Querida Real Academia Española:
Que digo, que resulta, que decís que la granaína no existe, ¿no?, que existe la granadina, lo cual obliga, de facto, a ignorar a dos estilos: la granaína y la media granaína. Si acaso, la media granadina, que supongo definirá el zumo de media granada; o a mi prima, que nació en la calle Villalobos, pero que siendo una chiquilla se fue a Granada, por tanto, no es granadina, pero es medio (media) granadina.
Que digo, que resulta, que decís que tango es un "baile del Río de la Plata", amén de "fiesta y baile de origen africano". Desde luego. No hay más que ver el sufijo "ngo" —que también lo muestra el fandango y el zorongo— para entreverle a la palabrita su africanía. Pero también decís que tango es la "música de este baile y letra con que se canta".
Tango de diciembre. Aguada sobre papel de estraza. Obra (y gentileza) de Manolo Morgado |
¿De qué música y baile habláis, queridísima RAE? ¿de los tangos graciosos en los que los andaluces lucían sus chistes, en 1779, según la sonanta del guitarrista gaditano Tomás Abril? ¿Quizá de la guanábana, la limoná y la lotería, los tres, tangos de 1823? ¿del tango americano? ¿del tango de negros? ¿del tango morisco que se bailó en el Teatro del Balón en 1848? ¿De los tangos guacanitos aclimatados en Cádiz en la segunda mitad del XIX, derivados en tangos de Carnaval? ¿del tango porteño, tango lunfardo, tango argentino, que es posterior al tango andaluz, de quien bebe y recibe influencias? ¿De los tangos flamencos, aquellos que el Maestro Otero daba fe escrita en 1912 que bailaban los gaditanos Paquiro y El Churri en el XIX?
Es que verá, querida RAE. Es que resulta que ninguno de estos tangos, miles y miles de veces nombrados en la literatura, en la calle, en la prensa y en los pliegos de cordel, desde el siglo XVIII a nuestros días, están contemplados ni recogidos en vuestra docta Real Academia. Y eso —cuando menos— encoraja.
Os lo diré "enseguidilla". Que digo, que resulta, que en la RAE recogéis seguidilla, que para eso las hubo de todas las clases, colores y sabores: manchegas, boleras, mollares, serranas, rasgueadas, extremeñas (cantadas por El Planeta), madrileñas o de Pedro-Lacambra (ambas interpretadas por Lázaro Quintana) y sevillanas. ¡Cómo no sevillanas, que así se llaman hoy las seguidillas!; pero... ¿y las voces seguiriyas y siguiriyas? ¿Y el sustantivo siguiriyero, ra: referido al especialista de la seguiriya? ¿No fue suficiente que Federico García Lorca lo inmortalizase, hablando de Silverio?
La densa miel de Italia
con el limón nuestro
iba en el hondo llanto
del siguiriyero.
Que digo, que resulta, querida RAE, que decís que la rumba es un "cierto baile popular". Cierto. Y cierto que no decís nada más, salvo que su origen es cubano. Antes, mucho antes que los gitanos catalanes popularizaran su rumba, Diego Antúnez, La Niña de los Peines y muy probablemente Pepa Oro la incorporaron a su repertorio. Sin perder de vista a Pepe de la Matrona, todos anteriores a Peret, que bebió, entre otras fuentes, de Beni de Cádiz y de Miguel Vargas Bambino.
Que digo, que resulta, querida RAE, que según ustedes, romera es la gachí que va de romería (aparte de un pescao, al que en Cádiz le decimos bodión). Cuando resulta, querida RAE, que es un cante con copla de cuatro versos octosílabos, casi siempre con rima asonante en los pares, que el gaditano Romero el Tito popularizó.La densa miel de Italia
con el limón nuestro
iba en el hondo llanto
del siguiriyero.
Que digo, que resulta, querida RAE, que decís que la rumba es un "cierto baile popular". Cierto. Y cierto que no decís nada más, salvo que su origen es cubano. Antes, mucho antes que los gitanos catalanes popularizaran su rumba, Diego Antúnez, La Niña de los Peines y muy probablemente Pepa Oro la incorporaron a su repertorio. Sin perder de vista a Pepe de la Matrona, todos anteriores a Peret, que bebió, entre otras fuentes, de Beni de Cádiz y de Miguel Vargas Bambino.
