El propietario del establecimiento de bebidas en el que se desarrollaron los incidentes, Pasaje de la Europa, era Teodoro Díaz Portilla, natural de Villasevil de Toranzo (Santander), con residencia en Sevilla en el número 1 de la calle Barco. Acudió también a testificar en el Juzgado, diciendo —básicamente— "que no oyó nada". Manifestación muy similar a la declarada por José del Pino Tejera, camarero del Pasaje de la Europa.
Sevilla, Pasaje de la Europa. Riada de 1947 (*) |
La policía nunca es tonta; ni un pelo, además. Y la franquista tampoco lo era.
Sobre Juan Incierte Gutiérrez:
Sobre el tocaor José Capinetti Rodríguez a quien (miren por donde) sabemos que apodaban "El Gitano" y que estaba de paso:
Sobre el tocaor El Niño de Huelva:
Sobre el cantaor Pepe el Limpio:
Sobre Antonio Márquez Rodríguez:
Sobre Diego Zuleta y Queipo de Llano, y sobre Manuel Solís García:
Sobre José Arredondo y Sierra y sobre José Luis Olavarrieta González:
Pónganse los farderos en pie que llega la sentencia firme, o pónganse firmes que llega la sentencia. Da lo mismo. ¡Total! Vista la vista... no eran "malos" ni "buenos", eran "Regulares". Y los flamenquitos todos limpios —y eso que uno ya lo era desde el principio: Pepe el Limpio—, flamencos víctimas de una época sobria y lamentable.
Los papeles hablan por sí solos. Aquellos jueces sacaron sus conclusiones, que cada lector saque ahora la suya sobre la presente documentación pública (1).
Quedémonos con el cante de Pepe el Limpio y el toque de El Niño Ricardo (cortesía de Paco Zambrano).
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(*) Postales y fotos antiguas de Sevilla.
(1) Archivo Histórico Tribunal Militar territorial Segundo, Sevilla, Fondo 8.000. Causa 1557/38 contra los alféreces don José Arredondo Sierra y don Luis Olavarrieta González por supuesto delito de excitación a la rebelión. Legajo 224/10657.
Joer Javier ¡Vaya cantidad de papeles se gastaban estos!. Pues menos mal que no instruyeron el caso 'mangarín', sino la Biblioteca de Alejandría se le quedaba pequeña a estos.
ResponderEliminarUna entrada muy peculiar y magníficamente documentada, como nos tienes acostumbrados. Capinieti, después del mes que se pegó en Sevilla de huesped, se pensaría dos veces, ir de nuevo a Sevilla.
Es una etapa espantosa, que da escalofríos intuir cómo aplastaban la menor disidencia. Pero conviene airearla y conocerla a fondo para que no se repita jamás y para contextualizar y comprender cómo convivía el flamenco en aquellos años terribles. Gracias por tus palabras.
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