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domingo, 27 de abril de 2014

Fernando Quiñones. Diccionario Gaditano de Flamenquitos Insignes (VII)



¡Te regalo Cádiz! Preciosa frase para obsequiar. Preciosa ofrenda a la mujer amada. Si precisa es la frase, preciso el obsequio, manifestado con toda la solemnidad, visceral y desnuda, que requiere agasajar con algo tan intangible y tangible a la vez, y efectuarlo desde el viejo Camino del arrecife, del Mundo Nuevo al Islote de San Sebastián, caminito de los sueños de Cronos y de la mano de tu compañera. Regaló cuanto tenía, con la inmaterial apariencia de desposeerlo. Pero nunca una ciudad le perteneció tanto como Cádiz. Nunca una playa, con piedras que sustentaban el camino desde el cual perpetró su dádiva. Por eso le regaló piedras —preciosas—, caleteras y ostioneras: ¡para ti, Nadia!


Paseo Fernando Quiñones. Foto: Los fardos

Camino del Castillo de San Sebastián. Foto: Pedro Sánchez (El tercer tiempo)

Fernando Quiñones Chozas. Chiclana de la Frontera (Cádiz), 1930-Cádiz, 1998. Ensayista, narrador, poeta, autor teatral y flamencólogo. Uno de los escritores más influyentes de la segunda mitad del siglo XX, reconocido por grandes literatos, como Jorge Luis Borges —su admirado y gran mentor— (1), Dámaso Alonso, Luis Rosales, José Hierro o Rafael AlbertiDoctor Honoris Causa por la Universidad de Cádiz.


1971. Con Caballero Bonald y Félix Grande.
Foto: Fundación Fernando Quiñones




Miembro de la Cátedra de Flamencología de Jerez de la Frontera, en la que obtuvo, en 1965, el Premio Nacional de Investigación, así como miembro de honor de la Cátedra Itinerante de Flamencología de Cádiz. Colabora con el programa Rito y geografía del cante, serie presentada por José María Velázquez Gaztelu que hoy, vista con 40 años de perspectiva, se nos presenta con un incalculable valor antropológico. Guionista y presentador del programa Flamenco, también de Televisión Española, con el que obtuvo el Premio Nacional de Programas Musicales, así como del programa Ayer y hoy del flamenco. Fue autor del espectáculo flamenco-teatral Andalucía en pie. Su primer acercamiento literario al flamenco, lo hace en 1962 en los Cuadernos hispanoaméricanos que dirigía su íntimo amigo, Félix Grande.


TVE. Con El Flecha de Cádiz
TVE. Con El Beni de Cádiz
TVE. Con La Perla de Cádiz
TVE. Con Camarón de la Isla
En 1980, con Camarón y Tomatito

Al baile El Cojo Farina. Al toque Félix Grande.
Foto: Fundación Fernando Quiñones
Realizó numerosas conferencias y charlas de temas flamencos en España y en el extranjero, algunas ilustradas por él mismo (conocía muchas variantes de fandangos). En su faceta de flamencólogo escribió: De Cádiz y sus cantes (2); obra con la que gana el Premio de Investigación de la Semana de Estudios FlamencosEl flamenco, vida y muerte (3); Los poemas flamencos (4); El flamenco (5); Antonio Mairena. Su obra, su significado (6); Su grito fue terrible. Un hombre escandalosamente apasionado (7); ¿Qué es el flamenco? (8), y en colaboración con José Blas Vega, Toros y arte flamenco (9). En opinión de Blas Vega y Ríos Ruiz, "El testigo, incluido en su libro Nos han dejado solos, está considerado la mejor muestra narrativa ambientada en el mundo del flamenco de las publicadas hasta la fecha".


Escribió, asimismo, distintos estudios introductorios para obras antológico-discográficas y recopilatorias de cantes flamencos. Sobresale, especialmente, la Antología del cante gitano de nuestra tierra de la Caja de Ahorro de Jerez, con los siguientes: apartados ¿Quiénes son los gitanos?, Veredas del duende, Cantes y letras, Cantes del interior y de la costa, Voces añejas, De Santiago a Santa María, Entre Jerez y Sanlúcar, Reunión de cabales, Los nuevos tiempos y Relicario flamenco. (10)


Fernando Quiñones. 
Aguada sobre papel de estraza,
42x24, 1999. Manuel Martín
A Fernando Quiñones debemos la expresión —hoy día popularizada y asumida por todos— "Cantes de ida y vuelta", para referirse al conjunto de estilos y ritmos sudamericanos, producto del intercambio cultural, que tuvieron a Cádiz como puerto receptor, en el que embarcaron y desembarcaron amalgamas de melodías, letras, patrones y cadencias musicales. Mucho se ha avanzado hasta la fecha. Hoy se sabe que la colombiana fue un invento de los años 30 del siglo XX, alejada, por tanto, de dicho proceso (11). En el sentido opuesto, dentro de ésa ida y vuelta, ya más estudiada, conocemos que la petenera sí tuvo su antecedente americano (12). Diecinueve años después de haber acuñado la expresión, así reflexionaba Fernando al respecto, para la revista Cádiz e Iberoamérica:

San Juan de Puerto Rico. (Foto: www.fotografia101.com)
"La designación 'de ida y vuelta', según pretendí dejar formulada en mi libro 'De Cádiz y sus cantes', responde a que casi todos esos estilos flamencos de cuño iberoamericano son, en su origen, de procedencia instrumental y musical deparada por España al Nuevo Mundo y que después retorna a la península enteramente cambiada por las muchas y singulares aportaciones que allí recibe y que convierte a sus variantes en genuinamente americanas. Pero luego desembarcan en los muelles andaluces —escribí— y, un poco por propia inquietud reconquistadora y otro poco por una añeja y gaditanísima facultad de absorción cultural, entran en las guitarras del puerto, le dejan su compasado dulzor de mango o de guánabana y salen de ellas electrizadas de cadencias y compases flamencos. Rumba o milonga, guajira o vidalita, son las que eran pero ya son otras; ya han entrado también insospechablemente, a formar parte del acervo folklórico andaluz. (...)


Castillo de San Fernando de Bocachicas, Cartagena de Indias. Foto: William Céspedes
Castillo de San Sebastián, Cádiz. Foto: Universidad de Cádiz

(...) Tiene lugar, pues, un peculiar trasiego folklórico y cultural, una 'ida y vuelta' sobre el Atlántico, con un rector del fenómeno: Cádiz, tocado a su vez todo él y para siempre por la inconfundible garra vital de lo sudamericano, por sus variados sellos. Influjo que persiste asimismo en relevantes melodías y aspectos del folklore carnavalesco gaditano, con sus indudables parentescos afrocubanos rítmicos e instrumentales (güiro caribe, o chacharaca colombiana, compases y ráfagas de sones cubanos y de habaneras, plurales letras y temas del viejo Carnaval de Cádiz), lo mismo que persistirá en rincones del habla popular gaditana, en maneras arquitectónicas y el indefinible 'aire indiano' del casco antiguo de la ciudad." (13)


Cádiz. (Foto: El blog de Canoso)
Fernando Quiñones al cante con José Herrera
Pericón de Cádiz, Aurelio Sellés, Fernando Quiñones,
José Menese y El Niño de los Rizos. Foto: Juman


Fernando Quiñones y Chano Lobato
Fue un enorme defensor del arte flamenco y, a la vista de las pruebas documentales e historiográficas, reivindicador incansable de la Escuela de Cádiz y los Puertos. La peña flamenca Enrique El Mellizo se fundó como tantas otras cosas por iniciativa suya. Buena parte de sus textos del libro Los poemas flamencos, ilustraron el disco Arco del Pay-Pay de la cantaora gaditana Carmen de la Jara.