Que digo, que resulta, señores académicos de la RAE, que la voz mirabrás no aparece recogida, lo cual es muy extraño, al tratarse de una cantiña gaditana, transmitida en el siglo XIX, en Cádiz por Tío José el Granaíno (perdonen que no diga granadino) de la cantiña El Almorano, de cuyo estribillo salió la nomenclatura del estilo que ustedes ignoran: "¡Ay! qué mirabrá / y qué mirabrandito viene, mirabrandito va"; y en Sanlúcar de Barrameda, conservada por la dinastía gitana de Los Bochoque y enraizada con las canciones liberales: "A mí no me importa / que un rey me culpe, / si el pueblo es grande y me abona / Voz del pueblo / voz del cielo".
Que digo también, señores de la RAE, que del mismo modo que recogéis alborear, para definir el amanecer, haced lo propio con alboreá, explicando que es un cante, íntimamente ligado al ritual de las bodas y que por tradición se hacía al alba, considerando que sus noticias se remontan a 1855 y que dependiendo de la provincia, tiene aire de bulería por soleá, soleá bailable romanceada, jaleos o tangos.
Como también digo, señores de la RAE, que en vuestro erudito Diccionario de la Lengua Española no puedo leer la definición de bambera, por lo tanto no puedo entender a Armando Palacio Valdés cuando en su obra Los majos de Cádiz transcribe la copla del columpio (de bamba, onomatopeya de balanceo) interpretada a ritmo de soleá aligerada:
A la que se columpia
echarle rosas,
que todo se lo merece
por buena moza.
Al columpio he subido
porque no digan
que mi amante está ausente,
yo pensativa.
Mocito que está a la puerta
mirando para el columpio.
entre usté y columpiará
la que sea de su gusto. (1)
Ciertamente hermosas son
las voces ‘siguiriya’ o ‘seguiriya’, como los sustantivos ‘siguiriyero’,
‘saetero’, ‘buleaero’ o ‘festero’. El problema es que las dos primeras no están
recogidas en la RAE, aún cuando ya estaban presentes en los incipientes estudios
del XIX, y sólo 'saetero' y 'festero' se libran; lo malo que 'festero' viene
definido regulá ná má.
Si yo abriera una oración que dijera (por poné un poné):
“La
alzapúa brilló en la sonanta y junto a la voz afillá del intérprete,
consiguieron en la danza una bella escobilla; unos preciosos replantes y una
memorable pataíta festera”…
Entenderíamos todos –versados y profanos– que un
guitarrista, con una técnica del pulgar sobre el instrumento, junto a una voz
rozada, casi ronca, fueron capaces de mostrar en el baile, un bello zapateado,
un remate y una pincelada, pongamos que por bulerías. Quizá el profano tuviese
que recurrir al diccionario para entender bien lo que ha leído. Quizá.
Pero en ese caso, este último nada encontraría en el querido
diccionario para ayudarle a entender la oración. ¿Por qué? Porque el rollazo
academicista, de la RAE no incorpora lo que lleva décadas, ya incorporado al
lenguaje coloquial e incluso al técnico.
Así, encontraríamos que ‘alzapuá’ no está, que ‘sonanta’ tampoco,
ni ‘afillá’ (la voz) ni ‘afillao’ (el intérprete); mucho menos explicar quiénes fueron 'los Fillos' (de donde provienen ambas voces); ‘escobilla’ vendría, pero
definiría la del váter. Nos aparecería el verbo replantar, cuyo presente de
subjuntivo: ‘replante’, vendría a expresarnos que algo (un vegetal u hortaliza)
se vuelve a plantar en suelo ya plantado, o sea, trasplantado desde el sitio
que estaba a otro. Qué decir de la ‘pataíta’ (puestos a figurar lo haría
patadita), que sería un pequeño golpe dado con el pie.
