«Los musicólogos se tocan». Podría ser el título ficticio de una novela basada en la obra del portuense Muñoz Seca, cuando Faustino Núñez y Guillermo Castro —ambos, musicólogos de formación y vocación— recogieron y arrojaron luz desde sus respectivos estudios en red y papel (1), acerca de las «Arcas» del estado de la cuestión guitarrística y musical, sobre uno de los concertistas de guitarra más preclaros de la historia: el almeriense Julián Arcas (1832-1882).
Los dos, Núñez y Castro, tocan y «se tocan» en temáticas comunes y ambos tocan la bajañí, con arpegios dobles, golpes con el anular en la tapa armónica y conclusiones metodológicas de estudio; trabajos que vinieron a complementar los anteriores, fundamentales y muy especializados —sin duda, los que mayor luz han arrojado hasta ahora—, como son todos los ensayos de Eusebio Rioja sobre el universo de la sonanta de Julián Arcas, (2); así como los excepcionales trabajos de Norberto Torres (3); ambos los recomendamos encarecidamente aquí. A continuación, vayan algunas humildes contribuciones con un puñadito de noticias nuevas.
Nació Julián Arcas en el bello reino de Almería, «donde nacen los tempranos»; justo donde Pedro el Morato vendía sus verdulerías frescas y coloristas en un «puesto ambulante» de tarantas. Almería es mucha Almería. Demasiado ignorada para ser —entre otras ameritadas circunstancias— la cuna de dos gigantescas ces (concertista y constructor) y dos enormes ges: (guitarrista descomunal y guitarrero monumental): Antonio de Torres (1817-1892) y Julián Arcas, el cual tuvo una influencia determinante en los trabajos de construcción del gran guitarrero de Torres , al decir de Domingo Prat, en su impecable obra referencial (4) y según el criterio de Eusebio Rioja (5). Para conocer en profundidad la maestría, vida y obra de Antonio de Torres, hay, inexorablemente, que acudir al espléndido trabajo del erudito José Luis Romanillos (6) Y Almería acreditó siempre mostrar el orgullo de sus hijos pródigos (7).
Julián Arcas dio conciertos por toda España, con un repertorio bastante heterogéneo, que incluía arias operísticas, jotas aragonesas, boleras —a veces ejecutadas sólo con su mano izquierda—, fandangos, tangos, rondeñas —en ocasiones solicitadas por el público y, a veces, también tañidas con una sola mano— (8), malagueñas, peteneras (9), romanzas, muñeiras (10), mazurkas, obras clásicas de Paganini o valses (11). Como compositor, nos ha legado una fecunda nómina de composiciones que supera las 50 obras catalogadas. Muy recurrente en sus actuaciones fueron piezas como la Improvisación sobre motivos heterogéneos, las Grandes variaciones sobre motivos tiroleses, así como la Fantasía como motivos de La Traviata (12).
Ocasionalmente daba recitales con su hermano Manuel Arcas, también guitarrista y, como es de imaginar, muy eclipsado por la talla y nombradía de su hermano, con el que interpretaba, entre muchas piezas, la Gran sinfonía de la ópera Norma, Motivos y cuarteto de la ópera Rigoletto (13) o Tango burlesco a dos guitarras (14); además de la habanera: La Rubia de los Lunares (15).
El guitarrista almeriense dio audiciones por todo el mundo. La prensa elogió mucho los efectuados en el Reino Unido, en Brighton y Londres, con el duque de Wellington y en el palacio de los duques de Cambridge (16). Su toque fue elogiado por Mariano Soriano Fuertes, incluyéndolo en el cuarto tomo de la Historia de la música española, al lado de las figuras más excelsas, haciendo especial mención a varios de ellos, entre otros y en primer lugar, al gaditano José Benedid como guitarrista —hijo del afamado guitarrero, también de Cádiz, Josef Benedid— (17).
En 1861 estuvo Arcas al frente del Álbum musical para guitarra, como responsable y director, teniendo el domicilio en la calle Escudillers, en la tienda El Violín de Oro, en Barcelona; publicando entregas con piezas de concierto de las mejores óperas, zarzuelas y bailables, en donde señalaba con números las cuerdas en que debían de ejecutarse los diferentes pasajes «cuidando con esmero de que no se deslicen errores en su impresión» (18).
En 1865 se encontraba en la cima de su maestría y es nombrado catedrático de guitarra del Real Conservatorio de Madrid (19), mismo año que la reina Isabel Segunda le envió la Cruz y el diploma de la Real y Distinguida Orden de Carlos III (20). Entre sus muchos títulos, se contabilizaba también el de Maestro Honorario de la Escuela Nacional de música y declamación de Madrid (21).