Primera edición, Seix Barral (1964)


Cádiz, Torres miradores. Foto: Los fardos

Para comprender la importancia y el hito que supuso escribir De Cádiz y sus cantes, hemos de tener en cuenta algunas consideraciones previas, que nos ayuden a contextualizar el momento en que se publicó la obra y su significación. En primer lugar hemos de sopesar que, ocho años antes de nacer Fernando, la ciudad de Cádiz"deseosa de colaborar a la obra de cultura artística emprendida en Granada por nuestro paisano el ilustre compositor Don Manuel de Falla sobre canto primitivo andaluz llamado cante jondo" se había sumado, inmediatamente después de Granada, un 18 de junio de 1922, a organizar un Concierto de Flamenco. El hecho no es baladí. Era el refrendo firme de una ciudad, que se posicionaba ante la revalorización del arte flamenco, propuesta por Manuel de Falla, cuyas figuras flamencas decimonónicas de Cádiz habían llenado, en la centuria anterior, los escenarios españoles con El Planeta, su hermano Luis Alonso, Lázaro Quintana, Paquirri Guanter, La Rubia de CádizCurro DulceEl Quiqui, El Caoba, los MellizosFosforitoLa Mejorana... y toda suerte de Ortega, MongeJiménez y Espeleta.




El concierto, auspiciado por Álvaro Picardo, contó con el respaldo de la Real Academia de Santa Cecilia (14) y con el inestimable testimonio transmisor directo de Enrique y de Antonio, es decir, de los dos hijos de Enrique el Mellizo, y de su último tocaor: Manuel Pérez el Pollo. Allí se escucharon seguiriyas y soleares rancias de estilo Mellizo; del cambio de Andrés el Loro; de Curro Dulce y de Tomás el Nitri. Junto a serranas, polos, cañas, saetas viejas estilo Mellizo (sic) —literalmente tipificadas así—, martinetes, la Nana Moruna y la giliana, reliquias de romances y corridos; singular fenómeno focalizado en la Bahía gaditana (15), aún presentes en aquellos depositarios gitanos cantaores del Cádiz de 1922:


                       Moro Tarfe, moro Tarfe
                   el de las negritas barbas,
                   el rey te mandó prender
                   por la entrega de Granada.


El Noticiero Gaditano,
17 de junio de 1922
Como se puede comprobar en la reseña que mostramos a la izquierda, la nómina de cantes y estilos de Cádiz y Los Puertos, condensados en aquél concierto representativo de 1922, es amplia: siguiriyas, soleares, serranas, polos, cañas, saetas viejas, martinetes y corridos, es decir, nada de bulerías de Cádiz (que ya se cultivaban con profusión), nada de tangos y tanguillos (que también llevaban décadas sonando), y nada de alegrías y cantiñas (asimismo del XIX); o sea, nada de Cádiz como sinónimo de "fácil", "liviano" y/o "gracioso", como así responde el cliché interesado y el falso estereotipo que se ha hecho del cante de Cádiz y los Puertos. Aspecto que ya advirtió Anselmo González Climent y que Fernando Quiñones conocía de sobra, cuando acometió su trabajo.

La Segunda República contemplará la escenificación de Las calles de Cádiz, espectáculo que durante años montarán distintas compañías (Pilar López, Concha Piquer, Manolo Caracol) y que aglutinará a lo más representativo del cante y el baile de la provincia de Cádiz: Ignacio Espeleta, El Gloria, La Macarrona, Luis el Compare, Pericón de Cádiz, Adela la ChaquetaJineto, Pablito de Cádiz... El espectáculo, desde el punto de vista interpretativo y por el elenco de sus figuras, resumía y representaba con exactitud, las dos corrientes de sus dos principales escuelas cantaoras: Jerez y Cádiz y los Puertos.




Tras la contienda civil, a inicios de la dura posguerra, en 1952 y 1953, respectivamente —antes de que floreciese el interés por la moderna flamencología, que no lo hizo hasta 1956 (16)—, la ciudad de Cádiz organiza en el Gran Teatro Falla el I Concurso Nacional de Alegrías, anterior al Concurso de Córdoba, que lo hará cuatro años después, siendo Aurelio Sellés uno de sus grandes impulsores y jurado de las primeras ediciones del certamen cordobés. 

La década siguiente de los sesenta se caracterizó por el Concurso de la Cueva del Pájaro Azul, magnífica iniciativa empresarial que tuvo el apoyo de Radio Cádiz. Ambos acontecimientos en las dos décadas seguidas (50 y 60), junto al anterior Concierto de 1922, revelan, por otra parte, el interés y la continuidad en el tiempo que la capital mantuvo en su antigua y secular tradición flamenca, con el lógico parón que en todo el país produjo la causa bélica que estalló entre ambas fechas.



Fosforito, Fernando Quiñones y Antonio Mairena


Fernando bailando y Juan, el Cojo Farina haciéndole compás

Pero hasta entonces, todo cuanto se había escrito acerca del arte flamenco, agrupaba datos biográficos sobre las figuras de la provincia gaditana y sus cantes afines, de forma dispersa, sin cohesión y sin existir un estudio local, serio que compendiase con minuciosidad y orden la importancia de su legado histórico y de sus dos principales comarcas cantaoras, sin contar la rica zona del Campo de Gibraltar. Ni Cádiz había reivindicado su papel ni investigado su historia flamenca, ni tampoco Jerez lo había hecho, por inexplicable que hoy parezca. Jerez no organizó ningún concurso en la década de los 50 y no contó con una obra bibliográfica propia, sobre cantaores jerezanos hasta 1971 con la monografía de Juan de la Plata.


La ciudad de Hércules, Alfonso de Aramburu,
edición de 1946
Un significativo antecedente bibliográfico, que de forma parcial abordó el flamenco en Cádiz, hemos de tener muy en consideración, ya que influyó sobremanera en las muy posteriores investigaciones flamencas de Fernando Quiñones. Se trata del trabajo, publicado en 1946 por Alfonso de Aramburu (con prólogo de José María Pemán), La ciudad de Hércules (17), con apartados como Su dirección en el folklore andaluz y un capítulo íntegro: Del folk-lore y el sentimiento, en el cual hay una mención expresa a las Bailarinas de Gades, así como referencias a Henry Swinburne y su tratado de 1775 y 1776 (que influirán mucho en Quiñones luego). Completan el capítulo diversos análisis sobre los Bailadores (sic), El toque de palmas, El son, La alegría, Los tangos de Cádiz, Las letras, El gitano marinero y La llamada del fuego.

Hay que tener en cuenta también, la aparición en Cádiz capital, de otro libro sobre flamenco, ése mismo año de 1964 en el cual Fernando se estrena en el género. Se trata del trabajo biográfico de Manuel Moreno Delgado sobre la figura de Aurelio Sellés: Aurelio, su cante y su vida (18) —que una década después, se verá complementado por otro trabajo sobre el mismo artista, a cargo de Blas Vega: Conversaciones flamencas con Aurelio de Cádiz—(19).


