardinas arenques, vendió sus compases al peso, antes de que las barricas de éstas se convirtieran en los rudimentarios bombos de aquellas primitivas murgas contestatarias, que reproducían el tan tán de su poliritmia.
Tango acuarelao. Manuel Martín Morgado |
Tardó mucho tiempo en aparecer el nombre de tanguillo. Casi un siglo. Y lejos de clarificar, llegó para complicar nomenclaturas. La fiesta de carnestolendas, en la cual se engendrara, conserva aún su viejo nombre de tango. La industria flamenca lo empadronó luego a conveniencia, ya que otras formas musicales se habían desgajado de la misma matriz binaria, y entre tanto tango tengo (de Carnaval, de flamenco y bonaerense) se le rebautizó, andando el largo siglo. Con él coquetearon las grandes voces líricas: María Guerrero la Grande y también el emergente y erótico couplet de prosapia francesa e italiana, a través de Pilar Cohen... Pero ahora estamos en los albores del siglo XX. Concretamente en 1904. Y aún más explícito: en el mes de junio.
El Cádiz de 1904
Mas... ¿cómo era el Cádiz de 1904? ¡Así!: Los buques de vapor colmataban el muelle y los servicios regulares a Burdeos, Marsella, Montevideo, Buenos Aires, Río de Janeiro, Santos, Madeira... dibujaban en el puerto "un bosque de jarcias" (que diría Fernando Quiñones), en un constante bullir de mandaderos del muelle, que acarreaban bultos de mano, sacos de noche, sombrereras y cestas, en comandita con los boteros del servicio de pasajeros. Cada uno de estos de primera clase tenía derecho a embarcar gratis doscientos kilogramos; se les proveía de jergón, cabecera y manta y se le suministraba vino, pan fresco y carne. Había cámaras "decentes" para las mujeres.
Líneas de vapores trasatlánticos con servicios mensuales entre Cádiz y Nueva York, Canadá, América Central e Indias Occidentales: Isla de Cuba, Puerto Limón, Curaçao, La Guaira, Mayagüez, Ponce, San Juan de Puerto Rico y principales puertos de México, que se consignaban en el número nueve de la calle Ramón de Carranza —entonces Isaac Peral—, en el consignatario de los Sres. Viuda de R. Alcón y F. Lerdo de Tejada, o en el de la Vda. de Ernesto Kropf y Cía... ¡Como para que la petenera americana de Petén no llegase a nuestra dársena y en los teatros del Balón y Principal la diese a conocer un gitano de Cádiz, llamado Lázaro Quintana!
Sus prósperos comercios vendían gorras al por mayor, que se exportaban a provincias y a ultramar, como la fábrica de gorras de Tomás L. de la Torre, que había en Cristóbal Colón. En la Plaza de Topete —hoy de las Flores— olía a jabón inglés por la fábrica de Nuestra Señora del Carmen, de Juan José Viniegra. La tienda de muebles de lujo de Matías Rodríguez de la Torre, anunciaba mobiliarios completos de alcoba y comedor; sillerías forradas, de rejilla de Viena o de tapicería blanca; cómodas, tejidos para cortinaje y mecedoras de madera noble.
Los naipes de Rodolfo de Oléa, transparentes, con revés metálico, oro plata y cobre; y las barajas de Los Dos Tigres, de la fábrica de Méndez Núñez, presidían los baches y las tiendas de vinos. Las calles de barrios humildes, llenas de despachos de leche de vaca, olían a ubre recién ordeñada. Las tiendas al por menor de vinos y licores, dibujaban un paisaje pintoresco de nombres fantásticos, llenos de sabor: El Aguaducho de la Pescadería, La Privadilla, El Mulatón, Los Claveles, La Machina, Los Negros, La Carabela, La Uvita, El Cabezón, La Cantabria, La Parra la Bomba, La Perla Jerezana, La Pila Vieja, Los Tres Reyes, La Valdepeñera, Maisón Doré...
Una conferencia de tres minutos a Sevilla, costaba 1 peseta con 25 céntimos; a Málaga, 2 peseta con 25, y a Madrid, 4 pesetas con 25. Los servicios de Ferrocarriles, tenían líneas diarias de Cádiz a Jerez y Sevilla, en distintos modelos de trenes: Express, Correo o Mixto. La Torre de Vigía estaba establecida en la Torre de Tavira; siendo Adolfo Cebada su primer vigía y Manuel Álvarez, el segundo. En la misma torre existía una imprenta en la que se hacía el Parte Oficial de la Vigía de Cádiz, periódico nocturno del movimiento marítimo de la ciudad.
La urbe mantenía una gran tradición musical, con la Real Academia de Santa Cecilia, sita en la calle Benjumeda, y con el Conservatorio Odero de la calle San José (Manuel de Falla había estudiado piano con Alejandro Odero y por aquella fecha, 1904, ya había estrenado su obra Los amores de la Inés). Los profesores de canto se anunciaban en las guías de la ciudad (2), como doña Josefa Braojos que décadas antes había acudido invitada, junto a Falla y a su padre, al Salón Quirell, a una audición fonográfica en 1895, en la que se escucharon malagueñas impresas en un cilindro de cera. Pero también se publicitaban profesores de clarinete, de contrabajo, de cornetín, de flauta, de piano, de trombón, de viola, de violín, de violoncello; incluso de guitarra flamenca, por uno de sus grandes maestros, heredero del gran Patiño, de la Escuela Gaditana de guitarra del siglo XIX: "Manuel Pérez 'El Pollo', Sacramento, 19".
El antiguo Teatro Eslava, aquél en el cual Enrique el Mellizo cantó seguiriyas en 1894 para librar de quintas a su hijo, en un beneficio en el que participó también de forma desinteresada su discípulo Don Antonio Chacón (3), era ya un almacén de maderas, de Arturo Estrade y Cía, con ochenta y ocho máquinas para aserrar; tablas de pino rojo, pinzapa del Báltico, caoba de Cuba, pino gallego, teca y nogal americano, que inundaba un olor a madera y a serrín por toda la calle Obispo Calvo y Valero.
La capital tenía una cantidad de artistas flamencos enorme, herederos de aquellas grandes figuras locales del XIX que fueron coetáneas a El Planeta: Chele Fateta (hermano primogénito de Aurelio Sellés que en 1904 era un niño de siete años); Joaquín el Feo (primogénito de Magandé que, a la sazón, contabilizaba también siete años de edad) Fosforito, que había puesto boca abajo el Café del Burrero; El Quiqui, que había paseado las cantiñas y las alegrías para baile por los cafés hispalenses; el gran Enrique el Mellizo, alquimista y telúrico (el primero fallecería al año siguiente de 1905 y el segundo en 1906); sus hijos Antonio y Enrique; Francisco la Perla, Los Loros, Pepa Oro, El Troni, Chiclanita, Inés la del Columpio, Ignacio Espeleta... y otros artistas gaditanos que habían "emigrado" a Sevilla: Rosario la Mejorana (madre de Pastora Imperio); Gabriela Ortega (madre de los Gallos), Caracol el del Bulto (padre de Manolo Caracol) o Juan Gandulla Habichuela, entre muchos más...
Las sociedades y círculos dinamizaban el Cádiz más político y cultural: Círculo Liberal, Republicano, Democrático, Liberal-Conservador, Mercantil, junto a las sociedades estrictamente culturales: Liceo Fígaro Gaditano, Liceo Albarrán, Liceo Gaditano, Liceo Burgos, Liceo Dramático, Sociedad del Duque y Círculo Modernista, cuyo presidente, impulsor y alma mater, fuera el autor del tango que protagoniza esta entrada. La Velada de Los Ángeles tenía un aire aristocrático de fiesta atlántica que atraía a visitantes de toda Andalucía.
Los teatros completaban la oferta de ocio: el Principal, solemne, de mayor capacidad, construido en 1780; El Cómico, reducido, coqueto y artísticamente decorado; el Teatro-Circo, de la calle Jesús Nazareno, cuya pista albergaba espectáculos ecuestres; y el Teatro del Parque Genovés con su estructura de hierro forjada (que actualmente acoge en Santa María al Centro Flamenco de la Merced). El Gran Teatro —entonces, en 1904— tenía acabado el edificio, pero aún estaba lejos su inauguración, y aún más lejos su denominación de Gran Teatro Falla.
Los pintores Felipe Arbazuza, Federico Godoy, Salvador Viniegra y Antonio Accame gozaban de un gran prestigio. Los baños de mar, estrictamente regulados por ordenanzas municipales, constituían el aliciente estival: El Real, Nuestra Señora del Carmen, Puerta Sevilla y San Carlos, junto a la Playa del Arrecife, eran los puntos de baño. Las bicicletas se alquilaban en la calle Pozo de la Nieve. Los cafés mantenían la tradición y el enorme esplendor que éstos habían tenido en la ciudad, desde el Cádiz de las Cortes: Café Parisién, Café La Imperial, Café la Cruz del Campo... Los hoteles evocaban en sus nombres a las ciudades: De París, de Francia, Continental, de España, de Roma, de Cádiz... La plaza de toros de La Hoyanca, con capacidad para 11.000 espectadores, era entera de madera y había sido construida en 1862.
A tenor del Censo de Población que se había realizado en 1900, cuatro años antes, por el Instituto Geográfico y Estadístico, Cádiz capital contaba con una población de hecho de 69.382 habitantes. En sus calles, los vendedores de prensa voceaban una gran cantidad de títulos de cabeceras periódicas, como le correspondía a una de las poblaciones que en buena parte del siglo XIX, fue de las más prósperas en edición de periódicos.
Junto al —ahora decano— Diario de Cádiz, se publicaban: La Información, La Correspondencia de Cádiz, La Dinastía, El Contribuyente, La República, El Programa, El Demócrata, El Regional, El Criterio Católico, la Revista de Primera Enseñanza, Cádiz Alegre, El Societario, El Liberal y La Ilustración; junto al Avisador Marítimo de Cádiz, La Revista Escolar, el Parte Oficial de la Vigía y los diversos Boletines oficiales.
La División Administrativa de la ciudad estaba establecida en nueve distritos por barrios: Constitución, San Francisco, San Carlos, Cortes, Correo, Hércules, Balón, Hospicio, Libertad, San Lorenzo, Escuelas, Pópulo, Merced, Santa María, San Severiano, Puntales y San José. En este último barrio acaecerá todo cuanto contaremos.
San José era el barrio decano de extramuros y contaba con una población, mayormente dedicada a la pesca, a las bodegas de su entorno, a la agricultura, a la industria del gas de la Sociedad Cooperativa, de capital gaditano —en donde nuestro protagonista trabajara— y a la Compañía de Gas Lebón, de capital francés. Huertas fértiles, esparcidas en casas de recreo, con albercas y acequias: Huerta de Sacaluga, Huerta de las Ánimas, Huerta de los Bruzones...; manchones con viviendas en derredor, como el Manchón de Landeira.
Muchos ventorrillos en sus inmediaciones, con patios emparrados, brocales de pozo y geranios en macetas de lata, en los que se servía la manzanilla a granel y la juerga flamenca se concentraba de madrugada, a la luz de una lámpara de carburo; un hecho muy documentado a lo largo de todo el siglo XIX. Su trazado urbanístico respondía a bellos edificios de una sola planta, con acerado de losas de Tarifa, calles de piedra lavada y pavimento de bolos de río y preciosas rejas a ras de suelo, un conjunto urbano, decimonónico, inhallable en otras zonas de Cadiz capital, al que los actuales políticos le han dado la espalda y el urbanismo contemporáneo le ha proferido un desprecio absoluto, toda vez que los gestores de la era democrática no han mostrado sensibilidad conservacionista alguna, para un modelo de arquitectura extraordinariamente singular.
Carpinterías, herrerías, curtiderías y ultramarinos de cortinas de palillos multicolores; un pequeño teatro; caminos polvorientos con lindes de chumberas que se anegaban. La Iglesia de San José del siglo XVIII, a donde acudían cientos de peregrinos para el bautizo de sus animales, por San Antón. El camino polvoriento del Arrecife, constituía una verdadera pesadilla para sus beduinos pobladores, sobre todo los días de fuerte levante; y en un viejo corral de pesca: el Corral de Alejo —hoy un tramo de la Playa de los Corrales— en torno al cual se concentraba un importante núcleo de diestros mariscadores, de rederos que calaban la tarraya, la piquera, el rempujo y el mediomundo... y la Chanca de la Almadraba de Torregorda, cuyo edificio almadrabero con la chimenea esbelta, a pie de playa, alcanzó la segunda mitad del siglo XX.
La almadraba en Cádiz
La tradición almadrabera de Cádiz, ancestral y milenaria, se pierde en el tiempo. La explotación de sus recursos pesqueros está históricamente ligada a su fundación, que se remonta muchos siglos atrás, en los albores de su colonización. No en balde las monedas acuñadas en Gadir, Gadéira y Gades, junto a la abundante información proporcionada por la arqueología, testimonian su explotación y el complejo proceso de salazón, con su famoso garum.
Se le atribuye a Timeo, historiador grecosiciliano, de los siglos IV-III a.C. la cita más temprana de la pesca del atún, la salazón y el posterior comercio por parte de los fenicios de Gadir, la actual Cádiz:
"Dicen que los fenicios que habitan la llamada Gadeira, cuando navegan más allá de las Columnas de Heracles, con viento de levante arriban en cuatro días a unos lugares desiertos, llenos de algas y de ovas que durante la bajamar no se ven bañados, pero que se inundan con la pleamar. Y que en ellos se encuentran una extraordinaria cantidad de atunes de increíble tamaño y grosor, cuando se quedan varados. Una vez que lo salazonan y envasan, los llevan a Cartago. Son estos los únicos que no explotan los cartagineses, ya que por la calidad que tienen como alimentos, los consumen ellos mismos". (4)
Con posterioridad, "Ir por atún y ver al duque", será la expresión que testimonie la huella de la Casa Ducal de Medina Sidonia, donde los pillos, tunos y tunantes (de túnidos) recogerán toda la tradición picaresca cervantina de las almadrabas del litoral atlántico bajoandaluz.
