Alberto Romero Ferrer, Profesor Titular de Literatura Española de la Universidad de Cádiz, es un reconocido y prestigioso especialista en la historia del espectáculo, cuyo ámbito de estudio se ha centrado en la literatura, la cultura y el teatro español de los siglos XVIII, XIX y XX, especialmente la comedia, el sainete, la zarzuela, el género chico, y otros géneros cómicos; habiendo impartido conferencias en distintas universidades españolas y extranjeras de Italia, Reino Unido, Alemania, Francia y Argentina.
Será todo un lujo, entre palmas y alegrías, escucharle en El Café de Levante, mañana jueves, 7 de marzo, en una charla sobre la figura de Lola Flores, titulada La Niña de Fuego: del escenario al mito, que cerrará el ciclo que sobre la copla ha ofrecido este entrañable café de la calle Rosario.
Contará con la actuación de Mariló Rico, polifacética cantante, periodista de profesión y autodidacta, que se desenvuelve con soltura entre los acordes de la música brasileña y el jazz. De raíces muy flamencas, su padre fue socio fundador de la Peña Enrique el Mellizo y su abuelo regentaba una de las tabernas más carismáticas y flamencas de Cádiz: El Maestrito, por donde desfiló lo más granado de la flamenquería gaditana. Estará acompañada al piano por Bosco Prada, un extraordinario músico, buen conocedor de la música en general y del género en particular.
Contará con la actuación de Mariló Rico, polifacética cantante, periodista de profesión y autodidacta, que se desenvuelve con soltura entre los acordes de la música brasileña y el jazz. De raíces muy flamencas, su padre fue socio fundador de la Peña Enrique el Mellizo y su abuelo regentaba una de las tabernas más carismáticas y flamencas de Cádiz: El Maestrito, por donde desfiló lo más granado de la flamenquería gaditana. Estará acompañada al piano por Bosco Prada, un extraordinario músico, buen conocedor de la música en general y del género en particular.
Un café con penumbra. Mil cuadros que escrutar. Un mostrador de azulejería. Velas y mesitas. Un espejo inmenso, reflector de sonrisas y confidencias. Hay dulces de berbería. Predomina el rojo, como en el entrañable Bar Pedrín, sólo un banco almodovariano rompe la norma, y "empata" —disidente— el tránsito, con un azul chillón. Un callejón adosado, donde puede detenerse el tiempo, le confiere carácter a través de una ventana. Un poyete de mil abrigos; mucho arte tras la barra... y un pasillo estrecho para ver desfilar hermosos cuerpos.
Acordémonos de Lola. Abramos un fardo con una entrevista que concedió en el año 1950 con Manolo Caracol. Jerez y Cádiz fueron para él las cunas del cante: "Aquí en bruto (Jerez); allí refinao (Cádiz)", decía Caracol sin dudarlo. Preludio de la inexcusable cita de mañana en El Café de Levante de la calle Rosario.
La Voz del Sur, 2 de julio de 1950. A la derecha, repárese en el anuncio "Toros en Cádiz" y el grandioso "Cuadro de Arte Andaluz" de artistas flamencos |
Tanto Lola como Manolo eran geniales, enormes y únicos.
ResponderEliminarLa casa de mi familia estaba ubicada en la calle José del Toro, y colindaba con la Calle Rosario...
Es un documento muy valioso y curioso, gracias Javier por estas aportaciones tan estupendas.
Un abrazo
Gracias siempre a ti Mari Carmen. Pues curiosamente, la calle José del Toro está cerca de la calle Barrocal (antes Laurel), en cuyo número 3 se encontraba el Teatro Variedades en el que cantó tu antepasado Silverio Franconetti, un 26 y 29 de septiembre de 1867. (Ayer).
EliminarUn abrazo.
¡Ojú, miarma, qué de cosas se aprenden aquí!
ResponderEliminarSí, la calle José del Toro, (antes Verónica), céntrica, relativamente comercial, comprábamos las caballas caleteras cuando pasaban la gente del barrio de La Viña, por allí y mi madre nos las ponía para cenar asadas con nuestra "piriñaca", por aquél entonces yo era un comino, me gustaba ir a jugar a la Plaza de Candelaria, muy cercana a mi casa, a La Caleta, Plaza de Minas...acompañaba a la compra a mi madre y antes nos desayunábamos los imcomparable tejeringos de La Guapa...curioseábamos por El Baratillo, despiues ayudaba en casa y me iba a la playa...
¡Qué tiempos aquellos!
Todo ha ido evolucionando, pero es indudable que Cái conserva mucho de lo que tuvo y que con gente como tú, no se dejará que desaparezca como en otros lugares.
Es un verdadero placer pasear por estas riquísimas páginas.
Un abrazo.