Es cierto que Fernando Quiñones, en su faceta flamencóloga, tuvo una visión un tanto gitanista en la mayoría de sus trabajosSi bien, en menor grado que la percepción gitanófila que mostraron en sus respectivas y posteriores investigaciones flamencas, sus amigos y coetáneos, Caballero Bonald (20) y Félix Grande (21). Todos él también claramente influenciados por Ricardo Molina y Antonio Mairena y los postulados de Mundo y formas del cante flamenco (22), obra, originalmente publicada en 1963, cuya sombra se alargó durante décadas e influyó en todos los estudios inmediatamente posteriores, a pesar de mostrar un aparato crítico muy débil cuando no inexistente y de ser uno de los trabajos más indocumentados de cuantos se han escrito, que basaba sus conclusiones en presuntas "razones incorpóreas" y "etapas herméticas", en las que se desarrollaban aquelarres secretos; es decir, vagos conceptos que explicasen todo aquello que no demostrara la documentación. Y todo confiado a la memoria de un cantaor, Antonio Mairena, con unas cualidades excepcionales y maestras para el cante, no así para el estudio ensayístico.


Segunda edición, Ediciones del Centro
(1974)
Entre una edición y otra (1964-1974), media justo un decenio. Fernando aumenta la obra y corrige algunos errores de bulto. Es consciente de ello, por eso no quiere saber nada de la primera edición, de la cual reniega sin disimulo y la relega a un mero "borrador". Mucho tiene que ver sin duda una discusión pública que se produjo entre él y José Blas Vega, en las páginas de Diario de Cádiz, a consecuencia, principalmente, de las fechas biográficas de Enrique el Mellizo, que fueron incorrectas y convenientemente corregidas en la segunda edición.

Su condición de obra abierta hace que su contenido se supere. Le ocurre ya, hoy, al Diccionario Enciclopédico Ilustrado del Flamenco DEIF, obra de dos tomos, muy posterior (1984) y con vocación enciclopédica, imagínense a una escrita veinte años antes. Con todo, a pesar de ser una investigación envejecida, a la que se le nota el inexorable tránsito del tiempo —sobre todo en sus apartados biográficos— y que pierde fuerza a medida que se avanza en el conocimiento, goza de una envidiable vigencia. A ello hay que unir el peculiar estilo literario de Fernando, que convierte episodios personales, vividos en el barrio de Santa María, en bellos pasajes narrados, que luego, además, le servirán de base para futuros relatos literarios, sobre los que se sustentarán personajes como Miguel Pantalón. Todo con la erudición exquisita con la que Fernando dota a la totalidad de la obra, como forillo luminoso de fondo, desde las referencias de textos romanos y griegos, a su vasto conocimiento del esplendoroso Cádiz del XVIII. (23)



Vista aérea. Años 50

A Fernando le hubiera fascinado conocer los grandes hallazgos de la historiografía flamenca actual, de su ciudad: que El Planeta, efectivamente, nació en Cádiz, como decían Estébanez Calderón y Demófilo (verlo aquí); que su hermano era el bolero Luis Alonso (aquí) y que ambos eran tíos de Lázaro Quintana (aquí); que El Fillo era de La Isla (aquí); que Paquirri Guanter no era guantero de oficio y que tuvo un trágico final, distinto al que él supuso (aquí); que la malagueña del Mellizo se impresionó en un cilindro de cera (aquí); que la mención más antigua de tango data de 1779 (aquí) o que la bulería aparece interpretada en 1908, tres años antes de grabarla Pastora Pavón, en una venta de Puertatierra (aquí).


Tercera edición, Fundación José Manuel Lara (2005)

Fiesta de la Parpuja. El Cojo Farina, Fernando Quiñones y Chano Lobato

No fueron pocos sus prólogos señoriales, como bellos pórticos palaciegos de Cargadores de Indias; acogedoras antesalas de obras de la bibliografía flamenca, decisivas y posteriores a ésa eclosión flamencológica y entusiasta, iniciada sin complejo alguno por Anselmo González Climent, aquel argentino a quien debemos el concepto flamencológico de logos, "tratado" o "estudio" de "lo flamenco". Cabe destacar el que le hizo en 1967 a su amigo, el poeta cordobés, Ricardo Molina, en Misterios del arte flamenco (24), obra recomendada por Fernando —y corregida por él las pruebas de imprenta— cuando era asesor de la editorial catalana Sagitario.


Fernando Quiñones y José Luis Ortiz Nuevo en la Maestranza de Sevilla

Transcribimos ahora parte del prólogo que le hizo a José Luis Ortiz Nuevo en 1975, con motivo de la edición de Las mil y una historias de Pericón de Cádiz, para la editorial Demófilo; iniciativa de un grupo de entusiastas, con Andrés Raya, el propio Ortiz Nuevo y la figura de Enrique Morente como argamasa amistosa de aquella Hermandad. Así prologaba Fernando Quiñones las impagables vivencias de Pericón de Cádiz:


Pericón de Cádiz
"PERICÓN A DOS VERTIENTES. Juan Martínez, 'Pericón de Cádiz', difiere en mi recuerdo de todos los otros cantaores a quienes conozco, he tratado o visto, en cuanto que él queda inscrito en un marco especial, el marco memorable de la infancia, y encuadrado entre sus imágenes dentro de un contexto casi familiar, ya que mi padre, médico del barrio gaditano de La Viña, le ha contado entre su clientela durante años, lo ha atendido profesionalmente más de una vez y han sido muchas las referencias interesantes, curiosas o divertidas que ha oído de sus labios sobre el arte y el mundo flamencos. Por ejemplo, sabiéndolo aficionado al 'bel canto', Pericón le dijo un día:


Anuncio de la consulta médica de su padre y su tío. El Faro, 1 de julio de 1932

—Don Manué, pues no crea usté que hay tanta diferencia entre la Ópera y el Flamenco. Lo que pasa es que en la Ópera tó va pa´rriba, y en el Flamenco, tó pa´bajo.


Creo que Pericón aludía con esas palabras a un concepto —harto personal— acerca de la colocación de la voz,  sus registros altos y bajos, pero creo también entender, voluntarias o subconscientes, y por detrás de esa insólita e inesperada explicación, ciertas percepciones muy peculiares en torno al status natural de ambos géneros: el esplendor social, el medio acomodado, la 'high life' de la Ópera, y el humilde universo, popular, abajado, propio de las artes folklóricas gitano-andaluzas, siempre con una mano atrás y otra alante, pero aún más en aquello años  de general y exacerbada canina, un término que Pericón emplea con frecuencia y que, aunque la picaresca clásica no lo usara, viene de muy lejos, del Buscón y del Alfarache y del Lázaro de Tormes.


Pericón de Cádiz
En aquel Cádiz luminoso y canijo, tiritando al menesteroso sol de la posguerra —eran los primerísimos cuarenta—, un Pericón aún joven, aunque ya con los aledaños tocados por el bordón de alguna cana y con ese aire un poco ducal o cardenalicio que no le ha abandonado, siempre muy bien vestido y afeitado contra viento y marea, pausado y casi ritual, aunque sin pérdida del 'ángel' que también le ha acompañado de continuo, impresionaba la imaginación del niño que fui, y era peñón eminente, primer y legendario hito de un mundo, el del arte popular andaluz, al que mi despierta sensibilidad, por cuajar aún, ya intuía y amaba en cierta forma.