Una de las imágenes icónicas almadraberas más remotas, dibujadas por el flamenco Joris Hoefnagel de la Almadraba de Hércules de Cádiz, está fechada en 1572 y pertenece al libro Civitates Orbis Terrarum, que entre 1572 y 1617 salieron a la luz en seis volúmenes distintos. Las Torres de Hércules eran un hervidero de curiosos, incluso de gente llegada de otros puntos de España. Arriba del grabado se detalla el itsmo que le une a San Fernando y la primitiva Puerta del Muro del siglo XVI, origen de la posterior Puerta de Tierra. Abajo, en la actual Torregorda, la Almadraba de Hércules calada, con las torres de avistamiento del bolo de túnidos; almadraba de tiro, con los almadraberos jalando y embolsando los atunes, en una preciosa descripción iconográfica de aquellas primitivas instalaciones almadraberas:
Esta última descripción corresponde al arte del corral de pesca, igualmente milenario. En el dibujo de la lámina de abajo, asimismo de Civitates Orbis Terrarum, está dibujada la ermita de San Sebastián —antes de albergar el faro— y el corral de pesca ubicado junto al islote de La Caleta:
Pero saltemos siglos de Al-madraba (etimológicamente en árabe: "lugar donde se golpea") y lleguemos a finales de siglo XIX. Veamos algunas breves noticias de la Almadraba de Hércules, entonces Almadraba de San José, como así se le denominaba en 1887:
Incluso llegaron a calarse en Cádiz almadrabas para especies distintas a los atunes, en este caso de sardinas; y el corral de pesca fue una actividad que se mantuvo hasta principios de siglo XX:
Cádiz contó con diferentes almadrabas, caladas en su término municipal, dependiendo de la época. Junto a la Almadraba de Hércules —luego denominada de Torregorda o de San José— que duró hasta bien entrado el siglo XX, se instaló otra en las inmediaciones de la Alameda de Apodaca, en tiempos de Felipe II, según el erudito Ponce Cordones. También se caló otra en el Castillo de San Sebastián de La Caleta, según hemos hallado en este breve del periódico La Dinastía:
No debe extrañarnos la llegada de portugueses a Cádiz, pues suponía la mano de obra barata de entonces. La almadraba era de una dureza inusual y fue, durante muchos decenios, esta mano de obra lusa (junto a la de los almadraberos de Isla Cristina, entonces, La Higuerita) la que trabajaba en las almadrabas gaditanas de buena parte del siglo XIX y principios del siguiente. Incluso sus costumbres folklóricas, dibujaban, a pie de playa de Torregorda, una estampa muy pintoresca e inusual, que causaban la admiración de la población autóctona de Cádiz y La Isla, como así testimonia la siguiente noticia, acaecida en la Almadraba de San José, dos años después del suceso que estamos contando:
Un dato que nos indican los niveles de capturas de hace un siglo y que deber servir para los estudios estadísticos de las pesquerías de túnidos, es el siguiente cuadro de capturas, publicado en 1903 en Diario de Cádiz y obtenido a su vez de La España Económica y Financiera, con la almadraba gaditana de Torregorda reseñada en primer lugar:
El hallazgo
El procedimiento acostumbrado entonces, por el cual se enterraban en la arena las cabezas y demás desperdicios de los atunes, fue el que propició que al cavarse una zanja, de apenas medio metro, floreciera el descubrimiento. Así, escueto y denominándolos duros, fue el titular del histórico breve en el que lo contaba Diario de Cádiz, el 3 de junio de 1904 en su edición de tarde:
A las pocas horas del hallazgo la noticia corrió como la pólvora y una legión de improvisados buscadores, provistos de picos, palas e instrumentos para cribar la arena, fue haciendo acopio de cuantas monedas iban apareciendo en la playa, pese al aviso que se le había dado a José Zarandista, socio de la almadraba, y pese al conocimiento que ya tenían los carabineros, que trataban de impedir sin éxito una avalancha de "buscadores de tesoros". De hecho, las zanjas se cavaron en la chanca con el personal de la almadraba y otras personas del barrio de San José, cuyos pobladores fueron siempre expertos mariscadores, acostumbrados también a realizar búsqueda de monedas; actividades características que, por cierto, aún perduran allí. La permisividad de esta práctica se toleró tan sólo en los dos primeros días, no así en el tercero, donde la pareja de guardias civiles del barrio vigilaba el pecio para impedir la llegada de nuevos "exploradores"; lo cual, sin embargo, no impidió en su totalidad que se siguiera produciendo la "fiebre de la plata".
Y, ¡cómo no! en la génesis de todo 'lo gaditano', subyace 'lo gallego': la entrañable colonia gallega, tan ligada a la ciudad, de mandaderos en el Cádiz de las Cortes a maestros freidores del entresiglos —herederos de los genoveses, primeros maestros de la fritura—; Demófilo, adobo y armadores del bou que purgaban su morriña con aguardiente de pote en el bar de Los Pabellones, o en Los Gallegos Chicos...
¡Y un gallego —quién si no— descubrió los duros antiguos!:
¡Válgame San Cleto lo que es la miseria!: uno de los que encontraron duros, mantenía siete hijos y hacía pocos días que su mujer había dado luz a dos más.
Nuevas noticias se sucedieron. Enseguida el tramo de la almadraba se vio muy concurrido, hasta el punto de dificultar las labores almadraberas. A las dos de la mañana ya había personas cavando zanjas. La locura se había desatado y empezó un rosario de pesquisas de toda naturaleza y conjeturas, también un mercado de reventa de monedas y una vigilancia que trataba de impedir un suceso que era imparable, alimentado por la codicia y la necesidad. Y llegan las primeras especulaciones de la procedencia de las monedas, nuevamente en la edición de tarde de Diario de Cádiz:
Pero el acontecimiento, con un implícito halo de misterio, necesitaba una explicación ante la opinión pública, que arrojara algo de luz a la procedencia de tan insólito "botín". A los pocos días del suceso, el periodista de Diario de Cádiz, Guillermo Laurín, escribía una extensa columna en la que opinaba que los duros procedían del navío de guerra inglés Desafiance, que portaba 154 cajones con monedas, idénticas a las aparecidas en Cádiz, y que el sucesor de Nelson, tras el combate de Trafalgar, tuvo que incendiar la nave que los llevaba frente a las costas de Conil de la Fontera (Cádiz). Suponía también dicho cronista que las corrientes y temporales marinos terminaron por traer las monedas a las orillas de la playa gaditana, haciéndose eco también en su artículo de la fantasía popular que, enseguida, desplegó multitud de hipótesis dispares: bien porque el dinero podía haber sido enterrado por los Jesuitas cuando fueron desterrados de España; bien porque eran procedente de fondos para un levantamiento frustrado en tiempo, o porque los tripulantes de un buque de alto bordo arribaron a la orilla y enterraron 60.000 duros.
El debate estaba abierto. De hecho, todavía lo está, ciento once años después. Los trabajadores de las bodegas cercanas se apresuraron a desenterrar monedas. Y un dato curioso: a 7.245 ascendieron los atunes capturados hasta el 11 de junio, en la temporada atunera de 1904. Antes, el 27 de mayo se publicaba en el periódico La Correspondencia de Cádiz, el volumen de capturas para la Almadraba de Torregorda, así como el destino de los preciados túnidos:
Un tercer punto de vista, aportado por Francisco Briceño en este caso, entraba en la discusión y señalaba la posibilidad de que el pecio procediera del bergantín pirata Defensor de Pedro, cuyos tripulantes fueron ajusticiados a principios de siglo XIX en la ciudad. Será el punto de partida de una leyenda de arraigo proporcional a su indemostrable hecho:
Fue la opinión más consensuada entonces, que luego tuvo en la persona de Antonio Perea de la Rocha, Marqués de Arellano a su principal valedor, a través de distintos artículos en prensa (6); incluso sigue siendo la tesis más aceptada hoy día (pese a no haber sido demostrada aún), quizás por ser la hipótesis más tentadora, con el atractivo ingrediente novelesco de piratas indómitos (7) que ha llegado a seducir en la actualidad al propio escritor Arturo Pérez Reverte (8); versión amplificada por escritores coterráneos (9) o por el propio periódico La Voz de Galicia (10), e incluso ABC (11) y Diario de Cádiz (12). En la actualidad, acaba de publicarse una novela, bajo el título: La maldición de Los duros antiguos (13)
Hasta la atrevida Wikipedia ofrece y divulga, peligrosa credibilidad a una teoría tan poco demostrada y aún menos documentada, como la del pirata gallego, Benito Soto. Incluso la web oficial del propio Ayuntamiento de Cádiz —teniendo como tiene el municipio un archivo repleto de magnífica documentación primaria— reitera tópicos indocumentados de cortaypega, con pseudoversiones: La historia de los duros antiguos.
Ni que decir que los foros más sesudos de la historia naval de España, han recogido con gran euforia el cebo pseudohistoricista: foro.todoavante.es apoyados en una breve publicación (14).
El hallazgo tuvo una notable repercusión nacional a través de los principales periódicos y revistas ilustradas de la época, en las cuales llegaron a publicarse hasta fotografías del suceso, bajo el titular: "Hallazgo de dinero en las playas de Cádiz". Es el caso de la revista ilustrada, Nuevo Mundo, número 545, correspondiente al 16 de junio de 1904, o del periódico ABC:
Uno de los breves más llamativos en el que se recogió el suceso, se publicó en el periódico El Heraldo de Madrid. La noticia es doblemente valiosa, ya que coloca en escena, in situ, buscando los duros, nada menos que al cantaor Gabriel Magandé, por aquel entonces un gitanillo de corta edad, que aún no había cumplido los siete años. Bien es cierto que Magandé es un apodo que llevaba toda su familia; pero no son menos ciertas y documentadas las escapadas de Gabriel hacia tierras malagueñas siendo un niño. La prensa llegó a darlo por desaparecido y apareció en un barco cantando malagueñas, con apenas once años (según las investigaciones de Curro Orgambides y José María Otero). Esta es la noticia de Magandé, junto a otros que cogieron una insolación:
Bastantes años después lo narraba un articulista anónimo en la revista Batalla, a partir de la información que le suministró un pescador octogenario, que había sido testigo de los acontecimientos:
"Aquellos duros antiguos que tanto en Cádiz dieron que hablar... fueron los tintiniantes y alegres protagonistas de una de las más pintorescas noticias recogidas en aquellos carnavales pretéritos, y cuya casual aparición sucedió a las once de la mañana de un luminoso tercer día de junio de 1904 y en ocasión de encontrarse varios trabajadores, de una antigua almadraba que existía en la playa, ocupados en abrir una zanja para enterrar las cabeza y desperdicios de los atunes. Tenían ahondado poco más de medio metro, cuando comenzaron a aparecer varios 'duros' o pesos. Pronto se corrió la voz, avisándose a uno de los socios de la almadraba y a los carabineros. Muchos de los obreros y grupos que comenzaron a llegar al olor de la plata, se dedicaron a abrir zanjas en la playa con dirección a la mar. En unas se hallaron bastantes monedas, en otras no, pero durante los trabajos de búsqueda no faltó el buen humor, y según s dijo 'fue la cosa más graciosa que en mi vida he visto yo'. Aquel primer día hubo quien encontró hasta doscientos duros, y los de menos suerte sacaron sus buenos quince o veinte. Era imposible averiguar con cierta aproximación, la cantidad de los duros encontrados, porque al mediodía eran muchísimas las personas que estaban haciendo excavaciones, y muchísimas, naturalmente —por no decir todas—, las que ocultaban gran parte de lo que iban encontrando. Entre estos gaditanos buscadores de plata, se encontraban hombres, mujeres y niños y, por lo visto, hasta ancianos. El frenesí con que trabajaron algunos hizo que se afanaran con verdadero ahínco, incluso olvidando el ir a comer, o reponiendo fuerzas con el 'costo', que algún familiar les llevara. Al día siguiente, en las primeras horas de la mañana, pasaban del centenar los que fueron a elegir los mejores sitios y a hacer hipotéticos cálculos sobre la dirección de la 'vena de plata'. A media mañana, y a medida que se corría la voz por los barrios de Santa María y la Viña, parecía aquel lugar una romería. Fueron muchas familias a comer a la playa. Unos miraban, otros trabajaban y otros —los de mucha confianza, ¡claro!— se relevaban en los trabajos de búsqueda. Pronto se formaron pequeños corros, donde la oferta y la demanda, los 'pimpis' y agiotistas, y los vivillos y oportunistas, se dieron cita.
Muchos días continuaron los buscadores, o 'mariscadores de duros', dedicados a sus trabajos. El éxito acompañaba a unos; el desaliento a otros. Se hablaba de cantidades fabulosas de dinero provenientes de enterramientos, naufragios y ocultaciones de ganancias ilícitas. Hubo para todos los gustos y, mientras tanto, no decayeron ni los esfuerzos ni el humor. A muchos le entró el desaliento, y otros —más filósofos— prefirieron esperar y comprar, para luego vender concierto margen, especulando con los 'duros' y con las fatigas, sudores y esguinces de los bravos buscadores. Posteriormente, y de forma esporádica, seguían algunos ilusos, o ilusionados, merodeando por aquellos contornos, mientras que la masa de los primeros días fue decayendo después de haber perdido el tiempo, la fe, y algo más, en aquel marinero y sublíquido maná." (19)
Fiel a su forma de concebir los conjuntos, "El Tío de la Tiza" siguió renovándolos constantemente (había iniciado su andadura en el siglo XIX), dando de baja a algunos comparsistas e incorporando a nuevos valores. Por entonces, hacía tiempo que un joven bandurrista destacaba por la forma de ejecutar dicho instrumento y por la soltura, la técnica y el dominio que acreditaba como tal en dos de las más prestigiadas estudiantinas que recorrían los carnavales gaditanos de principios de siglo XX: "Estudiantina del Círculo de Empleados y Obreros de la Compañía Trasatlántica" (agrupación que estaba dirigida por dos grandes profesores del Conservatorio de música: Aurelio y Antonio de Rivas) y "Tuna Gaditana", dirigida por Bartolomé Llompart (padre).
Pese al talento que evidenciaba pulsando la bandurria y pese a su aptitud musical innata, poco imaginaría Rodríguez que aquel joven gaditano de tan sólo veintidós años de edad, Manuel López Cañamaque, se convertiría, inmediatamente a su fallecimiento, en el más aventajado de sus discípulos y en su más digno depositario, al recoger todo el testigo de su maestría. Una breve crónica de 1904, referida a un concierto que Cañamaque dio en una velada celebrada en el Salón Recreativo de la Plaza de la Merced en el Barrio de Santa María, nos da una idea bastante precisa de su virtuosismo:
"Este año pasado (se refiere a 1955) hizo justamente medio siglo que en la Plaza de las Flores canté yo por primera vez con el coro 'Los anticuarios' el célebre tango de 'los duros' que compuso como tantos otros que también se hicieron famosos, aquel modesto y gran artista popular que se llamó Antonio Rodríguez 'El Tío de la Tiza'. Del conjunto de las diez voces que componían el coro, sólo quedo yo para contarlo. Vive también uno de los músicos; pero corista nada más que yo. Sobre las circunstancias que rodearon aquel acontecimiento las recuerdo como si las estuviera viendo ahora mismo. Me acuerdo que por aquel entonces el coro que dirigía 'El Tío de la Tiza' ensayaba en 'El Modernista', teatro de aficionados que se hallaba por aquel tiempo donde hoy está la calle Arbolí el grupo de Jaime Balmes, en el cual se ponían todas las semanas zarzuelas famosas. Aquel año las gentes estaban revolucionadas con el encuentro de unos duros antiguos que habían aparecido por la playa de la Victoria, y, como es natural, la primera letra que se compuso para el tango del coro fue alusiva a esos duros 'que tanto en Cádiz dieron que hablar'. El propio Rodríguez llevó el diseño del tipo de 'Los anticuarios', que vino a salir por unos cincuenta reales. El éxito del tango fue enorme, desde el primer momento. Por cierto que aquel año los ánimos estaban un poco revueltos contra él, porque acababa de fracasar en su ensayo de sacar coros sin música, y cuando nos presentamos al concurso en el tablado del Parque Genovés, estábamos muy desanimados por la frialdad con la que nos acogió el público; pero cuando la orquesta que la componían tres bandurrias y dos guitarras, interpretó la introducción y las diez voces (cinco tenores y otros cinco de segundos) atacó el tango de los duros, todo cambió por completo. Al terminar la copla, las gentes decían: " —Eso, eso es el tango gaditano”! Cuando terminó el Carnaval nos contrataron en Sevilla y en el Salón Novedades estuvimos actuando cerca de tres meses sin variar el repertorio y a no ser porque todos teníamos otras ocupaciones que nos reclamaban, sabe Dios a dónde hubiéramos llegado, porque las diez voces eran magníficas y llevábamos un bajo que cuando daba las notas graves temblaba la carroza." (27)
Pero el estreno propiamente dicho de la
obra cumbre de Rodríguez se produjo el sábado 4 de marzo de 1905, como por derecho correspondía: en los salones del Círculo Modernista, a cuyos socios, a
través de una gran función extraordinaria y gratuita, se les dio a conocer el
magnífico repertorio. Constaba de composiciones cortas denominadas Kake-walk
gaditano; de un popurrí cuyo título era Noticias de actualidad y del ramillete
de tangos, titulados genéricamente: Canela fina, sin ninguna duda la composición
más brillante y armónica de todas las que Rodríguez trazó en el pentagrama. El
quinteto de bandurrias y guitarras, también uno de los mejores de cuantos
reunió, interpretó la noche del estreno una Colección de aires populares.