De sus discípulos guitarrísticos, se ha de mencionar al barcelonés Juan Pon (1847-1906), que interpretaba por los teatros un amplio concierto, ejecutando la pieza: Variaciones sobre un capricho de Arcas (22) o al almeriense Luis Soria (1851-1935) que tocó a dúo con Francisco Tárrega (1852-1909) (al que también le dio clases) (23), el cual le compuso la Marcha a Julián Arcas (24). Mención especial merece la figura de su discípulo Justino Cánon, brillante médico que estudió en Manila (Filipinas) y que recibió clases de Julián Arcas, según contaba la prensa filipina:
«Puestos en relaciones Arcas y Cánon, encontró el profesor en el discípulo condiciones tan excepcionales, que le profetizó su dominio en la guitarra siempre que le obedeciera ciegamente: órden más difícil de cumplir que de ofrecer, porque raro es el que salvando las primeras dificultades del 'trasteo' y 'rasgueado', no se entrega a las perniciosas 'fiorituri' de los bailables y acompañamientos del cante. A los tres meses de lección, el profesor no consintió que el discípulo le remunerara; le bastaba ver los adelantos y la obediencia de este, pasándolo de la categoría de alumno a la de compañero» (25).
El concertista Justino Cánon estaba en posesión de tres magníficas guitarras, salidas de los talleres de tres escuelas constructoras distintas: Cádiz, Barcelona y Almería:
«Tres guitarras posee Cánon que son otras tantas joyas. Una de Pagés, otra de Altimira y la última adquirida a costa de grandes sacrificios, salida de las manos de Torres» (26).
Quien desee conocer la gran nómina de discípulos que tuvo Julián Arcas y luego fueron grandes concertistas, ha de consultar los textos de Eusebio Rioja (27).
Una crónica periodística de la cabecera La Correspondencia de España, de 1865, revela que Julián Arcas debió dar un notable salto de calidad en el sonido de su guitarra —que, al parecer, le había construido Francisco González y cuyo taller estaba ubicado en la Carrera de San Jerónimo de Madrid—, fruto de un novedoso sistema de construcción:
«En la noche del domingo pasado, tuvo lugar en el Casino del Príncipe el concierto dispuesto por el célebre guitarrista D. Julián Arcas. En él se pudieron apreciar los adelantos que el simpático artista ha obtenido en el instrumento, siendo de admirar los sorprendentes y satisfactorios resultados de las guitarras construidas últimamente por un nuevo sistema de don Francisco González, que ha conseguido armonizar la belleza y buen gusto de construcción con el aumento y admirable sonoridad de la vibración de sus cuerdas» (28).
Ese mismo año de 1865, en las manos del Maestro Patiño de Cádiz, además de acompañar a Silverio Franconetti por serranas, el polo de Tobalo, jaberas, malagueñas y seguiriyas; y a Curro Dulce por peteneras (más los bailes de las hijas de El Viejo de la Isla y de Enrique Ortega) se tuvo noticias de la guitarra flamenca de concierto, al ejecutar José Patiño como solista ante el público del Salón de la Fonda del Turco de San Fernando. Fue en una curiosísima competencia, donde un cantaor de El Puerto de Santa María, en atenta y expresiva carta que le escribió a Curro Dulce, le disputó el título que la tierra gaditana le otorgó a Silverio, como «Rey de los cantadores andaluces» (sic), según hallazgo de Blas Vega (29), en generoso regalo del cartel-programa que le hizo el gran bibliófilo gaditano, Federico Joly (30)
Desde 1869 hay noticias, como ya se ha visto, de su interpretación por tangos. En 1871, dos años después, publicaría una Colección de tangos «de notable mérito y exquisito gusto» (31).