Fernando de niño. Foto: Iglesias.
Fundación Fernando Quiñones
La mano de mi padre apretaba la mía ligeramente antes de saludar al hombre que venía por todas las piedras de la calle arriba, digno y encorbatado, reluciente y planchado el pelo, y llevando consigo para mí a las espaldas, aunque sin él saberlo, toda una venerable y mayestática representación de muchas cosas adivinadas, viejas y todavía presentes.

—Ese es Pericón el 'cantaor' —me indicaba mi padre."


Y de algún modo, al contemplarlo en alas de aquel anuncio entre admirativo y afectuoso, y como en la canción de Alberti sobre el cometa Halley, 'ya era yo lo que no era', ya latía en uno el calor de una afición que el tiempo sólo iba a acrecentar.



Fernando hacia 1949. Foto:
Fundación Fernando Quiñones
Pero entonces nunca lo oí cantar. Fue mucho más tarde, a los diecisiete o dieciocho años, cuando una noche, y en unión del Pontífice Aurelio, me deslicé no sé cómo en 'La Privadilla', y recibí —para siempre— el doble aletazo de gracia y prestancia juntas con que Pericón adoba  sus cantes, aparte una impresión complementaria, más racional que emotiva: la de su maestría, su oficio, sus saberes, imponiéndose quizá a todo.




TVE. Caramelito de Cádiz, José Blas Vega, Pepín Cabrales, Fernando Quiñones y Pericón

No podría enumerar cuántas veces luego, he escuchado a Pericón, como a su gran coterráneo y casi coetáneo Manolo Vargas, cantar en reuniones privadas entre 'cabales', en concursos, escenarios, tablaos y ocasiones particulares, íntimas, o tan resonantes y emotivas como la de la noche de su homenaje, en el Teatro de Verano de Cádiz y en agosto del 69, aparte la copiosa discografía que de él conozco, gusto y poseo. Pero nunca quedaron desmentidas, en mi valoración de sus interpretaciones, aquellas primeras estimaciones de la remota noche en 'La Privadilla', sobre todo la de sus excelentes técnica, maestría y bien decir.


(...) En este último sentido, la imaginación de Pericón no goza fama de corta. Hay que aclarar con toda urgencia que, en un hombre como el que nos ocupa, imaginar no es nunca o casi nunca mentir. Jorge Luis Borges ha sugerido más de una vez la imposibilidad de diferenciar tajantemente a la literatura realista de la literatura fantástica, ya que nada puede haber más 'fantástico', inesperado e inesperable que la vida misma, y que todo cuanto nos transita la cabeza, el corazón o el sentimiento también forma parte de la vida, puesto que lo forma de la nuestra. La caudalosa, más bien torrencial, fantasía de Pericón proveerá al lector de este libro..." (25)


Con Josefina Junquera y Pilar Paz Pasamar, un 29 de mayo de 1989.
Hotel Atlántico. Inauguración de Canal Sur Radio en Cádiz

Mariana de Cádiz y Fernando Quiñones. Foto: Kiki





Hemos leído mucho a Fernando Quiñones, pero le hemos escuchado poco. Oigámoslo ahora (minuto 0: 04), que Fernando nos va a cantiñear; a gustísimo, por bulerías, metido en fiesta con El Chaquetón, José Menese, Juan Peña el Lebrijano, María Vargas, Fosforito, Merche Esmeralda, Enrique de Melchor, Juan Carmona Habichuela y Paco Cepero...

                       A las tres de la madrugá,
                  que tú llamaste a la botiquita
                  y la botiquita estaba cerrá.

                        Anda vete, por Dios, vete

                  que eres un tirano.
                  Donde pasaste el inviernito
                  pasa también el verano.




Cabalgata de 1933 Foto: Reymundo. AHMC


Cabalgata de 1933 Foto: Reymundo. AHMC


Con Alberti, pregonero del Carnaval de Cádiz.
28 de febrero de 1981 (5 días después del 23-F)
Podía haberlo hecho con abundante conocimiento, pero no llegó a escribir ningún trabajo sobre el Carnaval gaditano, aunque sí redactó muchos artículos al respecto. La relación de Fernando Quiñones con el Carnaval fue amplia y, con el devenir de los años, un tanto esquizofrénica. En apenas una o dos décadas, pasó del amor al odio. Se bajó de la carroza en marcha. Le dolió la pasividad general del gaditano, sobre la que ya se había ocupado: "esa indiferencia burlona, indolente, que en ocasiones llega a ser enojosa" (escribió) y culpó al Carnaval en mi opinión de forma precipitada y peligrosamente generalizada de todos lo males de la ciudad. Legítimo es el cambio de pensamiento, claro que sí, pero la desidia ciudadana obedece a un conjunto de razones, no a un gremio ni a una fiesta concreta, cuya composición es esencialmente multiplural, es decir, formada por el que lucha y por el que no.


Cabalgata de 1933 Foto: Reymundo. AHMC


Asegura su biógrafa, Amalia Vilches que Fernando "ama el carnaval hasta que éste degenera" y que "todo se va a pique por culpa del carnaval" (26), pareceres que no compartimos. El Carnaval había degenerado ya y de qué forma con las Fiestas Típicas GaditanasFernando había nacido poco antes de proclamarse la Segunda República, por tanto, no le tocó conocer en uso de razón— un Carnaval libre y participativo hasta el año 1977. Pero sí fue testigo evidente del sucedáneo de fiesta domesticada y estrictamente controlada, a partir de 1949, con la permisividad del régimen dictatorial y el visto bueno del general Carlos María Rodríguez de Valcárcel


Fiestas Típicas franquistas. Plaza del Tio de la Tiza. Las autoridades comen.
El pueblo mira cómo comen. Un municipal vigila. AHMC

Fernando Quiñones conoce bien los tiempos de Majorettes, de reinas y damas de alta alcurnia, con apellidos bodegueros, e hijas de ministros y embajadores franquistas; de bailes cursiles de rigurosa etiqueta y smoking, con señoritos que ofrecían la mitad de un billete roto de veinte duros a cambio del popurrí, en aquellas casetas calurosas del Paseo de Canalejas. Mandatarios que obligaron a escribir tangos a "su bienhechor", en patrióticas excursiones, patrocinadas por la Alta Comisaría de España en Marruecos, con la connivencia del Ateneo de Cádiz (27). Sólo faltaba el fenómeno de la botellona y su indeseable rastro, que llegaría mucho después, contaminando a todas las fiestas no se olvide y a la sociedad en general.

Es curioso cómo en una época en la que la presencia obrera era mucho mayor en el gremio de las agrupaciones, con una censura feroz que generó un enorme caudal no menos feroz de ingenio; con una derecha que politizó las fiestas al antojo, moral y norma del régimen impuesto. Es, en ese duro contexto (1964), cuando Fernando escribe y gana un certamen auspiciado por la compañía Coca-Cola y se alza con el primer premio reñido, por cierto y en su trabajo De Cádiz y sus Cantes le dedica un capítulo entero al Carnaval, titulado El fenómeno independiente de las coplas carnavalescas.