También en el Círculo Modernista se proyectó un concurso particular de
comparsas y estudiantinas, actuando fuera del mismo el coro "Los anticuarios", ya que su autor era, a su vez, el presidente de la citada sociedad recreativa.
El siguiente tango lo versionó Antonio Mairena, grabándolo en disco de vinilo con la guitarra de Melchor de Marchena. Según la propia declaración de Mairena, él lo aprendió por tradición oral, directamente de Pastora Imperio. Es perfectamente factible este extremo, toda vez que Pastora actuó en Sevilla el Café Novedades en 1905 y fue testigo la artista de las actuaciones de "Los anticuarios", según el testimonio de Manuel López Cañamaque, a la sazón, bandurrista del famoso conjunto, como enseguida conoceremos:
TANGO 12
La animación del Carnaval de 1905 fue
asombrosa. La iluminación extraordinaria que instaló la fábrica de la Sociedad Cooperativa Gaditana del Gas
recibió el elogio unánime. Nueve pabellones de estilo modernista, una canastilla central y un gran arco de entrada, se colocaron en la Plaza de San
Antonio que, junto a la calle Ancha, fue iluminada con más de 4.000 lámparas
blancas. Todos los coros tomaron la calle como escenario natural,
destacando la agrupación de Rodríguez bien por encima de todas. En la noche del
12 de marzo actuaron con mucho éxito en la velada del Centro Obrero; al día
siguiente lo hicieron en un baile del Círculo Mercantil.
En vista del enorme éxito de "Los anticuarios", el empresario y dueño del Teatro Cómico de Cádiz, propietario también de la famosa fábrica de Naipes Olea, sabedor del "tirón" que en aquellos momentos tenía la comparsa de Rodríguez, se vio obligado a contratarla, siendo ésta de las pocas ocasiones en la que un coro cantó en dicho coliseo, ya que éste solía programar desde su inauguración, principalmente, obras de teatro y zarzuelas y muy ocasionalmente, flamenco, como la gran actuación que dio Don Antonio Chacón, con los hijos del Mellizo, en el referido teatro.
Antes de partir a Sevilla, los amigos más próximos de "El Tío de la Tiza" obsequiaron a éste con una cena en los salones del Círculo Modernista, en la noche del 25 de marzo de 1905, noche en la que sospechamos que se produjo también la despedida; el adiós definitivo a Cádiz de nuestro protagonista.
“Esta noche se celebra en el Círculo Modernista una cena con que obsequian sus amigos al autor de la laureada comparsa Los anticuarios y presidente de dicho recreativo Centro” (38)
Si de valiosa calificábamos antes la
entrevista que el periódico La Información del Lunes le hizo a "Paco El Cómico" en 1956, todavía de mayor valor nos parece la que en 1951 le efectuó el periodista Radi (Rafael Parodi) a Cañamaque para el periódico La Voz del Sur. Manuel
López Cañamaque era ya un hombre de sesenta y nueve años de edad, que pasaba
dificultades económicas tocando con su bandurria por los cafés y que no dudó en
denunciarle a su entrevistador el uso y abuso fraudulento que se estaba
produciendo con su obra; lo que no impedía que al hablar de sus recuerdos de
Carnaval con su interlocutor, se le iluminase el semblante. Es una de las escasas entrevistas que concedió; dos años después fallecería. La ofrecemos
extractada con los datos interesantes que nos aporta de su participación con "Los anticuarios" en sus años de juventud:
La partitura del tango —también la del
Kake-walh— adaptada para piano, la realizó nuevamente el músico Aurelio
Paspatti Sánchez, dándose la particularidad, en esta ocasión, de editarse
impreso en una tarjeta postal de la Unión Postal Universal que el coro puso
a la venta el último día de Carnaval en distintos puntos de la ciudad, entre
otros, la afamada Cervecería Inglesa, cuyas paredes y techos lucían pinturas de
Andrés Pastorino. Se llegaron a vender 4.000 tarjetas postales.
El Cádiz de 1904
Mas... ¿cómo era el Cádiz de 1904? ¡Así!: Los buques de vapor colmataban el muelle y los servicios regulares a Burdeos, Marsella, Montevideo, Buenos Aires, Río de Janeiro, Santos, Madeira... dibujaban en el puerto "un bosque de jarcias" (que diría Fernando Quiñones), en un constante bullir de mandaderos del muelle, que acarreaban bultos de mano, sacos de noche, sombrereras y cestas, en comandita con los boteros del servicio de pasajeros. Cada uno de estos de primera clase tenía derecho a embarcar gratis doscientos kilogramos; se les proveía de jergón, cabecera y manta y se le suministraba vino, pan fresco y carne. Había cámaras "decentes" para las mujeres.
Estereoscopia. Fondo Accame AHMC |
Líneas de vapores trasatlánticos con servicios mensuales entre Cádiz y Nueva York, Canadá, América Central e Indias Occidentales: Isla de Cuba, Puerto Limón, Curaçao, La Guaira, Mayagüez, Ponce, San Juan de Puerto Rico y principales puertos de México, que se consignaban en el número nueve de la calle Ramón de Carranza —entonces Isaac Peral—, en el consignatario de los Sres. Viuda de R. Alcón y F. Lerdo de Tejada, o en el de la Vda. de Ernesto Kropf y Cía... ¡Como para que la petenera americana de Petén no llegase a nuestra dársena y en los teatros del Balón y Principal la diese a conocer un gitano de Cádiz, llamado Lázaro Quintana!
Sus prósperos comercios vendían gorras al por mayor, que se exportaban a provincias y a ultramar, como la fábrica de gorras de Tomás L. de la Torre, que había en Cristóbal Colón. En la Plaza de Topete —hoy de las Flores— olía a jabón inglés por la fábrica de Nuestra Señora del Carmen, de Juan José Viniegra. La tienda de muebles de lujo de Matías Rodríguez de la Torre, anunciaba mobiliarios completos de alcoba y comedor; sillerías forradas, de rejilla de Viena o de tapicería blanca; cómodas, tejidos para cortinaje y mecedoras de madera noble.
Los naipes de Rodolfo de Oléa, transparentes, con revés metálico, oro plata y cobre; y las barajas de Los Dos Tigres, de la fábrica de Méndez Núñez, presidían los baches y las tiendas de vinos. Las calles de barrios humildes, llenas de despachos de leche de vaca, olían a ubre recién ordeñada. Las tiendas al por menor de vinos y licores, dibujaban un paisaje pintoresco de nombres fantásticos, llenos de sabor: El Aguaducho de la Pescadería, La Privadilla, El Mulatón, Los Claveles, La Machina, Los Negros, La Carabela, La Uvita, El Cabezón, La Cantabria, La Parra la Bomba, La Perla Jerezana, La Pila Vieja, Los Tres Reyes, La Valdepeñera, Maisón Doré...
Ultramarino Los Tres Reyes. Foto: Alberto Ramos |
Cuando la vía férrea discurría en el interior del Ventorrillo del Chato. Fondo Accame AHMC |
Cádiz. Manuel de Falla, hacia 1895 |
El antiguo Teatro Eslava, aquél en el cual Enrique el Mellizo cantó seguiriyas en 1894 para librar de quintas a su hijo, en un beneficio en el que participó también de forma desinteresada su discípulo Don Antonio Chacón (3), era ya un almacén de maderas, de Arturo Estrade y Cía, con ochenta y ocho máquinas para aserrar; tablas de pino rojo, pinzapa del Báltico, caoba de Cuba, pino gallego, teca y nogal americano, que inundaba un olor a madera y a serrín por toda la calle Obispo Calvo y Valero.
Cantaor y guitarrista. Manuel Martín Morgado Blog: Fondonegro |
Seña Gabriela Ortega |
Las sociedades y círculos dinamizaban el Cádiz más político y cultural: Círculo Liberal, Republicano, Democrático, Liberal-Conservador, Mercantil, junto a las sociedades estrictamente culturales: Liceo Fígaro Gaditano, Liceo Albarrán, Liceo Gaditano, Liceo Burgos, Liceo Dramático, Sociedad del Duque y Círculo Modernista, cuyo presidente, impulsor y alma mater, fuera el autor del tango que protagoniza esta entrada. La Velada de Los Ángeles tenía un aire aristocrático de fiesta atlántica que atraía a visitantes de toda Andalucía.
Velada de los Ángeles. Foto: Ramón Muñoz |
Los teatros completaban la oferta de ocio: el Principal, solemne, de mayor capacidad, construido en 1780; El Cómico, reducido, coqueto y artísticamente decorado; el Teatro-Circo, de la calle Jesús Nazareno, cuya pista albergaba espectáculos ecuestres; y el Teatro del Parque Genovés con su estructura de hierro forjada (que actualmente acoge en Santa María al Centro Flamenco de la Merced). El Gran Teatro —entonces, en 1904— tenía acabado el edificio, pero aún estaba lejos su inauguración, y aún más lejos su denominación de Gran Teatro Falla.
Teatro del Parque Genovés. Foto: Reymundo |
Baños de mar. Foto: Ramón Muñoz |
Antonio Accame. AHMC |
Plaza de toros de La Hoyanca |
A tenor del Censo de Población que se había realizado en 1900, cuatro años antes, por el Instituto Geográfico y Estadístico, Cádiz capital contaba con una población de hecho de 69.382 habitantes. En sus calles, los vendedores de prensa voceaban una gran cantidad de títulos de cabeceras periódicas, como le correspondía a una de las poblaciones que en buena parte del siglo XIX, fue de las más prósperas en edición de periódicos.
Junto al —ahora decano— Diario de Cádiz, se publicaban: La Información, La Correspondencia de Cádiz, La Dinastía, El Contribuyente, La República, El Programa, El Demócrata, El Regional, El Criterio Católico, la Revista de Primera Enseñanza, Cádiz Alegre, El Societario, El Liberal y La Ilustración; junto al Avisador Marítimo de Cádiz, La Revista Escolar, el Parte Oficial de la Vigía y los diversos Boletines oficiales.
La División Administrativa de la ciudad estaba establecida en nueve distritos por barrios: Constitución, San Francisco, San Carlos, Cortes, Correo, Hércules, Balón, Hospicio, Libertad, San Lorenzo, Escuelas, Pópulo, Merced, Santa María, San Severiano, Puntales y San José. En este último barrio acaecerá todo cuanto contaremos.
A la izquierda un horno de gas de la fábrica. Foto: Ramón Muñoz |
A la vera del Bar Juani. Foto Los fardos |
San José era el barrio decano de extramuros y contaba con una población, mayormente dedicada a la pesca, a las bodegas de su entorno, a la agricultura, a la industria del gas de la Sociedad Cooperativa, de capital gaditano —en donde nuestro protagonista trabajara— y a la Compañía de Gas Lebón, de capital francés. Huertas fértiles, esparcidas en casas de recreo, con albercas y acequias: Huerta de Sacaluga, Huerta de las Ánimas, Huerta de los Bruzones...; manchones con viviendas en derredor, como el Manchón de Landeira.
Bodegas Lacave. Botas apiladas en la playa para embarcar en la Segunda Aguada. |
Muchos ventorrillos en sus inmediaciones, con patios emparrados, brocales de pozo y geranios en macetas de lata, en los que se servía la manzanilla a granel y la juerga flamenca se concentraba de madrugada, a la luz de una lámpara de carburo; un hecho muy documentado a lo largo de todo el siglo XIX. Su trazado urbanístico respondía a bellos edificios de una sola planta, con acerado de losas de Tarifa, calles de piedra lavada y pavimento de bolos de río y preciosas rejas a ras de suelo, un conjunto urbano, decimonónico, inhallable en otras zonas de Cadiz capital, al que los actuales políticos le han dado la espalda y el urbanismo contemporáneo le ha proferido un desprecio absoluto, toda vez que los gestores de la era democrática no han mostrado sensibilidad conservacionista alguna, para un modelo de arquitectura extraordinariamente singular.
Calle San Bartolomé, a finales de los 90. Caserío que los adalides de la arquitectura gaditana deberían haber conservado. Foto: Los fardos |
El camino del arrecife (hoy la Avenida) con los socavones. Al fondo la Puerta de Tierra. Foto: Ramón Muñoz |
Iglesia de San José. Foto: Ramón Muñoz |
Preciosa foto del barrio de San José. Los hornos de la Cooperativa del Gas, a la izquierda y a la derecha la chimenea de la almadraba, entre huertas del camino del arrecife. Foto: AHMC |
La almadraba en Cádiz
La tradición almadrabera de Cádiz, ancestral y milenaria, se pierde en el tiempo. La explotación de sus recursos pesqueros está históricamente ligada a su fundación, que se remonta muchos siglos atrás, en los albores de su colonización. No en balde las monedas acuñadas en Gadir, Gadéira y Gades, junto a la abundante información proporcionada por la arqueología, testimonian su explotación y el complejo proceso de salazón, con su famoso garum.
Se le atribuye a Timeo, historiador grecosiciliano, de los siglos IV-III a.C. la cita más temprana de la pesca del atún, la salazón y el posterior comercio por parte de los fenicios de Gadir, la actual Cádiz:
"Dicen que los fenicios que habitan la llamada Gadeira, cuando navegan más allá de las Columnas de Heracles, con viento de levante arriban en cuatro días a unos lugares desiertos, llenos de algas y de ovas que durante la bajamar no se ven bañados, pero que se inundan con la pleamar. Y que en ellos se encuentran una extraordinaria cantidad de atunes de increíble tamaño y grosor, cuando se quedan varados. Una vez que lo salazonan y envasan, los llevan a Cartago. Son estos los únicos que no explotan los cartagineses, ya que por la calidad que tienen como alimentos, los consumen ellos mismos". (4)
Con posterioridad, "Ir por atún y ver al duque", será la expresión que testimonie la huella de la Casa Ducal de Medina Sidonia, donde los pillos, tunos y tunantes (de túnidos) recogerán toda la tradición picaresca cervantina de las almadrabas del litoral atlántico bajoandaluz.