Muy célebre fue su soleá (32), interpretada en 1867 en Sevilla, al decir de Eusebio Rioja y divulgados y dados a conocer, luego, fueron sus toques flamencos por Rioja, Torres, Núñez y Castro; lo que viene a poner de relieve que cuando el almeriense quería, abandonaba arias, fantasías, misereres y oberturas y tocaba flamenco por derecho; es creencia de Rioja que quizá fuese por haber sido discípulo del guitarrista José Asencio y por —especulaba también el investigador almeriense— el dato que proporcionó Domingo Prat en su Diccionario de guitarristas ya citado, en donde expresó que Arcas tuvo contacto con el tocaor Rafael Barroso. Muy reveladora fue, en ese sentido, la actuación que Arcas dio en su Almería natal, el 3 de febrero de 1876, en cuya segunda parte del concierto tocó:
Añadan a su flamenquísimo toque, el desarrollo que el gran guitarrista hizo con los panaderos, precursores del toque por alegrías, según el acreditado criterio de Guillermo Castro, (33) estilo que, en este mismo concierto de 1876, tocó en su cuarta parte; si bien, a su criterio, estos son al estilo bolero y más adelante, en una reseña que mostraremos de 1880, veremos el embrión de las actuales alegrías:
Y, cómo no, El punto de La Habana o Punto cubano, sonando aromático a maderas añejas de caoba y guayacán de La Habana Vieja, en las manos de Arcas; estilo ya interpretado mágicamente por el colosal Trinidad Huertas, como encontraron Rioja y Núñez y ligado al mítico Planeta de Cádiz. Ahora en la tercera parte de un variado concierto del almeriense en el Teatro Principal de Almería y en la segunda, en el Círculo de Obreros Católicos de Palma de Mallorca, en 1876 y 1880, respectivamente:
Sobre todo, ya en la etapa postrimera de su vida, fue muy frecuente en el repertorio de sus últimos recitales, una pieza propia en la que aunaba todos los sonidos afines a una contienda o batalla; una composición, de carácter efectista, que imitaba sonidos y que tenía una gran acogida entre el público (34).
Raro era el concierto en el que no incluyese un motivo flamenco, compuesto y arreglado por él, como este, acontecido el 30 de noviembre de 1880 en el Teatro Principal de Palma de Mallorca (35), (36):
El maestro almeriense padecía de salud en sus últimos años artísticos y era reconocible ya entre el público que asistía a escucharle, toda vez que su físico irradiaba una imagen (transcribimos literal la descripción de la prensa): «triste y desconsoladora: aquella mirada sin brillo, aquel rostro sin movilidad, aquel continuo temblor nervioso que robaba fuerza y vigor á sus ágiles manos, revelaban que la enfermedad que ha arrebatado a España uno de sus más nobles compositores» (37).
Falleció en Antequera (Málaga), a los cuarenta y ocho años de edad, a causa de una dolencia en su espina dorsal (para los periódicos); y de una lesión orgánica de corazón (para el certificado de defunción). A su entierro asistió una banda municipal, familiares, artistas y amigos del músico. Un gran número de cabeceras periódicas recogieron su necrológica, siendo El Comercio (de Cádiz) uno de los primeros en hacerlo (38):
«(...) El Sr Arcas era conocido en Cádiz donde hace pocos años hizo gala de su privilegiado talento» (sic), decía arriba el redactor del periódico gaditano, respecto de sus actuaciones en la capital gaditana. No especifica cuándo actuó en Cádiz y «hace pocos años», desde 1882, pudiera referirse a cualquier fecha. Tan sólo tenemos constancia de una sola actuación de Julián Arcas en Cádiz y, seguramente, el cronista se refiera a ella. Esta se produjo en julio de 1867 y la petición se cursó manuscrita, de su puño, letra y rúbrica, el día 8, de aquel verano de 1867.
La actuación la iba a efectuar en el teatro de Isabel Segunda, sito en la calle Compañía, un pequeño teatro, de unas 300 localidades que, en los años 1847 y 1848, respectivamente, había conocido en sus tablas la actuación de los títeres de La Tía Norica, cuya patriarca, la vieja Norica, bailó la cachucha; aquel género cantable tan ligado al Cádiz de las Cortes que, en 1812 llegó a dar nombre a uno de los cafés cantantes más antiguos conocido, florecido a inicios de siglo XIX (café «de tablas», se le llamaba), ubicado en la actual Plaza Fragela. La copia literal de la instancia de Julián Arcas , conservada en el Archivo Histórico Provincial de Cádiz, dice así:
«Excmo. e Iltsmo. Sr. Gobernador Civil
Don Julián Arcas, Profesor de guitarra del Conservatorio de Madrid y Caballero de la orden de Carlos 3º a V.D. con el respeto debido expone:
Que habiendo sido invitado por varios aficionados para dar un concierto en el teatro de Isabel Segunda, situado en la Calle de la Compañía y como por ello es necesaria la autorización de V.D.
Suplica atentamente se sirva concederme su permiso para dar uno o más conciertos en el local expresado.
La gracia que espera merecer de la acreditada bondad de V.D.