No tendría más importancia si viniese recogido que la
'colombiana', además de una gachí de Colombia es un cante, aunque no haya
nacido allí (pero ése es otro tema). Qué decir de 'polo', que para la RAE es
sólo “Punto en el que el eje corta a una superficie de revolución” (aparte del
Polo Antártico y Ártico). Glorioso que el 'martinete' sea para la RAE un
"ave o un martillo", o que las 'cabales', aquellas que hicieron tan
célebre a Silverio y que Federico García Lorca evocaría para la eternidad, no existan, y sólo
en forma de presente de subjuntivo del verbo ‘cabalar’.
En los escasos triunfos en que el habla andaluza se impuso y
“dieron por buena”: ‘cantaor, ra’; ‘bailaor, ra’; o el “jaspiradísimo”: ‘jondo’
(por cantador, bailador y hondo) ¿Por qué no incluyen 'toná' (por tonada)?
Me encantaría pensar que no existe animadversión hacia Andalucía y
a su rica forma de hablar. Repito, me encantaría. Pero estoy convencido, justo
de lo contrario. Decía el colombiano Rufino J. Cuervo: “El día que tengamos un
diccionario de andalucismos, hallaremos maravillas los americanos.”
Por eso la RAE cuando habla de ‘morcilla’ dice que “ha de estar
embutida de piñones y arroz” (como en Burgos, claro); cuando habla del ‘bienmesabe’
dice "que es un dulce de clara de huevos y azúcar" (teniendo “a
huevo” el adobo del cazón). Si entramos en el campo de los pescaos, ya es para
tirarse al suelo y no levantarte en una temporá: ¿Todavía no se ha enterado la
RAE lo bueno que está el ‘pez limón’? ¿Y el 'garapello'?... que hasta a las
embarcaciones gaditanas del siglo XVIII le llamaban “barcos garapalleros”. Pues
no vienen. Tampoco el ‘picúo’ o ‘picudo’ (la ‘mojarra de pico’); nada de ‘sargo
burdo’; como si no existiera el ‘borriquete’ (con lo rico que está en tomate o
a la naranja amarga). Viene el ‘ostión’ en forma de ‘ostrón’, diciendo que “es
una especie de ostra mayor y más basta que la común”, lo cual es de nota, de
matrícula de honor y de copie usted mil veces que…; en todo caso, el ‘ostión’
es “la ostra menor” del firmamento de los bivalvos; por cierto, descrito ya en
la provincia de Cádiz, en un trabajo científico, datado en el año 1612.
OTROSÍ.
Vale que hayáis recogido la voz bulerías, aún cuando la definición esta cortita. Muy cortita. Decís de ella que "se acompaña con palmoteo" —palabrota que sería muy del gusto de Pío Baroja— en cuyo caso, ¿por qué, en su acepción número 11, no decís lo mismo en alegría —donde, por cierto, también se tocan las palmas—?; y, sobre todo, doctos académicos de la RAE, que digo que unificad criterios, es decir: ¿por qué bulerías en plural y alegría en singular? Me lo expliquen. Oiga.
OTRO OTROSÍ.
Si recogéis el singular soleá, como "tonada, copla o danza", ¿por qué ignoráis el plural: soleares? ¿No fue suficiente que Antonio Machado Demófilo recogiera, en 1881, un capítulo de soleares de tres versos (con 399 coplas, de soleares, claro); otro de soleariyas –sic– (con 13 coplas de soleariyas) y otro de soleares de cuatro versos (con 71 coplas de soleares)? (2)
UN OTROSÍ MÁS.
Vale que digáis que la vidalita es una canción popular. Vale que no expliquéis que fue Manuel Escacena quien aflamencó este cante, de origen argentino. ¿Pero, es necesario explicar en la definición "que se acompaña con guitarra"? Porque con guitarra se acompañan también la bulería, la alegría, la malagueña, la soleá, la petenera, los tientos, los tangos, los tanguillos, la taranta, la bulería por soleá, la seguiriya... ¿sigo?... y no decís ni pío del instrumento.
OTRO OTROSÍ MÁS.
¿Sois conscientes, señores de la RAE, del mamarracho de definición que le habéis dado a la petenera, cuando afirmáis que es un: "aire popular parecido a la malagueña" —sic— ?