Una de las imágenes icónicas almadraberas más remotas, dibujadas por el flamenco Joris Hoefnagel de la Almadraba de Hércules de Cádiz, está fechada en 1572 y pertenece al libro Civitates Orbis Terrarum, que entre 1572 y 1617 salieron a la luz en seis volúmenes distintos. Las Torres de Hércules eran un hervidero de curiosos, incluso de gente llegada de otros puntos de España. Arriba del grabado se detalla el itsmo que le une a San Fernando y la primitiva Puerta del Muro del siglo XVI, origen de la posterior Puerta de Tierra. Abajo, en la actual Torregorda, la Almadraba de Hércules calada, con las torres de avistamiento del bolo de túnidos; almadraba de tiro, con los almadraberos jalando y embolsando los atunes, en una preciosa descripción iconográfica de aquellas primitivas instalaciones almadraberas:
“Y cuando el que está
subido en la torre advierte que hay un gran banco de peces nadando reunido, con
un trapo blanco hace señales a los pescadores que están escondidos con sus
cuerdas y redes en barquitas, y cuando se acercan arrojan sus redes, que está hechas
de una malla muy gruesa, y con mucha destreza y dificultad llevan suavemente,
poco a poco, hacia la orilla gran cantidad de atunes, a veces dos mil”. (...) “Cierran con guijarros y piedras, formando una falla o muralla, una gran parte
del mar, donde los peces entran en gran cantidad pues les gusta la arcilla y la
tierra recién removida; cuando el mar baja y se retira, los peces no pueden
salir, y así se le coge con la mano de diversas formas sin ningún anzuelo ni
red, lo que es muy bonito de ver” (5)
Esta última descripción corresponde al arte del corral de pesca, igualmente milenario. En el dibujo de la lámina de abajo, asimismo de Civitates Orbis Terrarum, está dibujada la ermita de San Sebastián —antes de albergar el faro— y el corral de pesca ubicado junto al islote de La Caleta:
Pero saltemos siglos de Al-madraba (etimológicamente en árabe: "lugar donde se golpea") y lleguemos a finales de siglo XIX. Veamos algunas breves noticias de la Almadraba de Hércules, entonces Almadraba de San José, como así se le denominaba en 1887:
Diario de Cádiz, 12 de junio de 1887 |
Incluso llegaron a calarse en Cádiz almadrabas para especies distintas a los atunes, en este caso de sardinas; y el corral de pesca fue una actividad que se mantuvo hasta principios de siglo XX:
Diario de Cádiz, 20 de marzo de 1888 |
Diario de Cádiz, 4 de abril de 1903. Edición de tarde |
Cádiz contó con diferentes almadrabas, caladas en su término municipal, dependiendo de la época. Junto a la Almadraba de Hércules —luego denominada de Torregorda o de San José— que duró hasta bien entrado el siglo XX, se instaló otra en las inmediaciones de la Alameda de Apodaca, en tiempos de Felipe II, según el erudito Ponce Cordones. También se caló otra en el Castillo de San Sebastián de La Caleta, según hemos hallado en este breve del periódico La Dinastía:
La Dinastía, 13 de abril de 1889 |
No debe extrañarnos la llegada de portugueses a Cádiz, pues suponía la mano de obra barata de entonces. La almadraba era de una dureza inusual y fue, durante muchos decenios, esta mano de obra lusa (junto a la de los almadraberos de Isla Cristina, entonces, La Higuerita) la que trabajaba en las almadrabas gaditanas de buena parte del siglo XIX y principios del siguiente. Incluso sus costumbres folklóricas, dibujaban, a pie de playa de Torregorda, una estampa muy pintoresca e inusual, que causaban la admiración de la población autóctona de Cádiz y La Isla, como así testimonia la siguiente noticia, acaecida en la Almadraba de San José, dos años después del suceso que estamos contando:
Diario de Cádiz, 26 de junio de 1906. |
Foto: Ramón Muñoz |
Un dato que nos indican los niveles de capturas de hace un siglo y que deber servir para los estudios estadísticos de las pesquerías de túnidos, es el siguiente cuadro de capturas, publicado en 1903 en Diario de Cádiz y obtenido a su vez de La España Económica y Financiera, con la almadraba gaditana de Torregorda reseñada en primer lugar:
Diario de Cádiz, 11 de agosto de 1903 |
El hallazgo
De
todos los acontecimientos históricos que han sido narrados a través de las
coplas de Carnaval, ninguno fue más celebre ni más sonado que la aparición de
los duros antiguos en la playa gaditana del Sur. En plena celebración de la
fiesta del Corpus y con la Almadraba de Hércules calada para la pesca del atún de derecho, es decir,
cuando los túnidos, repletos de grasa, buscaban en junio, en su ruta migratoria las aguas del Mar
Mediterráneo para desovar (de revés, los atunes invierten el sentido migratorio en septiembre) aparecieron en la orilla, en el día en el que se iba a ver la Custodia y se estrenaban los zapatos blancos, unas
monedas de plata, acuñadas en la ceca de México, la mayoría de ellas fechadas en 1754 y
otras de 1753 y 1755, llamadas de ambos mundos o duros columnarios; popularmente conocidas como duros antiguos.
El procedimiento acostumbrado entonces, por el cual se enterraban en la arena las cabezas y demás desperdicios de los atunes, fue el que propició que al cavarse una zanja, de apenas medio metro, floreciera el descubrimiento. Así, escueto y denominándolos duros, fue el titular del histórico breve en el que lo contaba Diario de Cádiz, el 3 de junio de 1904 en su edición de tarde:
Diario de Cádiz, 3 de junio de 1904. Edición de tarde |
La fiebre del oro. Fotografía original. Nuevo Mundo, 16 de junio de 1904. Colección Los fardos |
A las pocas horas del hallazgo la noticia corrió como la pólvora y una legión de improvisados buscadores, provistos de picos, palas e instrumentos para cribar la arena, fue haciendo acopio de cuantas monedas iban apareciendo en la playa, pese al aviso que se le había dado a José Zarandista, socio de la almadraba, y pese al conocimiento que ya tenían los carabineros, que trataban de impedir sin éxito una avalancha de "buscadores de tesoros". De hecho, las zanjas se cavaron en la chanca con el personal de la almadraba y otras personas del barrio de San José, cuyos pobladores fueron siempre expertos mariscadores, acostumbrados también a realizar búsqueda de monedas; actividades características que, por cierto, aún perduran allí. La permisividad de esta práctica se toleró tan sólo en los dos primeros días, no así en el tercero, donde la pareja de guardias civiles del barrio vigilaba el pecio para impedir la llegada de nuevos "exploradores"; lo cual, sin embargo, no impidió en su totalidad que se siguiera produciendo la "fiebre de la plata".
Y, ¡cómo no! en la génesis de todo 'lo gaditano', subyace 'lo gallego': la entrañable colonia gallega, tan ligada a la ciudad, de mandaderos en el Cádiz de las Cortes a maestros freidores del entresiglos —herederos de los genoveses, primeros maestros de la fritura—; Demófilo, adobo y armadores del bou que purgaban su morriña con aguardiente de pote en el bar de Los Pabellones, o en Los Gallegos Chicos...
¡Y un gallego —quién si no— descubrió los duros antiguos!:
Diario de Cádiz, 3 de junio de 1904. Edición de tarde |
¡Válgame San Cleto lo que es la miseria!: uno de los que encontraron duros, mantenía siete hijos y hacía pocos días que su mujer había dado luz a dos más.
Diario de Cádiz, 4 de junio de 1904. Edición de tarde |
Las zanjas abiertas en busca de la plata mejicana. Nuevo Mundo, 16 de junio de 1904. |
Nuevas noticias se sucedieron. Enseguida el tramo de la almadraba se vio muy concurrido, hasta el punto de dificultar las labores almadraberas. A las dos de la mañana ya había personas cavando zanjas. La locura se había desatado y empezó un rosario de pesquisas de toda naturaleza y conjeturas, también un mercado de reventa de monedas y una vigilancia que trataba de impedir un suceso que era imparable, alimentado por la codicia y la necesidad. Y llegan las primeras especulaciones de la procedencia de las monedas, nuevamente en la edición de tarde de Diario de Cádiz:
Diario de Cádiz, 4 de junio de 1904. Edición de tarde |
Pero el acontecimiento, con un implícito halo de misterio, necesitaba una explicación ante la opinión pública, que arrojara algo de luz a la procedencia de tan insólito "botín". A los pocos días del suceso, el periodista de Diario de Cádiz, Guillermo Laurín, escribía una extensa columna en la que opinaba que los duros procedían del navío de guerra inglés Desafiance, que portaba 154 cajones con monedas, idénticas a las aparecidas en Cádiz, y que el sucesor de Nelson, tras el combate de Trafalgar, tuvo que incendiar la nave que los llevaba frente a las costas de Conil de la Fontera (Cádiz). Suponía también dicho cronista que las corrientes y temporales marinos terminaron por traer las monedas a las orillas de la playa gaditana, haciéndose eco también en su artículo de la fantasía popular que, enseguida, desplegó multitud de hipótesis dispares: bien porque el dinero podía haber sido enterrado por los Jesuitas cuando fueron desterrados de España; bien porque eran procedente de fondos para un levantamiento frustrado en tiempo, o porque los tripulantes de un buque de alto bordo arribaron a la orilla y enterraron 60.000 duros.
Diario de Cádiz, 6 de junio de 1904 |
El caso es que con la controversia servida, una carta de réplica, bajo
firma de la letra M, refutó dicha opinión al cuestionar la veracidad de los
hechos, argumentando las grandes dificultades que existían para que objetos
sepultados en los fondos de Conil acabaran en las playas de la capital.
Diario de Cádiz, 9 de junio de 1904 |
El debate estaba abierto. De hecho, todavía lo está, ciento once años después. Los trabajadores de las bodegas cercanas se apresuraron a desenterrar monedas. Y un dato curioso: a 7.245 ascendieron los atunes capturados hasta el 11 de junio, en la temporada atunera de 1904. Antes, el 27 de mayo se publicaba en el periódico La Correspondencia de Cádiz, el volumen de capturas para la Almadraba de Torregorda, así como el destino de los preciados túnidos:
La Correspondencia de Cádiz, 27 de mayo de 1904 |
Diario de Cádiz, 11 de junio de 1904. Edición de tarde |
Familias enteras en la playa en busca de duros. Fotografía original. Colección Los fardos |
Diario de Cádiz, 11 de junio de 1904. Edición de tarde |
Un tercer punto de vista, aportado por Francisco Briceño en este caso, entraba en la discusión y señalaba la posibilidad de que el pecio procediera del bergantín pirata Defensor de Pedro, cuyos tripulantes fueron ajusticiados a principios de siglo XIX en la ciudad. Será el punto de partida de una leyenda de arraigo proporcional a su indemostrable hecho:
Diario de Cádiz, 14 de junio de 1904. Edición de tarde |
Fue la opinión más consensuada entonces, que luego tuvo en la persona de Antonio Perea de la Rocha, Marqués de Arellano a su principal valedor, a través de distintos artículos en prensa (6); incluso sigue siendo la tesis más aceptada hoy día (pese a no haber sido demostrada aún), quizás por ser la hipótesis más tentadora, con el atractivo ingrediente novelesco de piratas indómitos (7) que ha llegado a seducir en la actualidad al propio escritor Arturo Pérez Reverte (8); versión amplificada por escritores coterráneos (9) o por el propio periódico La Voz de Galicia (10), e incluso ABC (11) y Diario de Cádiz (12). En la actualidad, acaba de publicarse una novela, bajo el título: La maldición de Los duros antiguos (13)
Hasta la atrevida Wikipedia ofrece y divulga, peligrosa credibilidad a una teoría tan poco demostrada y aún menos documentada, como la del pirata gallego, Benito Soto. Incluso la web oficial del propio Ayuntamiento de Cádiz —teniendo como tiene el municipio un archivo repleto de magnífica documentación primaria— reitera tópicos indocumentados de cortaypega, con pseudoversiones: La historia de los duros antiguos.
Ni que decir que los foros más sesudos de la historia naval de España, han recogido con gran euforia el cebo pseudohistoricista: foro.todoavante.es apoyados en una breve publicación (14).
La noticia fue cubierta por una gran mayoría de periódicos nacionales de todas las provincias, al correr como la pólvora:
Una teoría del hallazgo, contraria a todas las anteriores, la ofreció en su momento Manuel Merino, redactor del periódico ABC, para las páginas de la revista Batalla, en febrero de 1962, según la cual las monedas gaditanas podían corresponder a los "duros sevillanos", fabricados en Cartagena (15), duros a los que, por cierto, Rodríguez aludió en uno de los tangos de "Los anticuarios", concretamente en el número 14 (16).
La Justicia, 8 de junio de 1904. |
El Liberal, 9 de julio de 1904. |
La Comarca, 2 de agosto de 1904. |
Una teoría del hallazgo, contraria a todas las anteriores, la ofreció en su momento Manuel Merino, redactor del periódico ABC, para las páginas de la revista Batalla, en febrero de 1962, según la cual las monedas gaditanas podían corresponder a los "duros sevillanos", fabricados en Cartagena (15), duros a los que, por cierto, Rodríguez aludió en uno de los tangos de "Los anticuarios", concretamente en el número 14 (16).
Mayor credibilidad nos ofrece el criterio del erudito Francisco Ponce Cordones, cuando en un trabajo sobre la almadraba de Rota, concluía:
"Nada más lejos de nuestro propósito de desalentar al prójimo. Los mitos, tradiciones y leyendas, cuando están bien fundados y han penetrado en el alma popular, son de gran valor para explicar muchos oscuros y olvidados episodios históricos. (...) Estas monedas pudieran proceder de algún navío de la Carrera de Indias que, hacia 1755, no fuera capaz de alcanzar la Bahía de Cádiz por causas ignoradas, naufragando en las playas próximas." (17) y continuando con este mismo autor: "lo demás es conocido de todos, incluso la suerte corrida por la suegra del autor del popular tanguillo." (18)
Tampoco hubo consenso con respecto a la cantidad de monedas aparecidas, ya que, por una parte la imaginación iba más rápida que la realidad al afirmarse que en dos días se encontraron 1.500, y por otra, existía la tendencia lógica de ocultar la recolección, por temor a perderla.
Nuevo Mundo, 16 de junio de 1904. Colección Los fardos |
El hallazgo tuvo una notable repercusión nacional a través de los principales periódicos y revistas ilustradas de la época, en las cuales llegaron a publicarse hasta fotografías del suceso, bajo el titular: "Hallazgo de dinero en las playas de Cádiz". Es el caso de la revista ilustrada, Nuevo Mundo, número 545, correspondiente al 16 de junio de 1904, o del periódico ABC:
Nuevo Mundo, 16 de junio de 1904. Colección Los fardos |
Uno de los breves más llamativos en el que se recogió el suceso, se publicó en el periódico El Heraldo de Madrid. La noticia es doblemente valiosa, ya que coloca en escena, in situ, buscando los duros, nada menos que al cantaor Gabriel Magandé, por aquel entonces un gitanillo de corta edad, que aún no había cumplido los siete años. Bien es cierto que Magandé es un apodo que llevaba toda su familia; pero no son menos ciertas y documentadas las escapadas de Gabriel hacia tierras malagueñas siendo un niño. La prensa llegó a darlo por desaparecido y apareció en un barco cantando malagueñas, con apenas once años (según las investigaciones de Curro Orgambides y José María Otero). Esta es la noticia de Magandé, junto a otros que cogieron una insolación:
El Heraldo de Madrid, 5 de junio de 1904 |
Bastantes años después lo narraba un articulista anónimo en la revista Batalla, a partir de la información que le suministró un pescador octogenario, que había sido testigo de los acontecimientos:
"Aquellos duros antiguos que tanto en Cádiz dieron que hablar... fueron los tintiniantes y alegres protagonistas de una de las más pintorescas noticias recogidas en aquellos carnavales pretéritos, y cuya casual aparición sucedió a las once de la mañana de un luminoso tercer día de junio de 1904 y en ocasión de encontrarse varios trabajadores, de una antigua almadraba que existía en la playa, ocupados en abrir una zanja para enterrar las cabeza y desperdicios de los atunes. Tenían ahondado poco más de medio metro, cuando comenzaron a aparecer varios 'duros' o pesos. Pronto se corrió la voz, avisándose a uno de los socios de la almadraba y a los carabineros. Muchos de los obreros y grupos que comenzaron a llegar al olor de la plata, se dedicaron a abrir zanjas en la playa con dirección a la mar. En unas se hallaron bastantes monedas, en otras no, pero durante los trabajos de búsqueda no faltó el buen humor, y según s dijo 'fue la cosa más graciosa que en mi vida he visto yo'. Aquel primer día hubo quien encontró hasta doscientos duros, y los de menos suerte sacaron sus buenos quince o veinte. Era imposible averiguar con cierta aproximación, la cantidad de los duros encontrados, porque al mediodía eran muchísimas las personas que estaban haciendo excavaciones, y muchísimas, naturalmente —por no decir todas—, las que ocultaban gran parte de lo que iban encontrando. Entre estos gaditanos buscadores de plata, se encontraban hombres, mujeres y niños y, por lo visto, hasta ancianos. El frenesí con que trabajaron algunos hizo que se afanaran con verdadero ahínco, incluso olvidando el ir a comer, o reponiendo fuerzas con el 'costo', que algún familiar les llevara. Al día siguiente, en las primeras horas de la mañana, pasaban del centenar los que fueron a elegir los mejores sitios y a hacer hipotéticos cálculos sobre la dirección de la 'vena de plata'. A media mañana, y a medida que se corría la voz por los barrios de Santa María y la Viña, parecía aquel lugar una romería. Fueron muchas familias a comer a la playa. Unos miraban, otros trabajaban y otros —los de mucha confianza, ¡claro!— se relevaban en los trabajos de búsqueda. Pronto se formaron pequeños corros, donde la oferta y la demanda, los 'pimpis' y agiotistas, y los vivillos y oportunistas, se dieron cita.