Dios que a V.D. m. a. Cádiz siete de julio año del sello
Julián Arcas». (rubricado) (39)
Al margen izquierdo del documento referido, le indican desde el Gobierno Civil de Cádiz:
«Como se pide, dándole conocimiento a la empresa de (ilegible) para que cuide del orden».
El gentío se agolpó desde la Plaza de la Catedral hasta la misma calle Compañía e hicieron cola para la función. Ellos, con sombreros de copa y bombín, relojes de bolsillo y camisas de manga corta. Ellas, tocadas con sombreros de moda, blusas entalladas, faldas de miriñaque y bolsos en sus hombros. ¡Agüita fresca de la nevería!, pregonaban por la calle empedrada de Santiago los aguadores que venían de la Plaza Candelaria. ¡Nuevo Diario!, ¡Nuevo Diario de Cádiz y su departamento! vociferaban los vendedores de prensa de un nuevo periódico que en Cádiz había nacido en junio 1867. Ha sonado el timbre y Julián Arcas ya ha afinado en camerinos y ha calentado su guitarra de ciprés, construida, expresamente, por su amigo, coetáneo y coterráneo (que diría Quiñones) Antonio de Torres...
¡Damas, caballeros... empieza la función!
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(1) CASTRO BUENDÍA, Guillermo, Lo «último» de Julián Arcas. La obra inédita de la colección Palatín, en Sinfonía Virtual, edición 23, 23 de julio de 2012.
(2) RIOJA VÁZQUEZ, Eusebio, Julián Arcas: un genio de la guitarra aún desconocido, en: revista Ocho Sonoro, nº 3, Asociación Guitarrística América Martínez, Sevilla: 1998, Págs: 16-27; RIOJA VÁZQUEZ, Eusebio, El guitarrista Julián Arcas, Sus relaciones con Málaga, en: revista Jábega, nº 84, Diputación Provincial de Málaga, Málaga, 2000, Págs. 73-87; RIOJA VÁZQUEZ, Eusebio, Semblanza de Julián Arcas (1832-1882), en: www.julianarcas.com, 2003; RIOJA VÁZQUEZ, Eusebio y SUÁREZ PAJARES, Javier, Julián Arcas (1832.1882). Una biografía documental, Itto. de Estudios Almerienses. Diputación Provincial de Almería, Almería: 2003; RIOJA VÁZQUEZ, Eusebio, La guitarra flamenca, sus técnicas interpretativas. Orígenes, historia y evolución, en Sinfonía Virtual, revista de música y reflexión musical, edición 32, 28 de febrero de 2017 y y RIOJA VÁZQUEZ, Eusebio, El guitarrista Julián Arcas y el flamenco. El flamenco en la cultura andaluza a través de un guitarrista decimonónico, XXXVI Congreso Internacional de Arte Flamenco, Málaga: 2018.
(3) TORRES CORTÉS, Norberto, Antonio de Torres y Julián Arcas. Una nueva expresión para la guitarra española, Almería: Instituto de Estudios Almerienses, 2019.
(4) PRAT MARSAL, Domingo, Diccionario biográfico, bibliográfico, bibliográfico histórico, crítico de guitarras, instrumentos afines, guitarristas profesores, compositores, concertistas, lahudistas, amateurs, guitarreros luthier, danzas y cantos, terminología, 1934.
(5) «A principios de la década de los cincuenta —ya consagrado como concertista— (se refiere a Julián Arcas) y en una de sus estancias en Sevilla, se produce un hecho determinante para la historia de la guitarra. Conoce allí al novel guitarrero igualmente almeriense Antonio de Torres, examina una obra suya y lo empuja a que se dedique profesionalmente a la construcción de guitarras, impresionado por las virtudes que plasmaba Torres en aquella guitarra en sus manos. Poco después, Antonio de Torres se convertiría en el más legendario guitarrero de la historia, logrando un tipo de instrumento tan perfecto -tanto en sus líneas exteriores, como en su esquema interior- que se erige en modelo clásico indiscutible, creando escuela y constituyéndose en pauta a seguir. Torres obtuvo con su particular sistema constructivo un concepto de sonido —el llamado sonido español— que se impuso como característico y definitivo. Todos los grandes guitarristas -Arcas incluido y el primero- tocaron guitarras Torres, reconociéndose éstas como valiosas piezas de uso obligado. La amistad que se trabó entre Torres y Arcas se prolongó hasta el final de la vida de Julián, colaborando mutuamente en la realización de un instrumento capaz de registrar las nuevas técnicas y los nuevos sonidos que Arcas creaba. Tanto que se ha llegado a escribir que el diseño de la tapa de las guitarras Torres se debió a dicha colaboración de ambos». RIOJA VÁZQUEZ, Eusebio, Ob. Cit.