¿Parecido a la malagueña en qué? ¿en la melodía?, ¿en las estrofas?, ¿en los acordes?, ¿en los versos?, ¿en el compás?... Por cierto, definís la propia malagueña, a su vez, como "algo parecido al fandango"; o sea, que si la petenera es parecida a la malagueña, y ésta, asimismo, es parecida al fandango... la petenera, forzosamente, ha de ser parecida al fandango. De cajón de madera de caoba de las Indias occidentales. Por lógica formal matemática. Puro silogismo. Le llamaban Transitividad (se llama la película).
Si petenera (p) es parecido a malagueña (m) y malagueña (m) es parecido a fandango (f), petenera (p), por lo tanto, es parecido a fandango (f). O séase:
Si p = m, entonces m = p (Simetría)
Si p = m y m = f, entonces p = f (Transitividad)
Y pregunto a los académicos de sillón: ¿En qué se parecen la petenera y el fandango, del que, por cierto, afirmáis que se acompaña con violín?
Y ÚLTIMO OTROSÍ.
Del mismo modo que los americanismos entran abundantes y a pelú en vuestro (nuestro) Diccionario, dadle cuelo a los andalucismos, que son las voces más sabias y depositarias del arte flamenco. No por nada, sino porque fue ese lenguaje, esa singularidad y esa modalidad lingüística la que estuvo cerca; la única que fue testigo de la gestación de corridos y tonás, de infinitas madrugadas de cante, por las noches oscuras de los sonidos negros.
No sé si la noticia habrá llegado a vuestros sillones académicos, pero el arte flamenco —esencialmente andaluz, él— ha sido no hace mucho declarado Patrimonio Inmaterial de la Humanidad por la UNESCO.
No se pierdan dos artículo sobre el mismo tema. Uno de Luis Carlos Díaz Salgado, ¿Hasta cuándo, Academia, hasta cuándo? El ninguneo de la RAE a los cantes y bailes flamencos, y otro de Antonio Rodríguez Almodóvar, Queridos catedráticos, dos puntos. Ambos escritos, antes y mucho mejor que éste, que ahora concluye.
_________________________
(1) PALACIO VALDÉS, Armando, Los majos de Cádiz, Madrid: Espasa Calpe, 1967 (Págs. 82 y 83).
(2) MACHADO Y ÁLVAREZ, Antonio, Colección de cantes flamencos, recogidos y anotados por Antonio Machado y Álvarez "Demófilo". Edición, introducción y notas de Enrique Baltanás, Sevilla: Portada Editorial, 1996 (Págs. 163-169).
Excelente artículo Javier Osuna. Limpia, fija y da esplendor; para ellos el flamenco es basto, mudable y decadente. Otra prueba más del estado de la cuestión. Un abrazo
ResponderEliminarInmensas gracias, Faustino. Llevo mal los complejos de superioridad lingüística de determinados academicistas. Y peor, el trato que se le da al flamenco. Desde el día que leí, creo recordar en un Larousse, que "Bogavante", era un: Crustáceo marino, decápodo, de color rojo..., miré a los "diccionaristas" con sorna (los sijoputas, ná más que lo habían visto cocido). Un abrazo.
Eliminar¡Bravo! ¡bravo! y ¡bravo! otro sí........ sin palmoteo, que no somos de Palmones (cohon..), sino con palmas a compás del tiritiriti del tirititran.
ResponderEliminarArtículo 'pa enmarcá' en piedra ostionera de nuestra querida Caleta.
Muchas gracias, Antonio. Y eso que no hemos entrado a diseccionar términos tan flamencos y tan ignorados por la RAE (entre cientos que tú conoces al dedillo) como "escobilla", "alzapúa", "afillá", "sonanta" o "pataíta" ... que es la que había que darle a los eruditos. Gracias de nuevo. Un abrazo.
EliminarEliminar
Qué arte, Javi, y que abandonaítos estamos...
ResponderEliminarDesde la tierra de tan cicatera institución, te mando un fuerte abrazo.
El mismo que te devuelvo, figura. Bueno, tierra donde tiene que estar esa institución (como tantas), pero tierra que tanto le ha aportado al arte flamenco; y más, con gente como tú. Un abrazo.