Muchos días continuaron los buscadores, o 'mariscadores de duros', dedicados a sus trabajos. El éxito acompañaba a unos; el desaliento a otros. Se hablaba de cantidades fabulosas de dinero provenientes de enterramientos, naufragios y ocultaciones de ganancias ilícitas. Hubo para todos los gustos y, mientras tanto, no decayeron ni los esfuerzos ni el humor. A muchos le entró el desaliento, y otros —más filósofos— prefirieron esperar y comprar, para luego vender concierto margen, especulando con los 'duros' y con las fatigas, sudores y esguinces de los bravos buscadores. Posteriormente, y de forma esporádica, seguían algunos ilusos, o ilusionados, merodeando por aquellos contornos, mientras que la masa de los primeros días fue decayendo después de haber perdido el tiempo, la fe, y algo más, en aquel marinero y sublíquido maná." (19)
El redactor de la revista Batalla conversa con un pescador de San José, viejo testigo del hallazgo en 1904 |
Diego Joly, rescató una entrevista que Diario de Cádiz le había hecho en los años 60 a José, un gaditano, también testigo de los hechos en 1904:
"Aquello
tuvo que ser cuando empezaba el invierno del año 4 (1904) ¡Bueno, fue… hace
mucho tiempo! Yo calculo que tendría alrededor de los 16 años. Desde luego ya
me había puesto pantalones largos, pero todavía no había ido a servir al Rey.
Porque yo serví en Caballería".
"Volviendo al tema, la cosa es que hubo un temporalazo de poniente. Me acuerdo como si lo estuviera viendo. El ventarrón estropeó las galerías de madera que había en la playa y hasta desbarató una tapia de la almadraba, poco más o menos, donde está ahora 'secotel' o como le digan", recordó José.
Al día siguiente del temporal, añadía José que estaba en la huerta de Los Bruzones, ayudando a su padre a clavar unas tablas de una cochinera que había roto el temporal. De repente pasó por el otro lado de las tunas, que servía de linde, un "gachó" con una pala que saludó, "y nos dijo que habían aparecido muchos duros en la playa y que para allá iba a ver si pescaba alguno. Mi padre no se lo creía, pero yo me quedé cavilando más mosca que la mar y en cuanto le cogí las vueltas salí pitando. ¡Me cachis en la mar! ¡Ojú la que se había armado! ¡La cantidad de gente que había arremolinada por la parte de la almadraba!", contaba con arte el veterano gaditano.
"Y lo que había pasado es que unos albañiles al ir a arreglar la tapia habían hecho un hoyo y al llegar a una hondura de menos de un metro se encontraron un montón de monedas de plata. En seguida vinieron los carabineros y dijeron que aquel terreno era de la Marina y que nadie lo podía tocar. Después llegó el dueño de la almadraba y dijo que aquel pedazo de playa era suyo y que todo lo que hubiera allí era para él. A paladas sacaban los duros y los echaban en latas de atún que metían en la almadraba. Y todo el mundo mirando aquello, sin poderle echar mano y poniéndosele los dientes largos", detalló José.
Al poco rato llegó el 'Cabo Matrícula'. "Habló con unos y con otros y el hombre se puso en razón. El tío cogió una cinta métrica, hizo una raya en la arena y dijo que de la raya hacia arriba para la almadraba y desde allí para abajo que escarbara todo el que quisiera. ¡Ojú, Dios mío, que rebujina se armó! ¡Todo Dios se puso a escarbar! Pero resultaba que aquello era como una lotería. A lo mejor un gachó se ponía a hacer un hoyo y tenía la suerte de encontrar muchos duros y otro a la vera no encontraba nada. Yo iba a ponerme a escarbar, pero lo pensé mejor y me puse detrás de uno que escarbaba y echaba la arena para arriba entre medio de sus piernas. Yo miraba la arena, y duro que se le escapaba al fulano, duro que yo cogía. Así no me cansaba. Cuando veía los duros en la mano me parecía mentira que se pudiera tener dinero así. Vamos, quiero decir, tan sencillo. ¡Y cómo brillaba la plata después de quitarle el verdín!", relataba este impresionante documento.
"Oí decir a los que sabían de eso que eran duros columnarios. Otros decían que eran de los dos mundos. Y si que aquellos duros tenían por un lado dos mundos redondos y por otro dos columnas con una cinta que decía eso de Plus Ultra. Eran un poco más grandes que los normales, o sea los de verdad. Y revueltos con ellos salían también flejes de hierro medio podrido y la mar de clavos de bronce".
El asunto es que el primer día se cogieron duros a 'punta-pala'. "¡Todo el mundo estaba más contento! Claro que con aquellos duros no se podía comprar nada, porque eran antiguos. Pero yo no sé de donde salió un judío que se puso en la Victoria y compraba los duros a catorce reales. También una mujer que le decían La Gallega de la casa amarilla, en la esquina de Trille, los compraba, pero a tres pesetas", contó José, que llegó a coger hasta siete duros. "Se los cambié al judío, y con el dinero le regalé a mi madre los avíos de un puchero, me compré unas alpargatas y una entrada para los toros. Con eso me sentía feliz. No necesitaba más y no cogí más duros".
Al día siguiente, como ya se había corrido la voz, vino mucha gente de Cádiz y todo el mundo seguía escarba que te escarba. "Entonces fue cuando de verdad se puso la playa igual que una feria. No sé si porque había más duros o porque ellos se cogieron los dedos, la cosa fue que el judío y La Gallega cambiaron el precio. Ese segundo día sólo pagaban diez reales. Vamos; un duro bueno por dos antiguos. Y más tarde se les acabó el dinero. Entonces, para venderlos, tenían que llevárselos a los anticuarios de Cádiz. Después se fue apagando el asunto y a los pocos días no se pescaba un duro ni para los restos. Y nada más. Eso fue todo lo que pasó. Que yo lo vi, lo juro por la salud de mis hijos", así vivió el viejo José tan importante momento.
Después fue cuando vino lo más grande. En el Carnaval del año siguiente salió el coro 'Los Anticuarios' y El Tío de la Tiza hizo el mejor tango que se ha escuchado nunca jamás. Y, seguramente, si no llega a ser por ese tango, a lo mejor nadie se hubiera acordado.
Culmina José con estas palabras: "¡Ojú! Me da más coraje cada vez que pienso lo fácil que hubiera sido haberme guardado un duro para el recuerdo. Pero quien se lo iba a figurar. Sobre este asunto hay mucho camelo. Si en un derribo aparecen unas monedas es porque algún tío roñoso guardaba su dinero debajo de un ladrillo, pero esos no son, ni mucho menos, aquellos duros antiguos". (20)
"Volviendo al tema, la cosa es que hubo un temporalazo de poniente. Me acuerdo como si lo estuviera viendo. El ventarrón estropeó las galerías de madera que había en la playa y hasta desbarató una tapia de la almadraba, poco más o menos, donde está ahora 'secotel' o como le digan", recordó José.
Al día siguiente del temporal, añadía José que estaba en la huerta de Los Bruzones, ayudando a su padre a clavar unas tablas de una cochinera que había roto el temporal. De repente pasó por el otro lado de las tunas, que servía de linde, un "gachó" con una pala que saludó, "y nos dijo que habían aparecido muchos duros en la playa y que para allá iba a ver si pescaba alguno. Mi padre no se lo creía, pero yo me quedé cavilando más mosca que la mar y en cuanto le cogí las vueltas salí pitando. ¡Me cachis en la mar! ¡Ojú la que se había armado! ¡La cantidad de gente que había arremolinada por la parte de la almadraba!", contaba con arte el veterano gaditano.
"Y lo que había pasado es que unos albañiles al ir a arreglar la tapia habían hecho un hoyo y al llegar a una hondura de menos de un metro se encontraron un montón de monedas de plata. En seguida vinieron los carabineros y dijeron que aquel terreno era de la Marina y que nadie lo podía tocar. Después llegó el dueño de la almadraba y dijo que aquel pedazo de playa era suyo y que todo lo que hubiera allí era para él. A paladas sacaban los duros y los echaban en latas de atún que metían en la almadraba. Y todo el mundo mirando aquello, sin poderle echar mano y poniéndosele los dientes largos", detalló José.
Al poco rato llegó el 'Cabo Matrícula'. "Habló con unos y con otros y el hombre se puso en razón. El tío cogió una cinta métrica, hizo una raya en la arena y dijo que de la raya hacia arriba para la almadraba y desde allí para abajo que escarbara todo el que quisiera. ¡Ojú, Dios mío, que rebujina se armó! ¡Todo Dios se puso a escarbar! Pero resultaba que aquello era como una lotería. A lo mejor un gachó se ponía a hacer un hoyo y tenía la suerte de encontrar muchos duros y otro a la vera no encontraba nada. Yo iba a ponerme a escarbar, pero lo pensé mejor y me puse detrás de uno que escarbaba y echaba la arena para arriba entre medio de sus piernas. Yo miraba la arena, y duro que se le escapaba al fulano, duro que yo cogía. Así no me cansaba. Cuando veía los duros en la mano me parecía mentira que se pudiera tener dinero así. Vamos, quiero decir, tan sencillo. ¡Y cómo brillaba la plata después de quitarle el verdín!", relataba este impresionante documento.
"Oí decir a los que sabían de eso que eran duros columnarios. Otros decían que eran de los dos mundos. Y si que aquellos duros tenían por un lado dos mundos redondos y por otro dos columnas con una cinta que decía eso de Plus Ultra. Eran un poco más grandes que los normales, o sea los de verdad. Y revueltos con ellos salían también flejes de hierro medio podrido y la mar de clavos de bronce".
El asunto es que el primer día se cogieron duros a 'punta-pala'. "¡Todo el mundo estaba más contento! Claro que con aquellos duros no se podía comprar nada, porque eran antiguos. Pero yo no sé de donde salió un judío que se puso en la Victoria y compraba los duros a catorce reales. También una mujer que le decían La Gallega de la casa amarilla, en la esquina de Trille, los compraba, pero a tres pesetas", contó José, que llegó a coger hasta siete duros. "Se los cambié al judío, y con el dinero le regalé a mi madre los avíos de un puchero, me compré unas alpargatas y una entrada para los toros. Con eso me sentía feliz. No necesitaba más y no cogí más duros".
Al día siguiente, como ya se había corrido la voz, vino mucha gente de Cádiz y todo el mundo seguía escarba que te escarba. "Entonces fue cuando de verdad se puso la playa igual que una feria. No sé si porque había más duros o porque ellos se cogieron los dedos, la cosa fue que el judío y La Gallega cambiaron el precio. Ese segundo día sólo pagaban diez reales. Vamos; un duro bueno por dos antiguos. Y más tarde se les acabó el dinero. Entonces, para venderlos, tenían que llevárselos a los anticuarios de Cádiz. Después se fue apagando el asunto y a los pocos días no se pescaba un duro ni para los restos. Y nada más. Eso fue todo lo que pasó. Que yo lo vi, lo juro por la salud de mis hijos", así vivió el viejo José tan importante momento.
Después fue cuando vino lo más grande. En el Carnaval del año siguiente salió el coro 'Los Anticuarios' y El Tío de la Tiza hizo el mejor tango que se ha escuchado nunca jamás. Y, seguramente, si no llega a ser por ese tango, a lo mejor nadie se hubiera acordado.
Culmina José con estas palabras: "¡Ojú! Me da más coraje cada vez que pienso lo fácil que hubiera sido haberme guardado un duro para el recuerdo. Pero quien se lo iba a figurar. Sobre este asunto hay mucho camelo. Si en un derribo aparecen unas monedas es porque algún tío roñoso guardaba su dinero debajo de un ladrillo, pero esos no son, ni mucho menos, aquellos duros antiguos". (20)
"Los anticuarios" (1905)
Fiel a su forma de concebir los conjuntos, "El Tío de la Tiza" siguió renovándolos constantemente (había iniciado su andadura en el siglo XIX), dando de baja a algunos comparsistas e incorporando a nuevos valores. Por entonces, hacía tiempo que un joven bandurrista destacaba por la forma de ejecutar dicho instrumento y por la soltura, la técnica y el dominio que acreditaba como tal en dos de las más prestigiadas estudiantinas que recorrían los carnavales gaditanos de principios de siglo XX: "Estudiantina del Círculo de Empleados y Obreros de la Compañía Trasatlántica" (agrupación que estaba dirigida por dos grandes profesores del Conservatorio de música: Aurelio y Antonio de Rivas) y "Tuna Gaditana", dirigida por Bartolomé Llompart (padre).
Pese al talento que evidenciaba pulsando la bandurria y pese a su aptitud musical innata, poco imaginaría Rodríguez que aquel joven gaditano de tan sólo veintidós años de edad, Manuel López Cañamaque, se convertiría, inmediatamente a su fallecimiento, en el más aventajado de sus discípulos y en su más digno depositario, al recoger todo el testigo de su maestría. Una breve crónica de 1904, referida a un concierto que Cañamaque dio en una velada celebrada en el Salón Recreativo de la Plaza de la Merced en el Barrio de Santa María, nos da una idea bastante precisa de su virtuosismo:
"Finalizó el espectáculo con un
concierto de bandurria y guitarra, a cargo de los celebrados artistas de
afición D. Manuel López (bandurria) y D. Cayetano Fernández (guitarra). El
primero de los citados, hace hablar al instrumento, pues materialmente se oye
la voz cantante, en el tango, y en otros aires de la tierra." (21)
El joven Cañamaque se incorpora al coro
de "Los anticuarios" y no continúa a su lado (como tampoco lo harán el resto de sus coristas), ya que al año siguiente, Rodríguez tomará la decisión firme de
irse a vivir a Sevilla, ciudad en la que reclutará un nuevo conjunto que interpretará
en años venideros las composiciones de sus coros sevillanos. A la
incorporación de Cañamaque se sumarían la de Manuel Ramírez, otro extraordinario
concertista de guitarra y bandurria, igualmente curtido en la Estudiantina de
la Trasatlántica, que después fundaría, junto al eminente concertista de talla
mundial, Antonio Hernández, el afamado Dúo Andalucía con el que recorrería con éxito
los teatros de distintas poblaciones de España.