(6) ROMANILLOS VEGA, José Luis, Antonio de Torres. Guitarrero, su vida y obra, Almería: Institutos de Estudios Almerienses, 2004.
(7) «Agradecemos a tan eminente artista, que á su despedida de esta capital de cuya provincia es hijo, nos proporcione el gusto de oírle y verle ejecutar en el difícil instrumento que domina, los armoniosos y dulces sonidos que únicamente él sabe producir en la guitarra». Crónica Meridional, 28 de enero de 1876. «(...) accediendo a las muchas invitaciones que de varias poblaciones de España como del extrangero (sic) ha recibido para que de nuevo vuelva á la vida artística, emprende esta desde luego, empezando sus tareas por la predilecta capital, de cuya provincia es hijo tan célebre y reputado artista y antes de ausentarse de ella, quiere quiere demostrar la gratitud que tiene á sus paisanos». Crónica Meridional, 1 de febrero de 1876.
(8) El Contemporáneo, 27 de junio de 1862.
(9) El Áncora, 29 de septiembre de 1980.
(10) El Palmesano, 18 de enero de 1857.
(11) Crónica de Badajoz, 3 de octubre de 1867.
(12) La Paz de Murcia, 16 de julio de 1869.
(13) El Eco de Gerona, 4 de noviembre de 1864.
(14) La Paz de Murcia, 18 de julio de 1869.
(15) PRAT MARSAL, Domingo, Ob. Cit. Pág. 38.
(16) La Correspondencia de España, 8 de junio de 1863.
(17) Ibídem, 22 de enero de 1880.
(18) El Isleño, 26 de febrero de 1861.
(19) La Correspondencia de España, 13 de mayo de 1865.
(20) «S. M. la Reina ha enviado al distinguido profesor de guitarra Sr. D. Julián Arcas el diploma de caballero de la orden de Carlos III y la cruz de la misma orden, como prueba de su real aprecio al mérito de este distinguido artista». La Correspondencia de España, 16 de julio de 1865.
(21) Crónica Meridional, 1 de febrero de 1876.
(22) Diario de Menorca, 24 de enero de 1862.
(23) «Francisco Tárrega (...) Sus aficiones a la música le llevaron muy joven hacia el estudio de tan bello arte, siendo su primer maestro el ciego Manuel González. Luego fue el profesor Julián Arcas el que se encargó, no sólo de enseñarle, sino también de protegerle al reconocer los méritos del futuro músico, llevándoselo a Barcelona, donde indicó al muchacho el camino que debía seguir para triunfar en su difícil carrera». Heraldo de Castellón, 15 de diciembre de 1934.
(24) Crónica Meridional, 10 de abril de 1897.
(25) Diario de Manila, 30 de octubre de 1887.
(26) Ibídem.
(27) «Pero otra de las labores importantes de Arcas, que también ejerció abundantemente, due la didáctica. Además de su probable ejercicio como profesor en el Conservatorio de Madrid y de haber dado lecciones a Francisco Tárrega en su juventud —como hemos apuntado— adoctrinó en la guitarra a los después famoso concertistas Juan Parga, Jun Pernas, Román y Manuel García Martínez, Luis Soria, Carlos García Tolsa y José de Cobo». RIOJA VÁZQUEZ, Eusebio, Julián Arcas en Historia del Flamenco (Tomo II), Sevilla: Ediciones Tartessos, 2002 (Pág. 168).
(28) La Correspondencia de España, 17 de mayo de 1865.
(29) «Y ya tenemos al primer guitarrista netamente flamenco, que además de acompañante es solista de guitarra, en un ambiente que no es el del concertista clásico que introduce en su repertorio aires populares andaluces. Posiblemente Patiño inicia lo que más tarde desarrollarían otros discípulos de él, como Paco el Barbero, o el famoso Paco el de Lucena, que se le venía considerando como el primer concertista flamenco». BLAS VEGA José, Silverio, Rey de los cantaores, Córdoba: Ediciones de la Posada, 1995 (Pág. 33).
(30) «Agradezco al generoso gaditano don Federico Joly el obsequio de los dos carteles que hoy reproducimos. Hasta el momento son los más antiguos». BLAS VEGA José, Ibídem. Ob. Cit Pág. 29.