Eliminar¡¡PAFF... en to la boca a la RAE!!. Aunque me reconozco algo "diccionarista", llevas muchísima razón. La Real Academia de la Lengua tendrá otros méritos, pero tardaremos en considerar a sus doctos integrantes como cabales.
ResponderEliminarSé de buena tinta (de choco) que te gustan los diccionarios y cómo ayudas a los que empiezan, corrigiendo (disculpa, no te gustan los gerundios) los intentos de glosarios, marinos y de todos los colores. Un beso, Ana y muchas gracias por tu comentario.
EliminarPor cierto en el Diccionario de la Música Española e Hispanoamericana, en diez tomos de mil páginas, de ca. 1992, creo recordar que no vienen ni Paco Alba ni Rodríguez, por supuesto nada de Cañamaque o Villegas, pa qué hablar de Martín, Selu, Ares, Juan Carlos. ¿Y pito de caña? güiro (de Cádiz), octavillita, coro a pié, no quiero mirar la voz chirigota. Si lees la voz pasodoble no hay ni rastro de los cientos que se han compuesto para el carnaval gaditano. Idem cuplé, cuarteto, romancero... Será que para ellos no es música española. No, es rusa, ¡claro rusa!, Glinka y Rimsky. ¡Pa llorar!
ResponderEliminarJajaja... Cuánta razón. Meten la pata de cangrejo ruso por la de cangrejo moro. Qué poquitas ciudades, presentan tanto 'hispanoamericanismo' en sus hablas, como las bañadas por las aguas de la Bahía de Cádiz. No digamos en su arquitectura. Deberían ponerse las pilas, entre otras cosas, porque la voz 'chirigota' es de origen cubano, como cubana es la de 'tejeringo'. Ya sabes, de "La Habana llegó un fulano", paisano de aquél otro Cubano que vino a Cái y salió en "las focas del Canadá" (que nos cantó El Beni), por los tiempos en los que El Cubanito regulaba la tasa de natalidad con "plastiquitos circulares".
EliminarHola Javier. Pues mira, tu artículo me ha hecho gracia y me ha recordado que hace años un par de foreros de Triste y Azul escribimos a la propia institución quejándonos de algunas definiciones. Puedo estar de acuerdo en gran parte de lo que dices pero con quien no estoy de acuerdo es con el texto que recomiendas, que dice:
ResponderEliminarPunto y aparte merecen aquellas palabras que, aunque nacidas fieles a la fonética andaluza, el DRAE insiste en disfrazar de castellanas: seguidillas en vez de siguiriyas o seguiriyas, alboreadas en vez de alboreás, granadinas en vez de granaínas; ya puestos, no sé cómo la RAE no se empeña en llamar bacalado al bacalao.
Este enfoque es desafortunado porque Siguiriya, Alboreá y Granaína son adaptaciones de palabras españolas a la fonética andaluza. A partir de ahí es muy discutible la definición de esos neologismos porque Seguidilla y Seguiriya no es lo mismo y así en cada caso. Pedir un cambio sin solventar antes el tremendo caos flamencólico es querer empezar la casa por el tejado. Busca "Seguidilla gitana" y a lo mejor te aparece algo, yo encontré que figuraba en un texto académico sobre ese tipo de estrofa. Yo te planteo el problema a la inversa ¿tan dificil sería hablar de Flamenco en español más o menos correcto? Suponte tú que un día admiten "palo" y al siguiente ya no gusta "palo" que se dice "cante". No gusta "rondeña" que se dice "bandolá". La Malagueña no es eso que cantaba el Breva, Tango es lo del Piyayo y sobre Caña y Polo la definición es libre, se deja en blanco y cada cual escribe en lápiz la suya, hasta que cambie de opinión. Sí que la RAE es poco sensible, en algunos casos torpe pero define tú Rumba cuando la Rumba que se canta no es una Rumba que es una Guaracha. Primero vamos a ver si se ponen los cimientos algún día que la definición de flamenco se las trae y la etimología da pie a todo tipo de fantasía animadas de ayer y hoy. Saludos a tí y a tus excelentes contertulios.