Otra notable incorporación fue la de José
Ros, guitarrista y fenomenal bandurrista que había participado en la "Rondalla
Aragonesa" (1898-1899) y más tarde con los dos anteriores en la Estudiantina de
la Trasatlántica, y que sería el director de la orquesta o quinteto musical de "Los anticuarios". La representación de su coro más célebre recayó en un
viajante de profesión de treinta y cinco años de edad, Pedro Verdier, que
pertenecía a la compañía teatral del Círculo Modernista, y que tendrá el honor
de responsabilizarse del famoso conjunto que, en la cima de su éxito, cerraría
todo un ciclo de diecinueve años de esplendor.
Instancia original, manuscrita por 'El Tío de la Tiza'. Archivo Histórico Municipal de Cádiz, caja nº 3.354 |
Poco antes de que diesen a conocer su
repertorio, Diario de Cádiz adelantaba ya la siguiente reseña, advirtiendo que,
con "Los anticuarios", estaban ante el mejor tango que se había hecho nunca en el género:
Diario de Cádiz, 8 de febrero de 1905 |
De todas sus creaciones, "Los anticuarios" fue, con bastante
diferencia, la comparsa más inspirada de Rodríguez; sobre todo en lo musical (22).
Tan es así, que hasta la fecha de hoy, sigue siendo la melodía de tango más conocida de toda la larga historia del Carnaval
gaditano y de la que se han hecho el mayor número de versiones; no solamente
por una gran cantidad de artistas flamencos (23), sino por grupos, orquestas
sinfónicas y conjuntos musicales de lo más variopinto del panorama musical
español, incluso en la órbita del cine de corte folklórico del régimen de la España, con películas como: Habaneras,
con Lola Sevilla o Tómbola, con Marisol.
José Cubiles, en 1946. Fondo Accame AHMC |
Su melodía ponía broche final a los
exitosos conciertos clásicos del insigne músico gaditano José Cubiles (24), aquel de
quien Manuel de Falla dijera que había sido el mejor intérprete de sus obras
musicales. Según el crítico Donato, que escribía desde Tánger para las páginas
del Diario España, en su columna Mirador de Andalucía, el tango de "Los anticuarios": "fue reproducido de forma exacta por Manuel de Falla." (25)
Su extraordinaria factura musical ha hecho de él, el tango —mal llamado tanguillo de Cádiz— por excelencia, estando incluido en partitura en
numerosos trabajos sobre folklore musical (26). De sus muchas versiones
destacaríamos tres: la obra Carnaval gaditano, para dos pianos y ocho voces
mixtas, realizada por el eminente músico Camilo Gálvez Ruiz; la Rapsodia de tangos del Maestro Eduardo Escobar y Rivas, en la que asimismo incluyó
dicho tango y Ecos de Cái, en donde el concertista de guitarra Antonio Hernández lo arregló a tres voces.
En 1956, el periódico La Información del Lunes publicó una valiosa
entrevista que el periodista Bartolomé Llompart —hijo— le hizo a Francisco
Rodríguez Sánchez, Paco El Cómico, por aquel entonces, uno de los dos únicos
componentes de aquel famoso coro de "Los anticuarios", que aún continuaba vivo
(el otro era Manuel Ramírez). Entrevista que por su indudable valor testimonial
no dudamos en reproducir una buena parte de ella:
"Este año pasado (se refiere a 1955) hizo justamente medio siglo que en la Plaza de las Flores canté yo por primera vez con el coro 'Los anticuarios' el célebre tango de 'los duros' que compuso como tantos otros que también se hicieron famosos, aquel modesto y gran artista popular que se llamó Antonio Rodríguez 'El Tío de la Tiza'. Del conjunto de las diez voces que componían el coro, sólo quedo yo para contarlo. Vive también uno de los músicos; pero corista nada más que yo. Sobre las circunstancias que rodearon aquel acontecimiento las recuerdo como si las estuviera viendo ahora mismo. Me acuerdo que por aquel entonces el coro que dirigía 'El Tío de la Tiza' ensayaba en 'El Modernista', teatro de aficionados que se hallaba por aquel tiempo donde hoy está la calle Arbolí el grupo de Jaime Balmes, en el cual se ponían todas las semanas zarzuelas famosas. Aquel año las gentes estaban revolucionadas con el encuentro de unos duros antiguos que habían aparecido por la playa de la Victoria, y, como es natural, la primera letra que se compuso para el tango del coro fue alusiva a esos duros 'que tanto en Cádiz dieron que hablar'. El propio Rodríguez llevó el diseño del tipo de 'Los anticuarios', que vino a salir por unos cincuenta reales. El éxito del tango fue enorme, desde el primer momento. Por cierto que aquel año los ánimos estaban un poco revueltos contra él, porque acababa de fracasar en su ensayo de sacar coros sin música, y cuando nos presentamos al concurso en el tablado del Parque Genovés, estábamos muy desanimados por la frialdad con la que nos acogió el público; pero cuando la orquesta que la componían tres bandurrias y dos guitarras, interpretó la introducción y las diez voces (cinco tenores y otros cinco de segundos) atacó el tango de los duros, todo cambió por completo. Al terminar la copla, las gentes decían: " —Eso, eso es el tango gaditano”! Cuando terminó el Carnaval nos contrataron en Sevilla y en el Salón Novedades estuvimos actuando cerca de tres meses sin variar el repertorio y a no ser porque todos teníamos otras ocupaciones que nos reclamaban, sabe Dios a dónde hubiéramos llegado, porque las diez voces eran magníficas y llevábamos un bajo que cuando daba las notas graves temblaba la carroza." (27)
Aparte de la inapreciable fuente de información que supone la totalidad de esta breve entrevista, destacaríamos de ella dos aspectos muy relevantes, sumamente aclaratorios: uno, saber ya con seguridad a través de un testigo directo que las comparsas de Rodríguez llevaban una falseta introductoria (algo que, en el fondo, se intuía pues todas las partituras adaptadas para piano de sus creaciones así lo recogen); y dos, la que creo más importante: la ratificación de que sus coros contaban con la tercera voz o cuerda de bajos.
Las notas y letras de "Los anticuarios" fueron estrenadas en primicia en una reunión privada, con motivo del bautizo del hijo primogénito de Ángel Estrada. En dicho domicilio particular se dieron cita numerosas personalidades de Cádiz, entre ellas Francisco Pró, secretario entonces del ayuntamiento gaditano y padre de Serafín Pró, con el tiempo cronista de la ciudad; así como las tiples del Círculo Modernista que cantaron acompañadas al piano por el músico Aurelio Paspatti. El actor y socio del Modernista, Domingo Viaña y su señora apadrinaron al pequeño, en cuya casa se oyó por primera vez el extraordinario repertorio que Rodríguez tenía preparado para el Carnaval de 1905.
Las notas y letras de "Los anticuarios" fueron estrenadas en primicia en una reunión privada, con motivo del bautizo del hijo primogénito de Ángel Estrada. En dicho domicilio particular se dieron cita numerosas personalidades de Cádiz, entre ellas Francisco Pró, secretario entonces del ayuntamiento gaditano y padre de Serafín Pró, con el tiempo cronista de la ciudad; así como las tiples del Círculo Modernista que cantaron acompañadas al piano por el músico Aurelio Paspatti. El actor y socio del Modernista, Domingo Viaña y su señora apadrinaron al pequeño, en cuya casa se oyó por primera vez el extraordinario repertorio que Rodríguez tenía preparado para el Carnaval de 1905.
Postal de arreglo de Aurelio Paspatti de la Unión Postal Universal |
Diario de Cádiz, 4 de marzo de 1905 |
El concurso oficial se iba a celebrar, como en años anteriores, en el tablao de la Plaza de San Antonio, según acordó la Comisión de Fiestas, el 13 de febrero de 1905, pero en la reunión que se mantuvo al día siguiente se propuso el Teatro del Parque Genovés y (por indicación del alcalde) se optó
finalmente por el Kiosco de la música:
"El Sr. Alcalde indica la conveniencia de que las comparsas se
sitúen en el kiosko de la música y no en el teatro, para evitar que los
jardines sean estropeados por el público que concurra." (28)
Por las Actas Capitulares del Ayuntamiento de Cádiz (29) y por el Acta
oficial del concurso, sabemos que obtuvieron el primer premio, que estuvo
dotado con doscientas cincuenta pesetas. El Acta dice así:
"Comisión de Fiestas.
Aviso
La Comisión Municipal de Fiestas, constituida en jurado por los
Sres. asociados a la misma, para adjudicar los premios en los concursos de
Comparsas y Mascaradas, así como el de máscaras que han tenido lugar en el
Carnaval próximo pasado, se ha servido acordar la distribución siguiente:
---Comparsas y Mascaradas---
1er Premio 250 pesetas: “Los Anticuarios”
2º Premio 100 pesetas: “Los Colores”
Dos terceros de a 50 pesetas: “Los Cartabones” y “Profesores del
Siglo XIX”. (...)
Lo que se hace público para general conocimiento y en especial de
los interesados, quienes podrán comparecer en el Negociado respectivo de la
Secretaría Municipal para la comprobación necesaria al cobro de dichos premios.
Las máscaras premiadas deberán presentar la contraseña que se les entregó.
Cádiz 14 de marzo de 1905
El Presidente
Manuel Ruiz Tagle (rubricado)." (30)
Manuel Ruiz Tagle (rubricado)." (30)
Tira original de "Los anticuarios". Colección particular de Marcos Zilbermann |
Para la transcripción de su repertorio
de coplas, hemos utilizado dos de las cuatro ediciones de tiras, de 5.000
ejemplares cada una, que se imprimieron con el repertorio de "Los anticuarios",
concretamente las ediciones originales segunda (31) y cuarta (32), así como el
libreto de coplas original, de 10 x 16,5 cm., que se editó en la Imprenta
Manuel Álvarez, sita en el número 25 de la calle Cánovas del Castillo, y que
una vez más anuncia en sus páginas interiores la protección legal de los textos
y músicas que contiene:
"Se advierte a los industriales que acostumbran utilizar lo que no
les pertenece, que las canciones que este libro contiene, son propiedad de Los
Anticuarios; Queda hecho el depósito que marca la ley, y se dará un desengaño
al ratero que la contravenga." (33)
Libreto original de "Los anticuarios". Colección particular de Marcos Zilbermann |
De los dieciséis tangos que, junto al resto de piezas, conformaban el repertorio de "Los anticuarios", hemos seleccionado para la presente entrada, tan sólo cuatro, de las que se han hecho versiones flamencas. Ha habido más, pero las creemos suficientemente acreditativas:
TANGO 4
A Cádiz del alma mía
en este instante yo me dirijo:
si no queréis escucharme
a mí me importa un comino,
tú, de seguro me escuchas,
Cádiz de mi corazón.
¡Tierra de mis entrañas,
pueblo adorado,
cada día que pasa
te veo más triste y acongojado;
todo el mundo te trata
a puntapiés...
tu completa ruina
cerca se ve!
¡Preciosa sirena
que bañan las olas,
qué pena da verte
tan pobre y tan sola...
murió tu comercio,
tu industria perdida...
pidiendo limosnas
arrastras la vida!
¡Despierta de tu letargo
que siempre fuiste valiente;
ya veras qué pronto sales
de las garras de la muerte!
¡No vivas más de ilusiones,
población de mis entrañas...!
¡No te fíes de embusteros,
ni de pamplinas, ni de patrañas,
que aunque estás agonizando
eres la honra de toda España!
Un claro ejemplo del desgaste y la transformación oral que, con el transcurso del tiempo, sufren las coplas, lo encontramos en el tango que hace alusión a los duros antiguos, en los versos: "escarbando por la tarde / de noche y por la mañana" que, incluso en la actualidad, se tiende a cantar deformada. Escarbar "de día y por la mañana", es no decir nada, puesto que el día y la mañana es lo mismo. He aquí la versión fidedigna:
Un claro ejemplo del desgaste y la transformación oral que, con el transcurso del tiempo, sufren las coplas, lo encontramos en el tango que hace alusión a los duros antiguos, en los versos: "escarbando por la tarde / de noche y por la mañana" que, incluso en la actualidad, se tiende a cantar deformada. Escarbar "de día y por la mañana", es no decir nada, puesto que el día y la mañana es lo mismo. He aquí la versión fidedigna:
TANGO 5
Aquellos duros antiguos
que tanto en Cádiz
dieron que hablar
dieron que hablar
que se encontraba la gente
a la orillita del mar,
fue la cosa más graciosa
que en mi vida he visto yo.
Allí fue medio Cádiz,
con espiocha;
hasta fue un día mi suegra,
y eso que estaba
ya medio chocha;
ya medio chocha;
con las uñas muchos (34)
vi yo escarbar,
cuatro días seguidos
sin descansar.
Estaba la playa
igual que una feria:
¡Válgame San Cleto
lo que es la miseria...!
Algunos pescaron
más de ochenta duros
pero más de cuatro,
no vieron ni uno.
Mi suegra, como ya dije,
estuvo allí una semana
escarbando por la tarde,
de noche y por la mañana.
Perdió las uñas y el pelo
aunque bien poco tenía,
y en vez de encontrar los duros
lo que encontró fue...
una pulmonía.
una pulmonía.
En el "patio de las malvas"
está "escarbando"
desde aquel día.
desde aquel día.
TANGO 11
Con el sombrero en la mano
como personas de diplomacia
al gran pueblo sevillano
patria del rumbo y la gracia
suplicamos “Los Anticuarios”
un momento de atención.
¡Sevilla de mi alma,
tierra divina,
donde son las mujeres
ramos de rosas y clavellinas!
A cantar tus bellezas
hoy vengo yo,
que me escuches te ruego
como favor.
Preciosa sultana
de la Andalucía,
cuando Dios te hizo
qué alegre estaría…
Tierra encantadora,
patria del salero
te tienen envidia
los astros del cielo.
Sevilla de mis entrañas,
población incomparable,
aunque no nací en tu suelo
te quiero como a una madre
y de rodillas te juro
que si tuviese dinero
encima de la Giralda
con oro y perlas ponía un letrero
diciendo que es esta tierra
la más hermosa del mundo entero.
El siguiente tango lo versionó Antonio Mairena, grabándolo en disco de vinilo con la guitarra de Melchor de Marchena. Según la propia declaración de Mairena, él lo aprendió por tradición oral, directamente de Pastora Imperio. Es perfectamente factible este extremo, toda vez que Pastora actuó en Sevilla el Café Novedades en 1905 y fue testigo la artista de las actuaciones de "Los anticuarios", según el testimonio de Manuel López Cañamaque, a la sazón, bandurrista del famoso conjunto, como enseguida conoceremos:
TANGO 12
Les presentamos tres cuadros
de Zurbarán y del gran Murillo
que valen treinta mil duros,
a precio de baratillo;
y para venderlos pronto
se los doy por la mitad.
Representa el primero
un edificio,
donde un célebre turco
tuvo su harén
en el siglo quinto;
está entre Samboaga
y el Panamá,
un poquito a la izquierda
del Indostán.
