Cantaor de saeta. Tinta y acuarela. Obra y gentileza de Santiago Ríos |
Segunda muestra de saetas cantadas por los gitanitos del barrio de Santa María, al filo del cambio de siglo, con el cronista reflejando que "ni los años de trastornos políticos habían impedido su salida", un cortejo, en 1899, ya más vespertino que de costumbre:
"Antes de las cinco de la tarde estaban repletos de gente los balcones, zaguanes de casas, ventanas, pretiles de las azoteas, etc., de las calles del barrio de Santa María por donde había de pasar la anunciada procesión de la cofradía del Nazareno, á cuya titular profesa aquel barrio, desde tiempos muy remotos, fervoroso culto. Hasta en los años de trastornos políticos había salido la expresada imagen, sin que nada ni nadie perturbara en lo más mínimo el orden de la comitiva religiosa.
"Antes de las cinco de la tarde estaban repletos de gente los balcones, zaguanes de casas, ventanas, pretiles de las azoteas, etc., de las calles del barrio de Santa María por donde había de pasar la anunciada procesión de la cofradía del Nazareno, á cuya titular profesa aquel barrio, desde tiempos muy remotos, fervoroso culto. Hasta en los años de trastornos políticos había salido la expresada imagen, sin que nada ni nadie perturbara en lo más mínimo el orden de la comitiva religiosa.
Antes salía de madrugada. Desde el año 71 acá, ha sustituido las horas de aquella por las de la caída de la tarde.
No hay que decir si prestaba alegría á las casas, los tipos clásicos de las hijas más preciadas de aquel barrio, transportadas a los citados miradores, yá las aceras en ancho cordón en estas últimas.
La cruz de la hermosa efigie del titular ya ostentaba desde antes de su salida, una hermosísima corona, regalada por un devoto de la imagen cuyo nombre nos está vedado decir.
La hermosa imagen de la Virgen ostentaba ricas alhajas, entre ellas un magnífico rostrillo de brillantes.
La sección de penitentes que le precedían, llevaban túnicas de terciopelo, con cordón de oro.
Estrenáronse muchas túnicas nuevas, unas moradas con capa blanca y otras blancas con capa morada, llevando en el brazo la cruz, en grana, de la Cofradía.
Azulejos holandeses del siglo XVII, donados por los armenios. Iglesia de Santa María |
En la cruz de la Titular se veían hermosas coronas: las que llevaba el Nazareno, ascenderían á ocho.
Asistió la música de Pavía: no iba piquete. Asistieron en representación del Excmo. Ayuntamiento, el teniente de alcalde D. Amado García Bourlier y los concejales Sres. Lobo y Rodríguez Fernández. También formaba parte de la presidencia el capellán de S. M., D. Luis Bargetón y un señor teniente de la Guardia Civil, al mando de la fuerza distribuida para la custodia de los pasos y orden de la procesión.
Al llegar la procesión a la Plaza de Isabel II, en casa de D.ª Gabriela Monje, se le colocó a la imagen una riquísima corona de adornos de oro y plata, dos grandes cintas de seda color gualda con las imágenes bordadas en bustos de San Juan Bautista y Nuestra Señora del Carmen.
En la calle de Santa María ya habían colocado otra corona de mucho gusto y valor.
La señora de Monje obsequió con vinos y habanos á los antes citados señores que presidían, haciéndolos pasar a su domicilio al mayordomo de la cofradía Sr. Smitch y á D. José Estrade, que dirigía la carrera del titular, por cierto con habilidad bastante para vencer las mayores angosturas y los más insuperables obstáculos de farolas y balcones, sin que aquel sufriera detrimento alguno.
También hizo parada la procesión, al paso por las moradas del Prioste de la cofradía Excmo. Sr. D. Cayetano del Toro y del alcalde presidente del Excmo. Ayuntamiento. En ambas fueron asimismo obsequiados con esplendidez los ya nombrados.
Desde la salida entonáronse saetas, siendo las primeras las que se dejaron oír hasta tres vecinas que turnaban de la casa número 12 de la calle Santa María, una del piso bajo, otra del principal y otra de la azotea.
A las diez y media entraba el Nazareno en el barrio de Santa María, en su barrio, donde fué recibido con entusiasmo cercano al delirio, y entre escenas conmovedoras y llenas de fe, las madres mostraban á los pequeños que llevaban en sus brazos la veneranda (sic) efigie, haciéndoles que con el chapurreo delicioso de los niños, les dirigiesen súplicas y ruegos en solicitud de remedio en alguna tribulación, los hombres, sin una sola excepción permanecían descubiertos, y todos, viejos y niños, hombres y mujeres, contemplaban extasiados la divina imagen. Las saetas se sucedían sin interrupción; en las callejas inmensa multitud se apiñaba, se estrujaba sin una protesta, sin el más leve desorden. El objeto de todos era solo ver al Nazareno, y sufrían gustosos las molestias inherentes á aquel laberinto con tal de poderlo admirar una vez más, de despedirse de él hasta el año próximo.
En la calle del Mirador, el entusiasmo subió de punto. Al aparecer el paso del Señor, se levantó gran clamoreo de vivas y bendiciones, que sólo concluyó cuando vibrante y hermosísima voz femenil lanzó á los aires sentida saeta con un fervor y estilo (permítasenos la expresión) de que sólo son capaces las hijas del barrio.
El silencio más profundo se hizo entonces. Otra voz más dulce, más aniñada, cantó entonces.
Estrangulao, hecho peazos
Y su cuerpo bañao en sangre
Lo descuelgan de la cruz
Y lo entregan a su madre.