Estimado anfitrión. Antes que nada, muchas gracias por comentar y por dar tu opinión, la cual comparto en parte. Con todo, me sigue pareciendo muy bueno el artículo de Luis Carlos Díaz Salgado. Es cierto que el flamenco es "muy suyo" y que en lo tocante a los estilos hay una maraña por desenredar, de nomenclaturas contradictorias, nada claras, sobre todo en lo concerniente a los denominados, genéricamente, "cantes de Levante". No ayudó nada, además, la falta de unidad de criterios por parte de aquellas industrias primeras del fonógrafo, ni tampoco las discográficas de pizarra de los años 20 y 30 y los posteriores 40. Tampoco con la llegada del vinilo se corrigió la importancia de fijar bien nombres y estilos, con lo que hemos heredado un palangre por desliar.
EliminarPero eso no justifica (y creo que ahí estamos de acuerdo) que a día de hoy la RAE evidencie un desdén, un descuido innecesario e inexplicable con lo jondo, que no se corresponde con la dimensión social, cultural, universal e histórica del arte flamenco. Las definiciones que sobre él proporciona, por lo general, son parcas, confusas, poco esclarecedoras y demuestran una ignorancia suprema sobre la materia. Hasta hace relativamente poco la única definición que los diccionarios daban para tanguillo, era la de una peonza. De colombiano, na, todavía, a día de hoy, se dice que es el natural de Colombia, es decir que los académicos no han tenido tiempo de escuchar el cante que Pepe Marchena (y cientos más, después) fijó hace 80 años. Sorprende también que esta institución a veces sea muy vanguardista e incorpore expresiones recientes como "de cajón" (para referirse a algo evidente y obvio) y, sin embargo, no recoja el cajón peruano que de la mano de Ruben Dantas y con la amplitud de miras flamenca de Paco de Lucía, hoy sea un instrumento ya incorporado y aceptado por todos, menos para la RAE, que no lo ve.
Te reitero las gracias por tu amable comentario y recuerda que esta es tu casa.
Un saludo.
Yo diría que en este caso se han juntado el hambre con las ganas de comer, el DRAE es muy torpe y la Flamencología también pero la segunda tiene el agravante de que es su tema específico, nació en 1955 y todavía no hay consenso en nada. Imagínate si sus conclusiones fueran a parar al Diccionario. OPERISMO. m. s. Dícese de la forma fofa y amariconada de cantar fandanguillos y vidalitas que nada aportan a la enjundia del cante atávico. Sería peor el remedio que la enfermedad. Mira si se puso empeño en el 22 en diferenciar flamenco de jondo y no hubo manera . A mí las pocas definiciones que hay no me gustan conque no hecho en falta que haya más, pongamos por caso la palabra ESTILO que en el flamenco se emplea mal. La Seguiriya de Paco la Luz no es un estilo, es un tema, el estilo se lo da el artista; precisamente por el hecho de no hablar con propiedad es que hay aficionados que son demoledores contra la más mínima diversidad de estilos mientros ellos se creen que están defendiendo cantidad. La misma palabra ORTODOXO habría que redefinirla, m. s. Dícese del aficionado al Flamenco que rechaza los cantes medianamente afinados y la inmensa mayoría de su repertorio. PURISTA. m. s. Úsase para calificar al entendido en Flamenco que no lo considera un tipo de música. TERCIO. m.s. Cada una de las partes en que se divide una cuarteta. Porque lo que naturalmente es impensable es que el flamencólogo se avenga a llamarle verso. GRANAÍNA: f. s. Nombre que recibe la Media Granaína y viceversa. SEGUIDILLA. f. s. Forma incorrecta en que los castellanos pronuncian Ziguiriya. Si te he de ser sincero, creo que es mejor no meneallo porque ni siquiera el DEIF se atrevió a abordar estas cuestiones. Saludos y felicidades por el blog que suelo visitarlo y encuentro muy interesante siempre, incluso esta vez aunque sea de la opinión que no es tan fácil como parece.
EliminarBienvenidas sean las discrepancias porque de ellas será mi (nuestro) enriquecimiento.