El cuadro segundo
es un guacamayo
que tuvo en su alcoba
el rey Don Pelayo;
contra más se mira
más lejos se ve,
igual que el castillo
de Chuchurumbel.
El último representa
la copia del gran sofá
donde se sentaba Eva
en compañía de Adán;
allí fue donde sentados
y no crean que es patraña,
en aquel gran paraíso
cierto domingo por la mañana,
tenían los dos mucha hambre
y se comieron una manzana. (35)
Diario de Cádiz, 13 de marzo de 1905 |
En vista del enorme éxito de "Los anticuarios", el empresario y dueño del Teatro Cómico de Cádiz, propietario también de la famosa fábrica de Naipes Olea, sabedor del "tirón" que en aquellos momentos tenía la comparsa de Rodríguez, se vio obligado a contratarla, siendo ésta de las pocas ocasiones en la que un coro cantó en dicho coliseo, ya que éste solía programar desde su inauguración, principalmente, obras de teatro y zarzuelas y muy ocasionalmente, flamenco, como la gran actuación que dio Don Antonio Chacón, con los hijos del Mellizo, en el referido teatro.
Junto a la compañía propia del actor cómico gaditano Antonio Martelo, que
contaba con un gran predicamento en el norte de España y en América
(especialmente en Argentina), y que tras largos años de ausencia reaparecía en
su tierra natal, se anunciaron para la función del 15 de marzo de 1905 las
zarzuelas Los zapatos de Charol, La revoltosa y La Macarena, con la
participación de "Los Anticuarios" que interpretaron, junto a su repertorio, un
popurrí nuevo con un título más que premonitorio y significativo: Adiós a Cádiz.
El triunfo y el lleno fueron rotundos:
“Lleno rebosado estuvo anoche el teatro Cómico en las tres
secciones que dio. La popular comparsa Los Anticuarios, con sus originales
tangos, era el atractivo de la noche; el público no se cansaba de aplaudirlos y
hacer que se repitiesen coplas. También tuvieron que bisar el Cakewalk.” (36)
“La comparsa Los Anticuarios llenó
anoche hasta rebosar el teatro Cómico en las tres secciones celebradas,
obteniendo el alegre conjunto carnavalesco un completo éxito.” (37)
Tras el éxito obtenido en la función
del Cómico, el Teatro Principal, primer coliseo de la ciudad, decidió
incorporar también los tangos de los coros que no cantaban en su escenario
desde hacía ya algunos años.
Diario de Cádiz, 24 de marzo de 1905 |
A los pocos días, el coro fue contratado para cincuenta representaciones en el Café Concierto
Novedades de Sevilla, establecimiento en el que se obtuvo la famosa fotografía
del mítico conjunto.
Diario de Cádiz, 24 de marzo de 1905 |
Antes de partir a Sevilla, los amigos más próximos de "El Tío de la Tiza" obsequiaron a éste con una cena en los salones del Círculo Modernista, en la noche del 25 de marzo de 1905, noche en la que sospechamos que se produjo también la despedida; el adiós definitivo a Cádiz de nuestro protagonista.
“Esta noche se celebra en el Círculo Modernista una cena con que obsequian sus amigos al autor de la laureada comparsa Los anticuarios y presidente de dicho recreativo Centro” (38)
De los dieciocho componentes que
conformaban la comparsa, tan sólo diez pudieron acudir a la actuación en
Sevilla. Seguramente, por motivos laborales, se ausentaron Francisco Guzmán "El Batato", Emilio
Cortés Mariño, Ricardo Gualda, Guillermo Reyes, Rafael Ventosa, Lucas López y
Francisco Rainero Casanova. El resto, con Manuel López Cañamaque en la orquesta y a pesar de
las numerosas bajas, logró una de las temporadas más exitosas que se recuerdan
en el Café Novedades, toda vez que llegaron a prorrogar el contrato por treinta
representaciones más hasta el 15 de mayo.
Diario de Cádiz, 15 de abril de 1905. Edición de tarde |
" —¿Cuándo comenzó su vida de comparsista?
—¡Ojú! Pues verá usted… Ya hace mucho tiempo. La primera vez fue cuando
los Anticuarios. Yo iba de bandurrista.
—¡Caramba! No le sabía elemento del famoso coro.
—¡Ya ve usted! Sólo quedamos tres.
—¿Quiénes?
—Bueno, ya sabe, uno —me dice señalándose— Además el guitarrista Manuel Ramírez y un camarero que cantaba… y que se llamaba… Espere usted… le
decían "Paco, el Cómico".
(…)
—Cuénteme alguna anécdota de su vida de comparsista.
—Vamos a situarnos en Sevilla, en el Salón Novedades, en el año de
“Los Anticuarios”.
—¿Por qué nos vamos tan lejos? —le digo.
—¡Caramba! Porque con “Los Anticuarios” fuimos a Sevilla y en este
Salón que le he dicho estuvimos actuando ¡tres meses!... La noche del debut
llovía, sí, tenía que llover… No cabía la gente… Estábamos ya con el público en
el bolsillo, cuando "Frascola", uno de nuestros comparsistas, cayó en la cuenta
que nos faltaban "las sustancias alimenticias".
—Vamos, que se habían quedado sin cena.
—No, hombre. Las "sustancias alimenticias" eran cosas de una "letra". Cuando las nombrábamos enseñábamos al respetable, unas piedras tremendas.
¡Y se nos habían olvidado! Yo me ofrecí para traerlas del Callejón de la Plata
que estaba allí mismo. Interrumpimos la música y salí. Pero los condenados "chinos" estaban tan agarrados que pasé las negras. Y como llovía a más y
mejor, llegué al escenario hecho una sopa. La extrañeza del público fue grande,
pues interpretó que yo había salido para darme una ducha vestido. ¡Las cosas!
—Alguna cosa más de aquella excursión...
—Fueron tantas… Pero calle… Hay una cosa muy curiosa. Con nosotros
comenzó una chiquilla graciosa y jacarandosa su vida teatral. Contaba
diecisiete años y se llamaba ¡Pastora Imperio! Estuvo los tres meses con
nosotros y de allí fue contratada para Portugal. ¿Qué le parece?
—Y así acabamos la conversación. Yo estrecho la mano de Manolo
Cañamaque, el feliz autor de música gaditano, y me despido con él.
Instintivamente, salgo de la zapatería de viejo que nos ha servido para la
entrevista silbando el tango de las flores y pensando en los triste que debe
ser verse con la edad de Manuel Cañamaque, teniendo que vivir a expensas de lo
que salga por las tiendas donde quedan viejos aficionados, con una bandurria
debajo del brazo, mientras oye un determinado señor; buscador de músicas
pegadizas y… Vamos, folklore, que no hay derecho…
RADI" (39)
El recurso humorístico de "las
sustancias alimenticias", que narraba Manuel López Cañamaque, era el tango que comenzaba así:
En cierto pueblo de España
de cuyo nombre no me recuerdo,
existen almacenadas
hace dos siglos y medios
doscientas mil toneladas
de lo que viendo aquí están.
Esta es una sustancia
alimenticia,
que comían los godos
cuando vivían allá en Galicia...
Acabado el periplo sevillano actuaron
en la Gran Peña de Barcelona, para partir después desde tierras catalanas hasta
Madrid, donde fueron contratados en el Salón Actualidades.
Diario de Cádiz, 9 de marzo de 1905 |
Diario de Cádiz, 17 de abril de 1905 |
Numerosísimas son las partituras que se
han editado del tango de "Los anticuarios" a lo largo del siglo XX, de las que
detallamos las más significativas (40). A todas ellas hay
que añadirle la adaptación para piano manuscrita por Manuel Lázaro (41):
En 2012, con motivo del Centenario de su fallecimiento (1912), aun con todas las trabas; una indisimulable inquina y una absoluta falta de ayuda por parte del equipo de gobierno del PP —con la honrosa excepción del concejal Bruno García— se organizó junto a la Asociación de Intérpretes y Ejecutantes un Congreso científico sobre su figura, que tuve el honor de dirigir, cuyo broche final fue tocar al unísono, su tango de "Los anticuarios", a través de dos prestigiosas orquestas de plectro: A tempo y Plectrum Gaditanum:
En 2012, con motivo del Centenario de su fallecimiento (1912), aun con todas las trabas; una indisimulable inquina y una absoluta falta de ayuda por parte del equipo de gobierno del PP —con la honrosa excepción del concejal Bruno García— se organizó junto a la Asociación de Intérpretes y Ejecutantes un Congreso científico sobre su figura, que tuve el honor de dirigir, cuyo broche final fue tocar al unísono, su tango de "Los anticuarios", a través de dos prestigiosas orquestas de plectro: A tempo y Plectrum Gaditanum:
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(1) OSUNA GARCÍA, Javier, "El Tío de la Tiza" 1861-1912. Revisión biográfica, Cádiz: Caja San Fernando, 2007.
(2) ARANGO AYALA, Antonio, Guía de Cádiz y su Provincia, patrocinada por la Cámara Oficial de Comercio Industria y Navegación de Cádiz, Cádiz: Imprenta de Manuel Álvarez, 1907.
(3) BLAS VEGA, José, Vida y cante de Don Antonio Chacón, Madrid: Editorial Cinterco, 1990 (Pág. 63).
(4) LÓPEZ GONZÁLEZ, J.A. y RUIZ ACEVEDO, J.M., Series históricas de capturas del atún rojo en las almadrabas del Golfo de Cádiz (Siglos XVI-XXI).
(5) Ibídem.
(6) ABC de Madrid, 4 de diciembre de 1960.
(7) CASTRO MIRANDA, Francisco Javier y GARCÍA LUQUE, Enrique, Los diablos del mar. La odisea de la Burla Negra, Cádiz: Absalón ediciones, 2008.
(8) REVERTE PÉREZ, Arturo, Un pirata de verdad, en El Semanal (Patente de corso), 29 de enero de 2006.
(9) Véase, de MUELAS, José: Aquellos duros antiguos, en el blog de José Muelas. Reflexiones personales.
(10) Véase, de CONDE, María: Las fabulaciones sobre el paradero del botín del pirata Soto continúan en el 180 aniversario de su muerte. Un tesoro de leyenda en las Rías Baixas, en La Voz de Galicia, 31 de enero de 2010.
(11) Véase, de ARRIZABALAGA, Mónica, El tesoro del corsario español que inspiró la canción del pirata. ¿Qué fue del botín de 'La burla negra' que capitaneaba Benito Soto?, en ABC, 3 de julio de 2015.
(12) Véase, de MOLLÁ AYUSO, Luis, Los duros antiguos, otra historia del mar, en Diario de Cádiz, 15 de febrero de 1915.
(13) SÁNCHEZ SAMPALO, Francisco, La maldición de Los duros antiguos, Cartagena: Malbec Ediciones, 2016.
(14) DEL REAL PASQUÍN, Antonio, Los duros antiguos de Cádiz y el último pirata del atlántico, en Revista General de Marina, abril de 2011.
(15) Anecdotario pintoresco. Dos sorpresas veraniegas, en revista Batalla, año IX, número extraordinario dedicado a las Fiestas Típicas Gaditanas, Cádiz, febrero de 1962.
(16) Se dan en cinco millones
con el dinero en la mano
y a quien los compre admitimos
hasta duros sevillanos...
(17) PONCE CORDONES, Francisco, ¡Aquellos duros antiguos!, en Revista General de Marina, agosto de 1980 (Págs. 131-136).
(18) PONCE CORDONES, Francisco, Recuerdos de la almadraba, Cádiz: Fundación Alcalde Zoilo Ruiz Mateos, 1991 (Pág. 19).
(19) Revista Batalla. Ob. cit.
(20) Véase de Diego Joly, Aquellos duros antiguos, en Diario de Cádiz, 16 de febrero de 2013.
(21) Diario de Cádiz, 21 de junio de 1904.
(22) Para un análisis de la melodía y texto de este tango, véase de BABLÉ NEIRA, Eduardo, Música y carnaval de Cádiz, en Actas del VII Congreso de Carnaval, Cádiz: F.G.C., 1996 (Págs. 160-166).
(23) Sin pretensión de ser exhaustivos, aquí algunas referencias discográficas flamencas: Carlos Montoya (ASCH RECORDS-803; CAF SP 1001); Rocío Jurado (Paco Cepero): RCA CL 35649 (2); Tina Pavón (Manolo Domínguez y José Luis Postigo): PASARELA PSD-5030; Mariana Cornejo (Niño Jero y “El Carbonero”): PASARELA PSD-5045. (CAF 197); Los Gaditanos (Antonio de Marchena): HISPAVOX 530 40 3106 1 (CAF 092); Manolo Vargas (Andrés Heredia): HISPAVOX 056 79 4115 1 y CLAVE (CAF 092 y 462); Pericón de Cádiz (Félix de Utrera): HISPAVOX 530 40 3256 1 y CLAVE (CAF 703 y 278); Ana Reverte (Manolo Franco): HORUS 80.017; Aurelio (¿?): SURCOSUR SSS-1010; Jarrito (Juan Carmona): COLUMBIA (CAF 514); Paco Sánchez (Juan Manuel Álvarez): FONORUZ (CAF 650); Grupo Folk Antonio Arenas (Antonio Arenas): DIAMANTE.
(24) "Este tanguillo es conocido en España y el extranjero y basta decir que su música la interpreta al piano después de cada concierto nuestro paisano el virtuosísimo Don José Cubiles..." GONZÁLEZ CANTONI, Pedro, Recuerdo de Cádiz en sus fiestas folklóricas, Cádiz: El autor, 1957 (Cádiz: Nuestra Señora del Carmen), (Pág. 5). "Fue en el Casino Gaditano cuando una de las muchas actuaciones de Pepe Cubiles entre nosotros. La cuadrilla especializada en el traslado de pianos había dejado en el patio de dicho Centro el “Bechstein” que utilizaba la Sociedad de Conciertos y Conferencias para sus reuniones, cuando el eminente Pepe Cubiles, con ese su temperamento que le caracterizaba, y todavía en presencia de la cuadrilla, interpretó al piano una desbordante versión del famoso tango 'Los anticuarios', que fue recibida con una ovación por parte de quienes estábamos presentes en aquella audición improvisada!" PADÍN, Francisco, Suplemento de Diario de Cádiz, 25 de febrero de 1979 (Pág. 15).
(25) Diario España, 9 de febrero de 1953.
(26) HIDALGO MONTOYA, Juan, Folklore musical español, Madrid: A. Carmona, 1974 (Págs. 36 y 37).
(27) La Información del Lunes, 22 de octubre de 1956.
(28) Diario de Cádiz, 17 de febrero de 1905. Edición de tarde.
(29) Acta Capitular del Ayuntamiento de Cádiz de 1905. AHMC, libro nº 10.369 (Pág. 58, vuelta).
(30) Ibídem, Negociado de Fiestas (caja nº 3.554). Véase también: CIRICI NARVÁEZ, Juan Ramón, De cómo el coro “Los Anticuarios” ganó el primer premio en el concurso de agrupaciones del año 1905, en Actas del VI Congreso del Carnaval, Cádiz: F.G.C., 1991 (Pág. 275); y Diario de Cádiz, 13 de marzo de 1905.
(31) Tira: Los Anticuarios (segunda edición) comparsa gaditana, carnaval de 1905, Cádiz: Imprenta M. Álvarez, 1905. Colección particular de Marcos Zilbermann.
(32) Tira: Los Anticuarios (cuarta edición) comparsa gaditana, carnaval de 1905, Cádiz: Imprenta M. Álvarez, 1905. Colección particular de Jaime Fernández de la Puente.