Fernando Quiñones.
Aguada sobre papel de estraza, 42x30, 1999.
Manuel Martín
Tanto en el capítulo referido, perteneciente a De Cádiz y sus cantes, como en el prólogo que le hizo a la Antología del Carnaval de Cádiz, 1884-1975 (28); o en el preámbulo que redactó para la segunda edición de la obra de Ramón Solís, Coros y chirigotas (29), encontramos a un Quiñones entusiasmado por la historiografía del Carnaval, antes de su pública e inesperada disidencia, la cual ya dejó entrever, en 1988, en el prólogo de la reedición de esta última obra, editada por Sílex: "Por lo que atañe al flanco humorístico de las coplas, y no sin denunciar aquí de paso los peligros y desvirtuaciones que para el carácter de las letras y las músicas puede suponer una reciente tendencia de pretendido y refinado 'culturalismo'" (30).


Ahí descubrimos a un Quiñones enamorado de la doble y triple intención; fascinado por su sencillez, seducido por el lenguaje canalla y popular; por sus trabalenguas y esdrújulos, de los que llega a subrayar el estudio que, sobre el trabalenguas característico del Carnaval de Cádiz, acometió el mejicano, Alfonso Reyes en su trabajo sobre las jitanjáforas (31) y con el uso albertiano de la copla:


                           Ay Chinga mandinga
                     mueve el omoplato
                     mira como brinca
                     Don Bicarbonato.


1983. Rafael y Fernando. Entrega del Premio Planeta


Fernando y Rafael. Amistad y admiración mutua

Fernando Quiñones.
Tintas acrílicas sobre cartulinas, 33x25.
Manuel Martín.
Certero, extraordinario observador y no menos original en su perspicacia, formula Fernando una hipótesis, bastante creíble, sobre la condición, mayoritariamente marítima de los carnavales más importantes del mundo y no por casualidad. Más bien "a causa de". Las ciudades que no nombra (MontevideoLa Habana, Buenos AiresSanta Cruz de Tenerife), cumplen, asimismo, la doble condición portuaria y de gran Carnaval, reforzando así su teoría:

"(...) Empezaré declarando cuánto me extraña no haber leído ni oído todavía que, salvo excepciones de rigor y dejando a un lado Edades más remotas, la geografía carnavalesca es eminentemente portuaria. Los más renombrados carnavales de la tierra corresponden a puertos también renombrados: Venecia, Niza, Río de Janeiro, Nueva Orleans, Cádiz, Estoril... A poco que nos fijemos, y aun desde la perspectiva o el punto de vista antropológico, la dinámica y el espíritu de los viejos, actualizados ritos del dios Momo parecen, en efecto, cuadrar más cabalmente con la promiscuidad, el movimiento y la versatilidad de un puerto que con el talante de las ciudades interiores, por lo general y tradicionalmente más estable, así como menos pródigo en novedades cotidianas."


1980. Pregonero del Carnaval de Cádiz. Foto: Kiki
1990. Fernando y Nadia. Inauguración del Gran Teatro Falla tras su reforma.

Intuye, Fernando, al caribe en el gesticulante pasacalle, en su mímica zumbona, y en sus instrumentos afrocubanos de güiro y rascador, y reconoce en los viejos tangos gaditanos un legado centenario, con sedimentos anteriores, de procedencia humilde e iletrada, al que hay que conservar y estudiar. Hoy se conocen las influencias gaditanas en el desarrollo del tango argentino se estudian incluso y la huella gaditana en las murgas uruguayas y tinerfeñas; entonces no se sabía: entonces se intuía. Y Fernando era uno de ellos. Tanto fue su apego por los tangos carnavalescos de su tierra, que fueron los escogidos para una ocasión tan especial y solemne como la de reunirse con Rafael Alberti en su exilio de Roma:

"Por fin y a fines del 76, lo telefoneo a Roma desde la casa en Venecia de Nadia, mi mujer, a quien él llama "La Dogaresa" desde que la vio.
¿Voy el jueves a verte?"
¡Claro! aunque si es sólo el jueves creo que no vamos a poder almorzar juntos.
Yo no quiero almuerzos ni Romas, sino verte la cara.
El día fue esplendido y por fin almorzamos en "Romolo", cerca de su casa trasteverina, y se me subió el chianti y me jarté de cantar en la sobremesa tanguillos verdes de Carnaval". (32)


"Los caníbales de Villacisneros", 1933 (obsérvese la ausencia de guitarras) Foto: Reymundo. AHMC

Defensor a ultranza de su carácter eminentemente popular y llano, advirtiendo que cuando el pueblo deja de decir "tripas" para llamarle "intestinos" según perspicaz observación borgeana—ya pierde parte de su autenticidad:

Fernando Quiñones y Jorge Luis Borges

Pregón del Carnaval de Cadiz de 1980. Foto: Juman

Pregón del Carnaval de Cadiz de 1980. Fotograma TVE




"Toda una antología viva del folklore español de la época que Cádiz será siempre capaz de adaptar a sus propios son y versión, y al que se unirán más tarde las variantes —presentes también en el ámbito del arte flamenco— que he llamado "de ida y vuelta"




Estas modalidades americanas, luego acarnavaladas o aflamencadas mediante su arribo al puerto gaditano, no dejarían de llegar, como sabemos en la segunda mitad del siglo XVIII, y se detectan sobre todo a lo largo del XIX, muy peculiarmente en sus últimas décadas."

Fernando Quiñones con dos chirigoteras de "Las molondritas", primera agrupación formada íntegramente por mujeres, desde la era democrática. Foto: Diario de Cádiz

Foto: Diario de Cádiz
Fue pregonero del Carnaval de Cádiz en el año 1980, ataviado con el mismo tipo con el que José Rodríguez Chatín había concursado en la punta derecha, en 1968, con "Los senadores romanos" de Paco Albaaquella agrupación que fuera tan crítica con Joan Manuel Serrat por su intento de cantar en catalán y con una corona de mojarritas en su frente, que sustituyeron a las hojas de laurel, el espárido que dibujaba en las rúbricas de sus dedicatorias.