EliminarSigo creyendo que el DRAE es manifiestamente mejorable en materia flamenca, que cojea por la pata de los prejuicios y que suele desdeñar los andalucismos. Y creo también que el DEIF (con todas sus carencias y todos sus defectos) le dio una lección.
Pero el DRAE no hace aguas sólo en lo flamenco, también da la nota en los términos de la fauna y la flora.. Curiosamente el padre de Demófilo, como sabes, gran científico gaditano que había trabajado en el campo de la ictiología, basándose en una aportación del Magistral Cabrera de principios del siglo XIX, hizo en 1857 unas interesantes aportaciones en el campo de la ciencia y en el lingüístico, que estoy seguro conoces.
Llama la atención que voces recolectadas en ése trabajo, como 'borriquete', 'sargo burdo' (hoy 'sargo burgo'), 'picudo', 'garapello', 'caella', 'bocinegro', 'mula', 'pez limón'... , términos todavía vigentes y en uso hoy día, definiendo perfectamente a una especie científica, sigan sin estar recogidas en el DRAE, supongo que no porque el agua esté lejos del número 4 de la calle Felipe IV de Madrid, sino porque nuestro diccionario, en algunos aspectos, es malo de solemnidad.
El 'ostión', por ejemplo, que aparece recogido en el primer documento conocido de peces de una localidad gaditana, fechado en 1612, no lo reconoce el DRAE.
Si tienes interés o mera curiosidad, échale un vistazo a esto:
http://www.ictioterm.es/referencia_bibliografica.php?rb=9
http://www.ictioterm.es/referencia_bibliografica.php?rb=31
De todas formas, insisto en que las divergencias de opiniones benefician a ambas partes, por lo menos a mí me ocurre con la tuya.
Un saludo muy grande, muchas gracias por tus palabras con el blog y por comentar.
Me coge ahora un poco fuera de juego y no puedo dar una opinión sobre esta materia pero no dudo ni un ápice de tu entrada y tu razón de pensar como lo hace, como en todos los temas siempre habrás personas que no este de acuerdo con tu forma de pensar y es normal pero hay también personas que no anda bien de la vista y lo ve todo algo gris. Yo estoy de tú parte como también estoy en La cenicienta andaluza tiene que trabajar muy duro para que alguna vez vea reconocida su valía. Sigue luchando Javier por esta tierra y te seguiremos.
ResponderEliminarMuchas gracias por tus palabras, Anónimo. Que digo yo que un sillón, tan mullido, tan barroco y no precisamente del IKEA, debería generar definiciones con más cientificidad y cariño, ¿no?. Aquí tu casa, gracias por opinar.
EliminarOtra cosa sería pedir peras al olmo. Pero ¿qué podría escribirte que antes no hayamos hablado...? Los señores académicos, quebraítos de tanto trabajar -los escuché en Cádiz, en el espectáculo montado ad hoc en el Oratorio San Felipe, mientras ponían en escena un ensayado debate (¿o he de escribir entremés?) sobre el término serendipia, que en inglés -serendipity- lleva años utilizándose... No se sabe si tanto como tango, bulería o romera...
ResponderEliminarMucho académico de sillón, Ana. Eso es lo que hay. Un abrazo.
EliminarEl DRAE lo mires por donde lo mires sigue siendo, además de carca e impreciso, bastante incoherente. Vamos a ver: si se han introducido los términos "cantaor" y "bailaor", que su trabajo ha costado dicho sea de paso, ¿por qué no se admite la palabra "tocaor"? Este término, que por cierto rehuyen los críticos no sé por qué, será para que no los tomen por catetillos, es de una precisión fabulosa. Cuando se dice "tocaor", nos estamos refiriendo al que toca flamenco, sin necesidad de tener que recurrir al giro "guitarrista de flamenco". Este diccionario, por tanto, no respeta la economía idiomática que tan sabiamente se ha ido forjando por el uso de los hablantes.
ResponderEliminarTotalmente de acuerdo contigo, Daniel. Y es cierto el retraimiento de algunos redactores en usarlo. A mí me parece un término precioso y una imbecilidad academicista más, aparte de incongruencia.
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