(33) Libreto: Los Anticuarios, comparsa carnavalesca gaditana. Carnaval de 1905. Cádiz: Imprenta de M. Álvarez, Cánovas del Castillo, 25, 1905. Colección particular de Manuel Torre. Existe otra edición distinta de este mismo libreto, impreso en la Imprenta Verónica, 15.
(34) Ya el comparsista Francisco Vélez lo puntualizaba en 1957 en una entrevista concedida en su domicilio particular: "Quiero hacer una aclaración respecto al tango. En vez de decir como mucha gente: ...con las uñas y el pelo la vi escarbar, debe decirse: con las uñas a muchos vi yo escarbar." Véase Al habla con el corista más antiguo, entrevista de Francisco Vélez concedida a Eduardo Tijeras, en Cádiz y sus fiestas folklóricas, Ob. cit. Pág. 14. Idéntica apreciación le hizo Aurelio Sellés a Blas Vega en 1978: "No con las uñas y el pelo como dicen todos, ¡con el pelo no ha escarbado nadie!, porque el que escribía eso lo escribía muy bien que era Rodríguez 'El Tío de la Tiza' (...) ¡Por el día y por la mañana!, dicen algunos, no pue ser..." BLAS VEGA, José, Conversaciones flamencas con Aurelio Sellés, Madrid: (Págs. 62 y 63).
(35) Véase de CRUZ GARCÍA, Antonio y GARCÍA ULECIA, Alberto, Las confesiones de Antonio Mairena, Sevilla: Universidad de Sevilla, 1976 (Págs. 117 y 167).
(36) La Correspondencia de Cádiz, 16 de marzo de 1905.
(37) Diario de Cádiz, 16 de marzo de 1905.
(38) Ibídem, 25 de marzo de 1905.
(39) Vésase: Gracia y simpatía de los coros gaditanos, en La Voz del Sur, 5 de noviembre de 1951.
(40) Partituras: CHOVER SALOM, Antonio, Cádiz, pequeña suite original para guitarra, Danza (tanguillo), Madrid: Ediciones Musicales Madrid, 1959; Maestro Monreal, Los duros antiguos (pasodoble gaditano), Madrid: Monreal Editor de obras propias, 1964; J. Cortina, Los duros antiguos, tanguillos de Cádiz, Madrid: Unión Musical Española, 1970; Juan D. Grecos, Los duros antiguos para voz y guitarra o guitarra por cifra, Madrid: Unión Musical Española, 1977
(41) Partituras manuscritas para piano: Los Anticuarios, couplet del Cake Walk, y Los Anticuarios, tango carnavalesco. Colección particular de Marcos Zilbermann.
(2) ARANGO AYALA, Antonio, Guía de Cádiz y su Provincia, patrocinada por la Cámara Oficial de Comercio Industria y Navegación de Cádiz, Cádiz: Imprenta de Manuel Álvarez, 1907.
(3) BLAS VEGA, José, Vida y cante de Don Antonio Chacón, Madrid: Editorial Cinterco, 1990 (Pág. 63).
(4) LÓPEZ GONZÁLEZ, J.A. y RUIZ ACEVEDO, J.M., Series históricas de capturas del atún rojo en las almadrabas del Golfo de Cádiz (Siglos XVI-XXI).
(5) Ibídem.
(6) ABC de Madrid, 4 de diciembre de 1960.
(7) CASTRO MIRANDA, Francisco Javier y GARCÍA LUQUE, Enrique, Los diablos del mar. La odisea de la Burla Negra, Cádiz: Absalón ediciones, 2008.
(8) REVERTE PÉREZ, Arturo, Un pirata de verdad, en El Semanal (Patente de corso), 29 de enero de 2006.
(9) Véase, de MUELAS, José: Aquellos duros antiguos, en el blog de José Muelas. Reflexiones personales.
(10) Véase, de CONDE, María: Las fabulaciones sobre el paradero del botín del pirata Soto continúan en el 180 aniversario de su muerte. Un tesoro de leyenda en las Rías Baixas, en La Voz de Galicia, 31 de enero de 2010.
(11) Véase, de ARRIZABALAGA, Mónica, El tesoro del corsario español que inspiró la canción del pirata. ¿Qué fue del botín de 'La burla negra' que capitaneaba Benito Soto?, en ABC, 3 de julio de 2015.
(12) Véase, de MOLLÁ AYUSO, Luis, Los duros antiguos, otra historia del mar, en Diario de Cádiz, 15 de febrero de 1915.
(13) SÁNCHEZ SAMPALO, Francisco, La maldición de Los duros antiguos, Cartagena: Malbec Ediciones, 2016.
(14) DEL REAL PASQUÍN, Antonio, Los duros antiguos de Cádiz y el último pirata del atlántico, en Revista General de Marina, abril de 2011.
(15) Anecdotario pintoresco. Dos sorpresas veraniegas, en revista Batalla, año IX, número extraordinario dedicado a las Fiestas Típicas Gaditanas, Cádiz, febrero de 1962.
(16) Se dan en cinco millones
con el dinero en la mano
y a quien los compre admitimos
hasta duros sevillanos...
(17) PONCE CORDONES, Francisco, ¡Aquellos duros antiguos!, en Revista General de Marina, agosto de 1980 (Págs. 131-136).
(18) PONCE CORDONES, Francisco, Recuerdos de la almadraba, Cádiz: Fundación Alcalde Zoilo Ruiz Mateos, 1991 (Pág. 19).
(19) Revista Batalla. Ob. cit.
(20) Véase de Diego Joly, Aquellos duros antiguos, en Diario de Cádiz, 16 de febrero de 2013.
(21) Diario de Cádiz, 21 de junio de 1904.
(22) Para un análisis de la melodía y texto de este tango, véase de BABLÉ NEIRA, Eduardo, Música y carnaval de Cádiz, en Actas del VII Congreso de Carnaval, Cádiz: F.G.C., 1996 (Págs. 160-166).
(23) Sin pretensión de ser exhaustivos, aquí algunas referencias discográficas flamencas: Carlos Montoya (ASCH RECORDS-803; CAF SP 1001); Rocío Jurado (Paco Cepero): RCA CL 35649 (2); Tina Pavón (Manolo Domínguez y José Luis Postigo): PASARELA PSD-5030; Mariana Cornejo (Niño Jero y “El Carbonero”): PASARELA PSD-5045. (CAF 197); Los Gaditanos (Antonio de Marchena): HISPAVOX 530 40 3106 1 (CAF 092); Manolo Vargas (Andrés Heredia): HISPAVOX 056 79 4115 1 y CLAVE (CAF 092 y 462); Pericón de Cádiz (Félix de Utrera): HISPAVOX 530 40 3256 1 y CLAVE (CAF 703 y 278); Ana Reverte (Manolo Franco): HORUS 80.017; Aurelio (¿?): SURCOSUR SSS-1010; Jarrito (Juan Carmona): COLUMBIA (CAF 514); Paco Sánchez (Juan Manuel Álvarez): FONORUZ (CAF 650); Grupo Folk Antonio Arenas (Antonio Arenas): DIAMANTE.
(24) "Este tanguillo es conocido en España y el extranjero y basta decir que su música la interpreta al piano después de cada concierto nuestro paisano el virtuosísimo Don José Cubiles..." GONZÁLEZ CANTONI, Pedro, Recuerdo de Cádiz en sus fiestas folklóricas, Cádiz: El autor, 1957 (Cádiz: Nuestra Señora del Carmen), (Pág. 5). "Fue en el Casino Gaditano cuando una de las muchas actuaciones de Pepe Cubiles entre nosotros. La cuadrilla especializada en el traslado de pianos había dejado en el patio de dicho Centro el “Bechstein” que utilizaba la Sociedad de Conciertos y Conferencias para sus reuniones, cuando el eminente Pepe Cubiles, con ese su temperamento que le caracterizaba, y todavía en presencia de la cuadrilla, interpretó al piano una desbordante versión del famoso tango 'Los anticuarios', que fue recibida con una ovación por parte de quienes estábamos presentes en aquella audición improvisada!" PADÍN, Francisco, Suplemento de Diario de Cádiz, 25 de febrero de 1979 (Pág. 15).
(25) Diario España, 9 de febrero de 1953.
(26) HIDALGO MONTOYA, Juan, Folklore musical español, Madrid: A. Carmona, 1974 (Págs. 36 y 37).
(27) La Información del Lunes, 22 de octubre de 1956.
(28) Diario de Cádiz, 17 de febrero de 1905. Edición de tarde.
(29) Acta Capitular del Ayuntamiento de Cádiz de 1905. AHMC, libro nº 10.369 (Pág. 58, vuelta).
(30) Ibídem, Negociado de Fiestas (caja nº 3.554). Véase también: CIRICI NARVÁEZ, Juan Ramón, De cómo el coro “Los Anticuarios” ganó el primer premio en el concurso de agrupaciones del año 1905, en Actas del VI Congreso del Carnaval, Cádiz: F.G.C., 1991 (Pág. 275); y Diario de Cádiz, 13 de marzo de 1905.
(31) Tira: Los Anticuarios (segunda edición) comparsa gaditana, carnaval de 1905, Cádiz: Imprenta M. Álvarez, 1905. Colección particular de Marcos Zilbermann.
(32) Tira: Los Anticuarios (cuarta edición) comparsa gaditana, carnaval de 1905, Cádiz: Imprenta M. Álvarez, 1905. Colección particular de Jaime Fernández de la Puente.
(33) Libreto: Los Anticuarios, comparsa carnavalesca gaditana. Carnaval de 1905. Cádiz: Imprenta de M. Álvarez, Cánovas del Castillo, 25, 1905. Colección particular de Manuel Torre. Existe otra edición distinta de este mismo libreto, impreso en la Imprenta Verónica, 15.
(34) Ya el comparsista Francisco Vélez lo puntualizaba en 1957 en una entrevista concedida en su domicilio particular: "Quiero hacer una aclaración respecto al tango. En vez de decir como mucha gente: ...con las uñas y el pelo la vi escarbar, debe decirse: con las uñas a muchos vi yo escarbar." Véase Al habla con el corista más antiguo, entrevista de Francisco Vélez concedida a Eduardo Tijeras, en Cádiz y sus fiestas folklóricas, Ob. cit. Pág. 14. Idéntica apreciación le hizo Aurelio Sellés a Blas Vega en 1978: "No con las uñas y el pelo como dicen todos, ¡con el pelo no ha escarbado nadie!, porque el que escribía eso lo escribía muy bien que era Rodríguez 'El Tío de la Tiza' (...) ¡Por el día y por la mañana!, dicen algunos, no pue ser..." BLAS VEGA, José, Conversaciones flamencas con Aurelio Sellés, Madrid: (Págs. 62 y 63).
(35) Véase de CRUZ GARCÍA, Antonio y GARCÍA ULECIA, Alberto, Las confesiones de Antonio Mairena, Sevilla: Universidad de Sevilla, 1976 (Págs. 117 y 167).
(36) La Correspondencia de Cádiz, 16 de marzo de 1905.
(37) Diario de Cádiz, 16 de marzo de 1905.
(38) Ibídem, 25 de marzo de 1905.
(39) Vésase: Gracia y simpatía de los coros gaditanos, en La Voz del Sur, 5 de noviembre de 1951.
(40) Partituras: CHOVER SALOM, Antonio, Cádiz, pequeña suite original para guitarra, Danza (tanguillo), Madrid: Ediciones Musicales Madrid, 1959; Maestro Monreal, Los duros antiguos (pasodoble gaditano), Madrid: Monreal Editor de obras propias, 1964; J. Cortina, Los duros antiguos, tanguillos de Cádiz, Madrid: Unión Musical Española, 1970; Juan D. Grecos, Los duros antiguos para voz y guitarra o guitarra por cifra, Madrid: Unión Musical Española, 1977
(41) Partituras manuscritas para piano: Los Anticuarios, couplet del Cake Walk, y Los Anticuarios, tango carnavalesco. Colección particular de Marcos Zilbermann.
Ea, que paseo por Cái me he dado esta mañana con la fresca. No veas primo, qué bien sienta recorrer tu tierra, hacer una conferencia de 3 pesetas, mirar los teatros de antes, oler el atún de almadraba, leer a los viejos... de esos que tanto se aprende; y terminar por tangos con mi tío Chano pa comérselo.
ResponderEliminarNo se puede aguantar este blog. Un abrazo.
P.D: peaso de trabajo.
Muchas gracias, prima. Eso por ponerte tan guapa, con el pelo recogido, un vestido estampado y presentando festivales con tanto arte. De manera que agárrate del brazo y yo te llevo por aquél Cádiz del año 4 y te cuento todo, in situ, dándonos la brisa y tomándonos las que se encarten. Un abrazo y gracias por venir.
EliminarUn trabajo tan arduo como magnifico, es absolutamente admirable, me dejas pasmada, mi arma. Me ha gustado muchísimo. En mi blog tengo la versión de "Los Duros Antiguos", que me dieron en el barrio de La Viña, hace...¡Ofú!, todo ese tiempo y lo plasmé tal cual. Los aficionados siempre estaremos en deuda con "El Tio de la Tiza", pero muchos de nosotros, también contigo por como aprendemos y nos complaces con estas páginas. ¡Ole mi niño!
ResponderEliminarAbracetes marineros.
No te fíes ni un pelo de esa versión, novelada e inventada, Carmela; hazme caso, que la Viña lleva explotando su nombre desde los años sesenta, cuando sus vínculos con él son prácticamente inexistentes.
EliminarUn abrazo grande, guapa.
Como siempre, una rigurosa y completa monografía en torno a los duros "columnarios" o de dos mundos, que tanto en Cádiz dieron que hablar. Felicidades, Javier.
ResponderEliminarMuchas gracias, Ana.
EliminarGracias Javier, por este interesantísimo articulo, que nos culturiza a los que tanto amamos a este trocito de tierra, como es Cádiz. Gracias otra vez, por que con personas como tú, no se perderá nuestra cultura.
ResponderEliminarGracias a ti, Andrés. Entre todos preservamos las pequeñas historias nuestras.
EliminarQuerido amigo Javier. Como siempre una delicia de artículo. Gracias por cerrar el mismo con la intervención de la "Camerata de Plectro A Tempo" que dirijo, junto con el desaparecido grupo "Plectrum Gaditanum". Ya que a lo largo del artículo hablas sobre las versiones del tango de Los Anticuarios que se ha venido haciendo a lo largo de estos años, debo recordarte que la versión que interpretamos en el vídeo, es una creación mía compuesta para 6 voces (doble bandurria, doble laud, guitarra y bajo). Un abrazo y a seguir deleitándonos con tus artículos¡¡¡¡¡
ResponderEliminarPues dicho queda por ti, querido amigo Eduardo y aunque ya te las di en su día, te reitero las gracias, a ti y a los miembros de la camerata que diriges, por la participación desinteresada en el congreso, que agrupó a los amantes de la obra de Rodríguez. Y 'sin trincá', que diría El Beni.
EliminarUn fuerte abrazo y gracias por comentar aquí.
Magnífico relato Javier. Me he divertido mucho imaginando la escena de la playa con la gente escarbando en busca de los viejos duros. Un placer leerte. Saludos desde los madriles.
ResponderEliminarMuchas gracias, Guillermo. La verdad es que tuvo que ser una estampa bien curiosa, ver la playa como una feria en busca del dorado.
EliminarUn abrazo y gracias por pasearte aquí.