En 1981, justo tres días después de la bochornosa intentona golpista del 23-F, fue uno de los comentaristas elegidos por TVE para la primera final de la historia del Gran Teatro Falla, televisada para toda Andalucía, parte de Extremadura y norte de África, con un equipo conducido y dirigido por José Luis Garrido, con la realización de Ángel PaneroFernando Quiñones, tras el testimonio de otros buenos conocedores de la fiesta, como Bartolomé Llompart, Moreno Criado y Marcos Zilbermann, disertó con su verbo fácil:

“Al calor de la noche divina, plagada de alegría y de ganas de vivir, y además, aparte de esta alegría y de unas referencias culturales gordas, porque que hayamos elogiado el Carnaval los gaditanos o regionales, vale, pero los vascos como Pío Baroja o los ingleses, como John Windon, es muy importante; hasta Swinburne, el gran poeta del diecinueve inglés habla del Carnaval de Cádiz, y luego, testimonios como el del musicólogo Arcadio Larrea que dice que las coplas carnavalescas de Cádiz son lo más interesante de nuestro folclor. Aquí están para no desmentirme este Gran Teatro Falla y esta noche”

TVE, 1985. Retransmite la final del Concurso del Falla,
junto a Manuel Duarte. Foto: José Lucas


En 1985 y por primera vez para la Segunda Cadena, con el Centro Regional de Andalucía de TVE, presentó junto a Manuel Rodríguez Duarte, la final del Gran Teatro Falla, ataviado de musulmán y advirtiendo que estaba:

“Muerto de gusto y muerto de susto. El gusto por la noche, por Cádiz, por el Falla, por el ambientazo, y el susto porque es un toro muy largo”. (33)

En enero de 1992 firma: Carnaval: notas críticas, certeras puyas discordantes, que van destinadas a la fiesta, a través de la revista Gaceta Gaditana, dirigida por Fernando Santiago y editada por el Gabinete de Prensa de la Diputación de Cádiz. Insiste Fernando Quiñones en que tiene poco sentido invertir tanto tiempo en escribir para el Carnaval "hay que ayudarlo y potenciarlo; desorbitarlo ya es otra cosa" (34). A pesar de todo y desdiciéndose de lo escrito, invierte tiempo en hacerlo y, justo al año siguiente (1993), decide escribir para un coro (¿?): ¡insondables misterios de la literatura! Es la única ocasión en la que lo hará y compartirá autoría con Salvador LongobardoAntonio Miranda. El coro se llama "Atlántica" no lo dejan inscribirse con el nombre de "Atlántida" y en el concurso no es capaz de pasar del primer pase. Hay un pequeño prólogo suyo en el libreto de coplas que dice así:

"Había oído hablar de los sacrificios que requiere montar una de estas agrupaciones. Pero no podía imaginarme a lo que llegan... (...) Por lo que me toca, he tratado de imprimir a mis coplas un aire antiguo, de cuando el pesado carro de mulas, el tiznón de corcho quemado, la ignorancia y la gracia todopoderosas, eran los amos del cotarro; de cuando el ripio sabroso, la falta de concordancia o el disparatón no querían ser evitados, y en vez de desgraciar a nuestros Carnavales antiguos, los agraciaron y los hicieron célebres. Inútil aclarar que estas y todas las letras carnavalescas son para cantadas, no para oídas. Leer cualquiera sin su música es como comerse un cigala cruda." (35)







De las coplas de su autoría, entresacamos una, autobiográfica, alusiva a su persona y a su ecologismo ejemplar:








                                               

                           Dicen que un poeta

                     de esta gran ciudá
                      l´e echa a las gaviotas
                      y a las lisas de papear.
                      Limpia la Caleta,
                      critica a rabiá
                      pa que no se lleven
                      de Cái la Universidá.
                      (Ná, borrasquillas de la mar,
                      levantito cachondón
                      que ya viene el temporal).
                      Y viéndolo p´acá y p´allá
                      Castelá en su pedestá
                      le dio una voz: ¡Calvo, picha,
                      corre menos y escribe más!


Benítez Gabriel

Pido disculpas anticipadas a los farderos habituales por escribir sobre una experiencia literaria personal, alejada del tema flamenco, pero próxima a Fernando, a quien siempre le estaré agradecido.


Erasmo Ubera y Javier Osuna. Foto: Julio González

A través de Juman, Juan Martínez Neto, hijo de Pericón de Cádiz y memoria del reporterismo gráfico de la ciudad, supe de la existencia de Sílex. Eran los últimos años de la década de los 80 y dicha editorial acababa de reeditar Las mil y una historias de Pericón de Cádiz. Dos jóvenes entonces lo éramos— Erasmo Ubera y quien suscribe, Javier Osuna, habíamos acometido un trabajo de investigación sobre la jerga singular de los mariscadores y pescadores del litoral gaditano. Usando la metodología oral, y en base a nuestras experiencias personales y con el apoyo de una copiosa bibliografía científica, realizamos un trabajo de campo (de mar) y confeccionamos un glosario de más de mil términos, particulares, de uso cotidiano que definían las artes de pesca, las especies marinas, así como técnicas específicas. Todo un legado toponímico, entonces por recoger, algunas de cuyas preciosas voces, como tarraya (red que se cala a mano, siempre desde la orilla) forman parte del acervo flamenco por trasmisión de la más rancia estirpe gitana, de Rosa la Papera, a su Perla y de ésta a Camarón: en soniquete, modo mayor, de bulerías de Cádiz:

                              Me tire, que me tire
                        me tire la tarraya;
                        yo he visto correr
                        un bichito mu feo
                        por la orilla de la playa.


Fernando, fiel a su promesa, presentando el libro El lenguaje de la mar de Cádiz. Foto: Kiki

Eleonor Domínguez, gerente de Sílex y amigo personal de Fernando Quiñones le hizo llegar nuestro trabajo que parece ser lo tuvo y lo mantuvo entusiasmado hasta altas horas de la madrugada, con una consecuencia directa: a la mañana siguiente se comprometía Fernando a presentar nuestro libro. Lo apadrinó. Lo apalabró y así lo hizo. En septiembre de 1991, en la playa de La Caleta, minutos antes de empezar el acto y soltando los nervios nosotros, claro está le pregunté si contemplaba a corto o medio plazo ampliar De Cádiz y sus cantes; su respuesta fue rápida y clarividente:

—"El flamenco es sólo una habitación de mi casa y yo vivo en una casa con muchas habitaciones".


Fernando Quiñones. Septiembre de 1991. Foto: Julio González


Diario de Cádiz, 12 de agosto de 1991
Éstos fueron algunos fragmentos de su generosa presentación:

"Si el primer libro del poeta y académico catalán Pere Gimferrer se tituló 'Arde el mar', éste bien podría llamarse 'Habla el mar', ya que, en efecto, habla en él este mar, o más bonito en femenino, esta mar, la mar nuestra de cada día. La mar de Cádiz.

Faro de San Sebastián. Foto: Los fardos

(...) Ni corto ni perezosos, estos dos jóvenes lingüistas de afición se han montado un trasmallo de palabras y han hecho un tesonero trabajo capaz de meternos con sus páginas en mucho disfrute y de hacernos todavía algo más gaditanos de lo que ya lo somos. Saber cómo despescar cuanto antes a un pulpo recién pescado, qué significa 'encamarse' o 'sajorrar', y que la cría del zafío se llama expresivamente 'rabichi', 'cigarrito' la de baila y, para nuestra sorpresa, 'soldao' la del rodaballo, son cosas de gusto y aún de provecho, como lo son volver a oír o aprender a fondo 'gazapete', 'espumaero' o 'carajito de rey', para quienes le vemos a esta mar todos los días su ancha cara radiante, por lo menos de lejos.

(...) Doctores tiene la iglesia de la Lengua (y por aquí cerca anda uno de mucho cartel) que podrán juzgar mejor que nosotros los estricto méritos cientifico-lingüísticos del libro en cuestión. Pero para el lector, para cualquier lector no zambullido en esas honduras de especialistas y que son de 'agua tapá', 'El lenguaje de la mar de Cádiz' es lo que se dice un bombón, si bien salado en vez de dulce como a su naturaleza corresponde.