Al terminar ésta, fuerte y bien timbrada voz varonil, cantó inimitablemente muchas más, todas con sentimiento y expresión.
Aquellas voces, provenían de una casa que hace esquina á la calle de la Botica, donde habita Alfonso Fernández, padre del conocido banderillero Alfonsito con su familia.
En aquella casa había un ramillete de hermosas muchachas, entre ellas Angustias Fernández, hija de aquel diestro, Pepita Ortega y Dolores Durán, hermana de Pipa.
Ellas fueron las que entonaban las saetas y él Enrique Jiménez (Hermosilla).
Allí se reunieron muchas personas conocidas de Cádiz, entraron un momento las autoridades y los mayordomos siendo todos obsequiados espléndidamente por Alfonso Fernández y su hijo y atendidos por Juan Durán (Pipa), Antonio Muñoz, etc. etc.
Más de media hora estuvo parada la procesión en aquél lugar donde se cantaron las saetas á centenares.
Poco después de las doce y media entraba la virgen en Santa María, entre las mayores muestras de entusiasmo y la despedida de hasta el año que viene."
Indudablemente que la llegada del fonógrafo contribuyó a la difusión de los cantes y la saeta no fue una excepción. Es un hecho claro, muy evidente, a pesar de que el fonógrafo constituía una minoría para ricos que, en modo alguno, estaba al alcance de las clases populares, pero ayudó a su propagación. Así lo expresaba Manuel Capriles, representante de la Sociedad Fonográfica Española,en los albores del siglo XX:
Muy curiosa es la carta redactada a Diario de Cádiz en la Nochebuena de 1904 por un grupo de gitanos del barrio de Santa María, firmada como Los gitanitos del barrio; carta dirigida a Franklin Jr y Cía, —seudónimo de Juan Manuel Martín de Barbadillo— que firmaba la popular y diaria sección Actualidades, en el decano de la prensa andaluza y que marcó un hito en la historia del periodismo (1). La carta en cuestión es muy representativa del fervor que los gitanos de Santa María sentían por su imagen. Va dirigida en plural —por aquello de la Compañía de Franklin— ya que "habemos sabido" que una artista llamada Valsois, a la sazón deambulando por Cádiz, le solicitan con desparpajo un guarda brisas para el "pobrecito Greñuo". Ignoramos quién es esta enigmática artista, ni a qué "manquita" se refiere; seguro que algún erudito de la música nos sacará de dudas. ¡Fijo, como la bola del Observatorio de la Torre Tavira!
(Continuará)
_________________________
(1) LABIO BERNAL, Aurora, Diario de Cádiz: historia y estructura informativa (1867-1898), Cádiz: Diario de Cádiz, Universidad de Sevilla y Asociación de la Prensa de Cádiz, 2000 (Pág. 313).
Diario de Cádiz, 11 de abril de 1903 |
Muy curiosa es la carta redactada a Diario de Cádiz en la Nochebuena de 1904 por un grupo de gitanos del barrio de Santa María, firmada como Los gitanitos del barrio; carta dirigida a Franklin Jr y Cía, —seudónimo de Juan Manuel Martín de Barbadillo— que firmaba la popular y diaria sección Actualidades, en el decano de la prensa andaluza y que marcó un hito en la historia del periodismo (1). La carta en cuestión es muy representativa del fervor que los gitanos de Santa María sentían por su imagen. Va dirigida en plural —por aquello de la Compañía de Franklin— ya que "habemos sabido" que una artista llamada Valsois, a la sazón deambulando por Cádiz, le solicitan con desparpajo un guarda brisas para el "pobrecito Greñuo". Ignoramos quién es esta enigmática artista, ni a qué "manquita" se refiere; seguro que algún erudito de la música nos sacará de dudas. ¡Fijo, como la bola del Observatorio de la Torre Tavira!
Diario de Cádiz, 24 de diciembre de 1904 (edición de tarde) |
(Continuará)
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(1) LABIO BERNAL, Aurora, Diario de Cádiz: historia y estructura informativa (1867-1898), Cádiz: Diario de Cádiz, Universidad de Sevilla y Asociación de la Prensa de Cádiz, 2000 (Pág. 313).
Muy interesantes los dos artículos amigo Javier. Ya comentaremos mas tranquilamente en su momento, pero muy buenos, sobre todo por la recogida de letras y los personajes que citas, sobre todo esa Gabriela Monje que cuando falleció fue todo un acontecimiento en el Barrio.
ResponderEliminarLa Valsois que se cita en el artículo, debe ser madame C. de Valsois, domadora de elefantes, por aquellas fechas y posteriores estaba trabajando en el Teatro Eslava Circo. También llamada Condesa de Valsois... Muy bella según las crónicas. A por la siguiente entrada que espero 'mu' gustosamente. Un fuerte abrazo
Gracias, Antonio, por tus palabras y por la aclaración de la bella Valsois. Debió ser toda una matriarca esta Gabriela Monge, seguro que entroncada con El Nene y con La Mejorana. ¿Tienes constancia?
EliminarUn fuerte abrazo.
Lo de la 'manquita' debe ser porque se cayó en el número final cuando estaba encima del paquidermo. Un espectador abrió su paraguas y según la noticia de El Guadalete 25 10 1904, el elefante hizo un extraño y fue la niña a tomar por c.. (como el cuplé de los cruzados) Se partió un brazo la francesa...
ResponderEliminarJajaja ¡Oh, la, la! Gracias nuevamente por tu documentada aclaración.
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