(31) «El célebre guitarrista D. Julián Arcas, que saldrá muy en breve de esta capital para dar algunos conciertos en las provincias del Norte, ha publicado y puesto a la venta en la guitarrería de Campe, calle de Cádiz, una colección de tangos de notable mérito y exquisito gusto a juicio de los inteligentes». La Correspondencia de España, 4 de agosto de 1871.
(32) Con motivo de un concierto que dio en Madrid el literato Carlos Peñaranda, decía la prensa a propósito de la soleá de Arcas: «(...) En el género flamenco no hay que pedirle nada; absolutamente nada, la guitarra en sus manos ágiles sobre toda ponderación, produce sonidos que unas veces hacen que se escapen á sus oyentes bulliciosos olés ó sumen el espíritu en silenciosa melancolía; pero que siempre llegan al alma: esto nos sucedió a todos los que le oímos tocar de una manera magistral la clásica Soledad del inolvidable Julián Arcas». El Correo, 13 de febrero de 1890. Y esto decía el crítico V. Arregui: «(...) Su famosa Soleá, no hubo en su tiempo agrupación musical, como bandas, cuartetos, etcétera, etcétera, que no la tuviera de repertorio». El Debate, 11 de septiembre de 1925.
(33) «(...) Otero (se refiere Guillermo al Maestro Otero) considera a los panaderos como originarios de Cádiz, tal y como aparecen citados en La Habana en 1844, y con un aire musical especial que fue evolucionando, llamándose luego «bailar por juguetillos» y más tarde por «Alegría», que es lo que se baila en su tiempo (1912), «pero ya no se parece en nada», lo que confirma nuestra hipótesis sobre la evolución de una modalidad de panaderos hacia las alegrías actuales, al menos un tipo de panaderos, que debieron coincidir en musicalidad con estos inéditos de Arcas, quizás los panaderos al «uso gaditano» que veíamos antes». CASTRO BUENDÍA, Guillermo. Ob. Cit. Pág.11.
(34) «(...) una composición sobre motivos del Faust: como música imitativa, una batalla, sencillamente, una batalla sin especificar (...) simplemente una batalla en la que recorriéndolo todo, hizo oír distintamente los toques de clarín, tambores, bandas, marcha Real y el Himno de Riego, descargas, cañonazos, cargas de caballería marcando los trotes y galopes, gritos y lamentos de los combatientes... capricho de mérito notabilísimo. (...) La guitarra, ese vulgar instrumento, en manos del Sr. Arcas, se convierte casi como en una orquesta, causando la ilusoria percepción de todos sus instrumentos, desde los de más delicada expresión, hasta los de percusión más seca. En un momento de entusiasmo hubo quien hiperbólicamente dijo que parecía que el artista metía su alma en la guitarra». El Áncora, 29 de septiembre de 1880.
(35) El Comercio, 30 de noviembre de 1880.
(36) La Opinión, 30 de noviembre de 1880.
(37) El Balear, 8 de marzo de 1882.
(38) El Comercio (de Cádiz), 21 de febrero de 1882, La Correspondencia de España, 22 de febrero de 1882, Crónica Meridional, 23 de febrero de 1882, Diario de Córdoba, 23 de febrero de 1882, La Paz, 24 de febrero, El Litoral, 26 de febrero de 1882, El Graduador, 28 de febrero de 1882. La Lucha, 1 de marzo de 1882, La Opinión, 6 de marzo de 1882, El Balear, 7 de marzo de 1882 El Comercio (de Palma de Mallorca), 7 de marzo de 1882, El Balear, 8 de marzo de 1882 y El Áncora, 8 de marzo de 1882. Transcurridos los dos años de su muerte, el 30 de noviembre de 1884, el periódico Crónica Meridional de su Almería natal, publicaba un anuncio del ayuntamiento de dicha ciudad, a través de su contaduría, con la relación de nichos cumplidos y adeudados con el aviso de que: «(...) en la inteligencia que si dentro de los 15 días siguientes, del en que aparezca publicado en este periódico no se efectuase el pago de referida renovación se procederá el traslado de los citados restos á la fosa general, no habiendo lugar á queja de ninguna especie por las medidas que se adopten por la Alcaldía... (...) Nichos de adultos, 23, María Arcas-Lacal y otros, Julián Arcas, Fecha en que han cumplido: 13 de junio». Crónica Meridional, 30 de noviembre de 1884.
(39) Archivo Histórico Provincial de Cádiz, Sección: Gobierno Civil. Legajo 152. Expediente 35.

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