La Caleta. Foto: Los fardos


Una vez con la obra en la calle (36), nos citó en el Café la Marina. Allí nos dio valiosos consejos para el futuro. Nos habló con enorme admiración de la figura de Ramón Ruto, aquél viejo caletero, amigo suyo, para el cual la pesca no tenía secreto alguno, que se quedaba dormido dentro de su barquilla, en "sus aguas territoriales": aquellas que delimitaban el veril del Campo del Sur. Nos "regañó" por haber usado la h en la voz hurta. Le mostramos el "salvoconducto" de nuestra fuente (Nueva Enciclopedia Larousse, Barcelona, 1988, Tomo X) y le sorprendió la entrada que transcribo, no por la pésima definición que desde luego era para sorprender: "parecido a", sino por el uso de la h en la grafía, inusual en Cádiz y poblaciones de su litoral costero, que acostumbra a escribir urta:

"HURTA. n. f. Ictiol. Perciforme muy parecido al pargo, pero con unas características bandas rojas intensas que cruzan sus flancos verticalmente y que presenta inversión sexual. (37)

Esa misma edición, ya en el tomo XX, no recogía la voz sin hache, es decir, de URSUS (género de carnívoro) pasaba a URTE (Pier Urte, el escritor vasco-francés).

Sentado en "su" mesa de La Marina, la que usaba de despacho callejero casi como en propiedad entrando por la Plaza de las Flores, a la izquierda, pegada al cristal, con un par de huesos de corvina, engastados en plata de ley, cimbreándole en el cuello y mirándonos por encima de sus gafas de vista cansada, nos dijo:


Foto: Los fardos


—"Tenéis razón, pero yo seguiré escribiéndola sin hache, como en las pizarras de los bares, que me parece más gaditano". (38)

Hace usted muy bien, maestro.


En la II Ruta de Quiñones, a Mariana Cornejo le escribieron este remate de alegrías, que ella cantó ante su estatua de bronce:







                              Con dos huesos de corvina
                          y sus gafas de cordones,
                          escribió La Legionaria
                          sentaíto en La Marina.

                          Los flamenquitos te añoran;
                          te guardan luto
                          igual que la barquilla
                          de Ramón Ruto.
                          Por La Canal está entrando
                          una fragata
                          y tu canción va sonando:
                          la del Pirata.


Foto: Armando

A todo esto, se cumplen ahora 50 años de la aparición de De Cádiz y sus cantes. Fernando y la importancia de su obra bien merecen una conmemoración, acorde con su talla y con el compromiso y amor que le profesó a su tierra. El Ayuntamiento que cuenta con el Centro de Arte Flamenco la Merced, la Diputación, y la Universidad de Cádiz que dispone de una Cátedra de Flamencología—, tienen todos una oportunidad, magnífica y de justicia, para no dejarla pasar.

Diccionario Gaditano de Flamenquitos Insignes (DGFI):


(I)   El Niño de la Viña

(II)  El Beni de Cádiz
(III) Ramón Vélez
(IV) Caracol el del Bulto
(V)  Antonio Hernández
(VI) El Niño de la Isla
(VII) Fernando Quiñones
(VIII) José Capinetti
_________________________

(1) Véase QUIÑONES CHOZAS, Fernando, Borges y yo, en revista Cádiz e Iberoamérica, número 4 de 1986 (págs. 53-57).

(2) QUIÑONES CHOZAS, Fernando, De Cádiz y sus cantes. Guía de un folklore y una ciudad milenarios, Barcelona: Seix Barral, 1964. Hay dos ediciones más: 1974 y 2005, ambas aumentadas y corregidas.

(3) QUIÑONES CHOZAS, Fernando, El flamenco, vida y muerte, Barcelona: Plaza & Janés, 1971. Hay una segunda edición de 1982.

(4) QUIÑONES CHOZAS, Fernando, Los poemas flamencos y un relato de lo mismo, Cádiz: Diputación de Cádiz (Colección Torre Tavira), 1983. 

(5) QUIÑONES CHOZAS, Fernando, El flamenco, Enciclopedia Temática CIESA (Volumen XII), Barcelona Editora, 1985.

(6) QUIÑONES CHOZAS, Fernando, Antonio Mairena, su obra, su significado, Madrid: Editorial Cinterco S. A., 1989. 

(7) QUIÑONES CHOZAS, Fernando, Su grito fue terrible. Un hombre escandalosamente apasionado, en VVAA, Silverio Francontetti. 100 años de que murió y aun vive, Sevilla: Ayuntamiento de Sevilla, 1989 (157-168). 

(8) QUIÑONES CHOZAS, Fernando, ¿Qué es el flamenco?, Bilbao: Editorial Cinterco S. A., 1992. 

(9) QUIÑONES CHOZAS, Fernando y BLAS VEGA, José, Toros y arte flamenco, en DE COSSÍO, José María, Volumen VII, Enciclopedia Los toros, Madrid: Espasa Calpe, 1982. 

(10) QUIÑONES CHOZAS, FernandoAntología del cante gitano de nuestra tierra. De Manuel Torre a Antonio Mairena, Madrid: Caja de Ahorros de Jerez, 1986.

(11) Llama la atención que un sitio web, diseñado para la difusión y promoción del turismo de la provincia de Cádiz: Web Oficial del Turismo en Cádiz de la Diputación de Cádiz (al que se le debe exigir bastante rigor), tenga errores de este calibre: "En Cádiz donde siempre se atendió como propio cualquier influjo procedente del Nuevo Mundo, creó Pepa de Oro las colombianas flamencas, que luego serían potenciadas por el jerezano don Antonio Chacón..." (sic)
Tres alegaciones: una, La colombiana fue una creación de Pepe Marchena, subida a los escenarios en 1931; dos, Pepa de Oro no creó, se trajo de Centroamérica y difundió por España la milonga (hoy grabada por Carmen Linares); y tres, no hay constancia en la copiosa discografía de pizarra de Chacón de grabación alguna de colombiana, ya que no existía; sí de milonga en 1913, reinterpretando la de Pepa de Oro.

(12) MOLINA, Romualdo y ESPÍN, Miguel, Flamenco de ida y vuelta, Sevilla: Guadalquivir Ediciones S. L., 1992. 

(13) QUIÑONES CHOZAS, Fernando, en Cádiz, Hispanoamérica y el arte flamenco, en revista Cádiz e Iberoamérica, número 1 de 12 de octubre de 1983 (pág. 78). 

(14) Fundada en Cádiz en 1859. Para ahondar en la historia de esta institución, véase NAVARRO MOTA, Diego, La historia del Conservatorio de Cádiz en sus documentos. Prólogo de José María Pemán. Homenaje a Manuel de Falla, Cádiz: Instituto de Estudios Gaditanos, Excma. Diputación Provincial, 1976.

(15) Ampliamente estudiado por el portuense Luis Suárez Dávila, la mayor autoridad —con muchísima diferencia— en la investigación de corridos y romances. Véase SUÁREZ DÁVILA, Luis, Poética y tradición de los romances de los gitanos andaluces: "El Lebrijano", un caso de fragmentismo y contaminación romancística, Culturas Populares, Revista Electrónica, 2006. 

(16) A partir del estudio Flamencología. Citamos la segunda edición: GONZÁLEZ CLIMENT, Anselmo, Flamencología, Córdoba: Ediciones de La Posada y Ayuntamiento de Córdoba, 1989. 

(17) Citamos una edición facsimilar de la tercera, publicada en 1946: DE ARAMBURU Y PACHECO, Alfonso, La ciudad de Hércules, Cádiz: Servicio de Publicaciones de la Universidad de Cádiz, 1990.

(18) MORENO DELGADO, Manuel, Aurelio. Su cante. Su vida, Cádiz: Escelicer, S. A., 1964.

(19) BLAS VEGA, José, Conversaciones flamencas con Aurelio de Cádiz, Madrid: Publicaciones de Librería Valle, 1978.

(20) BONALD CABALLERO, José Manuel y COLITA, Luces y sombras del flamenco, Barcelona: Editorial Lumen, 1975.

(21) GRANDE LARA Félix, Memoria del flamenco, (II volúmenes), Madrid: Espasa Calpe, 1979 y GRANDE LARA Félix, Agenda flamenca, Ensayo, Barcelona: Editoriales Andaluzas Unidas, 1985. Sobre la visión un tanto idealizada sobre "lo gitano" en la obra Memoria del flamenco de Grande, véase de ROLDÁN CRUCES, Cristina, La bibliografía flamenca a debate, Sevilla: Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía, 1998 (págs. 161-189).

(22) Citamos la tercera edición: MOLINA TENOR, Ricardo y CRUZ GARCÍA, Antonio (MAIRENA, Antonio), Mundo y formas del cante flamenco, Granada: Librería Al-Andalus, 1979. 

(23) Marcos Escánez Carrillo, responsable del prestigioso sitio Jondoweb.com publicó la siguiente recensión sobre De Cádiz y sus cantes, con motivo de su tercera edición: aquí. Véase también la conferencia de Fermín Lobatón Fernando Quiñones y el flamenco, leída el 4 de diciembre de 2013 en el Centro Andaluz de Flamenco, con motivo del 25 aniversario del centro.

(24) Citamos la segunda edición: MOLINA TENOR, Ricardo, Misterios del arte flamenco (ensayo de interpretación antropológica), Barcelona: Editoriales Andaluzas Unidas, 1985.

(25) ORTIZ NUEVO, José Luis y MARTÍNEZ VILCHES, Juan, Las mil y una historias de Pericón de Cádiz, Madrid: Ediciones Demófilo, 1975. 

(26) VILCHES DUEÑAS, Amalia, Fernando Quiñones. Las crónicas del hombre, Madrid: Alianza Editorial, 2008 (pág. 323). 

(27) Cuatro "perlas Majóricas" de cuatro tangos ateneístas: 

                                                     (...) Aquí dio el General Franco 
                                                     el grito de rebelión
                                                     contra los que pretendían
                                                     de España la destrucción...

                                                     (...) De Cádiz, como las balas 
                                                     salieron para Sevilla
                                                     prestándole ayuda a Queipo
                                                     que estaba en Capitanía... 

                                                     (...) Cuando la guerra ingrata 
                                                     vimos su arrojo
                                                     defendiendo la Patria
                                                     que peligraba, contra los rojos...

                                                     (...) Varela y los Regulares 
                                                     al mando de López Pinto
                                                     lograron salvar a Cádiz
                                                     de aquellas garras del comunismo...

Véase, ANÓNIMO, Ateneo de Cádiz. Publicaciones de la sección de folk-lore y tipismo gaditano. Recuerdo de la excursión artística de "Solera de Cádiz", organizada por este ateneo y patrocinada por la Alta Comisaría de España en Marruecos, Cádiz: Escélicer S. L. Imprenta y Litografía, (MCMXL) 1940. 

(28) QUIÑONES CHOZAS, Fernando, Pasacalle, en Antología del Carnaval de Cádiz. 1884-1975, Madrid: Caja de Ahorros de Jerez, 1984

(29) QUIÑONES CHOZAS, Fernando, Preámbulo, en SOLÍS LLORENTE, Ramón, Coros y chirigotas. Carnaval en Cádiz, Madrid: Silex, 1988. 

(30) Ibídem, pág. 14. 

(31) Véase un fragmento de Burliverda, de González Climent (Jitanjáfora por bulerías en honor de Pastora Pavón) para comprender el paralelismo y cuánto de jitanjáfora tiene el viejo trabalenguas del Carnaval gaditano:

                                                      Ajilijáfora con jitanmójili 
                                                      de tal pellizque tramposutil
                                                      Beticatarsis en secotajo
                                                      palo de grito
                                                      plurisembrá!

                                                      Aymé crujicierta 
                                                      pastoral purimperiosa
                                                      y sumaniña
                                                      en ole de ole de eternidad!

                                                      Archi la gaya, trianifestera
                                                      playagorera
                                                      por verdadera
                                                      fenomenal.

GONZÁLEZ CLIMENT, Anselmo, Ob. cit. pág. 158. 

(32) QUIÑONES CHOZAS, Fernando, Memorias con Rafael, en VVAA, Imagen sucesiva de Rafael Alberti, Cádiz: Fundación Rafael Alberti, Diputación de Cádiz, 1989 (pág. 99). 

(33) Efectivamente. Tras sus palabras, llegó un Miura con el que tuvo que lidiar, ante las cámaras y en forma de crítica, precisamente, a Telesur: "de vino no se bebe ni una gota / que está aquí el Telesur, no den la nota / hay que obedecerles o no vienen más". 

(34) QUIÑONES CHOZAS, Fernando, Carnaval: notas críticas, en Gaceta gaditana, nº 7, enero de 1992 (pág.). Para posteriores artículos, críticos con el Carnaval, véase: Para cerrar septiembreDiario de Cádiz, 30 de septiembre de 1996; CarnavalesDiario de Cádiz, 17 de febrero de 1997, y Carnavales de Cádiz, El País, 25 de febrero de 1998 (citado los dos últimos por Amalia Vilches, ob. cit).

(35) MIRANDA LÓPEZ, Antonio, QUIÑONES CHOZAS, Fernando y LONGOBARDO TIRADO, Salvador, Carnaval de Cádiz 1993, coro Atlántica, Cádiz, 1993 (pág. 5). 

(36) OSUNA GARCÍA, Javier y UBERA MORÓN, Erasmo, El lenguaje de la mar de Cádiz, Madrid: Sílex, 1991.

(37) Quizá por aquello de la "inversión sexual" de la que hablaba el Larousse de 1988, respecto de la urta, a la que definía "muy parecida al pargo", el caso es que Fernando Quiñones redactó en sus divertidas mijitas: "Como no me lo explique ese nuevo libro 'El lenguaje de la mar de Cádiz', jamás entenderé por qué el pargo de aspecto tan formal, de nombre tan sobrio y viril, fue escogido aquí para equivaler al de marica. Otros nombres femeninos hubieran quedado mejor; caballa o mojarra no, porque ya han sido respectivamente adjudicados a los de Ceuta y a las malas lenguas largas. Pero ¡hay tantos! ¿Qué tal suena, por ejemplo:
— Chica urtita está hecho ese." Véase Las mijitas del freidor, en Diario de Cádiz, 6 de octubre de 1991.

(38) Actualmente la RAE recoge la urta sin hache, tal y como pretendía Fernando, pero con una definición lamentable, ya que persiste, ambigua, con el "semejante a".